Punto de vista de Blake
La «casa» de Ryan era un departamento nuevo en las Royal Towers, en el centro de San Francisco. Luego de una turbulenta relación de tres años, y de estar a punto de casarse, entre todo esto que había pasado, me acababa de enterar que él y Libi tenían problemas.
La cabeza me latía con fuerza al bajar del auto con un medio dormido Colin en brazos; me tercié la pañalera, y el vigilante del estacionamiento vino a ayudarnos al darse cuenta de que traíamos equipaje. Ryan se llevó mi maleta, y este hombre el bolso con las cosas de mi hijo.
Al entrar al ascensor, acomodé a Colin contra mi pecho y resoplé. Las ganas de vomitar se agudizaron y, a pesar de que sentí los ojos del rubio sobre mí, permanecí en silencio hasta que la puerta se abrió.
Quería ir a dormir, despertar y que todo fuera un maldito sueño, eso deseaba la pequeña parte de mí que pensaba que esto de verdad estaba sucediendo… porque el resto de mi ser no se lo terminaba de creer.
—Vamos —murmuró el dueño de casa cuando la caja metálica llegó al piso indicado, y salimos.
Agarré el bolso de Colin y lo llevé despacio. Me había mojado, y el niño también, un poco, por lo que el frío del pasillo solo extendió su presencia en mi interior y, en el momento en el que pasamos al departamento, resoplé.
El aire era más cálido y se respiraba tranquilidad. Ryan fue directo a una habitación para dejar mis cosas y solo lo seguí. Bajé a Colin en la cama y él, medio dormido, se recostó y nos miró arreglar todo.
—Deberías darte un baño, y el enanito también —dijo nuestro anfitrión mirando al nene—. Ya casi está dormido, pero aún es temprano.
—Sí… tengo que darle de comer antes. —Miles de pensamientos surcaron mi mente en ese momento—. Y…
Me quedé en el aire, incapaz de decir o hacer nada y, al notar esto, Ryan caminó hacia mí y puso ambas manos sobre mis hombros.
—Calma… todo va a estar bien —susurró.
La convicción en su mirada regó una gran dosis de alivio en mi interior y asentí; sin embargo, ambos sabíamos que no sería así. ¿Cómo podría?
Tras unos minutos, me saqué la ropa mojada y la dejé en una cesta para ponerla a lavar más tarde, desvestí a Colin tras buscar ropa para ambos y lo llevé al baño de visitantes, que tenía una tina espaciosa. La llené hasta la mitad con agua tibia y, acompañado de mi pequeño, me metí y comencé a lavarlo.
A Colin le fascinaba el agua, por lo que comenzó a chapotear como loco.
—¡Papi, agaaa! —soltó animado.
Sus ojitos brillantes me miraron como si fuese el centro de su mundo, y un nudo apretó mi garganta porque, en este momento, él lo era para mí… un pilar que pendía de un hilo.
Comencé a jugar con sus cabellos cuando se quedó tranquilo, y resoplé. ¿Qué pasaría si no fuese mi hijo? ¿Qué haría?
Sentí el calor regarse por mi cuerpo y le hice una cresta graciosa, aunque me daba cuenta de que comenzaba a dormirse. Sus cabellos, borgoña rojizo como los míos y los de mi padre, debían identificarlo como sangre de mi sangre sino fuese por esto último. Gilbert y yo nos parecíamos demasiado en facciones, así que no podía solo confiarme de eso.
Creía desde mis entrañas que era mi hijo, lo sentí desde el momento en el que lo cargué en mis brazos, pero… ¿y si no?
—Tendré que hacerme una prueba, no hay de otra…
Salimos del baño y preparé su alimento, le di de comer, lo acuné hasta que se durmió, y lo acosté en la cama del cuarto que Ryan dispuso para nosotros, rodeado de almohadas, aunque él era muy tranquilo mientras dormía. Caía como un tronco inmóvil que descansaba por al menos ocho horas.
—Blake, ven, vamos a comer —anunció Ryan.
Me sorprendí al ver una lasaña repleta de jamón en la mesa, y le sonreí con curiosidad, recibiendo una mirada brillante de su parte.
—Cuando te sientes mal, siempre es bueno consolarse con algo que te gusta, ¿no?
Este maldito bastardo me conocía tan bien…
—Gracias —dije sin más y le regalé una sonrisa floja.
Me encantaba el jamón y la comida italiana, así de simple.
La lluvia seguía afuera, y los truenos adornaban el ambiente en medio de esta extraña primavera. Comí con calma y en silencio, disfrutando de lo bien sazonado que estaba todo, y bebí el vino que sirvió al final con calma.
—Eres bueno en esto, hombre… serás una excelente esposa —solté a broma.
Lo escuché reírse, y eso lo relajó todo por unos segundos.
—¿La esposa? Prefiero ser el esposo sexy y multitalentoso —contestó el otro y sonrió de oreja a oreja.
—Vamos… imagínate con un delantal rosado lleno de flecos por todas partes, como en las clases de cocina en la secundaria, ¿recuerdas?
—¡Oye! ¡No recuerdes esa parte oscura de mi pasado, eso fue una broma de mi hermana!
No pude evitar echarme a reír, y sus ojos me contemplaron con satisfacción. Siempre había sido así, una bala de calma instantánea en momentos de dificultad.
—Eres demasiado audaz —mascullé y solté un suspiro.
—Ya me conoces: si necesitas ayuda, aquí estaré.
Asentí con la cabeza y lo vi levantarse y cargar los platos. Guardó los restos de la lasaña en la nevera y dejó la vajilla en el lavavajillas. Al mismo tiempo, lo ayudé a limpiar la mesa y fui a sentarme al sofá.
En ese corto silencio, apenas escuchando los truenos de afuera, la presión de la realidad me cayó encima, y un ardor nubló mi mirada con gruesas lágrimas que comenzaron a caer sin que pudiera hacer nada para detenerlas.
Amy… me engañó con mi hermano.
La presión en mi pecho aumentó, y se me salieron un par de sollozos que alertaron a un Ryan que corrió hacia mí y se detuvo al frente. Me llevé las manos a la cara y solo estallé en un llanto lleno de impotencia y dolor.
—Dios… ¿qué voy a hacer ahora? ¿Esto es real siquiera? —murmuré.
El rubio se arrodilló frente a mí y me abrazó contra su hombro.
—Fue real, hermano… yo lo vi, así que fue real —musitó con cierta aspereza.
—Yo… fui un bufón… por cuatro años fui el hazme reír de esos dos… Dios… No puedo creer que me vieron la cara por tanto tiempo.
Apreté mis manos en su espalda y solo me dejé llevar.
La cabeza me latía con ferocidad, y pensé que podría desmayarme en cualquier momento por la presión.
¿Qué debería hacer ahora? ¿Divorciarme? ¿De verdad era tan simple?
—La amo… ¿cómo demonios se supone que salga de esto? ¿Qué debo hacer…? —me lamenté una y otra vez, inmerso en mi mundo de caos.
Apretujado en el abrazo de la única persona que sabía con certeza jamás me abandonaría.
Punto de vista de BlakeTras largos minutos de hundirme en la mierda que me cayó encima, respiré hondo y me separé de Ryan, quien me miraba preocupado y consternado. Quizás él tampoco podía creer que todo esto, que salió de la nada, fuese real.—¿Estás mejor? —preguntó.Asentí con la cabeza y dije muy bajo:—Sí… creo que me hizo bien llorar, pero… —Resoplé.—Está bien, tienes que salir de la sorpresa, esto no es fácil, no es simple. ¿Te gustaría beber algo?, ¿quizás un whisky o una cerveza?Exhalé con fuerza y lo pensé por unos segundos. No me gustaba ahogar las penas en licor, pero, honestamente…—Un whisky, pero solo uno… —Sonreí apenas.Él asintió y se levantó, en tanto yo tomé mi teléfono y marqué el número de Oli, Oliver Kim, mi asistente, un chico coreano a quien conocía desde hacía años, y al que le encargué entrenar allá por un tiempo para traerlo a la casa matriz de la empresa. Tenía planes para él en el futuro, sí señor.—Hola, señor Maier, ¿qué sucede?Su voz era tranquila
Punto de vista de RyanNo les voy a mentir… se hicieron las seis de la mañana y, cuando mi despertador sonó, pensé que todo había sido un mal sueño; sin embargo, poco a poco, los sucesos de la tarde anterior me embargaron y llenaron de un profundo pesar.¿Cómo esa mujer pudo hacerle eso a Blake?Sin levantarme, tomé el teléfono y llamé a Morgan, mi asistente. Sabía que ella salía de la cama temprano para regar sus plantas y todo eso, así que no temí despertarla. Apenas me contestó, solté:—Necesito que canceles mis compromisos de hoy y mañana… o de los próximos días, no lo sé…—¡Señor Daft, ¿qué está diciendo?! —espetó ella, alarmada—. ¡Estamos en medio de las firmas y…!—Ya lo sé, Morgan, y créeme que no te estaría ordenando esto si no fuese importante. Algo pasó y requiere toda mi atención, es importante y no puedo dejarlo de lado, no es tan simple… Voy a necesitar dos o tres días, así que reprográmalos. Respecto a las firmas, si el equipo lo hace bien, solo tráeme los documentos y
Punto de vista de Blake¿Debería pensar en el divorcio como mi única salida? ¿Qué les diría a mis padres?, ¿que mi amada esposa me engañó con su flamante manzana de la discordia?Apenas habían pasado veinticuatro horas, pero el mundo seguía sobre mis hombros, fuerte y duro, molesto y sofocante.La sociedad, mi familia, el ruido de mis propios sentimientos apretando mi pecho, cosquilleando como sarna molesta…Mientras mis ojos detallaban el contrato que Amy y yo firmamos antes de casarnos, me preguntaba si era lo correcto, si no debería darle otra oportunidad. Después de todo, era la mujer a la que amaba, ¿no?A lo largo del día, hice arreglos para que la llevaran a un hotel, quién sabe si se revolcaría con Gilbert ahí también, pero… ¿acaso eso tenía que importarme ahora? ¿Cómo debía reaccionar? ¿Qué haría?¿Tenía que ser el esposo herido que se moría por dentro porque la mujer a la que amaba lo engañó?, ¿o el sujeto frío y calculador que deseaba cortar esto de raíz y seguir con su vid
Punto de vista de BlakeSentía que explotaría y volaría hacia el espacio en un segundo; la cabeza me palpitaba con ferocidad, al igual que las manos, y resoplé al entrar al ascensor y subir un piso, para terminar en la azotea.Al salir, tomé una escalerilla y abrí la puerta, para encontrarme con el frío aire del exterior, que golpeó contra mi cuerpo con ferocidad. Metí las manos en mis bolsillos y contemplé las nubes.Desde el techo de la doceava planta, la vista de la ciudad era preciosa incluso con este clima, pero yo solo quería caminar al borde y lanzarme. Un cosquilleo me recorrió de pies a cabeza y solté un fuerte resoplido, cerré los ojos por un par de segundos y traté de calmarme.La mano con la que golpeé a Gilbert me latía, pero necesitaba dejarlo ir por ahora, pues se suponía que estaba en el trabajo, que era el jefe…Volví a respirar hondo y tragué.Escuché la puerta de la azotea abrirse, y alguien se detuvo tras de mí; sus pasos fueron ligeros, y permaneció a una distanci
Punto de vista de BlakeMis compromisos restantes de la tarde se postergaron gracias a un retraso en un vuelo de parte del presidente de uno de mis socios comerciales, por lo que terminé por ir a buscar a Colin a la guardería a eso de las cinco, y los dos nos fuimos juntos a la casa de Ryan para recoger nuestras cosas.Faltaban cuatro días, lo tenía más que apuntado, para saber si mi pequeñito era realmente mío, o si Amy también jugó conmigo en eso… Debía verla antes de que ese día llegara y lo sabía, pero… ¿de verdad podría enfrentarla?¿Qué sentía por ella ahora mismo?La amaba, claro que sí, la amaba como nunca amé a ninguna mujer, porque en realidad fue la primera chica de la que me enamoré con todas sus letras, a pesar de que lo nuestro no fue como en las películas, esa tontería del amor a primera vista; sin embargo, ¿qué gané con eso?Ser tratado como basura, así de simple. Y ahora pagaba mis errores.Una media hora después de que llegamos, escuché la puerta abrirse, y el chilli
Punto de vista de Ryan¿Qué mierda había hecho?El pasmo en el rostro de Blake, su confusión, sus dudas y dolor…Después de un momento fugaz de falsa valentía, de cumplir un anhelo egoísta de mi juventud, tan solo observé a ese hombre grande, normalmente seguro y recio, tal cual un niño perdido con ojos en blanco y sin saber qué hacer.Lo vi marcharse, y fui incapaz de decir ni media palabra hasta que escuché, en el fondo, el ruido del ascensor abrirse y cerrarse.—Yo… —musité, pero no pude emitir nada más.Resoplé con fuerza y comencé a dar vueltas alrededor del área que separaba la sala de la cocina, me llevé las manos a la cabeza y removí mis cabellos, y llegué hasta el sofá, donde caí de sentón.El calor fue succionado de mi cuerpo como por obra de un vampiro, y el estómago me pegó un vuelco. Una arcada se quedó prensada en mi pecho y comencé a sudar frío.No tenía que haber hecho eso, lo sabía, mi cerebro me dijo mil veces que solo lo aguantara, que Blake estaba molesto, que él a
Punto de vista de BlakeLa casa se encontraba vacía, tal como lo ordené.Cambié a un Colin adormilado y lo recosté en su cama, donde se durmió casi al instante. Lo notaba cansado, quizás porque se divirtió mucho hoy en la guardería, pero me gustaba ese lado suyo de Bello Durmiente.Caminé por todo el lugar y, tras dejar la maleta en mi habitación, abrí el vestidor y descubrí que las pertenencias de Amy ya no estaban. Se me apretó el pecho y giré: la mesa de noche, la cómoda, el tocador… no quedaba nada suyo allí, salvo una sola cosa, que yacía curiosa sobre un papel claro.Me acerqué y leí las palabras «Lo siento, ¿podemos hablar como se debe?» en la pequeña hoja y, al abrir la caja, descubrí el anillo con el que le había pedido matrimonio, aunque no vi la alianza por ninguna parte.Respiré hondo y, de repente, fue como si todo se me viniera encima.Las piernas me fallaron y, antes de darme cuenta, caí de rodillas al suelo, y tuve que poner las manos para no irme de boca y romperme la
Punto de vista de BlakeMax insistió en que le diera a Ryan un poco de espacio y tiempo para reflexionar, así que no le envié ni un mensaje. La realidad es que yo también tenía bastante en qué pensar.Hoy era viernes y, tras buscar a Colin en la guardería y pasar por casa, íbamos de camino al hogar de mis padres para, como cada viernes por la tarde cuando podían, dejarlo para que «acampara con los abuelos».Aunque hoy debía echar a perder ese ambiente afable que solía respirarse.—¡Nananana dieeee, maaaaa, dum, dum, dum…! ¡Yoooo quello seer!Con un cantante a mi espalda, que parecía gozar de lo lindo la música de la radio, mi teléfono sonó y, al ver de quién se trataba, resoplé.Era Ryan.—Colin, el tío Ryan llama, ¿puedes cantar un poco más bajito? —pregunté a mi hijo mientras tomaba la llamada en altavoz.—¡Tío Ayaaaan! —chilló el nene justo cuando descolgué.—Wow, ¡el enano parece estarse divirtiendo! ¡Hola!—¡Holaaa! —respondió Colin.—Estamos en el auto —comenté.Colin, como si e