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Los mellizos de mi cruel amor
Los mellizos de mi cruel amor
Por: Amunet J.D.
Capítulo 1: Está usted embarazada.

—Felicidades señorita.

— ¡Lo ve!, le dije que no tenía nada de qué preocuparse, pero ustedes y su insistencia de que me hiciera un millón de análisis, por poco y se acaban mi sangre. Lo único que consiguieron era que le vomitara los pies al chico del laboratorio cuando me mostro la enorme aguja.

—Está usted embarazada.

— ¡Perfecto! Ahora debo de irme a trabajar para quitarme este estrés de las agujas que me ponen muy de malas, no más de acordarme me paralizo de nuevo.

¡Uff! Gracias a Dios estoy perfectamente bien, no entiendo porque tanto escándalo de Deysi para que viniera al doctor cada segundo, ni que fuera a morirme por un simple malestar. Tome mis cosas y me encamine a la puerta del consultorio, odio que me saquen sangre…

« ¡Hey! ¡Hey! ¡Hey!, ¿Escuchaste lo que te dijo el doctor tarada? »

« Sí, me dijo que estoy embarazada, y no le veo el prob… ¡Demonios! ¡¡¡Qué!!! ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Yo?»

«Si, tú o sea yo también »

« No… no… no… esto no me puede estar pasando, seguramente escuchamos mal conciencia. Deja de estarme molestando como acostumbras por favor, un día de estos vas hacer que me dé un derrame cerebral por tus bromas »

Me di la vuelta para cuestionar al doctor y a la enfermera, sobre lo que había dicho hace unos minutos.

— ¿Disculpe doctor que fue lo que dijo? Creo que no lo entendí bien, menciono que estoy perfectamente saludable ¿Verdad? por eso me felicito tan efusivo.

—No señorita, le dije que está usted E – M – B – A – R – A – Z – A – D - A.

— ¿Qué? ¿Cómo paso? Y-yo…

—Señorita, eso solo lo sabe usted. Le aseguro que ninguno de nosotros estuvo presente cuando sucedió.

Maldito estúpido y su sonrisa perfecta, sino fuera porque estaba hermoso le arañaba la cara para que dejara sus chistes malos en mis momentos pésimos.

—Me refiero a que ¡Un bebé! ¿¡Yo voy a tener un bebé!?

—Así es señorita, enhorabuena. Si nos permite, nos gustaría hacerle un pequeño ultrasonido para saber cuántas semanas lleva, con eso llenaremos el control prenatal.

— ¿Pre qué?

Ahora era la enfermera quien me estaba atormentando con sus cosas, acaso no está viendo que estoy en shock por la noticia y con trabajo puedo respirar, que carajos me importa a mí un control prenatal que no se ni para que madre sirve. 

— ¿Cómo sucedió? —cuestione de nuevo, porque no me terminaba de caer el veinte de lo que sucedía en mi vida.

— ¿En serio quiere que le diga cómo se hacen los bebes señorita? No le parece que ya está muy grandecita para saberlo por sí sola, solo le puedo decir que usted no es la Virgen María, ni nosotros el Espíritu Santo.

Mi cara era un libro abierto, donde se podían leer todas las groserías existentes en este mundo en todos los idiomas que quieras imaginar. Sin duda alguna, estos tipos de verdad quieren morir por hablarme de esa forma.

«Retiro lo dicho, lo que tiene de hermoso lo tiene de estúpido el pobre hombre»

«Concuerdo contigo, déjame ponerle la cara como Cristo puso al sapo. A ver si se sigue burlando de nosotras después de que se vea en un espejo cuando termine con él»

—Necesito que coopere con nosotros, es importante que se relaje para que podamos continuar con la revisión.

Me hicieron acostarme en una camilla fría, mientras traían una serie de aparatos que no tengo ni la mínima idea de donde los saco. Ellos hablaban y hablaban, mientras que yo los miraba seriamente, sin entender nada de lo que estaban diciendo.

Mi mundo se detuvo justo en el momento en que el doctor me dijo que estaba embarazada, la palabra se repetía una y otra vez en mi memoria tratando de asimilar que todo era un mal chiste, pero no, al parecer todo estaba pasando más rápido de lo que pensé.

Yo no podía estar embarazada, mucho menos ahora que tenía una carga de trabajo monumental con las empresas, he tratado de consolidar mis negocios en todas partes y el estrés…

Si eso, de seguro se confundió con las pruebas. Yo no estaba embarazada era el estrés que hizo que todos se confundieran con los resultados, ahora que prueben con sus maquinitas, verán que nada de lo que dice tiene sentido.

Estoy a nada de convertirme en la mujer más pura y santa de este mundo, con tanto trabajo aduras penas tengo tiempo para respirar todos los días; es más, ya estoy a un paso de que me canonicen como a los santos de también que me porto.

«Para con eso, Valeria, que ni tú te la crees. Además los santos ya están contados y nunca formaras parte de ellos por más que lo intentes todos los días»

«Nadie pidió tú estúpida opinión conciencia, mejor búscate un bosque y piérdete como siempre lo haces cuando más te necesito»

«Como vez que no tengo ganas, hoy me quiero quedar aquí viendo todo lo que pasa en tu asquerosa vida, que dicho sea de paso es también la mía»

Les juro que no estoy loca, solo tengo una conciencia muy traicionera que a veces me mete en cada problema. Un día de estos la voy a mandar a encerrar sin compasión, para que vea que no es gracioso lo que hace cuando estoy desprevenida.

—Señorita… señorita, nos está escuchando.

No, como diablos les voy a estar escuchando si solo están hablando en su idioma médico, de pasada mi adorable y tierna conciencia viene a molestarme como siempre con sus ideas macabras. Por supuesto nada de eso se los dije, todo estaba en mi mente. Si ellos escucharan mi pelea de seguro ya estarían llamando al hospital psiquiátrico para internarme.

—Lo siento, me quede en shock por la noticia.

—Estamos acostumbrados a que pase eso, sobre todo con las madres primerizas como usted. Lo importante es que siga las recomendaciones que le daremos, para que pueda llevar un embarazo tranquilo y sin complicaciones, hasta el momento todo se encuentra en orden.

— ¿Seguros que estoy embarazada? No será el estrés que me tiene de esa forma.

—Tan seguros que podemos oír el sonido de su corazón, ¿le gustaría escucharlo?

Sin que respondiera, la enfermera ya se había encargado de prender un monitor en donde solo lograba ver puntos negros por todos lados y alguna que otra raya blanca sin sentido que me dejaron igual o peor a como estaba.

«Eso está más oscuro que un cuarto a media noche sin luz»

Creo que pudieron ver mi confusión, inmediatamente presionaron un botón y un sonido como de tambor se empezó a escuchar por todo el cuarto. Mi mandíbula cayó al suelo en ese instante, el estrés no suena de esa manera.

Por más que quisiera negarlo, y buscar cualquier otra enfermedad para mis nauseas matutina; mi pequeña realidad estaba haciéndose presente con sus latidos a través de esa pantalla.

Tuve intenciones de salir corriendo; sin embargo, nada ganaba con hacerlo, espere a que terminaran con todo sus dichosos estudios y que me entregaran un cúmulo de recetas que debo surtir en algún lugar de este planeta tierra.

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