Cuando llegue a la casa, todo estaba completamente a oscuras, sé que es fin de semana y no se levantan temprano, mucho menos ahora que los niños duermen en el departamento de Dominick con Dayana. Los chicos de vigilancia me dieron acceso a mi casa, de lo contrario dormiría afuera de nuevo por no cargar las llaves.

—Necesita algo más, señorita.

—No, gracias. Pueden regresar a sus actividades.

No necesitaba que nadie se hiciera cargo de mí de nuevo, suficiente había tenido en el pasado. Si ya decidí divorciarme entonces debo de empezar de nuevo con todo y tomar al toro por los cuernos. Mi habitación se encontraba modificada desde la llegada de los pequeños, y ahora que entraba a ella, la sentía demasiado grande, tan grande que me perdía en ella sin mis pequeños hijos.

Dos pasos dentro de mi cuarto y con las luces apagadas, unas manos me jalaron fuertemente, haciendo que me acomodara un susto tremendo, gritando como una loca. Por más que quería deshacerme de esos brazos eran tan fuertes