La noche le pareció terriblemente larga, tan larga que la salida del sol fue una bendición que le permitió parar de pensar en Aitana, en aquel beso y en la respuesta de aquella mujer. Había bajado varias veces en la madrugada y se la había encontrado durmiendo al lado de Stefano, luego de varias horas encerrada con él, el niño había vuelto a hablarle y le había pedido perdón por su comportamiento.
Después de eso pareci&
El enorme lobo color arena levantó las orejas somnoliento y miró a todos lados. Debía ser la hora de la comida porque de lo contrario nadie se acercaba a la glorieta desde hacía días.— Es el perro de Stefano. En realidad es Fao Jr, el hijo de uno de los lobos de mi hermano Ian, y es la adoración de tu hijo.— ¿Y por qué no está en la casa, con él? ¿Por qué lo tienen encerrado aquí? — le dijo co
— ¿Por qué estás tan nerviosa?Carlo la siguió hasta la casa y antes de que pudiera ir a esconderse en su habitación la tomó de la mano y la arrastró hasta su estudio.— No estoy nerviosa, — respondió mientras lo veía buscar en
La tarde pasó demasiado rápido para lo que Aitana hubiera deseado, la señora Alba y su padre hicieron tan buenas migas que se negaron a ceder la custodia del helicóptero y del homenajeado por un buen tiempo. El resto del día la familia se reunió bajo la carpa blanca a comer y a charlar, y la comitiva de mamás atacaron con renovada energía el castillo inflable llevando en brazos a las bebés.— Hace mucho
Aitana chorreaba agua cuando se sentó en el muelle y pasó el atardecer haciendo sonrisas pensativas para no preocupar a los hermanos. Se divirtieron en grande y eso era lo que quería, traer un poco de alegría a aquella familia. Para el resto ya tendría tiempo una vez que todos se hubieran ido.— ¿Vas a quedarte? — a Carlo no le habría molestado la decisión de su madre si eso no hubiera representado que ya
Carlo le hizo un gesto para que se sentara en un cómodo diván que separaba la cocina de la sala y se sentó en una pequeña mesa frente a ella. — Desde que apareciste has sido… tú ¿estoy en lo correcto?— Sí, apenas llegué a t
— No voy a prometerlo así que no te molestes en pedírmelo. — Carlo la habría tomado como un desposeído toma la única prenda que le brinda un recuerdo feliz, de no ser por aquel endemoniado teléfono y su insistencia — No voy a prometerte que no lo haré de nuevo porque estoy convencido de que faltaría a mi palabra.La había soltado casi con rabia y luego se había ido al hospital como si, en efecto, solo con su voluntad pudiera poner el mundo de cabeza. Y Aitana se había acurrucado sobre el entarimado del muelle con unas ganas de llorar que apenas soportaba.
Apenas sintió el roce de los nudillos en la puerta pidiendo permiso para entrar, pero sabía que aquel olor a flor de noche era el suyo sin necesidad de volverse a mirarla. — No pensé que fueras a arriesgarte a entrar en mi habitación después de evitarme con tanto afán. — dijo con amargura.<
Carlo la tomó de la mano y atravesó media casa llevándola a rastras, Aitana agradeció que pasaran de las doce de la noche y la familia entera estuviera durmiendo, porque no iba a hacerles mucha gracia un enfrentamiento marital a aquella hora.El estudio se iluminó en cuanto entraron y durante un segundo ambos se quedaron paralizados frente al escritorio, como si una imagen sólida de los dos besándose se hubiera quedado all&