Capitulo 1. Encuentro.

Cinco meses después.

—Si hay alguien que se oponga a esta boda, que hable ahora o calle para siempre.

Todos en el lugar guardan silencio, cuando de repente, una voz al fondo se hace sentir.

—YO ME OPONGO. —Todos los presentes voltean, quedándose en shock.— ESTO ES UN SECUESTRO, QUIEN SE LEVANTE DE SU SILLA O MUEVA UN DEDO PARA LLAMAR A LA POLICÍA, LE VUELO LA CABEZA.

La novia sonríe agitada, niega con la cabeza al verlo acercarse, mientras el novio se opone entre ambos.

—Aléjate de ella, no voy a permitir que… —Leandro le da un cachazo en la cabeza, arrojándolo contra el suelo.

—Cierra la boca… —expone Leandro, acomodándose el rifle en el costado.

—¿Qué haces aquí? —pregunta la novia, enfocándolo en negación.

—Vine por ti, tú vienes conmigo.

—No, ¿qué haces? —La carga en su hombro—. Bájame, bájame, Leandro caminaré, caminaré. Te has vuelto loco.

—Lo estoy, tú eres mía, y no voy a permitir que te cases con nadie más.— La besa sintiendo que ella se rehúsa.

— Eres un imbécil, suéltame.

— No pienso irme sin tí, arreglaremos nuestros problemas en otro lado, ahora tú vienes conmigo.

La lleva de la mano hacia la salida.

—SELIN, NOOO, NO…

—LO SIENTO, PAPÁ, LA BODA SE CANCELA.

Ambos corren tomados de la mano, siendo custodiados por los hombres de seguridad, que apuntan al público.

—VOY A ENCONTRARTE, LOS VOY A ENCONTRAR.

—¡BUENA SUERTE CON ESO, SUEGRO!

Capítulo 1.

Actualidad, 5 meses antes.

Encuentro.

G: —Camión dos pasando por la ruta 28, todos atentos —reporta Gimena.

B: —Franco tiradores listos. —Responde Bruno, enfocando su atención en las camionetas que vienen a gran velocidad.

En la cima de una torre, Leandro monitorea todo con su laptop, preparando su arma que apunta a una distancia impresionante de 2 kilómetros.

L: Alessandra, repórtate.

A: Aún no tengo acceso, tienen bloqueada la red.

L: Infórmame cuando tengas acceso.

Cada segundo de espera prepara más a Alma, un trabajo que hace años su madre hizo y que hoy tiene la oportunidad de hacer. Alma espera al líder de operaciones rusas que viene a una reunión con unos socios a los que les va a vender un arma militar con un gran potenciador, un arma que solo llevan los líderes de operaciones y que ellos quieren en su poder.

A: Están aquí, todos están en el evento; el líder acaba de llegar. —Avisa, poniendo a la familia muy tensa.

L: Llegó la hora, prepárate para tomar el cargamento; Alma, te sigo.

Alessandra: —Tengo acceso a las cámaras de seguridad, puedes proceder, estoy contigo, Al… —confirma Alessandra.

Desde la cima de una torre, Leandro enfoca el camión con la mercancía, disparando directamente a los dos hombres dentro del camión.

B: Ahora… —ordena Bruno, quien es el vigilante de la operación.

De repente, varias motos y dos autos aparecen en la escena; los hombres de seguridad que custodian el camión van cayendo uno a uno.

Alessandra: Alguien está llamando a la base, están dando aviso, dense prisa, tienen solo minutos para que se llenen de hombres de seguridad.

Al: —Se mueven, alguien les acaba de avisar que algo pasa —confirma Alma, moviéndose para intentar acercarse al hombre que intenta salir del lugar hacia su suite.

Alma se mueve hacia él, dejando ver sus senos abultados mientras tropieza con él, derramando la bandeja de bebidas que traía en la mano en la ropa del hombre.

—Lo siento, lo lamento, soy una tonta… —Alma trata de limpiar la ropa del hombre, tocándolo sin medidas en su miembro. —Ah, lo siento yo… —El hombre la toma del brazo, apoyándola contra su pecho.

—¿Quién eres? —pregunta, agitado.

—Rebeca, señor, estoy en el servicio de esta noche, por favor, disculpe mi torpeza; lavaré su traje, se lo pagaré, haré lo que usted desee, pero no me reporte, necesito el trabajo.

Con mirada lamentable, Alma cautiva por completo al hombre que está hechizado por su belleza. De repente, un hombre se acerca a él y le habla al oído, dándole una señal.

—Ven conmigo—ordena sin soltarla, llevándola al elevador.

—¿A dónde me lleva, señor?

—Dijiste que me ibas a pagar el traje, eso harás.

Alma le sonríe ligeramente, siendo visualizada por Alessandra por las cámaras del elevador.

A: Está dentro, apresúrense, papá está llamando, me matará si sabe lo que estoy haciendo.

L: —Es por una buena causa, lo entenderá. —Responde Leandro, matando hombres de seguridad sin piedad, intentando sacar a sus hermanos y sus primos del lío en que los metió.

Los hombres de seguridad empiezan a llegar, complicando la descarga del cargamento.

L: Sáquenlo, salgan ya de ahí.

G: Eso intentamos, jefe; los contenedores pesan, lo intentamos hacer lo más rápido que podemos.

L: Bien, los cubro.

Leandro está concentrado en la descarga del cargamento, cuando de repente ve que Alma, que está en apuros, por un instante se voltea, disparando al hombre que intenta violar a la hermosa Alma.

L: Ahora, prepara tu salida, rápido.

Al: Sí, voy.

Alessandra: —Camión uno asegurado, llegaron los refuerzos. —Avisa Alessandra, viendo en la pantalla a sus primos aproximarse rápidamente.

Orlando: Estamos a dos minutos; el camión con más cargamento era el tuyo.

L: Los contenedores pesan; date prisa, necesitamos asegurar la mercancía. Si llegamos tarde a la fiesta de cumpleaños, todos terminaremos muertos.

Orlando se ríe, sabiendo lo que les espera.

L: Llegando refuerzos, los cubro.

Alessandra: —Ya estoy aquí… —confirma Alessandra, llegando al encuentro con Leandro en la azotea, preparada para lanzar una cuerda con un arpón a la habitación de Alma, quien se prepara para salir por la ventana, enviando el arma primero.

—Llegó Orlando, terminemos con esto.

Leandro empieza a disparar rápidamente a los hombres que intentan atrapar a Alma.

Alessandra: Sal de ahí, Leandro te cubre.

Alma se aproxima a la cuerda, acomodándose el traje y el antifaz.

A: Arma asegurada. — Confirma Alessandra, sujetando el arma en un bolso.

Alma se arroja por la soga hacia el edificio donde están sus primos, siendo custodiada por Leandro y Alessandra, quienes se ven apañados de personal de seguridad que se aproxima rápidamente a atacarlos.

—Empezó la acción —dice Alma emocionada, golpeando a hombres con una habilidad increíble.

Una gran pelea se lleva a cabo en la azotea del edificio, donde Alma, Alessandra y Leandro se caen a golpes con los hombres de seguridad.

—Mi mamá se pondrá furiosa si no llegamos a tiempo. —Afirma Alma con inquietud.

—Se les pasará cuando vean el regalo que les llevamos. —Confirma Alessandra. —Ah… —Disparos suenan; la lucha las entretiene por minutos.

Elián: Servicios especiales en camino. — Confirma, siendo parte del equipo de operaciones. — Salgan de ahí, en solo minutos estarán rodeados de oficiales.

Alessandra: Entendido, hermano. Hora de irnos.

Leandro: Las cubro.

Leandro pelea contra los hombres que empiezan a llegar, una fuerte batalla, mientras las chicas escapan subiendo a una cuerda, arrojándose por un edificio con equipo de escalar, deslizándose por un edificio, donde ven a una niña que se queda sorprendida al verlas por los ventanales de su suite. Las chicas la saludan, sonriendo plácidamente, ambas con capuchas para no ser identificadas por las cámaras de seguridad.

Las chicas se preocupan por Leandro, cuando de repente, lo ven arrojarse en paracaídas desde el edificio, llegando abajo primero que ellas.

— Presumido… — Ambas se ríen al ver que él y Orlando las reciben abajo, llevando el equipo a las motos; se esparcen rápidamente, muy emocionados.

Un gran equipo se dispersa, listo para llegar a la base: motos por doquier, oficiales llegando. La persecución ha dado inicio y un hombre dentro los cubre, apoyándolos para su escape. La gran Italia se ve paralizada ante la carrera de autos y la persecución que se lleva a cabo en el centro. Leandro y Orlando, los líderes de la mafia, cubren al resto, en la espera del aviso de las chicas, distrayendo a los oficiales, junto a Elián, para poder liberarse.

L: Tenemos compañía, señores. Chicas, aseguren el cargamento.

G: Entendido, jefe.

Los chicos se mueven en sus motos y autos, tratando de liberarse de los oficiales, mientras que las chicas dan aviso de su llegada a la base.

G: Cargamento asegurado.

Al confirmar, todos empiezan a moverse.

L: Es hora de salir.

De repente, en la escena aparecen varios camiones de carga de las empresas, bloqueando el camino de los oficiales.

—Abran paso, despeguen el área.

Los chicos sonríen al ver a los oficiales ser burlados, dándoles tiempo de entrar a un edificio abandonado donde dejan las motos y se trasladan rápidamente a las camionetas, trazando su ruta en la espera de Leandro, que no ha podido liberarse de los oficiales que intentan acercarse a él.

Leandro, al ver que no puede desviarse, se mete entre los autos, siendo detenido por un Ferrari rojo que intentaba cruzar de carril. Leandro frena de golpe, notando a una mujer bajar el vidrio del auto, enfocándolo con frialdad. Ella revisa su auto, notando que no tenga rayones y, sin decirle nada, lo enfoca nuevamente con una mirada penetrante de sus hermosos ojos verdes, llamando la atención de sus hombres de seguridad, que Leandro nota, enfocándola de nuevo, siendo demasiado tarde, ya que ella sube el vidrio del auto y arranca a gran velocidad, siendo perseguida por dos camiones más, dando a entender que es una persona importante. ¿Pero quién es? Su auto no tiene placa; eso causa curiosidad en él. Siendo un hombre que conoce a todos los miembros importantes en la ciudad, jamás la había visto a ella.

—Leandro, sube. —Orlando aparece en la escena. Leandro se baja de la moto y sube al auto de su primo, dejando la moto en manos de su hombre de seguridad. —¿Qué pasó? ¿Chocaste?

—Casi, se metió en medio del camino—responde mientras se quita el casco.

—Bueno, ese será el menor de tus problemas; papá está llamando y no está nada feliz.

—¿Todo está asegurado?

—Así es, hermano, lo hicimos mejor que la vez pasada; sin duda será un increíble regalo de cumpleaños para el abuelo.

Leandro enfoca su mirada en el Ferrari rojo que está estacionado frente al hotel más prestigioso de la ciudad, siendo abatido por un recuerdo de la mirada de esa mujer de ojos verdes que se metió en su mente.

*

Una hora después.

—Ahí vienen.

Todos los presentes de la gran celebración enfocan la mirada a la entrada, donde se ven llegando los herederos Bernaldi, los príncipes de la mafia.

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