Capitulo 4. Sorpresa.

Capítulo 4.

Sorpresa.

Leandro intenta alejarse para darle paso, pero su reloj queda enganchado de la tela de su vestido, lo que lo lleva a detenerla nuevamente.

—Espera… —Al intentar tocarla, ella reacciona apoyando su pulsera contra su muñeca, sujetando su brazo, lo que emite una presión eléctrica que los recorre a ambos, sobre todo a Leandro, con una sensación desde su mano a su cuerpo, haciéndolo tensar. —¡Ah! —Leandro se paraliza, la mira fijamente de la misma manera que ella a él, se resiste un poco antes de caer de rodillas al suelo.

Ella, al verlo de rodillas, lo mira con una mirada juguetona, mientras se acerca lo más cerca que desea.

—¿Qué pasa? ¿Jamás te han dicho que no?

Al ver a Leandro arrodillado, con la vena de su frente marcando la presión en su cuerpo, los chicos se mueven, lo que pone en alerta a la chica que los observa ser detenidos por Leandro al levantar su mano, impidiendo que intervengan sin quitar su enfoque de la chica que lo mira esbozando una pequeña sonrisa que expresa una mezcla de satisfacción y placer.

—Me sorprende lo bien que lo soportas; el efecto se te pasará en unos minutos. Fue un placer conocerte—le dice entre hablando, solo para ellos.

Ella se levanta alejándose de él, desactiva su pulsera de cuero y camina en pasos cortos hasta su lugar con sus amigos, dónde toma su bolso y se retira junto a ellos, burlándose de la escena que ha dejado atrás.

Leandro se tensa, aprieta el puño y lucha levantándose del suelo.

— Señor, ¿Está bien?— Preguntan dos de sus hombres de seguridad.

— Síganla, quiero saber quién es ella.— Ordena con firmeza.

Los hombres de seguridad se mueve rápidamente intentando alcanzar a la mujer. Leandro mira su muñeca y es como si lo hubiera presionado con una pinza eléctrica, porque la sensación de hormigueo no pasa y el piquete que le hizo se puso rojo y muy evidente.

— ¿Qué fue eso hermano? Te hizo arrodillarte, ¿La conoces?— Pregunta Orlando preocupado.

— No, pero presiento que pronto sabré quién es.

—¿Un trago jefe?, eso le ayudará a pasar el mal rato.

Leandro recibe el trago de su empleada y lo toma casi todo de un solo sorbo.

Volviendo con los chicos, que hacen como si nada hubiera pasado, sin embargo Leandro no puede sacar a la mujer de su mente, esta desconcentrado, y no desea bailar con nadie, su expresión sombría deja saber que hay mucho en su mente ahora, la chica lo humilló delante de todos, pero nadie se atreve a decir nada por miedo a su reacción, todos permanecen tranquilos hasta que lo ven levantarse.

— ¿Te vas hermano?— Pregunta Orlando.

— Tengo un asunto que atender.

Leandro no da más explicaciones, le da a entender demasiado a su primo con su expresión, por eso no hace más preguntas y lo deja marchar.

Al estar en la salida, Leandro recibe un mensaje de sus hombres de seguridad.

D: Hotel Place suite presidencial.

Leandro mira con firmeza el mensaje y le escribe a Alessandra.

L: necesito el acceso a la suite presidencial del hotel Place, pon mi nombre en el registro de manera confidencial.

A: Lo intentaré, llamaré a la base.

L: Bien, dame respuesta en unos minutos.

A: Puedo llamar a alguien para que te ceda el acceso sin registrarte.

L: Hazlo, te recompensare bien si me ayudas.

A: No digas más.

Con ayuda de su hermano y algunos contactos, Alessandra rápidamente le consigue el acceso a la suite. Al llegar al hotel, uno de sus hombres le entrega la copia de la tarjeta de pase que usan las mucamas y Leandro no duda en acceder al hotel, siendo seguido por sus hombres de seguridad que marcan para él, el piso 16.

Leandro sigue las indicaciones de sus hombres hasta la puerta de la suite, dónde los detiene.

— ¿Están seguros que era aquí?

— Sí señor, confírmamos que está sola.

— Bien, quédense afuera.

— Como ordene señor.

Leandro pasa la tarjeta por la ranura y entra a la suite, notando el silencio que hay en el lugar, no hay nada regado, como si nadie estuviera hospedado ahí, lo que lo lleva a la habitación principal, dónde empuja lentamente la puerta, notando el vestido que ella cargaba puesto y las botas sobre el suelo, seguido de presenciar el sonido de la ducha.

Al entrar a la habitación, él nota su celular en una mesita, tiene clave de acceso, así que con su experiencia configura rápidamente el celular logrando desbloquearlo, y se marca a su número obteniendo su contacto.

Al escuchar la regadera apagarse, Leandro se sienta en el sofá en su espera, pensando que ella se atemorizara al verlo, pero su reacción al salir del baño lo sorprende incluso más que a ella de verlo en su habitación de hotel.

— Te has demorado. — Dice sorprendiéndolo con sus palabras calmadas y sin alteraciones.

— Lo siento, no sabía que me esperabas.— Responde de la misma manera, recorriendo su sensual cuerpo que cubre su bata.

— Eres muy predecible, aunque curioso.

—¿Suena a que me conoces?

—Para nada.

Ella, sin miedo al éxito, se quita la bata de baño y camina desnuda frente a él, alterando su pulso ante su sensual cuerpo formado y bien cuidado, buscando la crema que se unta lentamente en su cuerpo mientras continúa la conversación.

— Es de suponer que eres un hombre importante en esta ciudad para que puedas tener el acceso a mi suite…— Responde levantándose para colocarse su lencería y proceder con su vestido de gala.—no se que te a motivado a venir hasta aquí…¿Me ayudas? — pregunta dándose la vuelta para que le suba el cierre del vestido, acción que él ejecuta sin problema mientras la escucha hablar. — Gracias.— Dice caminando para tomar su tacones. — quizás un Mafioso, si, eso eres, por ese tatuaje en el cuello, ¿No es así? — Él la mira en silencio analizando cada movimiento que ella hace.— lo curioso es lo que te a traído hasta aquí, ¿La marca de tu muñeca quizás? Si es así, solo ha sido un rasguño…— Responde calmada mientras se maquilla.— debes saber que es una táctica que muchos no soportan, pero tú, aún así tienes fuerza para estar aquí, lamentablemente no podré quedarme a explicarte más, tengo un cumpleaños al cual asistir, te invitaría pero quizás estés ocupado entrando a las habitaciones de otras chicas que rechazan tú bebida…— Responde calmada, soltándose el cabello que le llega a las caderas. Toma su bolso y camina frente a él quien se levanta obstaculizando su camino, lo que los lleva a enfrentarse nuevamente con miradas intensas.— ¿Arruine tus planes de esta noche?— Pregunta aproximándose para acomodar su corbata y el cuello de su camisa con confianza.

—No, aún planeo divertirme. —Responde calmado, acomodando un mechón de cabello tras su oreja.

—¿Quieres venir conmigo? —Pregunta curiosa.

—¿No me tienes miedo?

—¿Debería temerte?

—Quizás.

—¿Eso es un sí o un no?

Leandro sonríe ligeramente ante su perspicacia.

—Te llevo. —Responde Leandro señalando la salida.

La chica se mueve ante su petición, notando a los hombres de seguridad en la entrada custodiando. En cuanto ambos se mueven, los hombres los siguen hasta la salida, donde él la guía a su auto, siendo rechazado por ella.

—No suelo subir a autos que no conozco, pero si deseas, te dejo conducir el mío. —Le arroja la llave de su Ferrari; siendo más interesante para Leandro su actitud, lo atrae de una manera inexplicable y, sin poder negarse a lo que pueda ser esta noche, le abre la puerta del auto y la ayuda a subir, dándole una señal a sus hombres de seguridad para que los sigan.

Él toma el control del auto y conduce, sin reparo.

— Te colocaré la dirección en el gps.

— Ok.

Leandro le sigue el juego, ambos siendo perseguidos por sus hombres de seguridad. Los dos como si se conocieran desde hace mucho tiempo.

— ¿De quién es la fiesta?— Pregunta Leandro buscando conversar.

— Ya lo sabrás.— Responde sin más la chica.

— ¿Cómo te llamas?

Ella sonríe ligeramente, negando con la cabeza.

— Pensé que ya sabías ese detalle.

— Digamos que tenía prisa de verte, no tuve tiempo de averiguarlo.

— Es comprensible...— Responde con una dulce sonrisa.— Selin...— dice extendiendo su mano en su dirección.—es un placer.... — Ella hace una pausa para que él diga su nombre.

— Leandro.— Responde, haciendo una expresión coqueta con sus cejas que la cautiva./, mientras aprieta brevemente su mano.

— Es un placer Leandro, estamos a cinco minutos de llegar, ¿Me podrías hacer un favor?

— ¿Qué deseas de mí, Selin?

— No digas que nos acabamos de conocer, ¿puedes fingir que nos conocemos de antes?

— Puedo.

Al llegar al evento, Leandro estaciona el auto en la entrada, se mueve para ayudarla a bajar y la guía entre el personal de otro club más exclusivo en la ciudad, dónde ya la esperan algunos amigos y conocidos.

— Ahí está...¡Sorpresa!

— Feliz cumpleaños 23 Selin.

Leandro se sorprende pero no lo demuestra.

— ¿Tú cumpleaños? De haberlo sabido te traigo un regalo.

Ella sonríe ligeramente.

—Tenerte aquí ya es un regalo—responde ella moviéndose para recibir a sus amigos con un abrazo.

—¡Aaaaah!, amiga.

—Prima, bienvenida, espero que te haya gustado la sorpresa. —Los chicos no la dejan hablar, enfocando su atención en el chico que espera ser presentado.

— Mira nada más, ¿Quien es este guapote?— Pregunta Sergio su amigo gay.

Selin se burla de la expresión sería de Leandro al ver como Sergio lo recorre con las manos.

— No lo mires, es mi regalo de cumpleaños.

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