Capitulo 3. Reencuentro.

Capítulo 3.

Reencuentro.

Emma sonríe besando los labios de su esposo, siendo correspondida con la misma intensidad y pasión.

La velada es maravillosa; la familia disfruta de los pocos momentos juntos, mientras que en Rusia, la desesperación y el enojo invaden a Aleksi y a Dacha.

—Aún no puedo creer qué clase de grupo de inteligencia enviaste. ¿Cómo un niño de 24 años pudo derrotar un comando especial? ¿Se burlan de mí? —explota diciendo, muy enojada, con respiración irregular.

—Calma, te sentirás mal después, no permitas que esto afecte al bebé en tu vientre, yo me haré cargo, ve a descansar. — Responde calmado Aleksi.

—¿Calmarme? Quiero destruir a ese mocoso con mis propias manos.

—Y lo haremos, solo debemos jugar su juego; ellos están vigilando cada paso que damos, pero eso no los hace perfectos, nadie lo es. Darán un paso en falso y ahí atacaremos.

—Déjamelo a mí, hermano… —Replica el medio hermano de Aleksi.

—¿Qué tienes en mente, Alirio? —pregunta el hombre fumando un habano.

—Ellos no saben qué éxito, eso es una ventaja para nosotros. Permíteme viajar a Milán, voy a seguir muy de cerca a los Bernaldi, encontrar su mayor debilidad, encontrar una pieza vulnerable. Tú confía en mí, buscaré la manera de destruirlos, buscaremos su punto más débil y los haré pagar, ya verás.

—No es algo que ya haya pensado antes, se protegen demasiado.

—Un paso en falso los hará caer, confía en mí, me encargaré personalmente de este trabajo sin que se involucren demasiadas personas; yo te traeré la cabeza de uno de los Bernaldi, ya verás, confianza en mí.

Aleksi lo mira con firmeza; su hermano siempre ha querido ser parte del negocio y ahora es momento de que demuestre su valor.

—Bien, tienes mi permiso, planearemos todo y ya tengo mis contactos que te pueden ayudar; veamos de qué eres capaz.

Alirio sonríe plácidamente; al fin es parte de esta organización, y sentirse incorporado y útil lo vuelve peligroso.

*

Días después.

Todos están reunidos en la base Bernaldi conversando sobre el giro que está dando la situación con los rusos.

—Se detectó en el aeropuerto de Milán la llegada de personal ruso que aún se ha mantenido indiferente. No sabemos si vienen de parte de Aleksi o no, estamos investigando. Lo que sabemos de la persona es que se identifica como Alirio Sam, y se inscribió en un instituto universitario de Milán. Se le ha visto con algunos hombres de seguridad; sin embargo, no ha representado amenaza aún. —Reporta Alessandra, quien es la encargada de investigar a todos, mientras que Yarianny es quien investiga todo lo que sucede por el lado aéreo.

—No lo pierdan de vista, no podemos confiar en nadie que venga de Rusia. —Perales, envía a dos hombres de confianza a seguirlo, necesito todos sus movimientos. —Pide Franco con seriedad, mirando la foto del hombre que no reconoce.

—Vamos a definir el equipo que se va a quedar aquí con nosotros —ordena Emma, intrigada por saber qué decisión han tomado sus hijos y nietos. Esta decisión definirá el curso de las cosas a partir de ahora.

—Angelica, Omar, ¿qué decisión han tomado con respecto a sus hijos?

Angelica y Omar se miran un segundo y luego enfocan a Franco con seguridad.

—Papá, hemos conversado con los chicos. Orlando se quedará liderando Irlanda como está establecido en el tratado y con él se viene Angelina, que va a estudiar diseño y se hará responsable de las agencias, y Ricardo, que terminará sus estudios para hacerse cargo de las empresas. Alma se quiere quedar contigo.

Alma sonríe feliz.

—¡Ah! Me han dejado, sí, me han dejado. —Gracias, no los voy a defraudar, seré la mejor modelo de todas, además de un gran apoyo para el equipo; es mi sueño seguir siendo parte del equipo principal—recalca alegre Alma.

—Buena decisión, Alma, te apoyaremos en todo lo que necesites. —Emma la mira con orgullo, porque le hace recordar a Angélica en sus tiempos y su determinación es magnífica. —Elena, ¿qué decisión han tomado?

Elena y Alessandro se mantienen impasibles, ya que ellos no querían incluir a sus hijos, debido a que la agencia es el mejor camino para ellos, pero no se puede decir por los hijos y, a pesar de que Alessandra es una ingeniera en sistemas como su madre, ella desea quedarse con el equipo y ser parte del equipo de defensa de Italia, como una espía para ellos, al igual que su hermano.

— Alessandra se queda. —Elián los apoyará desde Londres, y Alessandra desde aquí; ambos estudiarán en el equipo especial de agentes oficiales y ella seguirá siendo su hacker. —Responde Elena muy segura de su decisión.

—Esa es mi condición para que se quede, que siga estudiando en la agencia. —Responde Alessandro y Franco ni se inmuta; es una decisión que no le pertenece.

—En ese caso, me quedo, seré parte del equipo de Leandro, trabajamos muy bien juntos y necesitan mi ayuda—responde Alessandra.

—Buena decisión, ya verás que nos irá mejor ahora que estás más cerca. —Responde Leandro con seguridad. —Sabiendo cuál de mis primos se queda, está de más decir que Zoe no estará de lleno en el equipo; contaré con mi madre para la información de las aerolíneas, mi tío Alessandro nos informa de la base terrestre y mi padre de la marítima, Bruno continuará como vigilante de operaciones mientras termina su carrera de abogacía. Me haré cargo de la empresa junto a mi padre, si esa era la duda que tenían. Sí, pienso abarcar las responsabilidades que tenía mi abuelo, sin querer tomar su lugar. Ahora me interesa enfocarme en mi equipo, por eso pido a Perales y Gimena y Antonio; con ellos me conformo, sé que trabajaremos bien. —Responde Leandro moviéndose a la gran pantalla.— ¿Eso sería todo? ¿Tenemos dudas?

—Ninguna, hijo, dinos, ¿qué está pasando? —pregunta Franco al notar a Alessandra levantarse para ajustar la pantalla.

— Abuelos, padre y tíos, quiero informarles que me han enviado un anónimo desde América. Dilan me ha informado que este hombre… — En la pantalla marca la fotografía de un hombre mayor. — Quiere a toda costa información de nosotros, intenta contactarnos, se llama Marcos Rivas… — Todos murmuran.

—Leandro, ese es un viejo aliado de América, un contacto que tenía para mis inversiones en América.

— Según Dilan, él y su hijo Mauricio intentan llegar a Italia con ayuda de Alirio. Está pidiendo nuestro permiso para permitir que se acerque a nosotros. No sabes sus intenciones; él afirma tener información importante que nos puede servir en contra de los rusos. Lo que no termino de entender es la idea de caerse a nosotros. No he dado la orden de que dé información de nuestro paradero. ¿Qué decisión tomamos? ¿Realmente vale la pena el encuentro? Ahora, con lo que está pasando con Rusia, no podemos confiar en terceros que no estén dentro del tratado.

—Leandro tiene razón; según trae información de Rusia, cabe la posibilidad de que tenga o no buenas intenciones. Ya nos ha quedado muy claro que en el pasado muchos nos traicionaron, no podemos confiar en cualquiera—responde Maximiliano.

—Es cierto, ya hemos expuesto demasiado a la base; con lo último que pasó, tenemos a la policía y al gobierno sobre nosotros, puede que sea una trampa. —Replica Angelica, preocupada.

—Franco, ¿qué piensas? —responde Emma, esperando la reacción de Franco.

—Si tiene información de Rusia, nos interesa. Sé que Marcos se fue a la quiebra hace mucho tiempo; debe estar buscando aliados o dinero a cambio de información. Para ninguno de nuestros enemigos es un secreto nuestra pelea con Rusia. Si se está arriesgando a intentar llegar con nosotros, debemos dejarlo, que venga, veamos qué quiere y estemos preparados para cualquier cosa. Maximiliano y Leandro vendrán conmigo a ese encuentro; antes de que te vayas, Orlando, tú también vienes conmigo.

—Sí, señor, como ordene.

—Bien, si no hay más puntos a tratar, nos retiramos, vamos al club. —Confirma Orlando. —¿Quiénes vienen?

—Yo… —Todos los hijos afirman con emoción.

—Zoé, tú te quedas —dice Yarianny.

—¡Mamá!

—Zoé, tu madre habló. —Ordena Maximiliano.

—Ok, ok.

—Tú tampoco vas, Angelina. —Recalca Angelina.

—Ok, creo que le haré compañía a Zoé.

—Así parece, prima, encontraremos qué hacer—responde Zoe.

—Bueno, nos vamos, diviértanse. —Franco y Emma se levantan.

Los chicos se levantan saliendo de la sala; todos suben a sus autos de lujo, acaparando la atención de todos los presentes que los ven llegar al club.

—Abran paso, llegaron los dueños, los Bernaldi.

Todos se mueven abriendo para ellos la sala VIP.

Los chicos piden bebidas, todos se reúnen disfrutando, están bailando, platicando y en una de esas conversaciones está Leandro; su atención está en sus primos, cuando de repente la presencia de una mujer roba toda su atención.

Leandro enfoca su mirada en una hermosa mujer de tez clara, de 1,70 cm de alto aproximadamente. Cabello color negro como el azabache, de cuerpo bien definido y atributos resaltantes, que se dejan apreciar por el hermoso vestido rojo ajustado que moldea su figura. Corto hasta poco más arriba de las rodillas, con botas de igual color hasta las rodillas, con un abrigo blanco de plumas, luciendo muy llamativa y elegante, pero nada de eso llama su atención, tanto como su mirada que resalta por sus hermosos ojos color verde que brillan a la poca distancia en la que se encuentran. Cada expresión de su parte lo atrae demasiado, como si la hubiera visto antes.

La velada continúa; están disfrutando y bailando, cuando de repente la mujer pasa tan cerca, recibiendo halagos de los hombres que llaman la atención de Leandro, quien la sigue con la mirada, notando su seria y fría expresión, que le confirma que es ella, es ella la mujer del Ferrari rojo, no tiene dudas.

Leandro no sabe lo que ella causa en él; es tanta la atracción que lo hace levantarse al verla pasar, interponiéndose en su camino, que lo hace tropezarse con ella de frente, deteniéndola entre sus brazos.

—Disculpa —dice Leandro, enfocando su mirada en la de ella.

Sus miradas se unen; por un instante, la conexión entre ambos causa una sensación que ninguno de los dos esperaba. Esa sensación recorre sus cuerpos, siendo cortada por la distancia que ella emite al alejarse de su agarre.

—No pasa nada, ¿me disculpas? —pregunta ella con voz calmada, dulce, intentando alejarse de él sin éxito, ya que Leandro lo sostiene antes de que se marche.

—¿Te puedo invitar un trago? —La mujer sonríe ligeramente, mostrando ese hermoso hoyuelo en su barbilla y esos hermosos dientes blancos.

—Me vas a tener que disculpar, pero yo paso; disfruta tu velada.

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