Capítulo 2

Suspiro y miro a Esther, no la envidio, pero siempre se ve perfecta sin esfuerzo, y yo pues nada por más que me haga esto o aquello no consigo quedar bien.

—Ey genio nos vamos tenemos que llegar temprano—.

—Si voy por mis cosas—. Voy a mi habitación a recoger mis cosas para mi suerte la última clase que tengo es con el catedrático Carter a él no le gusta que le digan profesor viejo remilgado.

Recojo todo y salgo de la habitación. —Chao mamá—. Le doy un beso.

—Hasta luego niñas—. Nos da un beso a cada una.

Mamá es profesora de una Preparatoria de la localidad y papá es un ganadero la cría diferentes tipos de animales es como un granjero es lo que dice.

Hora y media después mi hermana aparca en el estacionamiento de la Universidad.

—Que te vaya bien con el lindo profesor Carter—. Ruedo los ojos. —Oh espera déjame arreglarte esas ojeras—. Pone algo crema en sus dedos y los pasa por mis parpado inferior. —Lista así no se te verán esas bolsas negras—.

—Gracias—.

—De nada, no quiero que mi linda hermanita se vea horrible con esas bolsas en sus lindos ojos—.

—No te burles—.

—Em eres hermosa no me burló es la verdad—. Se acerca y me da un beso. —Nos vemos, hoy llega un estudiante de intercambio y quiero ver que tal es—. Niego.

—Suerte con ello—. Sonrió.

Camino hacia mi salón de clase tomó mi asiento y espero que las clases empiecen, tendré que ir a la biblioteca luego, necesito información.

Horas después estoy en la clase del profesor Carter digo catedrático cree que por que tiene una maestría un postgrado es superior a nosotros.

Se los describo para que lo conozcan un poco, es un hombre como de unos treinta y cinco años, tiene un cuerpo muy tonificado y no es que lo he visto desnudo, Jesús me salve de ello, sus ojos son de un café casi llegando a miel, debe medir 1. 89 o más.

Suspiro y me concentro en mi clase a ver si le entiendo algo al profesor, si le entiendo lo que no entiendo es porque nunca le parece que lo que yo escriba sea digno.

—Señorita Govea la felicito hoy si hizo su tarea—.

—Gracias catedrático Carter—. Claro si me comí todo el libro anoche era obvio que tenía que salir bien si no me lanzaba al precipicio.

—Espero que para el examen este más que lista, nos vemos mañana—. Y a este que le dio, seguro todos los días se levanta del lado equivocado de la cama o hoy se golpeó la cabeza.

—Como el propio filósofo Manuel García Morente recito en sus libros Lecciones preliminares de filosofía “La filosofía más que ninguna otra disciplina necesita ser vivida”—. Él sonríe, en verdad me está preocupando, será que se siente mal.

Me acerco a la puerta, pero él se adelanta y me habré, me quedo estática.

—¿Catedrático Carter se encuentra bien usted?

—Si señorita Govea porque lo pregunta, que tenga una hermosa tarde—. Ahora sí debería preocuparme, no lo creo, mejor me voy antes que le dé por despedirse con un beso.

—Igual profesor digo catedrático adiós—. Voy casi corriendo que casi me choco con John. —Lo siento—. Le digo.

—Descuida hermosa—. Es en serio que les pasa a estos dos, John nunca me ha hablado así algo está ocurriendo aquí.

Salgo de la Universidad con la lengua afuera estoy en un sueño o una broma.

—¿Y cómo te fue? —Me pregunta mi hermana al lado de un chico.

—Bien—.

—Te presento a Gabriel, Gabriel ella es mi hermana Emily, pero puedes decirle Em—.

—Mucho gusto—. Su acento lo delata, es guapo ojos verdes, piel blanca, cabello castaño casi llegando a rubio y un buen fisco.

—Hola—. Le digo al gringo.

—Nos vemos mañana—.

—Eso dalo por hecho—. Le guiña el ojo.

El chico se aleja de nosotras. —Eses es el intercambio—.

—Si, esta guapo verdad—.

—Si—.

—Y bien cómo te fue con el profe—. Suspiro.

—Genial—. Empezamos a caminar al auto que está en el estacionamiento de afuera.

—Anda dime qué tal—.

—La verdad es que el catedrático actuó muy raro, él me felicitó y luego se despidió de mi cuando antes nunca lo hacía, puedes creer que hasta me deseo que estuviera una linda tarde, no dijo te deseo, pero dijo que estuviera una linda tarde es muy raro, demasiado raro—.

—Tal vez este enamorado de ti—.

—¿Qué no? —La miro. —No lo digas ni de broma Esther, esta no es la historia del típico profesor-alumna no nada de eso—.

—Quizás lo sea—.

—No es mi tipo y si lo fuera no andaría con él ni a la esquina—. Digo y miro al piso.

—Okey, pero la posibilidad está ahí y creo que...

Para de hablar de golpe, cuando miro hacia arriba veo a un hombre muy apuesto con unos ojos verdes color esmeralda, unos labios que dios mío y su contextura corporal me hace sudar, nuestras miradas conectan y se me hiela la sangre y mi corazón se me detiene y da un galope fuerte.

Iba a decirle su par de cosas, pero él se adelanta.

—Yo no tengo culpa de ello—. Su voz hace que me tiemblen las piernas, que voz más encantadora tiene.

Escucho que mi hermana hablar, pero no sé qué dice, la voz del chico resuena en mi cabeza hipnotizándome, siento un codazo en mi costado que me hace salir de mi letargo.

—Si como sea vamos antes que papá se alteré—. Digo lo primero que me pasa por la mente.

Jaló a Esther y la muy tonta le dice adiós, camino a toda prisa.

—Oye pero que te pasa—. Me dice ella soltándose de mi agarre.

—Lo siento—. Digo entrando al auto, ella también hace la misma acción y pone el auto en marcha...

—Es muy lindo no—.

—Si... he digo quien—.

—Te atrape estás pensando en él tipo con el que choque, vi cómo te miro—.

—Estás loca ya déjame en paz, si necesitas algo estaré en mi habitación—. Entro a casa y me encierro en mi habitación.

Me tiro a la cama y cierro mis ojos, es verdad que estaba pensando en él, es que sentir esa sensación fue extraña muy extraña…

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