Capítulo 6.

Me la paso toda la tarde en mis estudios y haciendo unos sicoanalices que debo entregar el lunes a primera hora.

A las doce de la noche término mi trabajo, lavo mis dientes y me acuesto a dormir.

Día siguiente.

Soy removida en la comodidad de mi cama. —Em levántate tienes que ayudarme—.

—Esther ya déjame dormir—.

—Em ayúdame te necesito, Gabriel me invitó a salir y sabes que papá ni mamá me dejaran salir si no voy contigo—. Ya me la imagino suplicando.

—No molestes Esther—.

—Por favor Em si, mira que soy tu hermana y las hermanas se deben ayudar, si algún día me necesitas para salir con un chico yo lo haré sin rechistar—. Me levanto como resorte.

—No pienso tener novio hasta los treinta es más si algún día tengo una relación que sea los cuarenta y si no pues prefiero quedarme sola y morir sola con unos cinco gatos o tal vez una manada de ellos—.

—Em no seas así Gabriel me gusta mucho—.

—No tienes ni el mes de conocerlo y ya te gusta—. La miro acusatoria.

—Y eso que el amor es así, tú nunca sabes cuando te pueda llegar—. Pongo cara de asco y ella se tumba en mi cama como tonta enamorada.

—Te pasas Esther no quiero ser el violinista en su salida—. Me mira con súplica.

—Por favor—. Une sus dos manos.

Cierro mis ojos y suspiró. —Bien pero no te acostumbres—. Ella da saltitos en mi cama. —Ya puedes retirarte—. Se acerca a mí y me abraza.

—Gracias, gracias—. Dice dándome besos.

—Ya déjame sal de aquí me avisas cuando te vas—.

—Eso sí que no Em te pondrás algo hermoso para que vean lo hermosa que eres—. La miro con enojo. —Anda levántate y vete a duchar yo te dejaré hermosa—.

—No necesito de eso—.

—Vamos Em solo será esta vez o talvez te guste después—. Me levanto de la cama.

—Estoy segura que no—. Me meto al baño y me ducho.

Al salir esta Esther esperándome con sus cajas de maquillaje, me hace sentarme y empieza a poner coloretes en mi cara.

Al terminar me dice que ya estoy lista me miro al espejo y sonrió por lo que ha hecho en mi rostro, no, no parezco un payazo estoy wao, hasta yo me sorprendo lo que ella ha hecho en mi, el maquillaje es sencillos pero muy bonito hasta pienso retractarme por lo que dije anteriormente.

—Y te gusta o no—.

—¿Gustarme? —Mi hermana me mira con pesar. —Me encanta Esther, me veo oh wao casi ni me reconozco—.

—Te gusta que alivio pensé que mi trabajo no había válido la pena, ahora ponte la ropa que te escogí—.

—¡Perdón! —Exclamo.

—Si mueve que ya casi es hora de partir iré a cambiarme—. Niego.

—Solo lo hago porque sé que te podría necesitar algún día, pero no creo que sea por un hombre—.

—Okey—. Me sonríe burlona.

Me levanto y busco el atuendo que ella me dejó para vestirme, miro el atuendo es algo sencillo, pero no de mi estilo. Me lo coloco ya que fue un regalo que ella misma me hizo, me peino y dejó el cabello suelto.

A los minutos toca la puerta tomó mi bolso con algunas cosas que ya eché y salgo.

—Vamos, papá ya sabe que tú y yo vamos a salir—.

—Ya lo tenías planeado verdad—.

—Si perdón—.

—Ya que—.

—Mamá, papá ya nos vamos—. Anuncia.

—Está bien cuídense nada de venir tarde—. Dice mamá.

—Si mamá ya lo hablamos—. Nos acercamos y depositamos un beso en cada uno.

—Se cuidan mucho mis niñas y ya saben—.

—Si papá nada de chicos hasta terminar la universidad—. Decimos las dos al unísono.

Salimos y subimos al auto, Esther lo pone en marcha y nos vamos a no sé dónde.

—¿Después de todo a dónde vamos?

—A comer y después al cine y caminar un rato—. Suspiro, perderé toda la tarde, lo sé.

Por dos horas conduce hasta el centro comercial estaciona y bajamos gracias a la ayuda de Gabriel.

—Hola chicas que su bueno que vinieron—.

—No me perdería la cartelera por nada—. Ya empezó con sus coqueteos.

—Yo iré dentro a comer algo y les digo desde ya que no pienso andar detrás de ustedes—.

—Okey te entiendo—. Asiento.

Me adentro a uno de los locales y voy por algo de comer no he desayunado y muero de hambre.

Al terminar vamos al cine ya que insistieron tanto en que yo fuera, no me hice de rogar demasiado, al terminar la película ellos decidieron ir a no sé dónde, por lo tanto, yo preferí ir a sentarme y leer un rato.

Lo que no imaginé fue encontrarme con ese chico que no tengo idea de cómo se llama.

Estuvimos un pequeño pleito así que me fui de su lado, pero el muy concha de su madre me siguió. No sé porque me molesta la presencia de ese hombre y más me molesta que se tome atribuciones, como el hecho que me beso el cuello no pude soportarlo y lo golpee, no le permito a nadie que me toque y menos un extraño.

No sé qué le dijo Esther, pero bueno mejor no quiero saberlo.

Espere a Esther en el auto a los minutos llego, pero no dijo nada.

En la noche le pedí disculpas y claro que me contó que Gabriel le pidió que fuera su novia me parece muy apresurado y se lo dije, pero ella dijo que correría el riesgo, ya que el que no arriesga no gana según dice ella.

El día siguiente todo paso como siempre, tranquilo y relajado.

Y al fin se llegó lunes día de ir a la universidad, como siempre desayunamos en familia y luego nos despedimos de nuestros padres.

Al llegar a la universidad había un montón de chicas reunidas en la entrada.

—¿Qué sucede? —Pregunta Esther.

—Es que hay un hermoso ramo de narciso y creo que es para...

—Ti Emily Jane Govea—. Me giro al escuchar esa voz que aún resuena en mi cabeza desde el sábado. —Son para ti, te las doy con mucho amor—. Me las extiende.

Lo miró de pies a cabeza, la tomó y él sonríe como quien dice ya la hice, le devuelvo la sonrisa y aunque son mis flores favoritas debo rechazarlas, no quiero nada de él, pero voy a subir su ego.

—Gracias, pero no debiste molestarte...

¡¡Ay Daimon!!

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