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Los Crimenes del Amor
Los Crimenes del Amor
Por: Eli_Diaz
Solo decimos adiós con palabras

Las campanas sonaban anunciando que la ceremonia daba inicio, al frente estaban dos personas, la mas joven era Lana, observaba fijamente el féretro que se encontraba justo frente a ella, su rostro cubierto por una fina tela era lo suficientemente obscura para esconder sus lágrimas, sus manos estaban hechas puños, a sus escasos 17 años estaba experimentando un mar de emociones que no serian las ideales para alguien tan joven; a su lado, un hombre de traje negro posaba la mano en su hombro.

— Tienes que ser fuerte—susurro a su oído—, este es el precio por esta vida.

— Solo quiero que los encuentren — dijo ella entre su dolor—. Búscalos

— Aun no tienes el poder para ordenar.

Fue entonces que quito el velo de su rostro, con una furia indescriptible alzo la vista al hombre, apretó los labios en un inicio, pero en un segundo cambio su posición, se le veía mas dura, como si algo en ella hubiese muerto ahí también.

— Soy la única heredera ¿O ves a otro? Ellos no cuentan, ellos pagaran por lo que hicieron, ahora búscalos, abuelo— repitió con un tono mas duro saliendo de ella.

— Te daré lo que quieres, pero no cuentes con que estaré de acuerdo de que tomes el frente.

— No necesito tu aprobación

Termino la conversación y se dio la vuelta a los presentes, no había una gran afluencia de gente, pero la mayoría de ellos eran hombres de mediana edad, muy pocos podrían considerarse del rango de edad de la chica.

— Se porque están aquí todos ustedes— ella se armo de valor y se dirigió a todos los presentes—, creen que podrán hacerse del control que mi padre tenía, que yo no soy suficiente para tomar su lugar, no creo que les moleste mi edad, les molesta tener a una mujer entre ustedes y deberían sentir esa molestia…soy peor que mi padre, si quisiera todos ustedes morirían aquí— muchos hombres se rieron ante sus palabras—, pueden reírse ahora, no lo harán después, lo prometo.

La joven estaba decidida, observo a quien momentos antes le negaba por igual su ayuda.

—Ya lo veras, abuelo.

Con la frente en alto se condujo por el largo pasillo de la iglesia, detrás de ella caminaban un par de guardaespaldas, los mismos que llevaban cuidándola desde que tenia memoria, confiaba en ellos, si su abuelo no era capaz de darle la información que necesitaba, entonces sus guardias lo harían.

—Hiro, su nombre es Hiro— Uno de los guardaespaldas se posó frente a ella—, pensaban que era uno de tus medios hermanos, pero resulto no ser hijo del jefe, solo lo criaba igual que los otros dos por lastima.

—¿Fue él quien lo mato? — pregunto ella

—Si, engaño al jefe llevándolo a una trampa, cuando nosotros supimos ya era demasiado tarde, su padre insistió en ir solo porque confiaba en él, pero nos interceptamos los teléfonos y supimos que iba a una trampa, perdónenos, llegamos tarde — el hombre se arrodillo ante la joven.

—¿Mi abuelo lo sabe?

—Si, pero dijo que pensaría que hacer primero, él piensa que uno de sus medios hermanos es el que debe tomar el frente, piensa que usted es débil por…

—Por ser mujer — finalizo ella—, actúen con normalidad frente suyo, no le hagan saber lo que planeo, le demostrare que soy mas fuerte que cualquier hombre, mi padre se encargo de enseñarme todo

—Somos leales a usted, hemos estado siempre a su lado, eso no cambiara.

Ella sonrió, le gustaba saber que al menos había personas leales a ella, ahora debía demostrar que podía ser la líder de toda la familia, era la única hija nacida dentro del matrimonio de sus padres, al inicio conoció el desdén por no haber nacido como un varón, pero su padre le repetía todo el tiempo que nunca se dejara doblegar, él creía en ella y la había criado para ser la próxima cabecilla de la familia.

Por generaciones la familia Bellic había controlado toda la zona costera de Good’s Land, lideraban la venta de armas, autos, joyas y demás lujos para las familias de alto renombre, asi como para el resto de familias dentro de la mafia, ellos ofrecían la protección para las familias mas poderosas, todo esto lo sabia Lana, a sus catorce años su padre la había comenzado a instruir en todo tipo de armamento asi como de negocios para que cuando llegara el momento, supiera manejar todo los negocios familiares.

La primera semana, Lana se mantuvo en silencio con el tema de la venganza hacia sus no queridos medios hermanos, eran tres, el mayor Hiro, no era hijo de sangre de su padre, pero su progenitor le brindo el apoyo como uno, luego seguía Mikkel y finalmente Laurent, no se conocían personalmente, usaría eso a su favor, su abuelo la trajo de inmediato al presente.

—Hemos pensado en quien tomara el lugar de tu padre.

—Pensé que lo harías tú, no creo que ninguno de mis tíos quiera el puesto — dijo ella con cierta burla.

—Yo me he retirado, no puedo volver, aunque la situación lo amerite— el hombre dejo de lado los cubiertos, se encontraban en la hora de la cena—, he pensado en Mikkel, tu hermano.

—No es mi hermano— respondió— Y esa perra tiene 13 años, me estas diciendo que un maldito crio de 13 años es mas capaz que yo ¿Me equivoco?

—No me hables de esa forma, Lana

—¡¡Te hablo como se me pega la m*****a gana!! — lanzo al piso varios platos— Estoy harta de que no puedas confiar en mí, te voy a demostrar que soy mas capaz que ellos ¡¡Los que mataron a mi padre!!

El hombre se quedo en silencio, su nieta jamás había hablado de ese modo y no negaría que se sentía sorprendido por esa actitud, pero no dijo nada, ella salió del salón con rumbo a su recamara, no tenia a quien recurrir cuando se sentía mal, su padre estaba muerto y su madre estaba muy lejos de ella, tampoco se importaba por como estaba su hija, su madre tenia un solo amor y era el dinero, por ello jamás estaba en la ciudad.

Esa misma noche, Lana se levantó, busco sus mejores ropas y se arreglo para aumentarse la mayor edad posible, siempre fue elogiada por su belleza, tenia unos profundos ojos de color violeta, un rasgo único en su familia, heredados de su padre, su cabello largo y ondulado le llegaba a la cintura, aun usaba el color natural del mismo, sin embargo, esa noche se había puesto una peluca de tonalidad rubia, maquillo su rostro con colores dorados, sus labios rojos daban otro aspecto a su persona y unas lentillas marrones cubrían su rasgo familiar.

Cuando termino de arreglarse dio unos pasos hasta el enorme espejo que adornaba su vestidor, se quedó mirándose un par de segundos, no parecía ella y ese era precisamente su plan, sus ojos se humedecieron, estaba sintiéndose temerosa, sabia que era el momento de poner a prueba todo lo que había aprendido, pero tenía miedo.

—No llores — se repetía mirándose aun en el espejo—, no eres mas una niña, eres una líder de familia y ellos merecen morir, lo merecen…

Se seco rápidamente las lagrimas incluso antes de que abandonaran sus ojos, luego de eso paso a los cajones junto a su cama, de ahí saco una vieja daga, la primera arma que tuvo, estaba modificada por ella, había impregnado su hoja con veneno.

Salió de casa cuando se encontró lista, su guardia de más confianza la llevaría al lugar donde el responsable del crimen solía pasar las noches bebiendo, la ahora rubia estaba con la cabeza apoyada en el asiento mirando la nada, seguía preparándose mentalmente, el hombre la sacó de sus pensamientos cuando aparco.

—¿Quiere que entre con usted?

—No, quédate aquí afuera, si algo sale mal, saldré de inmediato

—Por favor, tenga mucho cuidado señorita.

—No te preocupes — palmeo el hombro ajeno y bajo del auto

Una vez en la entrada del bar, el cadenero le echo una mirada llena de lascivia, se le revolvió el estómago, pero mantuvo su pose, le guiño el ojo y le mostro una identificación falsa, el hombre no dudo en hacerla entrar, una belleza como esas no se encuentra todos los días, se atrevió incluso a decirle que la vería al salir, ella no respondió.

Las miradas se posaban en la joven de cabellos rubios, era nueva en el lugar, muchos clientes frecuentes no olvidarían ese rostro tan delicado, sus curiosos ojos buscaban entre el mar de hombres a su objetivo, no lo veía por ningún sitio, pensó que aun no llegaba asi que se sentó en la barra.

—¿Qué quieres tomar, belleza? — le pregunto el barman

—Vino — respondió ella sin mirarlo.

—Como ordenes, hermosura— de inmediato el barman sirvió una copa de su mejor vino— ¿Buscas a alguien en especial?

—No lo sé — respondió ella jugando un papel coqueto—, pasaba por este lugar y me di cuenta de que nunca había entrado aquí

—¿Cuál es tu nombre?

—Venus — llevo sus ojos al barman cuando menciono su nombre.

—Muy propio de tu belleza

Emitió una baja risa mientras pretendía dar un sorbo de su copa, sin embargo, justo antes de que la copa tocara sus labios una mano desconocida la detuvo, los ojos de Lana se desviaron al hombre que tenia justo a su lado.

—No bebas eso, acabaras en el suelo — el hombre llevo los ojos al barman—, debes ser muy atrevido para intentar drogar a una chica

—¿Qué? — pregunto Lana sorprendida

—Dejo caer una droga a tu copa — el barman se puso muy nervioso—, no te preocupes, pagara por ello.

Antes de que ella pudiera decir algo, unos hombres cruzaron tras la barra para llevarse al sujeto que pedía disculpas de forma desesperada, lana estaba enojada consigo misma por haberse permitido tener ese fatal error, no obstante, había sido ese error lo que la acerco sin querer a quien quería.

—Fui muy torpe— dijo ella

—A cualquiera le puede pasar— respondió el hombre que extendió su mano a ella—. Soy Hiro, escuche tu nombre antes, Venus—. Sus ojos se iluminaron.

—Hiro, espero no olvidar nunca el nombre de mi salvador.

—Espero que no, me pondría triste que una chica tan bella me olvidara — exclamo él con un tono ligero de broma.

—Tú tampoco olvides el mío — pidió ella sin dejar de mirarle a los ojos.

—No lo haré

Por un segundo, Lana olvido a lo que iba, no podía negar que el hombre enfrente de ella era demasiado atractivo, de complexión fuerte, con una cabellera medianamente larga color negro, labios finos, ojos cafés, todo en ese hombre era hermoso, seguramente era todo un mujeriego, pensó Lana.

—¿Quieres venir a mi mesa?

—Claro— respondió Lana.

Paso unas horas amenas en compañía de ese sujeto que para ese momento ya debería estar muerto, pero estaba perdida en su belleza ¿Cómo podía ser él un asesino despiadado? No podía concebir aquello, en otras circunstancias hubiera caído rendida a sus pies, pero tenía que matarlo y la oportunidad se le presentaba fácilmente cuando entre el calor de las copas acabaron detrás del bar besándose como locos, poco les importo que estuviera lloviendo a mares.

Sus grandes manos recorrían el cuerpo de Lana que no podía separarse de esos crueles labios, solo se movió cuando la falta de aire se apodero de ellos, el plan original se había ido de vacaciones, solo era ella experimentando cosas que jamás sintió anteriormente.

—No…basta— dijo cual susurro cuando las manos ajenas se deslizaban por sus piernas.

—¿Por qué?

—Tengo diecisiete — confeso a lo que él paro en seco—…solo quería conocer un sitio de estos y… soy virgen…

—Perdóname, hermosa — la tomo del rostro para que lo viera a los ojos—, no te voy a forzar, me gustas.

—Y tú a mí, por favor, espera un poco más, pronto tendré dieciocho — le pidió pasando las manos por el pecho del hombre—, quiero que seas el primero.

—Primero y único — respondió

Ella sonrió, volvieron a besarse, tal vez fue el alcohol, el descubrimiento del placer, la lluvia, pero Lana se olvido de todo, se vio como una chica inocente y pura que se abría a un mar de nuevas experiencias, le fue difícil separarse, él tampoco quería dejarla ir, se ofreció a llevarla a casa, pero Lana se negó, puso de excusa que su hermana estaba esperándola. Intercambiaron números, un ultimo beso y ella salió corriendo por el callejón hasta donde estaba el auto de su guardia, subió de prisa.

—Arranca — le pidió

—Si, señorita.

Miro hacia atrás, él estaba de pie mirándola alejarse, ella también se quedo mirando hasta que el conductor dio vuelta en la esquina terminando de tajo ese encuentro de miradas entre los jóvenes.

—¿Lo hizo? — pregunto el guardia

—No…tengo un plan mejor y necesitare tu ayuda — dijo ella quitándose la peluca en el camino—. Los hombres se vuelven locos con mujeres inocentes y devotas, hare que se enamore de mi y luego lo hare sufrir muchísimo hasta que finalmente se muera.

—Tenga cuidado señorita, no vaya a involucrarse mucho, usted también podría salir herida.

—No te preocupes, tengo todo planeado, el único que va a sufrir aquí es él.

Lo prometió tanto, que su guardia le creyó, la chica pensaba que podía controlar toda la situación sin que nada pudiera salir mal, el numero que le dio al hombre era de otro teléfono, no podría rastrear su identidad con ello pues se encargo de encubrir lo necesario para no levantar sospecha alguna.

En los días siguientes todo fue llamadas, mensajes y videos entre ellos, Lana consiguió un departamento en el centro de la ciudad donde monto todo para hacerse pasar por una chica de clase media, se traslado a ese sitio, odiaba vivir con su abuelo que seguía insistiendo con poner a su medio hermano como líder.

—Si lo haces líder a él, en ese mismo momento pondré una bala entre tus ojos — amenazo ella

—No tienes las agallas para este trabajo, Lana — espeto su abuelo—, este no es un negocio para mujeres.

—Se acabo eso, advertido estas, mañana cumplo dieciocho años, espero que mi regalo de cumpleaños sea tomar el lugar que me corresponde — finalizo.

El hombre se encontraba entre la espada y la pared, su nieta podía tener los requisitos, pero tenia el temor de perderla también, no era un sujeto muy expresivo pero su nieta representaba su mundo, era lo único que le quedaba de su mas amado hijo, no quería lanzarla al matadero, pero si no lo hacía, ella no lo dejaría en paz jamás, tenia que pensarlo muy bien, aunque en ese momento lo único en lo que podía pensar era en beber hasta dormirse.

En otro lado de la ciudad, Lana estaba recostada en su sencilla cama mientras mandaba mensajes a Hiro, quien ahora era su novio, unas semanas y la chica había caído rendida ante él sin darse cuenta siquiera. Lo invito a la medianoche a su casa, puso la excusa de que su padre no estaría asi que podrían estar solos.

A la hora pactada se escucho el timbre, la chica se apresuro a recibir a su novio que llevaba un gran ramo de rosas en su mano.

—Feliz cumpleaños, mi estrella — dijo él abrazándola con fuerza.

—Pasa, pasa, celebremos dentro — le tomo la mano llevándolo dentro.

—¿Segura que no vendrá?

—Segura, nadie va a molestarnos

Al cerrarse la puerta, el hombre se fue encima de ella atacándola a besos, Lana respondió con una necesidad enorme, habían sido semanas de contenerse hasta ese momento en que nada los detenía ya de entregarse.

La ropa voló por todo el departamento, a duras penas lograron llegar a la habitación, cayeron en la cama, las manos de Hiro recorrían con desesperación el cuerpo desnudo de Lana, sus labios recorriendo cada centímetro de su piel, dejaba marcas como señal para cualquier hombre que se acercara a su mujer, las manos de ella se paseaban por los negros cabellos, bajaban por su ancha espalda, su voz acompañaba el momento en suaves gemidos que salían de sus labios.

No dolió, ella adoro tenerlo en su interior, exclamo su nombre millones de veces mientras la llevaba al éxtasis, embriagados por el amor y el placer se juraron amor eterno, un amor que Lana sabia estaba destinado al dolor, ella no podía quedarse con él, aunque genuinamente lo amara, ese hombre que le hacia el amor era el mismo que le arrebato la vida a su progenitor, ella estaba dividida entre sus sentimientos.

No pudo dormir.

La mañana la atrapo en brazos de su novio, ella lo miraba dormir con los ojos humedecidos por el llanto, el arma estaba debajo de la cama, solo debía tomarla y acabar con él, pero no podía, lo amaba tanto como lo odiaba ¿Por qué están complejo el sentir? Se repetía en la cabeza, termino abrazándolo tan fuerte que lo hizo despertar.

—¿Dormiste bien mi amor?

—Si, pero me tengo que ir, papá me espera, prometí alcanzarlo en el trabajo.

—Te llevare, creo que es hora de que nos conozcamos.

—No, por la noche mejor — dijo ella— En la fiesta que mencionaste.

—Deje tu invitación en la mesa, quiero que veas como me nombran — exclamo emocionado—, en cuanto tenga el poder, vendrás a vivir conmigo, nos casaremos y seremos imparables

El corazón se le enredo, quería llorar y decirle que ella era Lana Bellic, pero no podía, solo afirmaba con una leve sonrisa, al final opto por levantarse, ya no usaba la peluca, solo los lentes de color, él pensaba que solo era un cambio de imagen el nuevo color de su cabellera, igual la amaba ciegamente.

—Te vere esta noche — dijo ella besando sus labios.

—Si — respondió alegre—. Te amo, Venus

—Yo te amo a ti, Hiro — acaricio su mejilla.

Salió tan rápido de ahí, que no supo como lo hizo, pero una vez fuera, lejos de él dio rienda suelta al llanto, sentía culpa, pero ya no había vuelta atrás.

La noche atrajo a un sinfín de familias de la mafia a la casa de los Bellic, un mar de alcohol y música inundaba la sala de la mansión, el señor Bellic entablaba conversación con todos los lideres de las familias mas importantes, los tres hijos no reconocidos del difunto líder estaban en la fiesta, los ojos estaban en ellos, Hiro estaba mas pendiente de ver a su novia llegar que poco escuchaba de los demás.

Cerca de las diez, Ephel Bellic, abuelo de Lana y antiguo líder, se acercó al micrófono para atraer la atención de sus invitados, al frente estaban Hiro y sus hermanos, era el momento que habían esperado tanto, el pelinegro esperaba que su novia ya hubiera llegado.

—Me siento muy feliz de tenerlo a todos en esta bella velada — comenzó diciendo el mayor—, han pasado ya cinco meses de la partida de mi amado hijo, ustedes amigos míos, han sabido mantener la paciencia en nuestros negocios, respetaron mi duelo y el de mi nieta, estamos muy agradecidos por ello — el hombre miro a la multitud, su nieta debía estar cerca—. Es hora de nombrar al nuevo líder de la familia Bellic.

Hiro se acomodo el traje, estaba muy seguro de que seria el elegido debido a la minoría de edad de su hermano, ni siquiera pensó en la hija legitima, seguramente estaba fuera ya del país, lo poco que sabia de ella es que era una niña mimada y tonta.

—Quiero que le tengan el mismo respeto y consideración a…— Hiro dio un paso adelante— mi nieta, Lana Elizabeth Bellic, la nueva líder de esta familia y quien nos llevara a un futuro brillante.

La sala fue inundada por el silencio, el mismo que fue roto por el sonido de unos tacones que se abrían paso por la multitud, en un ceñido vestido rojo hacia su aparición, Lana, el cabello le caía por el hombro, diamantes adornaban su cuello, los profundos ojos violeta estaban embellecidos por el maquillaje, ella caminaba con su frente en alto, todos observaban esa desbordante belleza, pero cuando Hiro finalmente la miro, abrió los ojos como si viera a un fantasma.

Se quedaron frente a frente.

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