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Somos jóvenes, no tenemos nada que perder

Estando en casa, era muy difícil que pudieran mantener las manos quietas, apenas pisaron la propiedad, Lana se fue encima de Frederick, a duras penas llegaron a la habitación de ella, la manera en que ese chico la poseía la volvía loca, solo quería tenerlo dentro, con sus manos recorriéndole el cuerpo, probar todas las posiciones que existieran y ser su mujer, principalmente sentirse su mujer.

Ella reposaba sobre su pecho, escuchaba los latidos de su corazón, alzo la vista para ver esos preciosos ojos azules mirarla con detenimiento, se acerco a besarlo y él correspondió, la envolvió en sus fuertes brazos, la coloco bajo su cuerpo, al separarse recorrió su cuello con besos cortos.

—Aun no me das mi regalo— dijo ella juguetona

—Tal vez porque me ves y me quieres arrancar la ropa

—¿Me dirás que te molesta?

—Para nada— admitió de inmediato—, yo feliz de complacerte

—Me alegra saberlo, soy difícil de complacer

—A mi me parece lo contrario — respondió burlón

Ella le dio un golpecito en el hombro terminando por separarse para tomar la bolsa que se había quedado en el suelo de la habitación, antes de siquiera poder decir algo, ella se adelantó sacando su contenido topándose con la caja del anillo, lo abrió llevándose una sorpresa.

—¿Un anillo de compromiso?

—Quería que usaras uno— le dijo él—, Lana, este matrimonio va enserio para mi

—Yo no se amar, Fred — respondió viéndole a los ojos—, yo…

—Aun lo amas a él, lo sé, pero estamos comprometidos, no me digas nunca, déjame intentarlo

—…Esta bien— dijo ella determinante—, demuéstrame que puedo confiar en ti, que no me vas a traicionar

Ella rompió en llanto, estaba siendo vulnerable frente a un hombre después de diez años, estaba abriéndose de forma personal con su prometido, porque le generaba esa sensación de poder hacerlo, él la abrazo contra su pecho dejando que llorara todo lo que quisiera.

—No puedo darte hijos— repetía —

—No me importa si tenemos hijos o no— dijo él—, déjame cuidarte, déjame enseñarte de lo que soy capaz, no soy un niño, no te fijes en nuestra edad, no me compares con nadie, déjame enseñarte que no me parezco a él, ni a él ni a nadie.

—Tengo miedo…joder estoy aterrada

—No tengas miedo cuando estas conmigo, se lo que el amor te hizo y se porque tienes miedo, yo también lo tengo, pero quiero arriesgarme contigo

—No me dejes sola

—No lo hare — aseguro sin soltarla.

No se podía creer que esa mujer tan vulnerable era una asesina tan temida, una líder que ponía a cualquiera a sus pies, era solo una chica asustada que se cubría con esa mascara de maldad para que nadie tocara su frágil corazón, ahora ella le daba la oportunidad de conocerla en su forma mas sensible, donde se encontraba la chica de 18 años que una vez estuvo enamorada y de la que él se había enamorado.

Lana se coloco el anillo cuando finalmente se calmó, le causaba cierta emoción usar uno asi, era sencillo, pero tan bonito, estuvo mirándolo por varios minutos recostada otra vez en su pecho.

—Nunca he usado algo tan sencillo

—Lo imagine, eres muy extravagante

—Mi abuelo dice que soy como un pavorreal — dijo entre risas—

—Yo pensé lo mismo cuando te vi por primera vez.

—Por cierto, quería preguntar algo ¿Por qué usas el apellido de tu madre?

—Porque mi padre no me reconoció— contesto sin tapujos—, soy el producto de una infidelidad, mi madre era la amante de mi padre, ella era joven cuando quedo embarazada de mí, él desapareció— Lana se giro a verlo de inmediato—, solo hasta que supo que yo era hombre fue que apareció en mi vida, solo tuvo hijas con su esposa, yo era valioso ahora, pero no quise relacionarme con él, tampoco tener su apellido, mi padre ha sido mi tío.

—Entiendo porque usas su apellido ahora, lamento haber preguntado

—Esta bien, es normal que tengas curiosidad, eso me recuerda que cuando nos casemos no tienes que usar mi apellido, yo puedo adoptar el tuyo

—¿Estás seguro?

—Si, yo no tengo problema con eso, además quien más poder tiene aquí eres tú, yo solo soy el bastardo de los Lee

—No digas eso, no eres un bastardo— le tomo del rostro— no lo digas otra vez.

—Te prometo que no.

Se besaron y esa noche compartieron la misma cama, esta vez ella no paso la noche en vela, quedo dormida de inmediato cuando el sueño los atrapo, al dia siguiente se marchó primero, tenía mucho que arreglar para la fiesta de la noche, estaba en los jardines llevando a cabo la inspección de todo.

Fred bajo horas más tarde con ropa informal, se aseguró de la vigilancia para la fiesta por ordenes de su prometida que esa mañana lucia orgullosa el anillo de compromiso. El rubio estaba en una torre de vigilancia determinando que puntos debían cubrir con mayor interés.

Otorgo mejores armas de francotirador a los guardias que se posarían en las torres, abajo explico sobre el uso de cañon largo para cambiar las que tenían, lana se sorprendió del basto conocimiento en armas que tenia el chico, sin duda sabría llevar los negocios de armas que ella personalmente detestaba.

A la tarde subieron a arreglarse, todo estaba en su lugar en la zona donde seria la fiesta, habia una iluminación espectacular asi como una decoración exquisita.

Tomaron un baño juntos en el que múltiples veces realizaron el acto pasional, simplemente su química sexual estaba a tope, no podían contenerse si estaban juntos y aunque no querían salir de la ducha tuvieron que hacerlo para ponerse sus respectivos trajes, ella usaría un vestido pegado al cuerpo de color rojo con un amplio escote y espalda descubierta, maquillaje suave, pero con unos labios rojo oscuro.

—¿Puedes subir el cierre por favor?

—Claro

Frederick subió el cierre del vestido aprovechando a dejar un par de besos en la espalda desnuda de la mujer que se estremeció ante tales gestos del contrario, luego se dio vuelta.

—Ahora acomoda mis pechos, por favor

—Si me provocas asi, nunca llegaremos a la fiesta

—Yo no hago nada — dijo con falsa inocencia

—Ven aquí

La atrajo y en vez de acomodar sus senos en el vestido, los saco, iniciando unas lamidas en los mismos, ella poso las manos en sus cabellos, pegándose mas a su boca, fueron interrumpidos por una de las empleadas que pedía entrar.

—Pasa

Dijo ella separándose y acomodando sus pechos en el vestido de nuevo, la mujer le dijo que los invitados empezaban a llegar retirándose justo después de eso.

—Tendremos que dejar esto para la noche, los invitados nos esperan, además, mis hermanos están abajo también

—¿Crees que les agrade?

—No me importa su opinión

Él emitió una risa, su mujer era muy dura de repente, una vez listos bajaron a la sala de estar donde había dos jóvenes, uno de 23 años y otro de 19, se pusieron de pie al ver entrar a la mayor, pero luego posaron los ojos en su acompañante.

—El abuelo nos dijo que tenías juguete nuevo— dijo Mikkel.

—Es mi prometido, Frederick Lee.

—¿Lee? — Laurent se sorprendió— ¿Qué edad tienes?

—Veinte años— respondió sin tapujos el rubio

—¿Estás loca? Es incluso menor que yo— exclamo Mikkel con clara molestia—

—¿Y desde cuando pido tu opinión? — pregunto Lana— no olviden que están vivos por mera cordialidad, no tienen ni un solo derecho a opinar sobre mi vida y mucho menos con quien me caso

—Yo no he dicho nada, Lana— se entrometió Laurent—, al contrario, solo pido tu felicidad, si él lo hace, yo no digo nada, Mikkel, Lana tiene razón en decir que no tenemos derecho alguno en opinar, ella es una adulta, sabe lo que hace.

—Por eso eres mi favorito, Laurent— respondió Lana

—¿Qué dijo el abuelo? —pregunto Mikkel

—Está de acuerdo si eso es lo que quieres saber— le respondió—, ahora, luego de este hermoso reencuentro, vayamos afuera, tenemos que salir los tres como los bellos hermanos Bellic que somos.

—Aun no somos unos Bellic— dijo Laurent acercándose a su hermana.

—Desde hoy lo son — Mikkel se sorprendió de nuevo—. Le prometí a alguien que dejaría el pasado atrás, ustedes no presionaron el gatillo y por ello debo aceptar que no fueron culpables de la muerte de papá

—Ni siquiera lo sabíamos— confeso Mikkel

—Lo sé— le dijo Lana tomando las manos de sus hermanos—, no soy la hermana mas cariñosa y les hice daño, pero quiero cambiar las cosas, tenemos la misma sangre.

—Lana…— Laurent se puso a llorar y abrazo a su hermana—, nosotros siempre hemos querido vivir en paz contigo, este nuevo comienzo es lo mejor para todos.

Los tres se abrazaron y aunque ella no terminaba de confiar, se permitió unirlos a su vida, por ello cuando salieron los tres hermanos Bellic, los comentarios no se hicieron esperar.

La primera en hablar fue Lana.

—Esta noche, mis hermanos y yo queremos anunciar un cambio en los negocios de la familia, dividiremos las áreas y trabajaremos en conjunto para expandir la reputación de los Bellic, asi mismo anuncio yo, Lana Elizabeth Bellic mi pronto matrimonio con Frederick Lee

Mencionado el nombre del rubio, salió posándose detrás de su prometida, nadie creía lo que veía, la familia Lee y la familia Bellic se unían a través de un matrimonio, después de los Bellic los Lee eran los que seguían en poder, una vez unidas sus familias, el poder se haría mayor.

Las familias chicas no iban a permitir eso.

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