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Vamos a mantener este momento solo nuestro

Por la mañana cuando Lana bajo a desayunar se topó con Frederick que estaba ya terminando sus alimentos, se encontraba aun revisando los contratos con una gran concentración, tanta que no se dio cuenta de la presencia de ella hasta que hablo.

—Buenos días — dijo y él se levantó de inmediato

—Lo siento, no te vi entrar

—Esta bien, te mirabas muy concentrado de todos modos — dijo ella tomando asiento.

—Te ves hermosa esta mañana— dijo él de forma sincera.

—Gracias

La chica peino un poco su cabello hacia atrás, esto antes de comenzar a comer finalmente, no hablaron mucho porque el hombre estaba concentrado en terminar de señalar lo que no le parecía necesario de los contratos o alguna que otra irregularidad que viera en ellos, Lana por su parte no quitaba los ojos de él, se veía muy atractivo asi de concentrado, no se había peinado asi que los mechones de cabello rubio se le iban al frente, noto que el largo le llegaba casi a los hombros, algo que lo hacia ver mucho mas guapo, en todos estos pensamientos estaba tan sumida la chica que no escucho cuando el objeto de sus pensamientos le hacia una pregunta.

—¿Lana?

—Ah, lo siento, estaba distraída — se excusó— ¿Qué pasa?

—Estaba preguntando si hoy quieres leer el informe que hice

—Si, si, dámelo— extendió su mano para recibir el informe del chico—. Por cierto, anoche hable con mi abuelo acerca de nuestro matrimonio y lo ha aceptado— saco aquel comentario mientras leía el escrito del muchacho

—¿De verdad? Tendré que ir a ver a mi tío hoy entonces

—Si, de todas formas, hoy no necesito que estes conmigo, no tengo mucho trabajo asi que hare otras cosas, no te preocupes— dijo ella sonriente

—¿Qué cosas? — pregunto él curioso.

—Planear la boda, también planeo cortarme el cabello

—El rubio te hace ver mas vieja — dijo de pronto el chico y ella ladeo la cabeza—, tengo entendido que el castaño es tu color natural, deberías usarlo asi, el rubio te hace ver diferente

—Ya me dijiste vieja, no trates de componerlo — dijo ella haciéndose la ofendida.

—Pensé en voz alta — admitió avergonzado— puedes decirme algo feo también

—No tienes nada feo— dijo ella mirándole fijamente, lo suficiente para hacer sonrojar al chico, cosa que la hizo sonreír de oreja a oreja— ¡estas rojo!

—Basta… que vergüenza — se tapo el rostro de inmediato

—No, no, déjame ver — le tomo las manos para quitarlas de ahí y sus rostros se quedaron muy cerca.

—Siento que me va a explotar la cara — dijo pensando en voz alta nuevamente por la cercanía de la chica.

Lana se quedó en silencio mirándole a los ojos, de cerca era todavía mas guapo, no se pudo contener, termino acercándose a unir sus labios a los del joven, era un beso torpe en un inicio, ninguno de los dos movía los labios, solo estaban pegados, hasta que él comenzó a moverlos, ladeo la cabeza para besar mejor a la mujer, incluso su mano derecha la sujeto de la nuca para evitar que se apartara, aunque tampoco era como que ella quisiera alejarse, tal vez era la sensación de estar con alguien mas joven, que ese acto ajeno no le molesto para nada, de cierta forma se sentía incluso un poco dominada, algo que siempre quiso probar, asi que lo dejo pasar.

El beso escalaba, iba siendo mas intenso, no se dio cuenta en qué momento había pasado de estar sentada a su lado a estarlo sobre las piernas ajenas, las manos de ella le deshacían los botones, él recorría su espalda metiendo las manos bajo su falda al final, sujetándola de los glúteos. Sus labios se separaron solo para tomar aire, se miraron a los ojos, ninguno daba crédito a lo que hacían, pero ya no podían parar, Frederick tiro lo que había sobre la mesa, la coloco en la fría madera de este, ella le arranco la camisa, que buen cuerpo tenia, pero no perdió tiempo, ahora deshacía su pantalón para liberar su sexo de esa prisión de tela, él hizo lo mismo, el vestido salió volando.

Los gruesos labios del joven atendían los pechos de ella, los gemidos no se hicieron esperar en el comedor, las empleadas tuvieron que retirarse cuando se asomaron al escucharlos, no dejaron que nadie se acercara y prefirieron cerrar las puertas del lugar, ellos estaban sumidos en una pasión recién nacida.

No tardo en posicionarse entre las piernas de Lana, de una sola entro en ella arrancándole un fuerte gemido que probablemente se escucharía en toda la casa, se aferro al cuerpo de su amante, él era suave en un inicio, luego de eso le dio el sexo mas intenso de su vida, nunca en su vida, ni siquiera Hiro fue capaz de llevarla a esa clase de orgasmo como el que Frederick le dio, fue una sensación diferente, era algo diferente, eso era definitivamente lo que los amantes hacen en la obscuridad.

Estaba recostada en la mesa, con él encima suyo recorriéndole el cuerpo con besos, ya se había vaciado en su interior y se dedicaba a recorrer su cuerpo, como si fuera una Diosa, ella tenia su mano en la espalda del mayor, dibujaba corazones en ella, luego volvió a la realidad, se alzó de golpe.

—Tengo que irme

—¿Te arrepientes? — pregunto él

—No, seremos esposos, solo se me hace tarde — aseguro dándole un beso en los labios.

—Te creeré— dijo él sujetándola de la cintura—, ya que vamos a casarnos hay algo que quiero pedirte

—¿Qué cosa?

—Que seas mía nada más, no pretendo compartir a mi mujer con otros— la miro de forma algo posesiva, algo que, por alguna razón, le gusto—

—Tampoco pienso compartirte— le respondió volviendo a besarlo

La respuesta de él fue besarla con dominancia, sujetándola con fuerza.

Tardaron mucho en poder salir de ahí, lo hicieron tantas veces que fue un milagro que Lana lograra caminar cuando finalmente ese chico la dejo en paz, se le veía agotada como si hubiese corrido un maratón, pero la mujer estaba mas que feliz, incluso cuando salió hacia su auto, los guardias se quedaron estupefactos al ver a su jefa con esa cara de felicidad.

—Vamos al salón de belleza, por favor— le dijo a su chofer.

—¿Esta bien, jefa? — pregunto el hombre sorprendido.

—Mas que bien, no cabe duda de que el buen sexo hace feliz a cualquiera — respondió ella subiendo al auto.

—Cuídese de un embarazo — dijo el Sr. Mars

—Sabes mejor que nadie que eso no pasara— dijo ella—, solo en eso soy inútil

—No diga eso, srita, el medico le dijo que no era imposible.

—Poco falto— dijo ella.

El guardia la miro por el espejo retrovisor, la chica se quedo pensativa en todo el camino, se toco el vientre llegando a imaginar que una vida florecía ahí, aunque no lo dijera ese tema le podía demasiado, como mujer se sentía inútil, porque su mayor sueño era forma su propia familia, esa razón la hacia odiar a Hiro, él había frustrado su sueño, solo por eso no se arrepentía de haberlo asesinado.

Decidió olvidar el tema cuando llegaron al salón de belleza, entro para hacerse un completo cambio de imagen, pidió volver al color natural de su cabello, cambiar las ondas por un alaciado y un corte más recto, pero manteniendo el largo de su cabellera.

Por su parte, Frederick salía de casa de su tío luego de una productiva charla, el anciano había caído en una enorme felicidad al saber la noticia de que su sobrino se casaba con Lana Bellic, le pedía al joven hacer todo lo posible por reavivar el corazón de su futura esposa, recalcando que ella no era mala, solo había sufrido mucho, le relato el triste suceso entre Hiro y ella, eso lo hizo comprender mas el porque de ciertas actitudes de Lana y el porque le aseguraba que no podría darle hijos.

El pensaba diferente, no creía que eso fuera suficiente para inhabilitarle el cuerpo para la maternidad, también estaba seguro de que si ponía todo de su parte lograría acceder a su duro corazón, porque su tío tenía razón en algo, él se estaba enamorando, fue un flechazo a primera vista.

—Una pequeña interacción y me enamore — se dijo a si mismo estando fuera de la casa de su tío.

—¿Lo llevamos de vuelta a la mansión?

—No, quiero ir al centro comercial primero— pidió subiendo al auto— ¿Saben que talla de anillo usa Lana?

—Lo llevaremos a su joyería favorita, ahí podrán darle el dato que requiere

—Gracias — dijo sonriente.

Estaba muy seguro de que iba a comprar, quería un anillo para ella, pero no quería algo extravagante, a diferencia de Lana, a él le gustaban las cosas más sencillas a pesar de pertenecer a una familia acomodada.

Enorme fue su sorpresa cuando los hombres lo llevaron a una joyería que de sencillo no tenía nada, recorrió las vitrinas buscando algo que llamara su atención, finalmente encontró una pieza de oro con un diamante incrustado en una base cuadrada adornada de mas diamantes pequeños, llamo a una empleada que de inmediato fue a su encuentro.

—Me dijeron que Lana Bellic es fiel clienta de este establecimiento

—Asi es, caballero.

—Quiero saber la medida de su dedo anular, quiero ese anillo para ella— señalo el objeto de interés.

—Déjeme revisar la medida del que tenemos aquí

La empleada saco el anillo revisando que fuera de la talla de la mencionada, le extendió el mismo al joven.

—Este le quedara perfecto

—Entonces me lo llevo— respondió de inmediato.

—Espero que la srita. Bellic tenga una vida llena de fortuna con usted.

—Gracias, la tendrá.

En esa joyería no era el único mafioso, un par de hombres se dieron cuenta de la conversación entre el rubio y la empleada, de inmediato comenzaron a comentar entre ellos, era obvio que el anillo era de compromiso y no podían evitar preguntarse si ese chico había logrado conquistar a la fría Bellic, la única forma de saberlo era en la fiesta que ella misma daría por la entrada de la primavera como cada año, si estaba comprometida en ese momento la noticia seria revelada.

—¿No es ese el bastardo de los Lee? — le susurraban entre ellos los hombres

—Si, es él, dicen que fue puesto a trabajar con la arpía de Bellic.

—¿Cómo? Pero un bastardo de bajo rango no puede obtener un puesto tan importante, mi hijo fue rechazado miles de veces— dijo otro con molestia—

—Su tío abogo por él, debe estar planeando algo ese bastardo, seguro se metió en las sábanas de esa perra.

—Que idiota mas afortunado si fue asi — rieron entre ellos—, quien no quisiera estar ahí

—Habla mas bajo, si te escuchan las personas equivocadas saldrás muerto — dijo debido a los guardias que estaban ahí cuidando a Frederick—, además parece ser que le gustan los jóvenes.

—Pero si salía con Erin Rivers, él imbécil trato de pegarle, ¿Saben que le hizo ella?

—¿Qué? — peguntaron con gran interés

—Le corto las manos — se sorprendieron ante el dato—, su padre lo mando lejos de la ciudad, por haber hecho problemas con ella

—Si su reputación ya pendía de un hilo, ahora estarán acabados.

—No, escuche que va a intentar enredar a la menor de sus hijas con el hermano de ella.

—¿Mikkel o Laurent?

—Con Mikkel, escuche que vuelve mañana para la fiesta

—Mierda, no podemos faltar a ese evento, será muy interesante al parecer

Los hombres continuaron riendo y hablando entre ellos como señoras chismosas, Frederick se dio cuenta del cuchicheo, pero prefirió evitar contacto alguno con esa clase de hombre patéticos que se sentían casi como los viejos capos de la mafia italiana.

Salió de la tienda y vio en otro pasillo a Lana, la reconoció, aunque tuviera un nuevo estilo en su cabello, corrió para alcanzarla siendo perseguido por los guardias.

—¡LAANA! —grito llamando su atención

—Joder, no grites mi nombre, recuerda que estoy de encubierto —bromeo.

—Estas hermosa — dijo él viendo su nuevo estilo

—¿Ya no veo vieja?

—No quise decir eso — se excusó apenado

—¿Qué llevas ahí? — señalo la bolsa de la joyería

—Un regalo para ti, volvamos a casa y te lo daré.

—Bien — extendió su mano a él— tómame de la mano, siempre quise caminar de la mano con alguien

El joven obedeció tomando la mano de ella, estaba avergonzado, pero no iba a perderse esa oportunidad, los veían con una sorpresa enorme, Lana estaba actuando como adolescente que paseaba con su novio.

Y era eso, ella jamás tuvo la oportunidad de hacer esas cosas cuando estuvo joven, no había vivido eso que llaman romance adolescente, fue obligada a crecer de manera abrupta, ahora podía darse ese lujo aunque tuviera el corazón sellado aun, esa experiencia, la hacia sentir viva, como nunca antes se sintió.

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