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Adelante y Engáñame

Cuando Lana despertó, se encontraba en una cama de hospital, todo se veía borroso, pero conforme pasaron los segundos su imagen se volvió más clara para sus ojos, era de dia, asumió que serían como las once por la cantidad de luz que entraba a la habitación, le molestaba mucho que la luz diera directamente en su cara, le gustaba más la oscuridad porque asi podía dormir sin ninguna preocupación, realmente se despertó por eso.

Ladeo la cabeza encontrándose con que su abuelo estaba a su lado, dormía con la cabeza apoyada en la mano, se preguntó cuanto tiempo llevaría ahí, luego bajo la mirada a su vientre, dolía, debía ser por el disparo.

— Abuelo — lo llamo a lo que el hombre despertó.

— Lana— el hombre se levantó de golpe y abrazo a su nieta—, estaba tan preocupado por ti

— Lo siento...— dijo ella abrazándolo —, no pude hacerlo bien.

— Te presione demasiado, discúlpame también, debí ser yo quien lo matara

— No, era yo quien debía hacerlo, tenía que darme cuenta de que era un traidor — Las lágrimas afloraron de sus ojos rodando por sus mejillas.

Su abuelo no pregunto mucho luego de lo que ella dijo, Lana solo parecía querer llorar, había perdido mucho, pero eso no era lo peor, se sentía humillada, como líder de la familia su orgullo acababa de ser masacrado solo por amar a un hombre que al final le dio la espalda, que fue capaz de atacarla solo para huir.

—Mi…él…— Comenzó a decir Lana—, me traiciono…mato a nuestro hijo

—Lana…— su abuelo se separó y la tomo por los hombros mirándola a los ojos—. Eres la líder de la familia, sonare cruel, pero tengo que serlo— el hombre tomo aire para decirle—: en este negocio, no puedes darte el lujo de dejarte llevar por tus emociones, lo usaran en tu contra, no podemos darnos el lujo de amar.

—¿No amaste a la abuela?

—Si y eso me llevo a perderla también, comprendo lo que sientes, en el aspecto de haber amado y perdido y por ello te doy esta lección, no puedes dejarte vencer por amor, ahora tuviste que aprender de esta forma, eres todavía muy joven, te falta mucho por entender, pero esto, no es más que una dura lección de vida.

Ella no respondió, no tenía nada que responder al respecto, su abuelo tenía toda la razón y era más que consciente de ello, sus palabras, se le incrustaron en el alma como si fueran peligrosas dagas, unas que no sacaría de ahí nunca…

Diez años habían pasado desde ese incidente, Lana se había hecho con un poder inigualable, manejaba los negocios de costa a costa, vendía armas a poderosas familias de la mafia, dentro y fuera de su país, las joyas eran una gran forma de hacer dinero, asi como los venenos, esos eran su especialidad, perfecciono tanto ese arte que miles de clientes viajaban solo para obtenerlos; gracias a ese arte se ganó el nombre de Belladona, mismo con el que se movía dentro del círculo de los asesinos a sueldo, un peligroso pero muy satisfactorio hobbies para ella, porque nadie sospechaba que una mujer que media apenas 1.58cm de complexión delgada era una terrible asesina que podía no dejar huella alguna de sus crímenes.

—Jefa, han llegado los nuevos cargamentos — le aviso uno de sus guardias

—Iremos más tarde, primero tengo junta con los ancianos— la mujer se puso en pie acomodando su vestido—, ah es cierto, mi abuelo me dijo que mañana quiere que vaya a verlo ¿tienen alguna idea de para qué es?

—Su abuelo esta preocupado por…— el guardia trago saliva por el temor que su jefa le daba—, la descendencia.

—Ah, asi que es eso…— solo eso respondió antes de tomar su bolso y salir de la oficina.

Sus tacones resonaban por el pasillo en que caminaba, bajo con prisa debido a la hora, ya iba tarde para dicha junta y lo hacia un poco a propósito, odiaba ver a esos ancianos que hasta la fecha seguían estando en desacuerdo por tener a una mujer entre ellos, aunque no lo decían en la cara de ella porque si lo intentaban acabarían muertos como un par que si tuvo la valentía de desafiarla.

En ese momento, Lana usaba un cabello rubio, un color que había adoptado un par de años atrás, acentuaba mucho sus ojos que llegaban a verse aun mas violetas, sus labios comúnmente iban pintados de rojo acompañados de un maquillaje elegante.

En cuestión de minutos llego al hotel donde la reunión se llevaría a cabo, tomo una gran bocanada de aire antes de entrar, los guardias abrieron las puertas solo para ella, fingió una sonrisa ante todos los hombres, aunque antes de hablar le sorprendió que hubiera alguien nuevo ahí.

—Llegas tarde Bellic— Dijo uno de los hombres

—Lo sé — respondió ella sin darle mucha importancia—, pero llegue ¿no?

—Típico de mujeres, ser tan impuntuales — replico otro

—Cuidado con lo que dices, no arruines mi buen humor

—Basta, basta, llevemos la reunión en paz, es para darle la bienvenida a un nuevo integrante— menciono el más anciano de todos—, su nombre es Frederick, será el nuevo espía

Lana poso sus ojos en el mencionado que se puso de pie acomodando su saco, sonrió, pero los ojos del hombre de inmediato se posaron en ella, no iba a negar que era un hombre guapo, joven, de cabello rubio peinado elegantemente hacia atrás, labios carnosos, ojos tan azules como el mar, irradiaba una gran masculinidad, asi como imponencia, para alguien que se veía más joven que ella, todo eso lo pensaba Lana que le miraba de arriba abajo.

—Trabajara contigo, Bellic— le dijo el anciano.

—¿Por qué? — pregunto sorprendida

—Tu abuelo nos lo pidió, piensa que necesitas alguien que te ayude a lidiar con los negocios.

—Si es orden de él, no me queda mas que aceptarla ¿no? — alzo los hombros restando importancia—

—También quiere que reconsideres la oferta que te hizo mi hijo— comento otro de ellos.

—Prefiero lanzarme de un puente que casarme con tu hijo— respondió tajante

Frederick no pudo evitar dejar salir una ligera risa ante el comentario de la fémina, atrajo otra vez su atención, no había nada que la hiciera enojar mas que eso, odiaba que quisieran casarla y ponerla a parir hasta conseguir un “heredero”, nadie sabia que ella era prácticamente incapaz de engendrar hijos debido a la herida que Hiro le provoco en su vientre.

—Entonces ¿hay algo más? — pregunto ya harta de la junta.

—Tus hermanos están por graduarse, esperan que luego de eso los consideres para trabajar en los negocios de la familia.

—No son mis hermanos — respondió apretando los puños—, pago su educación por mera cordialidad, cuando finalmente salgan de ahí, ya vere que hacer con ellos

—No seas tan cruel, Lana— el mas anciano, era de todos el que más amable se comportaba con ella, solo por eso lo escuchaba—. Ellos ya pagaron sus pecados, aunque lo niegues, son tu familia y tu padre no estaría contento al ver como los tratas, sabemos que el pasado aun te persigue, pero él ya esta muerto, te vengaste, ellos no jalaron el gatillo.

—Salgan todos— Ordeno ella—, esta platica no les concierne a ustedes. Quiero hablar sola con el señor Lee.

—Háganlo— replico el señor Lee.

Todos se pusieron de pie para darles privacidad, Lana se cambio de sitio para quedar frente al anciano, quien ya no caminaba, se desplazaba en silla de ruedas desde hace unos años, decían que de joven era alguien muy temido, eso alimentaba el inmenso respeto que tenia en la actualidad, era tanto que incluso ella se lo otorgaba, tanto por su legado como por la manera en que él la recibió en el gremio, la veía como una mujer poderosa y con todo lo necesario para ser líder.

—No se que hacer — se volvió vulnerable—, se que ellos no tienen culpa, pero me es muy difícil verlos y no recordar.

—¿Aun después de diez años? —pregunto él a lo que ella asintió.

—A veces creo que jamás podré superarlo— admitió con pesar

—El primer amor tarda mucho en sanar, pero tienes que dejarlo ir, mi florecilla— le dijo con cierto tono paternal—, tu abuelo y yo esperamos que puedas tomar el siguiente paso, es difícil y quisiéramos no tener que ponerte en esta posición, pero es lo necesario y lo sabes mejor que nadie.

—No se si aun puedo tener hijos — confeso—, lo intente antes, nadie lo supo, con el hijo de Rivers, pero no lo logramos.

—Entre mas lo busques, menos llegara— la chica tomo las manos del anciano—, serás madre estoy seguro, asi como sé que volverás a amar, tu abuelo te dijo que no podemos darnos el lujo de amar en este negocio, se equivoca, podemos amar, aunque eso implique sufrir por amor.

—Me da miedo…

—No tengas miedo, mi florecilla, es algo que finalmente nos hace humanos, sentir y sufrir por amor, que aburrida la vida si no sufrimos por amor al menos una vez — comento sonriéndole.

—Gracias por los consejos, le prometo que no lo decepcionare.

—Jamás lo haces, eres como una hija para mi — le confeso el hombre—, ahora, sigue trabajando como siempre y apóyate en Frederick.

—Ese hombre ¿es de fiar?

—Lo es, pertenece a mi familia, es uno de mis sobrinos, hijo de mi hermana, yo mismo se lo recomendé a tu abuelo

—Entonces confiare en él asi como confió en usted señor Lee.

Lana se puso de pie, beso la mejilla del hombre y salió del salón, afuera estaban los demás ancianos, eran como una especie de comité que monitoreaba los movimientos de los lideres de las familias dentro de la mafia, compuesta por ex lideres que se encargaban de mantener los negocios y la paz fluyendo entre todos.

—Gracias por la productiva reunión

Dicho esto, ella se encamino a la salida seguida por sus guardias y su nuevo compañero que caminaba detrás de ella en silencio, tenia la mirada clavada en el perfecto cuerpo de la mujer para la que ahora trabajaba.

—Confió en que harás un buen trabajo — inicio ella a la par que un guardia le pasaba un folder con importante información.

—La verdad . . . estoy donde siempre quise estar ¿Creíste que le pediría a mi tío ser un consejero de la mafia sin razón? . . . Me parece que te dormiste en tus laureles; Lana. —Ese hombre desconocido aun pronunció el verdadero nombre de la fémina, en vez del alias que era conocida. —Vengo de parte de una organización más poderosa que la tuya y de los gobiernos. Nuestro objetivo eres tú. —

Comentó para suspirar un poco como si no tuviera temor alguno de que podía morir.

—Verás, me necesitas. Te matarán, quieras o no. Estos guardias no sirven para nada; morirán junto a ti. A menos que yo les convenza de que siendo tu consejero pueda llevarte al poder bajo nuestros parámetros . . . —

Ante esas palabras giro sobre sus pies para observar, al contrario, con una expresión que contenía sorpresa y algo de burla porque no creía del todo lo que decía.

—No sé si reírme o creerte, niño— respondió ella.

—Mi objetivo eres tú, te hemos vigilado mucho, sabemos todo de ti.

—Ah, hiciste bien tu tarea entonces, déjame aplaudirte eso — aplaudía al mayor sin inmutarse mucho—. Dios, ¿Sabes cuántas veces he escuchado eso? Bien, su objetivo soy yo, espero haber salido bonita en las fotos de sus muy discretos espías—Respondió y se mordió el labio antes de hablar otra vez—. Yo necesito muchas cosas, un consejero es una de las principales ¿Por qué debería confiar en ti? Acabas de decir que vienes de una organización que me quiere muerta.

—Porque yo no te quiero muerta, al contrario, quiero ver que domines todo, es hora de que una mujer tome las riendas de este juego ¿Por qué no habrías de hacerlo tu? Mi tío siempre te ha creído muy capaz, yo solo ayudo a que eso se haga realidad siendo tu consejero.

—Realmente dudo que ese sea el único motivo — confeso ella.

—Cuando mi tío muera, su lugar lo tomare yo, él no tuvo hijos y yo he gozado de su aprecio, asi que, para mi es mejor unirme a la mejor de este negocio— el hombre se mantuvo sereno en todo momento.

—Hare de cuenta que te creo — finalizo con algo de molestia retomando el camino a su auto.

Frederick no cambio su actitud serena, en vez de eso volvió a seguirla de cerca, ella iba revisando los documentos que venían en el folder que jamás soltó, aunque no ponía mucha atención en su contenido, una vez dentro del auto volvió a llevar su vista al hombre que se sentó a su lado.

—Por cierto, gran investigador ¿Qué edad tienes?

—Veinte — respondió él

—¿Y quieres que crea la m****a que dijiste antes? — dijo echándose a reír.

—Puedes decidir creerme o no, pero todo lo que dije es verdad— fue entonces que esos profundos ojos azules se posaron en ella—, yo te protegeré.

—Primero protégete tú mismo.

Por un momento, Lana sintió que su cuerpo temblaba bajo su ropa tan solo con el mirar de ese chico, era como una especie de nerviosismo que no había sentido en años ¿Y un crio lo provocaba? Que gran tontería, pensó, tenía ocho años más que él, ya era una gran diferencia.

No podía dejar de pensar que ese niño iba a causarle muchos problemas.

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