— Bueno... primero que nada, agradezco de que estén ustedes reunidos el día de hoy... — habla Brandon observando que entre los tres candidatos a elegir uno era rubio, podía sentir la sonrisa de Bill y eso le molestaba.
Álvaro no dejaba de ver al rubio y es que el castaño juraba que el rubio se parecía mucho a Jack.
— Pero me temo que ya les anunciamos de que ya hemos decidido quién será el candidato para este puesto... — suspira antes de sacar la carpeta con el currículo del elegido quien lo eligió Álvaro. — Zack Deilen, por favor dar un paso al frente y los demás se restiran — el rubio da un paso adelante y a Bill se le borra la sonrisa, a Brandon le entran las ganas de matar a un teñido y a Álvaro solo observaba al chico.
— Espere afuera — dice Álvaro, el chico sale y cierra la puerta, en cuando a los primos Duncan dentro de la oficina dos miraban con seriedad a Bill.
— Lo primero que te digo, es lo primero que haces… ¡Estas idiota! — Álvaro sentando en su silla, esperaba que Brandon dijera todo lo que tenía que decir a Bill y al parecer no eran pocas cosas.
— No tengo la culpa, ¿viste su currículo? Está bien redactado, es perfecto, encima lo eligió Álvarito no yo — se defiende, siguen peleando y Álvaro se levanta.
— Pueden retirarse, no tengo más tiempo para buscar otro secretario — ambos se miran y se retiran, el chico vuelve a entrar y Álvaro lo analiza con más determinación.
— ¿Te lamió una vaca? — pregunta de la nada, el rubio traga saliva — ¿Y esa ropa? — se acerca observándolo de cerca — Claro, si es de mi colección… pasada de moda, esto no es tu estilo — se aleja, toma unas cosas — Acércate, Deilen.
El chico se sentía un poco ofendido pero se acercó, porque de verdad necesitaba el trabajo.
— En esta laptop están todos los archivos, en esta Tablet mis horarios y cronograma de la semana y en este teléfono, mi número, contactos de ciertos clientes importantes y de los accionistas de la empresa — le entre todo y este intenta que nada de los artefactos se caigan. — Quédate ahí… Jonhy, será mejor que revises todos los departamentos y tiendas en toda la ciudad, no quiero volver a ver mi ropa pasada de moda en tiendas de segunda mano, ah y prepara un guardarropa de la colección más reciente para mi nuevo secretario que mide 1.65, talla M, rubio, ojos azules, piel dorada y cuerpo de complexión delgado.
— Sí, señor Álvaro — dice el hombre desde el otro lado del teléfono.
— A partir de mañana usara el guardarropa que yo mandare a tu dormitorio y hazle un favor al mundo y péinate con el cabello hacia atrás, en mi empresa no existe niños, solo hombres, así que pórtate como uno y deja la timidez bajo la cama, ahora puedes irte — asiente y se va con los vellos de punta, su jefe era todo lo contrario a lo que tenía en su mente.
(…)
Álvaro sale de su oficina y mira al chico quien juraba que se parecía a Jack, pero era todo lo contrario.
“Se parecen” dijo en su mente dudando “Claro que no”.
— Cancela todas mis reuniones del almuerzo hasta la 4 de la tarde — dijo y el rubio empezó a trabajar enseguida apenas el pelinegro se alejó del su escritorio.
El pelinegro observo la hora en su reloj mientras suspiraba, su abuela le había sucedido la grandísima idea de mandarlo a una cita a ciega con una completa desconocida y no era la primera vez que iba a una cita, cuando su abuelo aún estaba vivo, lo mandaba a muchas citas pero claro, todas las chicas eran bonitas pero sin cerebros.
Bajó al subterráneo, saco sus llaves y se subió a su camioneta, una Toyota de último modelo, condujo al sitio donde tendría la cita a ciega y no le quedaba lejos, se estacionó y se puso a pensar en una buena excusa para arruinar su cita.
Una vez sentada dentro del restaurant con vista a las montañas de la ciudad vi sentarse frente a él una rubia de cuerpo formado, su piel pálida sin maquillaje y un natural sonrojo juntos a unos grandes ojos verdes lo encantaron en seguida, solo esperaba lo que saliera de la boca de la chica.
— Un gusto, Elena Hamilton — dice poniendo su mano frente al hombre, Álvaro sin dudar la tomo sintiendo su piel suave.
— Álvaro Duncan — dice con seriedad.
Un mesero se acerca a la mesa.
— ¿Desean algo de comer? — la chica leía el menú al igual que Álvaro.
— A mí me das un bistec encebollado con ensalada de papa y la mejor botella de vino blanco… ah, ¿te importa si pido vino? — Álvaro niega, total no bebería porque está conduciendo.
— Y a mí me das una pasta carbonada y agua — dice sin más, el mesero asiente y se lleva los menús — Seré directo, no pienso casarme en un buen tiempo, no estoy interesando nada de eso…
— Ni se preocupe por eso, no eres el único al que le piden que vaya a una cita a ciega porque no quieren que sea soltera ante de los 30 — el mesero llega y dejas unas cosas y se va — Encima de eso, si te pones a pensar, nuestros parientes quieren unir empresas y poderes, ¿no crees? — Álvaro la mira procesando un poco hasta que cae cuenta en su apellido.
— Hija de Cristian Hamilton de la cadena hostelera Hamilton, no sé por qué no me lo imagine — sonríe por primera vez en todo el rato que estaban sentados.
— Tienes buena memoria, por cierto, mis más sentidos pésames por su abuelo — dice educadamente, llega el mesero y consigo los platos y la botella de vino, le sirve a la rubia y se retira — Duncan, conocidos por sus vinos y su línea de ropa, claramente uno de los mejores del país aparte de sus bufetes de abogados, claro que estos no se quedan atrás.
Sonríe con gracia, prueba su pasta y la observa comer, su cabello en una coleta larga, podía jurar que le llegaba a sus caderas anchas, se preguntaba cómo sería tenerla en su cama.
Luego de terminar de comer y pagar cuenta, ambos se miran.
— Te propongo algo, si quieres que nuestros parientes nos manden cada vez a una cita a ciega donde claramente serán desastrosas con personas que no tienen cerebros, que tal seguir viéndonos para que dejen de insistir por cierto tiempo, ¿te parece? — aquella propuesta que le daba la rubia le parecía más que tentadora.
— Tenemos un trato, Elena — ella asiente y se levantan.
(…)
Álvaro regresa a la empresa a las 4 de la tarde, entra a su oficina y se sienta a revisar la nueva colección de primavera, se encontraban en pleno mes de abril y tenía que tener la mejor colección del mercado si quería ser más reconocido en el mundo, las horas pasaron y se levantó apagando todo, tomo su saco y salió de su oficina, ahí todavía se encontraba el rubio.
— Ya te puedes ir… firmaste el contrasto que te dio Smith, ¿No?
— Sí, señor — asiente y camina al elevador, escucha lo pasos del menor y entran juntos, el elevador llega al primer piso y ambos se bajan de este, el hombre de seguridad le dijo algo de unos trajes que faltó entregar.
— Espera ahí, Deilen — el rubio se detuvo y miró a su jefe quien traía tres bolsas de trajes — Ten, mañana usa uno de estos y procura venir mejor que hoy, no quiero despedirte sin estar al menos una semana aquí — sonríe con sarcasmo y se va dejando al chico procesando la oración del hombre.
Al día después el rubio había llegado temprano, vestido y arreglado como se lo ordenó su jefe, Bill apareció por ahí y lo saludo.
— No te olvides del café, le gusta dulce — dice y se va, Zack asiente y se va a la pequeña cafetería del lugar y le preparó un café dulce a Álvaro.
El pelinegro entró a su oficina y no vio al rubio, suspira y sale viéndolo en sentado en su escritorio.
— A mi oficina, necesito el cronograma de hoy — entra y el chico lo sigue, el mayor se sienta y empieza revisar una nueva carpeta llena de diseños hechas por unos de sus diseñadores más destacados, mientras escuchaba hablar a Zack, tomo el café de la mesa y lo bebió para luego escupirlo a un lado.
— ¡¿Qué m****a le echaste a esto?! — gritó en pregunta, el menor traga saliva.
— Azúcar, señor…
Se levantó y se le acercó.
— ¿Azúcar? — volvió a preguntar y el menor asiente — Odio las cosas dulces, Deilen, ¿Quién te dijo que me gusta las cosa dulces? Me repugnan las cosa dulces, al igual que otra ciertas cosas — susurró en su oído.
— El vicepresidente me dijo que…
Lo interrumpe.
— Bill… no te muevas de aquí — salió de la oficina y caminó a la oficina del teñido, al no ver a nadie en el escritora de secretario, abrió con brusquedad la puerta viendo como Bill era cogido por su secretario, el cual era un coreano más alto y formado que el teñido, ambos se separan el asiático sale de la oficina.
— Primo…
— Que sea la última vez que le diga algo a mi secretario porque te demando aunque tengas mi sangre — cierra la puerta y regresa a su oficina — arregla una cita para el viernes de la semana que viene con la señorita Elena Hamilton — dice y Zack escribe en su Tablet — Puedes retirarte.
Zack había despertado esa mañana sintiendo una presión en su pecho, su corazón estaba acelerado, a lo mejor era por algo que nunca había sentido. Era un sueño o una pesadilla que quizás pudo haberlo sobresaltado de golpe. Se levantó de la cama y se dirigió al baño, miró sus ojos a través del reflejo del espejo y notó eso. Estaba pálido, un poco sudado y asustado.Se metió a la ducha después de haberse desvestido y el agua de la ducha mojó todo su cuerpo, sintió ese escalofrío recorrer su cuerpo. Era como si un ser intentara entrar por el baño y tocarlo con las puntas de los dedos poniendo éstas sobre su espalda. Zack puso sus manos sobre la pared mientras el agua de la ducha caía sobre su cabeza, mojando ahora su cabeza y rostro. Miraba hacia abajo, con cierta incredulidad el agua que caía, su reflejo apenas se ve&iacut
El chico sale de la oficina dejando al pelinegro solo, este suspira y prende la pantalla de su computadora observando la foto del fallecido de Jack dándole a entender que ambos chicos no tienen ningún parecido dejándole en claro al hombre que ni se parecen ni se parecerán, ambos tienen personalidades y gustos muy diferente.Cuando Zack había llegado al día después Álvaro pudo darse cuenta que el niño siguió la orden de ponerse la ropa que le había hecho llegar a su dormitorio el primer día. Y han pasado tres día y al parecer le llevaba el ritmo al pelinegro pero eso no quita una que otras pequeñas fallas que ha notado pero no dice.Por la puerta entra un castaño algo enojado, cierra la puerta y lanza una tarjeta de invitación, Álvaro mira a su primo y mira la tarjeta encontrando el nombre de su prima y el duque.— Pensé que no se ca
— ¿Todo anda bien, Zack? —preguntó con algo de preocupación Mac.—Si... eso creo... —se rascaba sus cabellos nerviosamente.— ¿El jefe Álvaro te pidió hacer algo más? —revisó y procedió a ayudarlo.—Bueno,... es que no sé qué debo hacer aquí... —señaló la impresora.—Oh...—notó que la impresora andaba desconectada. —Descuida, puedo ayudarte. —se acercó y procedió a conectar el cable en el enchufe. —Ahora... presionas estos botones y cuando el jefe Álvaro te pida alguna impresión, ya sabrás que botones apretar, ¿entendiste? —lo miró con una sonrisa.—Sí, ahora entiendo. —sonrió.Durante el resto de la jornada, Zack había aprendido a buen ritmo y gracias a su agilidad y memoria
Álvaro mira fuera de su oficina y cierra la puerta viendo a Brandon que lo mira sin entender su comportamiento, se sientan a la vez y el castaño espera a que su primo hable.— Ese chico… ese secretario fastidioso, me tiene harto, no puedo tener encuentros en mi oficina porque interrumpe a cada momento es como si supiera quien me está dando una mamada y quien no, Brandon, no lo soporto — el castaño nunca había visto esa faceta tan desesperada de su primo.— Oh my God, no sabía que fuera así de entrometido… pero aja ¿Por qué me lo dices? — Álvaro rueda los ojos.— Porque ayer vino una mujer que ambos conocemos muy bien y hoy vino el chico este que me dio la mamada la otra vez que entraste, bueno ese y el rubio entró junto cuando estaba por acabar en la boca del chico — su primo asiente sabiendo lo sucio que es su primo pelinegro.&m
Ya había amanecido y la tormenta de nieve ya se había detenido, Zack aún continuaba dormido sobre el sofá, todavía se encontraba dentro de la oficina de su jefe. Cuando el menor por fin despertó, miró a su alrededor y notó que Álvaro estaba dormido sobre el sofá. Su curiosidad le hizo querer levantarse en absoluto silencio y ver a su jefe todavía dormido. Se le puso a unos centímetros, y mirando con detenimiento, contempló con más claridad el rostro del mayor.Sintiendo fascinación, curiosidad y miedo a la vez. Algo que ningún otro ser humano le había causado antes. No sabía si acercarse más para contemplar más su rostro, que parecía atraerlo de cierta forma hacia él. Pero Zack, no estaba tomando ni la más mínima prudencia, y escuchó como un pequeño pero audible sonido provocó el despertar en
Abril del 2029.Alemania, Berlín.Hotel “Ojo de Ruby” 10:10 a.m.— ¿Nombre?— Álvaro Duncan — la joven mujer revisa y busca el nombre del hombre en su computadora mientras que el pelinegro de ojos mieles mira por el ventanal del edificio el cielo azul en esa mañana de verano, por la puerta de aquel gran hotel entraba una pareja tomándose del brazos, se veían muy felices.— ¿Nombre? — pregunta otra mujer a la pareja que recién ingresaban al lugar.— Zack Deilen — dice el rubio mientras le sonreía a su pareja quien le hablaba de algo, el pelinegro voltea a mirar al joven hombre apenas escuchó decir su propio nombre.Aquí se detiene la línea del tiempo, Álvaro aun observa al rubio pero este no se ha dado cuenta de
En aquel recóndito pasillo, un joven estaba siendo humillado por un grupo de estudiantes pertenecientes a una clase superior a la suya. Lograron su cometido de dejarlo completamente lastimado. Sus golpizas lo dejaron por unos segundos en el piso. Él empezó a gritar pidiéndoles que pararan, que dejaran de golpearlo. No solo les fue suficiente con burlarse de su apariencia, sino que también de su manera de vestir. Se rieron de todo su ser.Era poco lo que aquel joven de estatura promedio y de calificaciones excelentes — y podría decirse que envidiables — podría hacer para evitar que lo siguieran molestando. Este joven de veintiún años ya deseaba ser libre. Estaba a poco de terminar sus estudios.Aquella pero deseada libertad era sumamente grande y quería descubrir si se sentía listo para completar y lograr cualquier tipo de desafío.Uno de ellos, precisamente ya le esta
— Álvaro Duncan, queda arrestado por el asesinato de Jack Rucca — habló con firmeza un hombre moreno mostrando su placa indicándole que es policía mientras otros dos policías lo tomaban y lo esposaban para llevarlo a la comisaria para interrogarlo, el pelinegro no sabía lo que pasaba, no había sabido nada de Jack desde hace un mes y que de pronto llegara la policía a arrestarlo por cometer una escena del crimen que no había cometido se le hacía injusto sabiendo que estaba más que limpio.No habló en ningún momento en todo el camino a la comisaria, solo esperaba qué aquello no ensuciara su nombre ni su marca en la industria de la moda en donde empezaba a notarse entre todos los diseñadores de marcas prestigiosas.— Quítense, no saben con quién se están metiendo, imbéciles — dice un hombre intentando pasar por