Unos pasos apresurados se escuchaban por el pasillo de aquella empresa de moda, los empleados miraban con curiosidad al hombre castaño que pasaba por ahí, empezaron a murmurar entre todos el por qué Brandon Duncan estaba enojado, hasta que vieron que abrió la puerta de la oficina del jefe.
— ¡Te acostaste con mi hermana! — gritó haciendo que todos en el pasillo escucharan la acusación de Brandon hacia Álvaro, lo que Brandon le decía a Álvaro era un chisme jugoso para los empleados del lugar.
— Cierra la puerta antes de que yo suelte una verdad y toda la empresa sepa de esto hasta que llegue a oídos de tu padre, Brandon — el castaño suspira y entra cerrando la puerta pero no se había dado cuenta que había un tercero en la oficina de su primo.
— Cuanto tiempo, Bombón — Brandon al escucharlo lo miró asqueado.
— ¿Qué haces aquí, Bill? Se supone que debería estar en Italia o algún lugar de Europa o fuera de nuestras vidas, tal vez, ¿no crees? — el rubio chico se ríe con cierta ganas.
— Yo también te extrañe, querido primo — Brandon mira a Álvaro buscando una explicación del por qué Bill se encontraba ahí. — No lo mires así, Bombón, Álvarito tampoco sabe por qué estoy aquí, así que toma asiento.
Brandon se sienta un poco alejado de Bill pero frente al escritorio de Álvaro, el pelinegro no aparta la vista del teñido de Bill esperando que diga lo que sea que tenga que decir.
— Me dieron el puesto de vicepresidente de esta empresa — ambos asiente ante la oración de su primo con total calma hasta que captaron el significado de sus palabras las cuales significaban peligro y bancarrota.
— ¡Espera un momento, no tienes autorización en esta empresa, Bill Duncan! — grita Brandon levantándose del asiento y apuntando con el dedo, el teñido se encoje de hombros.
— Abuelo Duncan me nombró como tal, es su palabra contra la tuya, Bombón — Álvaro se levanta y le da la espalda a ambos hombres.
— ¿Cuándo pasó eso? — se ríe Brandon preguntando.
— Cuando estaban en la semana de la moda, si quieres lo llamo para que te confirme, eh — sonríe sarcástico.
— El abuelo está muerto.
Tanto Bill como Brandon se voltearon a ver a Álvaro que aún le daba la espalda.
— ¡¿Qué?! — preguntan ambos sin creerse aún la noticia.
— Digamos que la noticia de que mataron a Samuel Duncan no le cayó nada bien — se voltea ahora mirando a Bill quien era el hijo de Samuel.
— Pero si estaba desaparecido hace 3 meses, ¿Cómo es posible que asesinaran a mi padre? — Álvaro no sabía cómo responderle aquella pregunta.
— Se murió la cabeza de los Duncan, se muere en un accidente el tercer Duncan y asesinaron al segundo Duncan, ahora solo queda mi tío y nosotros tres, ¿Quién es el siguiente? — resumen Bill, se ríe levantándose de su asiento, Álvaro y Brandon lo miran raro. — ¿No es grandioso saber que hay un asesino en nuestra familia? — pregunta.
— No digas idioteces, Bill — habla una mujer entrando a la oficina.
— Abuela… — dice Brandon sin ganas.
— Ah, ¿Aun sigues viniendo? — pregunta la mujer. — ¿Y tú?, ¿No se suponía que tenías que estar en Italia? — pregunta esta vez a Bill.
— Que bueno verla por aquí, abuela, ¿Desea algo? — Álvaro interviene, ella niega sonriéndole.
— Nada, mi tesoro, solo vine a decirle que el abogado vendrá dentro de un momento a decir lo del testamento que dejó su difunto abuelo, nos vemos en la sala de reuniones — avisa y se va.
— Es una maldita bruja… — exclama sin miedo Brandon.
— Estoy contigo, Bombón, solo porque Álvarito si sigue sus reglas no tiene el derecho de tratarnos como bastardos — Bill toma su sombrero y se lo pone — Bien, los veo en la reunión.
Se va y ambos se sientan.
— Esa mujer está loca, el abuelo no lleva ni 24 horas muerto y ya se va por la herencia — niega — ¿Estás de acuerdo con que Bill sea el vicepresidente? Yo como tu accionista digo no.
— Como lo dijo, es tu palabra contra la del abuelo aunque se muriera esta mañana — se levanta y toma su saco — Vamos, no quieras esperar a la reina de Rusia, eh — Brandon se ríe con sarcasmo mientras le sigue.
(…)
Brandon y Bill se miran cuando el abogado Guillermo Duncan, hermano de su difunto abuelo termina de hablar guardando el testamento en su maletín.
— Guillermo… ¡No me puedes hacer esto, estos dos no se merecen nada, absolutamente nada! — grita enojada la mujer.
— Mamá, cálmate…
— ¡Tu querido Brandon es un bastardo, Antonio, no lo acepto, y tú, tú también lo eres, Bill! — se levanta y se va.
— Total, ni la quería como abuela a esa loca — se encoje de hombros el teñido, Brandon se ríe sin mostrarse herido.
— Bueno muchachos, ya saben que hacer, y espero que no echen a perder nada de lo que mi hermano logró con tanto esfuerzo estos 50 años, confío en ustedes — se levanta el hombre mayor — Brandon, ven conmigo.
— Ok, tío Memo — el viejo se ríe mientras Brandon se levanta y se va con el hombre, Antonio se levanta y mira a Bill.
— Yo ya no tengo nada que hacer aquí, todo esto es de la nueva generación de Duncan. Mis más sentido pésame, Bill, sé que mi hermano Samuel fue un padre ausente pero hizo lo que pudo — Bill asiente antes la palabras de su tío, se retira dejando a ambos hombres.
— Entonces… no te opondrás a que sea el vicepresidente de tu empresa de moda, ni que el abuelo me dejó un 30 por ciento de ella, ni que me dejó la casa de la colina de la capital, ni las tres villas de vino de la familia, ¿Verdad? — Álvaro rueda sus ojos y se levanta para irse pero se detiene sin voltearse.
— Me urge un secretario… Habla con Brandon y no la cagues.
— ¿Qué pasó con Jack?
— Era un bueno para nada que no supo sobrevivir en este mundo de la moda ni menos en el mundo de afuera — con esa oración dio a entender a Bill que Jack Rucca estaba muerto.
(…)
— Estas loco, de verdad que lo estás, como me pones a trabajar con Bill para buscarte un secretario, ¿Eh?
— No permitas que Bill encuentre un segundo Jack, eso es todo, puedes irte — Brandon niega y se va cerrando la puerta de un portazo.
Álvaro se acomoda en el sofá de la casa que tiene fuera de la ciudad mientras Luna se le acerca ronroneando por atención, su gata de raza siameses le trae tranquilidad y paz, la acaricia mientras piensa en la pregunta que había hecho Bill, será que hay un asesino capaz de matar a los Duncan’s o simplemente son idioteces.
No sabía si creer en esa posibilidad o no.
(…)
— Nada de rubios, ojos azules, ni tontos, sin experiencias elabórales, ni títulos ni torpes, Bill, buscamos un secretario capacitado, que lleve el ritmo o lo intente de Álvaro, que pueda durar al menos un año y no se vaya por el primer vaso que le tire porque no sabe hacer las cosas bien, ¿Entiendes lo que es buscar un secretario que también haga el papel de asistente personal de Álvaro, no?
El teñido rueda los ojos por todo el discurso de media hora que le está dando Brandon.
— Tranquilo, Bombón, tú los veras y decides y de ahí lo mandas a donde Smith para que le haga el contrato y empiece a trabajar, ¿Va? — asiente no muy convencido de las elecciones que vaya a tomar Bill — Ya puse el anuncio en varios lugares, solo hay que esperar los currículos y pues ahí tú ves, yo solo daré información.
— Nada de rubios, Bill.
Se va y suspira algo estresado.
— Nada de rubios, Bill, claro, ahora es racista, Dios.
Por la entrada de aquel lugar entraba un chico joven, no muy arreglado, sobresalía en lugar ya por su ropa, ya que todos ahí en la recepción estaban vestidos elegantes.
— Seria perfecto…pero es rubio y no a la moda… pero no se puede juzgar a un libro por su portada — se le acercó al chico — Hola…
— Hola… vengo por el trabajo de secretario… — Bill lo mira de arriba abajo y suspiro sin que lo viera el chico que aún no salía de su asombro y duda.
— Aquí tienes una tarjeta con mi número y e-mail, tienes que m****r tu currículo a ese e-mail y si eres seleccionado te llamaremos… suerte, chico. — se va y vuelve a suspirar — Solo espero que Brandon no me mande a pudrir en la cárcel.
(…)
Brandon no dejaba de mirar a Bill mientras revisaba 10 currículos enviados al e-mail del teñido mientras este tragaba cada vez que el castaño lo miraba por encima de la laptop en la sala de reuniones ese viernes por la tardes.
— Bien, llama a esto tres candidatos y espero que se vistan bien y de acuerdo a nuestras reglas, no queremos que Álvaro nos mate, ¿Verdad, Bombón? — se va y Bill respira, lo malo ahí estaba que ninguno de los tres currículos elegidos por Brandon tenían fotos.
— Se busca secretario personal... ¿eso existe? — miró bien el afiche donde indicaba el tipo de empleado que la compañía necesitaba. — De seguro querrá uno de inmediato. — dijo y miró los números de teléfono, los anotó en su cuaderno y procedió a explorar la empresa.En la universidad habían anunciado que les darían un mes de vacaciones a todos. A Jorge le pareció lo mejor de lo mejor, pero a Zack no le gustó del todo ya que, debía de entregar aún las últimas tareas que su profesor le había asignado. Claro, el trato entre este profesor y él era como el de un padre a un hijo. El profesor le dijo que con toda la tranquilidad del mundo le recibiría los trabajos antes del próximo fin de semana.Así fue, Zack le prometió a su profesor entregarle las últim
— Bueno... primero que nada, agradezco de que estén ustedes reunidos el día de hoy... — habla Brandon observando que entre los tres candidatos a elegir uno era rubio, podía sentir la sonrisa de Bill y eso le molestaba.Álvaro no dejaba de ver al rubio y es que el castaño juraba que el rubio se parecía mucho a Jack.— Pero me temo que ya les anunciamos de que ya hemos decidido quién será el candidato para este puesto... — suspira antes de sacar la carpeta con el currículo del elegido quien lo eligió Álvaro. — Zack Deilen, por favor dar un paso al frente y los demás se restiran — el rubio da un paso adelante y a Bill se le borra la sonrisa, a Brandon le entran las ganas de matar a un teñido y a Álvaro solo observaba al chico.— Espere afuera — dice Álvaro, el chico sale y cierra la puerta, en cuando a
Zack había despertado esa mañana sintiendo una presión en su pecho, su corazón estaba acelerado, a lo mejor era por algo que nunca había sentido. Era un sueño o una pesadilla que quizás pudo haberlo sobresaltado de golpe. Se levantó de la cama y se dirigió al baño, miró sus ojos a través del reflejo del espejo y notó eso. Estaba pálido, un poco sudado y asustado.Se metió a la ducha después de haberse desvestido y el agua de la ducha mojó todo su cuerpo, sintió ese escalofrío recorrer su cuerpo. Era como si un ser intentara entrar por el baño y tocarlo con las puntas de los dedos poniendo éstas sobre su espalda. Zack puso sus manos sobre la pared mientras el agua de la ducha caía sobre su cabeza, mojando ahora su cabeza y rostro. Miraba hacia abajo, con cierta incredulidad el agua que caía, su reflejo apenas se ve&iacut
El chico sale de la oficina dejando al pelinegro solo, este suspira y prende la pantalla de su computadora observando la foto del fallecido de Jack dándole a entender que ambos chicos no tienen ningún parecido dejándole en claro al hombre que ni se parecen ni se parecerán, ambos tienen personalidades y gustos muy diferente.Cuando Zack había llegado al día después Álvaro pudo darse cuenta que el niño siguió la orden de ponerse la ropa que le había hecho llegar a su dormitorio el primer día. Y han pasado tres día y al parecer le llevaba el ritmo al pelinegro pero eso no quita una que otras pequeñas fallas que ha notado pero no dice.Por la puerta entra un castaño algo enojado, cierra la puerta y lanza una tarjeta de invitación, Álvaro mira a su primo y mira la tarjeta encontrando el nombre de su prima y el duque.— Pensé que no se ca
— ¿Todo anda bien, Zack? —preguntó con algo de preocupación Mac.—Si... eso creo... —se rascaba sus cabellos nerviosamente.— ¿El jefe Álvaro te pidió hacer algo más? —revisó y procedió a ayudarlo.—Bueno,... es que no sé qué debo hacer aquí... —señaló la impresora.—Oh...—notó que la impresora andaba desconectada. —Descuida, puedo ayudarte. —se acercó y procedió a conectar el cable en el enchufe. —Ahora... presionas estos botones y cuando el jefe Álvaro te pida alguna impresión, ya sabrás que botones apretar, ¿entendiste? —lo miró con una sonrisa.—Sí, ahora entiendo. —sonrió.Durante el resto de la jornada, Zack había aprendido a buen ritmo y gracias a su agilidad y memoria
Álvaro mira fuera de su oficina y cierra la puerta viendo a Brandon que lo mira sin entender su comportamiento, se sientan a la vez y el castaño espera a que su primo hable.— Ese chico… ese secretario fastidioso, me tiene harto, no puedo tener encuentros en mi oficina porque interrumpe a cada momento es como si supiera quien me está dando una mamada y quien no, Brandon, no lo soporto — el castaño nunca había visto esa faceta tan desesperada de su primo.— Oh my God, no sabía que fuera así de entrometido… pero aja ¿Por qué me lo dices? — Álvaro rueda los ojos.— Porque ayer vino una mujer que ambos conocemos muy bien y hoy vino el chico este que me dio la mamada la otra vez que entraste, bueno ese y el rubio entró junto cuando estaba por acabar en la boca del chico — su primo asiente sabiendo lo sucio que es su primo pelinegro.&m
Ya había amanecido y la tormenta de nieve ya se había detenido, Zack aún continuaba dormido sobre el sofá, todavía se encontraba dentro de la oficina de su jefe. Cuando el menor por fin despertó, miró a su alrededor y notó que Álvaro estaba dormido sobre el sofá. Su curiosidad le hizo querer levantarse en absoluto silencio y ver a su jefe todavía dormido. Se le puso a unos centímetros, y mirando con detenimiento, contempló con más claridad el rostro del mayor.Sintiendo fascinación, curiosidad y miedo a la vez. Algo que ningún otro ser humano le había causado antes. No sabía si acercarse más para contemplar más su rostro, que parecía atraerlo de cierta forma hacia él. Pero Zack, no estaba tomando ni la más mínima prudencia, y escuchó como un pequeño pero audible sonido provocó el despertar en
Abril del 2029.Alemania, Berlín.Hotel “Ojo de Ruby” 10:10 a.m.— ¿Nombre?— Álvaro Duncan — la joven mujer revisa y busca el nombre del hombre en su computadora mientras que el pelinegro de ojos mieles mira por el ventanal del edificio el cielo azul en esa mañana de verano, por la puerta de aquel gran hotel entraba una pareja tomándose del brazos, se veían muy felices.— ¿Nombre? — pregunta otra mujer a la pareja que recién ingresaban al lugar.— Zack Deilen — dice el rubio mientras le sonreía a su pareja quien le hablaba de algo, el pelinegro voltea a mirar al joven hombre apenas escuchó decir su propio nombre.Aquí se detiene la línea del tiempo, Álvaro aun observa al rubio pero este no se ha dado cuenta de