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3. ¿Es justo que me merezca esto?

Había amanecido, y el sol se asomó de forma lenta y precipitosa a la ventana, dándole directo a la cara al joven Zack. Volteó su cara al otro lado y sintió la respiración de su amigo Jorge chocar en su hombro, abrió los ojos de golpe y notó rápidamente que su mejor amigo le estaba abrazando su brazo. ¿Cómo llegó allí hacia su cama y sin despertarlo? Zack lo despertó de forma brusca, y sin notarlo, Jorge puso su pierna sobre su cintura, apegándolo más hacia él.

Aquella acción que su mejor amigo provocó, solo hizo que Zack se moviera menos, considerando que sus labios estaban a unos centímetros cerca, quizás demasiado. Zack ahora estaba empezando a ruborizarse. Debido a que lo que Jorge le hacía era de forma inconsciente, porque obviamente seguía dormido.

 — Ah... — murmuró Zack. — Jorge... me estás... — le movió con la otra mano. —Maldición... — se trató de mover y en eso, Jorge despertó.

— Ah... ¿eh? — murmuró abriendo los ojos y observó a su amigo, a unos centímetros de él. — Esto... lo puedo explicar... — tragó saliva nervioso alejándose y soltando por fin de su amigo.

— Explícalo entonces... — dijo un poco nervioso. — ¿Me violaste mientras estaba dormido o solo estabas abrazándome? — preguntó poniéndose de pie.

— ¿Qué m****a...? — se levantó de la cama y se sacudió un poco. — No te violé por el amor de Dios... solo te abracé porque tuve una pesadilla y me bajé de la cama para ir hasta ti y acurrucarme contigo. — explicó Jorge haciendo contacto visual con Zack.

— ¿Entonces fue solo una pesadilla? — preguntó Zack ahora que su semblante cambió.

— Si, pero no malinterpretes lo del abrazo ¿está bien? — le dio un abrazo.

— Considéralo como algo que sí puedo olvidar. — soltó una leve risita correspondiéndole sin dudar.

— Eso significa que te puedo hacer olvidar todo con una botella de alcohol esta noche, ¿cierto? — susurró en su oído de forma ligeramente seductora para intentar chantajearlo.

— ¿Y desde cuándo...? — Jorge le interrumpió poniendo un dedo sobre sus labios.

— Mira que ya por fin conocerás ese chico de la tienda rusa como prometí, así que... ¿prometes no decir nada sobre lo de que dormimos juntos y lo del alcohol? — lo miró de forma un poco intimidarte.

— Bien, está bien, pero... si tú tampoco dices nada. — dijo tratando de seguirle el juego aún sin entender qué trataba de decir.

Los dos jóvenes adultos sonrieron, y procedieron a vestirse para irse a la primera clase. Tardaron alrededor de unos diez minutos, salieron de la habitación y se fueron directo a la salida del apartamento y se dirigieron a la clase. Todo marchó bien.

La clase inició con normalidad, Zack como siempre sonreía disfrutando de ellas y Jorge, por el otro lado, solo bostezaba, rascaba su cabello o acomodaba sus lentes. Una vez que el profesor de Historia Moderna les dejó, Zack decidió que sería mejor realizarlas en la biblioteca con Jorge mirando solo los libros que leyéndolos.

— Zack, ¿no estarás molesto o sí? — preguntó Jorge mientras agarraba un libro de historia de la estantería y procedía a simular que lo estaba leyendo.

— ¿Molesto? — repitió la pregunta y negó mirándolo con una leve sonrisa. — No, no lo estoy. — dijo y llevó los libros con ayuda de Jorge a una mesa.

— Menos mal, no quería que por ser un poco mano larga me hayas tratado así, ya sabes. —dijo con un poco nervios.

 — Descuida, hice bien en ser tu protector y ya no tendrás más pesadillas, ¿no es así? — sonrió ahora mirándolo a los ojos con un leve rubor cubriendo sus mejillas.

Jorge le dio un leve codazo en su costado a Zack, sonriendo también. Podría darle uno de esos abrazos de los cuales las horas pasarían volando, pero de igual forma, lo disfrutarían.

Cuando ya terminaron a buen tiempo sus deberes. Claro, eso sí con ayuda de la rapidez intelectual de Zack. Jorge decidió llevarlo a la tienda donde vendían ropa de marca rusa. Zack no parecía estar incómodo, más bien disfrutaba de ver y contemplar ropa de marca y con el respectivo nombre de su diseñador. Cuando entraron a la tienda, les dieron la bienvenida y Zack procedió a mirar los zapatos, calcetines, tacones, blusas, camisas, suéteres. Había mucha variedad. Demasiada, para ser exactos.

— Esto es increíble, ¿quién es el diseñador de la mayoría de estas prendas? — preguntó con mucha curiosidad además de estar emocionado.

— El diseñador seguro ha de estar aquí, o de seguro trabaja aquí. — dijo Jorge fingiendo que no conocía la tienda.

Y de esta forma, lo hacía para que su amigo siguiera preguntando con la enorme curiosidad que tenía presente en todo su ser. Pero Zack, más o menos trataba de indagar los motivos de "duda" de su amigo, pero con toda la ingenuidad del mundo, ni sabía a qué se refería.

— Álvaro... Álvaro Duncan. — leyó el nombre en una de las vitrinas donde exhibían el logo de él y sus personales. Dentro de la vitrina se hallaban unos hermosos zapatos elegantes edición juvenil que eran, como una posible coincidencia; de la talla de Zack.

— No me suena su nombre, pero seguro que ya lo conocerás... quién sabe. — sonrió y fue a buscar ropa de dicha marca hecha por Álvaro.

— ¿Cuándo lo conoceré? — siguió mirando las otras prendas.

— Quién sabe, pero veo que hoy no será... una pena, me hubiera gustado verte con él. —murmuró lo último para que Zack no le escuchara.

— ¿Dijiste algo? — preguntó volteando a verlo con cierta confusión.

— Noup, nada. — sonrió terminando de escoger las prendas acordes a la talla de su amigo.

Mientras Jorge escogía y miraba la silueta de Zack notó precisamente el tipo de ropa que su amigo usaría. Las compró y cuando ya finalizó, le tocó el hombro para que se fueran; Zack quería seguir viendo todo, pero ya su amigo había finalizado de hacer las compras.

— Si llegaras a conocer a un famoso diseñador de moda, ¿cómo reaccionarías? — preguntó Jorge yendo con él a un restaurante.

— ¿Por qué lo conocería? ¿No son de viajar mucho? — le pregunta Zack con curiosidad.

— Ah, no lo sé..., si son de viajar mucho o no, seguro es porque ganan un buen sueldo haciendo lo que hacen. — le dio un suave codazo.

— Ya lo creo. Aunque de esta carrera si tendremos esa ventaja de viajar y conocer mundos ocultos, como lo hicieron los arqueólogos, ¿sabes? — sonrió emocionado y miró el restaurante. — ¿A qué hemos venido? Si no es aún... — Jorge le interrumpió.

— Es hora de desayunar, no es la hora de hablar. — le dice poniendo las bolsas a un lado. —Ya deja de hablar de arqueología, luego me cuentas esas historias para dormir. — sonrió pícaro y le dio un puño suave en su mejilla. — Ahora, espérame aquí, voy a comprar algo para desayunar los dos. — dicho esto, se fue a la fila donde ya había decidido que ordenar para empezar el día con un delicioso y nutritivo desayuno.

Jorge regresó con las bandejas de comida y las colocó sobre la mesa y miró a Zack, lo notaba algo distraído. Debido a que empezó a ver con demasiada curiosidad las bolsas donde estaba la ropa que su amigo le compró con el logotipo del diseñador.

— Zack, ¿Acaso vas a estudiar diseño de modas o... diseño gráfico? — preguntó su amigo mientras le acercaba su bandeja para que comenzara a comer.

— Ammm... no me llama la atención. — dijo mientras alejaba sus manos de las bolsas y miraba la comida y luego a su amigo con unos nervios que Jorge notó enseguida. — ¿Me estabas observando...? — su amigo volvió a interrumpirlo.

— Si... te vi mirando la ropa. — suspiró y se llevó a la boca un pedazo de pan.

— L-lo siento...— acercó su mano hacia los cubiertos y comenzó a comer de la ensalada.

— No importa, solo sé... que te noto algo raro, ¿no será que sigues curioso por conocer a ese hombre? —preguntó Jorge con una media sonrisa haciéndose presente en su rostro.

Zack con la comida dentro de su paladar, negó repetidas veces. Sólo eso hacía y Jorge se limitó a reír mientras comenzaba a comer y veía a su amigo algo nervioso y ansioso a la vez.

(...)

Estando ya en la habitación, Zack sacó de las bolsas, las prendas de ropa que su amigo le había comprado y procedió a probárselas. Todas le quedaban bien.

Eso hizo que Jorge aplaudiera alegre porque su amigo se sentía cómodo con dichas prendas. Zack como agradecimiento por eso y por haber ido a comer con su amigo, le dio un gran abrazo. Que, por supuesto, su amigo Jorge correspondió sin dudarlo.

Jorge notaba algo, eso era algo que su amigo por alguna u otra razón, no quería decirle. Pero, esperó pacientemente a que Zack le dijera. Sabía que fastidiarlo y encima, atosigarlo no iba a funcionar. Se ganaría una patada o golpe en el hombro o peor, unos insultos.

Cuando las clases ya terminaron por el día de hoy, Jorge de forma sutil y desprevenida, agarró por el cuello a Zack y sonrió susurrándole lo que tenían pendiente por hacer.

— ¿Qué pasa? — miró a su amigo con esa sonrisa algo aterradora.

— ¿Recuerdas lo que me debías? —sonrió y le mostró una de las botellas de alcohol.

— Ah... s-sí, pero dame un momento Jorge, estoy haciendo el resumen de lo que hemos aprendido en la clase de historia, ¿ya se te olvidó? — le enseña el cuaderno y el párrafo que escribió de la clase.

— Si, y esa clase es aburrida... —le quitó el cuaderno y lo puso en otro sitio.

— Hey, ¿por qué no te esperaste a...? — Jorge procede a interrumpirle nuevamente.

— O nos emborrachamos, o quemo el cuaderno, tú eliges. — dijo con una sonrisa burlona.

— Está bien, pero déjame hacer rápido el resumen. — le hizo una pequeña súplica y Jorge accedió.

Zack aprovechó y fue a buscar su cuaderno para ir terminando el resumen. Y mientras adelantaba los últimos dos párrafos, Jorge buscaba las botellas de alcohol más fuertes que según internet, le ayudarían a olvidar todo por esa noche.

Por fortuna para él y Zack era viernes, y ya iniciaba el fin de semana, por lo que podían emborracharse con todo gusto.

— ¿Ya? — sirvió los vasos y vio a su amigo cerrar su cuaderno.

— Ah... sí, ahora sí. — puso su cuaderno sobre la mesa de noche y procedió a agarrar uno de los vasitos que su amigo puso cerca suyo para empezar a tomar.

— ¿Te sientes cómodo bebiendo, eh? — lo miró pícaramente.

— Está bueno su sabor...— dijo Zack y miró a su amigo. — Oye, quería contarte algo...— comentó un poco avergonzado.

— ¿Ah, sí? — continuó bebiendo. — ¿De qué se trata? — preguntó mientras tomaba otro sorbo.

Mientras bebían y hablaban, Jorge notó que su amigo ya no quería seguir bebiendo. Su semblante cambió, aunque ya cumplieron con dicha expectativa de beber juntos, Zack dejó de beberse el último trago y, le pasó la copa para que Jorge se la terminara de beber. Cosa que, Jorge aceptó sin chistar. Entendiendo que, su querido amigo se estaba por desahogar ante él.

Zack se sintió muy triste cuando le contó a Jorge de que perdió su trabajo. Jorge no quiso ni preguntar el motivo del porqué, pero lo consoló abrazándolo y diciéndole que todo estaría bien. Al final, conseguiría uno aún muchísimo mejor. Se acurrucó en el pecho de Jorge hasta quedarse dormido. Jorge lo cargó como pudo y lo llevó hasta su cama para luego irse a guardar el alcohol y proceder a apagar las luces e irse a dormir.

Jorge sabía que su mejor amigo trabajo conseguiría un buen empleo, por el momento solo debía de tener paciencia, no era el fin del mundo, al final de cuentas; en algún momento alguien lo contrataría, ¿pero quién quisiera contratarlo? Aún no se sabría a detalle.

(...)

A la mañana siguiente, Zack despertó sintiéndose mareado y algo cansado. Comenzó a sentir que le dolía la cabeza. Evidentemente había bebido demasiado, pero no estaba embriagado, pero sí se notaba que estaba cansado porque apenas se podía levantar de la cama. Miró a Jorge y éste se encontraba plácidamente durmiendo.

Apenas si podía ponerse de pie. Se sostuvo del borde de la cama y procedió a levantarse. Le fue difícil pero consiguió caminar hasta la cama de Jorge, y cayó encima de él. Teniendo su cabeza puesta sobre el estómago de su amigo.

Jorge sintió aquel peso encima suyo y se despertó, casi pegaba un grito de miedo. Pero al darse cuenta de que era Zack, lo agarró con todas sus fuerzas y procedió a abrazarlo, y Zack al sentir los brazos de Jorge rodearle el cuello, decidió que seguiría despierto.

— Oye Jorge, ¿puedo preguntarte algo? — preguntó levantando su cabeza y mirando a su amigo con un rubor cubriendo sus mejillas.

— ¿Mmmmm? — lo miró con una pequeña sonrisa. — Adelante, dime. — respondió sin quitar su sonrisa.

— ¿Es justo que me merezca esto? — preguntó sin más.

— ¿El qué? ¿Esas mierdas de las palizas y todo ese rollo? Zack no digas eso, no te mereces esos golpes, te mereces más bien un golpe que diga "Excelente Zack Deilen, felicidades por haber llegado hasta aquí. Has sido el mejor estudiante de nuestra universidad". —  con muchísima felicidad. — Además Zack, eres un cerebrito demasiado inteligente, ¿no ves por qué siempre te busco para que me ayudes con las asignaciones de cálculo? — sonrió mirando a su amigo y abrazándolo fuerte para consolarlo.

Zack no aguantó las ganas de llorar por haber oído las palabras de su mejor amigo y le devolvió el abrazo. Los dos se entendían muy bien, aunque Jorge no fuera tan inteligente como él, si le ayudaba en todo lo que podía necesitar su amigo. Eso, sin duda era prueba de que su amistad era cada vez más fuerte.

Los dos después de haberse reído un poco gracias a que Jorge sabía cómo levantar el ánimo de Zack, se quedaron dormidos así como estaban.

(...)

Zack había aprovechado de salir a caminar por las fueras del apartamento y se topó con unas figuras reconocidas. Eran sus viejos amigos, los que también estudiaban en el mismo semestre de la universidad que él.

— Eh, Zack — saludó Matías. — ¿Cómo has estado después de aquel incidente? — preguntó mirando asombrado cada parte del rostro de su compañero.

— Ammm... ¿cómo se enteraron de eso? — preguntó sintiéndose un poco incómodo.

— Pues... alguien esparció el rumor, ¿por qué no te pudiste defender de esos malditos? Yo sí le hubiera golpeado en la nariz a cada uno de ellos. — comentó con una sonrisa malévola Sammuel.

— Oh, chicos... no se preocupen, ya me encuentro bien y saben que no me gusta pelear con nadie. — expresó Zack rascando su nuca, todavía incómodo por la situación.

— Al menos, si lo llegan a volver hacer, ya verás que los denunciaremos después. — dijo Matías con voz de satisfacción, siguiéndole la corriente a Sammuel.

Los chicos se quedaron hablando por un buen rato hasta que, Matías para ya dejar el tema y dejar de seguir incomodando más a su amigo, decidieron dejar el tema y proceder a irse a comer algo. Eran apenas las 10:00 de la mañana y el sonido de las tripas del estómago de Zack delató su repentina hambre.

El trio de hombres se fue a una cafetería cerca de la universidad y allí, mientras pedían en una fila lo que iban a comer, Zack les contó a Matías y Sammuel lo de su trabajo.

Ambos amigos, conociendo ese lado trabajador y sentimental de su buen amigo y compañero de clase, lo abrazaron entre los dos y lo animaron.

Maldijeron el sitio como si no les importara en lo más mínimo, y procedieron a comer. Además de animar a su amigo una vez más, hasta que al joven Matías se le ocurrió una idea. Probablemente a su amigo Zack le gustaría, aunque estaría un poco incómodo ante tal trabajo.

Jorge

En línea

Zack: Jorge ¿ya estás despierto? Visto a las 10:24 a.m.

Ahora sí, ¿qué ocurre? ¿A dónde fuiste? Visto a las 10:26 a.m.

Zack: Estoy en la cafetería con Matías y Sammuel, ya les he contado de que estoy sin empleo. Visto a las 10:28 a.m.

Ánimo Zack, ya verás que quizás conseguirás un mejor empleo, ¿ya les has preguntado a ellos si conocen alguno que te dé una buena experiencia laboral? Visto a las 10:29 a.m.

Zack: Matías dijo que conoce algunos, pero no ha dicho nada desde que empezamos a desayunar, aun así, espero que me diga lo antes posible para ir y ver si aún aceptan vacantes. Visto a las 10:30 a.m.

¿Lo ves? A eso mismo me refería. Esa inteligencia tuya es poderosa. Visto a las 10:32 a.m.

Zack: De verdad agradezco que digas que soy muy inteligente. Definitivamente agradezco que seas tan sincero conmigo, Jorge. Visto a las 10:34 a.m.

Zack guardó su teléfono cuando Matías se había cansado de tanto llamarlo por su nombre y le dio un leve codazo para contarle lo del trabajo. Se notaba que aquel hombre de músculos tatuados y con mirada más alegre que intimidante, estaba emocionado por lo que deseaba contarle, en base y relación al trabajo.

El cual, seguramente al joven de veintiún años, le beneficiará bastante, y sólo él descubrirá el porqué de tal beneficio.

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