Capitulo tres

—Lo siento... Pero hay un joven afuera que busca a la señorita Ana – la mirada que me dedico lo dijo todo.

Porque si alguien sabía muchas cosas de mí y de Andrés era esta mujer

—¿Quién es ese joven, Ana?– dijo mi madre

-Manda a Rafa a que le diga que venga en otro momento - dijo mi padre

-No – me puse de pie y hablé rápidamente - Yo... hablaré solo un momento.

-Entonces miremos quien es el hombre que te busca — papá se levantó para salir del salón tan rápido que no pude seguirlo a tiempo.

Nos acercamos los cuatro hasta la puerta y cuando salimos de casa estaba Lían.

Y para más de mis males y del odioso destino, él estaba tomado y gritando mi nombre junto a otras cosas que no logré entender.

Papá estaba enojado y mamá nerviosa.

-Ana... amor hablemos – dijo Lían.

Arrastro las palabras y se tambaleó.

-Quién es este hombre y porque te llama ¿amor?, Ana – grito papá buscando una respuesta en mi mirada.

Me alejé de la puerta y me acerqué a Lían tomando la botella vacía que tenía en sus manos.

-Padre entra en casa - supliqué a papá - Es uno de los ex de Natalia de seguro se confundió.

Porque viene a mi casa que vaya donde ella, Ana sácalo

Y sé que no me cree, pero fingió hacerlo.

-Si – Empuje a Lían por el pecho y poco a poco me lo lleve hasta la puerta de mi auto, lo abrí acomodándose en el asiento del copiloto y escuchando sus estúpidas súplicas.

Cuando iba a cerrar la puerta, Gabriel me tomó de mi brazo.

-Te dije que lo dejaras, que nos iba a traer problemas – dijo en un tono frío, lleno de ira

Lo siento, traté de hacerlo, pero Gabriel no es fácil.

—Sube al auto, yo manejo – dijo Gabriel ante de subir en el lugar del chofer

Tras pensarlo un momento, tomé a Lían y lo bajé del auto poniéndolo en el asiento trasero y me subí con él.

Lista para hablar con él.

-Qué carajos crees que haces yendo a casa, es que quieres que papá me mate – grite furiosa mientras le tomaba del rostro para que viera mis ojos.

-No puedes dejarme Ana... yo te amo – la voz de Lían sonaba entrecortada.

¿Cómo te enteraste?– dije conteniendo un sollozo.

Iba a ir al infierno por hacerle daño

-Ana, trabajo en la empresa de tus padres se corrió el rumor por todos los pasillos, mucha gente fue invitada a la boda crees que no me iba a enterar por dios Ana, no me creo ese cuento de la boda perfecta y los novios que se aman, te hice el amor hace 3 noches, joder, te hacía gritar mi maldito nombre y lo mucho que me amabas y me entero de que me estabas engañando que m****a es está - Me quede callada porque recordaba muy bien esas noches - Ven conmigo a Brasil, te daré todo lo que me pidas sabes que me pagan bien Ana, te dije que la nueva oferta de trabajo iba a ayudarme mucho si de dinero se trata.

Dios como detenía esta locura

Y por un segundo consideré decirle la verdad.

Pero no podía.

Observó a Gabriel, pero él no apartaba su mirada de la carretera.

-¿Lo amas Ana? – la pregunta de Lían me tomó por sorpresa –lo amas más que a mí.

- Es mi vida y quiero casarme con él, si no te lo dije es porque no sabía cómo decirte que ya no te amaba.

Cada una de esas mentiras duelen.

-¿Y él? ¿Te ama como yo?

-Sí, me ama con locura, tanta que vamos a casarnos y ser felices y lo siento, pero no se habla más del tema – dije con un nudo en la garganta tratando de no ver hacia delante y que mi vergonzosa le dijera a Gabriel lo gran mentirosa que soy.

- Me estás matando Ana, no son 3 días de novio, amor llevamos más de 2 años junto, ¿por qué nunca supe que había otro hombre?– por su tono de voz, me quedaba muy claro sus sentimientos hacia mí en este momento, Lían podría llenarse de odio. No podíamos seguir en esa discusión sin sentido y menos con él estando borracho.

Por lo que decidí ignorar sus palabras por completo, tomando la decisión de no llevarlo hasta su casa y subirlo en un taxi en su lugar, sabía que de una forma se enteraría y también sabía que papá iba a ser que esa noticia corriera por toda la empresa.

Papá se hacía el tonto al fingir que no conocía mi relación con Lían, pero siempre estuvo al tanto de todo, odiaba que saliera con un simple empleado sin futuro a ser rico en los próximos meses, para mamá y papá el partido de novio perfecto debe haber nacido en cuna de oro.

- ¿Puedes parar aquí? – Él asintió

Gabriel acerca el carro a la acera y cuando el auto se detiene me bajo, mire a los lados en busca de un taxi y saque mi mano deteniendo uno.

Le ayudé a bajar del auto y sin ayuda de Gabriel que solo me observaba le subí en el taxi indicando su dirección al chofer.

El taxi se alejó de mí y entonces me derrumbé dejando salir el llanto contenido, la ira, la rabia, el amor hacia el hombre que se alejaba por esa calle pensando que era una perra sin corazón.

No sé, ni quiero saber en qué momento Gabriel se bajó del auto y me tomó en sus brazos, que me llenó de calor y una sensación de consuelo me abrazó y me sorprendió un poco la intensidad de la sensación de estar entre sus brazos eran tan cálido que encajaba perfectamente escondí mi rostro en su cuello, no sé cuando deje de llorar, pero por un momento me quería quedar así, abrazada él.

Eso… Eso era tan malo.

-Sé que te dije que este sería un matrimonio de negocio, Ana – dijo Gabriel buscando mi mirada, con una de sus manos acarició mi mejilla borrando mis lágrimas– Voy a tratar de hacerte feliz, que te sienta bien al estar junto a mí y que no sufras Ana, voy a hacer tu amigo.

Su cercanía me paralizó y sentí la roce de sus labios en mi frente que de cierta manera paralizó mi corazón.

-Lo prometes? - busqué algo en su mirada que me dijera que no confiara en él, pero la verdad todo me decía lo contrario.

- Lo prometo, porque cuando seas mi esposa pasaras muchas noches y días a mi lado y dormiremos juntos Ana, seremos como todos los esposos.

La noche termino con Gabriel llevándome a casa, una que se me hacía totalmente extraña, mientras se acercaba el auto más no quería volver a pisar esa casa, quizás soy egoísta por hacerle daño a Lían, quizás acepte este matrimonio muy rápido, si tantos quizás que no sé qué pensar en realidad.

Andrés al saber de esto odiará más nuestros padres y quiero demostrarle que hago esto por voluntad y no porque me obligan porque lo último que quiero es que mi hermano sufra más.

Solo sé que cuando salga de esa

casa vestida de blanco no volveré más, haré que mis padres se arrepientan de todo el daño que me han hecho a sus hijos

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