Capitulo Siete

El cuerpo de Gabriel está visiblemente tensó y me pregunté una y otra vez quién era esa mujer que se atrevía a llamar a mi casa, Gabriel se recompone muy rápido y le dice a la señora Marcela que no va a comer más y luego sale del comedor para luego meterse en el estudio.

Si Marcela no estuviera frente a mí ya estuviera con el teléfono pegado al oído para escuchar la conversación

 Apretando mis manos en un ataque de ansiedad y angustia, volví a recordar las palabras de mi mejor amiga.

Infiel.

Amante

Sonia 

Acercándome a la ventana, miro el cielo agradable, buen tiempo estaba haciendo, ese día quería salir y dar un paseo, decidí volver a la recámara, así que comencé a subir las escaleras y cuando entre me tope con la imagen de Gabriel estaba con un libro en la mano y fijo su mirada en mí, cuando había salido del estudio no sabía, por qué no escuche ni un solo sonido.

¿Y hora don perfecto, no piensa trabajar o qué? 

Cuando salí me vestí con tranquilidad, ya que Gabriel no estaba otra vez había desaparecido, cuando terminaba de atar mi zapatilla, el sonido de un teléfono me hizo sobresaltar porque no era el mío y sobre la mesita de noche de al otro lado de la cama estaba el teléfono de Gabriel.

No quería ser chismosa, pero que más daba.

"Sonia"

Decía el nombre de la mujer que llamaba a mi marido a las 8 de la mañana puse el teléfono donde estaba y comencé a recoger algo de ropa.

Unas cosas se soportan en el matrimonio, otras no, sea este un matrimonio de verdad o mentira no iba a soportar, ser la cachuda de la que todos iban a hablar y reírse de ella a sus espaldas.

Yo la tonta de Ana no sería la cachuda

-¿Ana que haces?- dijo Gabriel entrado en la recámara y me miró una muda de ropa en mi mano, la bolsa en la otra mano y las llaves del carro que el mismo me compro sin pedir mi opinión.

- Yo...- Vamos Ana, tú puedes -Natalia...- No sabía qué decir -Natalia está enferma, ha llamado para que vaya a su casa y la cuide. 

Un nudo se formó en mi garganta y me impedía hablar con claridad

Paso junto a él, lo hago a paso lento, quería que Gabriel me detuviera o aunque sea se ofreciera a dejarme en la casa de Natalia, pero no fue así el solo suspiro y camino hasta llegar a la cama tomó su teléfono y abandonó la recámara parecía molesto conmigo. 

Sin un simple adiós de despedida.

Suspirando camino lo más rápido que puedo a la salida de la casa, ni yo misma entiendo por qué me siento traicionada, pero la verdad es que me dolió mirar ese nombre en pantalla, quizás ella era esa mujer.

Infiel

Amante

Sonia 

Estaba Gabriel jodiendo con otra mujer mientras se suponía que yo era su esposa, donde estaba el respeto que me pidió cuando me pidió terminar todo con Lían antes de la boda.

Gabriel

El maldito teléfono no dejaba de sonar, a la m****a con Sonia me tenía hasta los huevos con sus llamadas a todas horas y sabía que Ana estaba al tanto de eso, juraría que ella lo sabía tan bien como yo, será muy obvio en los últimos días que estaba yo estaba hablando con otra mujer y era muy difícil que Ana no se diera de cuenta.

No dije nada cuando se fue a casa de su amiga, porque mierdas no soy un ogro, ella pasa mucho tiempo sola en casa encerrada y quiero qué tenga la liberta de salir con sus amigos y compartir, además estoy en desventajas y no me convenía prohibirle nada.

Cuando salí de casa poco después de ver Ana salir, tome la decisión de acabar con todo esto de una buena vez. Aparcó el coche frente a la rubia que sonríe alegre junto a la cera y quitó el seguro para que ella entre, la veo tomar asiento junto a mí y evito el beso que deja sobre mi mejilla porque no pudo dejarlo sobre mis labios, esta vez no pongo el auto en marcha, no vamos a su casa ni a un hotel.

¿- Cariño te extrañé - Su alegre voz me parte la cabeza de dolor - Nos vamos a casa o prefieres ir a un lugar para relajarnos? 

-¿Porque lo haces? 

- ¿Qué cosa? Cariño -

- Tus malditas llamadas a todas horas Sonia, porque m****a lo haces — Grito

- Antes no te molestaba Gabriel - Escucho su voz romperse -

—Sabes que eso hace sentir mal a mi esposa - Miro al frente a la gente que camina por la calle con preocupaciones y problemas como todos, pero con una gran sonrisa siendo amables, la gente no tiene la culpa de los problemas de otros. 

- ¿Tu esposa? Hablas en serio Gabriel- Una lágrima corre por su mejilla - ¿Ahora ya pasó a ser tu esposa? ¿Cuándo? Te la tiraste como lo haces conmigo 

- Desde que me case con ella, Sonia, mira, esto es un anillo de matrimonio — Alzó mi mano y muestro el anillo — estoy…

- Ni se te ocurra decirlo - Rompe en llanto y apretó con fuerza el volante - Esa perra no puede robarme a mi hombre, eras mío mucho antes de conocerla a ella.

Golpeó con fuerza el volante haciéndola sobresaltar

- Mi esposa, la respetas Sonia, Ana no es ninguna perra entendido - La observo amenazante y grito - Y si lo digo, esta m****a tiene que terminar, vamos a dejarlo por el bien de todos, estoy casado, quiero intentarlo todo por el bien de mi matrimonio y Ana no merece que yo vea a otra mujer y sé que han sido años juntos Sonia... Pero se terminó.

El silencio se llena solo de sollozos que provienen de ella. 

- Ella no va a robarme lo que es mío... porque primero… fuiste mi hombre Gabriel, tú y yo nos amamos 

- Baja del auto Sonia.

- Esa m*****a perra no va a quitarme lo mío.

Grita fuera de control 

- Baja del auto ahora Sonia — Grito fuerte pasado sobre ella y abro la puerta — Escucha bien esto, no vuelvas a hablar mal de Ana, es mi esposa y si no quieres tener problemas conmigo mejor que te quede tranquila.

Baja con un fuerte golpe al cerrar la puerta y por un momento respiro con tranquilidad, sintiendo que el peso que llevaba sobre los hombros por la mañana había desaparecido.

Ana

La verdad me decepcionó mucho el hecho de no recibir ni llamadas ni mensajes de Gabriel durante todo el día y la noche en casa de Natalia, no era que él y yo habláramos mucho, pero siempre solo mandarme algún que otro mensaje.

Natalia, en cambio, se comportó algo odiosa y antipática conmigo, pero me preparo unos emparedados y rápido caímos en un ambiente de amistad seguro y feliz con nueve grados de peleas. 

En la mañana me despedí de ella porque tenía que volver a casa, era una mujer casada y no se veía bien que dormirá en una casa distinta a la de mi esposo.

Bajo del auto, antes de que Rafa me abra la puerta, observo el auto rojo fuera de casa y por un momento pasa por mi cabeza la idea de que mi esposo comprándome un carro, así que a paso apresurado entro en casa, porque hace poco le dije a Gabriel que el auto no era de mi agrado, así que feliz y contenta entro al salón.

Pero la imagen en el medio del salón no me gusta, una mujer que nunca antes he visto está parada en el medio del salón de nuestra casa. 

¿Quién es ella?

Por la expresión de mi esposo podía ver qué estaba furioso.

— Gabriel…  - Al escuchar mi voz este soltó a la mujer que se abrazaba a su brazo como un perezoso

Gabriel tomó rápidamente la oportunidad y puso distancia, así que vino haciéndome sentir su cuerpo cerca del mío y el peso de su brazo en mi cintura, me tomo por sorpresa, pero no lo demostré.

Se siente tan bien, así que recargo mi espalda de su pecho de forma más cómoda, la mujer me observa con odio y me acerco más a mi esposo.

No sé quién eres, pero lo tengo y es mío.

Observo a la mujer y la verdad no está ni fea, es rubia, algo baja y sobre todo veo el odio en su mirada, no disimula que le caigo mal. 

-Buenos días, cariño - dice Gabriel, casi en susurro en mi oído y eso me sobresalta, después añade -Estaba por ir a por ti, te adelantaste y no me avisaste. 

-Bueno, quería verte, vine corriendo — todo eso era una falsa, en ningún momento aparto mi mirada de ella, haciendo uso de mi clase de educación, extendí mi mano - mucho gusto soy Ana, la esposa de este bello y guapo hombre - Giro mi rostro y dejo un beso sobre los labios de Gabriel y no sé por qué lo hago. 

- Mucho gusto soy Sonia - Giro por completo mirando a Gabriel con odio, ahora soy yo quien está molesta y con la mirada se lo hago saber y él rápidamente aparta la mirada, esto era el colmo, no podía creer que él fuera capaz de traer esa mujer a su casa, mi casa, nuestra casa.

-Con permiso - digo encaminándome a las escaleras para subir a la recámara ante de explotar hay mismo y sacarla por el cabello de mi casa a esa pasada mujer que no sabía aún, que se traía con mi marido.

Porque de algo estaba segura.

Y no tenía duda de que esa era la amante de mi marido.

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