Capitulo Cinco

El día de la boda había llegado tan rápido, mamá estaba tan contenta que casi no dormía de tantos detalles que arreglo con la organizadora de boda, quizás mamá estaba gastado mucho, dieron en esto, al fin y al cabo era el dinero del señor Smith quien está pagando todos los gastos de la boda. 

Tanto los centro de mesas, los recuerdos para los invitados, las bebidas, el vestido de novia que tanto me molesto, porque mamá no me dejó escoger uno a mi gusto, siempre fue su opinión la que se toma en cuenta, cuando me preguntó si quería una rosa para blancas o rojas, ella fue por tulipanes y otras platas más que ni idea de sus nombres.

Todo fue escogido por mamá, el padre de Gabriel solo podía pagar sus estúpidos caprichos con el pretexto de que yo sería su nuera y ellos querían lo mejor para mí.

La verdad la madre de Gabriel, la señora Karina, era una mujer muy amable, me había contado un poco de su historia de amor, había conocido hace 27 años al señor Smith en un viaje a Estados Unidos, él había quedado tan fascinado con sus bellezas que la había seguido a Venezuela, poco después se había casado, formado una familia y habían tenido un solo hijos. Gabriel era un milagro para ellos, porque la señora Karina no podía quedar embarazada. 

— Era tan chiquito, era la cosita más tierna y bonita, todos en el hospital querían abrazarlo, por eso estaba asustada — Su mirada mostraba amor y admiración por su hijo — tenía miedo que me lo robaron, por eso le dije a su padre que quería el alta, sabes por qué era un país distinto al mío y no quería que por racismos alguien le hiciera daño a Gabriel. 

Esa tarde la pasé escuchando a su madre hablar de Gabriel tanto, que ya me conocía gran parte de su infancia, pero la señora Karina me trataba con tanto cariño que me hacía querer pasar tiempo con ella. 

Por la mañana del día de la boda, para desgracia de mi madre había amanecido lloviendo muy fuerte, habían pedido unas cuentas carpas que colocaron en el jardín de la casa, dónde se realizaría el banquete y colocaron algunas mesas, una pequeña pista de baile y una orquesta contratada por el mismo Gabriel. 

Gabriel, él había estado algo perdido, solo lo vi en las pequeñas reuniones dónde pedían la opinión de los dos para algo con referente a la boda, había estado serio y en muchas ocasiones se había negado llevarme a casa o darme un aventó a cualquier parte, lo sentía tenso y algo preocupado. 

El ruido de la puerta me saco de mis pensamientos y vi a mamá entrar, en sus manos traía una pequeña bolsa terciopelo. 

— Ana, hoy estás muy linda — Se detuvo frente a mí tomando mis manos entre las suyas — parece que fue ayer que te tenía en mis brazos como una bebé que lloraba por comida — Una lágrima corrió por su mejilla y su voz se quebró. 

— Mamá, yo… 

— Cuando estés casada con Gabriel, vas a entender por qué los padres hacemos algunas cosas que a los ojos de los hijos son malas — Sus manos temblaban — Ana, tienes que perdonarme algún día por todo esto, yo solo no quería que fuera otra persona la que se llevará a mi hija. 

—Mamá, estamos a tiempo de cambiar las cosas con papá, estamos a tiempo de impedir esta boda — mi voz se cortó por un pequeño sollozo. 

— No, escúchame bien Ana, te vas a casar hoy y vas a ser feliz con tu esposo — las manos de mamá me tomaron muy fuerte de los hombros de la pequeña bolsa, saco un collar azul — En nuestro día de boda hay que llevar algo azul y algo usado, esta pertenencia a tu abuela, ella me lo dio cuando me case con tu padre y ahora yo te lo entrego a ti. 

Era un collar muy bonito, un triángulo de oro con un diamante incrustado en el medio, bajo la luz daba siento tono rosado. 

—Gracias — Fueron mis palabras para mamá. 

Me coloqué el collar, pero antes me quité el que tenía puesto y al mirarme en el espejo no me reconocía a mí misma, era esta la nueva Ana que entraría a la iglesia y se casaría. 

Pero me había prometido hacerlo, solo serían 2 años, Gabriel me lo había prometido y yo quería creerle. 

—Ana…

Giré al escuchar la voz de mamá. 

— Si no es Gabriel, iba a ser otro… es algo que tu padre ya había decidido. 

Entonces salió de la habitación dejando este golpe de sorpresa para mí, papá había decidí casarme desde hace mucho tiempo, quiere esto decir que siempre estuvo en su mente venderme para salvar la empresa. 

Me tomo al rededor de 20 minutos tranquilizarme y volver a estar serena cuando tocaron la puerta, era Liz la organizadora de la boda, era el momento de la ceremonia. 

Cuando salí al pasillo estaba lleno de chicas que no conocía con vestido de damas de honor muy lindo y todos iguales, solo alguien llamo mi atención, entré tantas chicas y era Natalia quien trataba de no llorar al verme. 

—Nati, no llores — Me acerqué para darle un abrazo

— Oh mi Ana, estás muy linda, eres toda una princesa — Cuando el abrazo se rompió Natalia me regaló su mejor sonrisa — Ese novio tuyo está muy guapo, si no lo quieres me lo regalas vale. 

Un carraspeó que venía de la Liz nos hizo reír, ella era tan obstinada como mi padre. 

—Es hora, todas a sus puestos. 

Natalia regresó a su lugar en fila y yo me coloqué en mi lugar, había pedido a mamá que fuera a entregarme al altar, no quería verlo y André se había negado a participar en este circo, se había ido de la casa y no sabíamos dónde estaba. 

Mi corazón se comenzó a acelerar como loco y mis manos a sudar, al final del pasillo estaba este guapo hombre con su esmoquin negro, tan tallado a su cuerpo, dios Gabriel era tan guapo que podría volver loca a cualquier mujer. 

Al llegar junto a él, me regaló una hermosa sonrisa, tenía días siendo tan serio y distante que pensé que estaría así para siempre o que había fingido brindarme su amistad, pero este era el Gabriel que había hablado conmigo luego de la cena. 

— Estás hermosa Ana — su voz fue una susurro que me erizo la piel

— Estás muy guapo Gabriel — mi voz de igual manera salió en un susurro nervioso 

El padre dios inició a la boda, dijimos nuestros votos, los cuales fueron escritos para nosotros, porque ninguna de las palabras hay dichas la sentíamos en realidad, pero era algo que me había negado a escribir y Gabriel según mi madre también lo había hecho, aunque él había dicho que era algo ridículo, nos colocamos nuestros anillos y luego el padre nos bendijo 

— Los declaro marido y mujer puede besar a la novia 

Mire a Gabriel con nervios, pero él parecía contento y feliz, sonrió ampliamente y acerco su rostro al mío, sentí sus labios en los mío, fue un roce tan rápido que apenas y lo sentí, cuando lo vi alejarse de mí para luego abrazarme 

— Señora Smith, bienvenida a la familia. 

Solo puede sonreír, mientras mordía mi labio inferior no tenía palabras para decir, solo sabía que había quedado insatisfecha con ese beso y quería más.

Creo que estaba volviéndome loca. 

Ana

Han pasado tres meses desde la boda, la misma cantidad meses que han pasado desde que Gabriel y yo nos besamos, el día de la boda todo paso muy rápido, la fiesta transcurrió sin ningún tipo de problema y mamá se la paso de mesa en mesa con papá hablando con cada invitado lo cuales era tan rico como el señor Smith, la mayoría de los invitados eran socios y amigos de Gabriel y su padre, papá estaba aprovechando de hacer sus conexiones para futuros negocios, mama hizo lo que quiso con el banquete, desde un cantante, una banda de música que Gabriel ese día había contratado, lo que más me molesto fue que mi padre hizo que vinieran algunos periodistas haciendo que Gabriel se molestara mucho, quería que la boda del año apareciera en tantos periódicos como en revistas, vendieron las fotos que se iban a tomar hoy, papá había demostrado ser una m****a de padre que iba tras el dinero sin importar qué.

Quise tanto salir corriendo de la fiesta, era como ver un circo dónde el payaso será mi padre. 

Nadie, pero nadie tomo en cuenta mi opinión, nadie pregunto si me gustaba el vestido que la verdad lo odie, me presionaba mucho los pechos impidiéndome respirar y me picaba las piernas porque el encaje de las medias pantis era tan fastidiosos, Gabriel me preguntó en muchas ocasiones que si quería cambiar de ropa por algo más cómoda.  Pero mamá me había dicho que ni una palabra de cambiar mi vestido, así que solo podía negar con la cabeza. 

 Sin contar, que Miss simpatía fue el novio más frío y a la vez amable de la noche, era una combinación loca de ver, estaba comenzando a creer que Gabriel era bipolar, de repente tenía arranque de amargura, llegué a pensar que me ahogaría con el pastel o algo así, desde que nos dimos ese beso en la iglesia su humor cambio drásticamente, parecía que mi presencia lo molestaba mucho. 

Pero joder, sus labios eran suaves, su perfume me acompaño durante toda la noche, hemos estado tomados de la mano y sonriendo a cuantas personas nos saludan, en el momento del baile estaba tan cerca de mí que su pecho fuerte me hacía sentirme cómoda. 

Pero a decir verdad lo que me preocupa realmente era la actitud que estaba tomando Gabriel, cuando llegamos a la nueva casa, donde él y yo viviríamos solos sin nuestros padres y destacando que de humilde no tenía nada, esta casa ni la casita del perro. Él se estaba comportaba de forma tan obstinada y frívola y creo que ya no son simples cambios de humor. 

El chico que dijo ser mi amigo desapareció por completo y no sabía cómo encontrarlo, no teníamos esa confianza entre nosotros, era tan agotador esperar todos los días cuál sería su ánimo diario y tener la duda de si era mi presencia la causante de todo esto. 

Tampoco es que yo quisiera un esposo amoroso, atentó y cariñoso o tenerlo pegado en cada momento, solo que pensé que todo sería distinto una vez casados. Pensé que sería como vivir con un compañero de cuarto con el cual te llevas muy bien. 

No para nada fue así

Su actitud, su forma de ser era tan irritante

Por lo menos comencé a notar algunas cosas en su comportamiento que me preocupaban, de alguna manera, muchas veces salía de casa muy temprano, casi de madrugada y otras llegaba tan tarde, algunas veces le decía a Marcela el ama de llave que el mismo contrato sin pedir mi opinión, que estaría muy ocupado y que fuera ella quien me acompañara a comer o a entretenerme como si yo fuera un perro que hay que pasear. En realidad no me molestaba para nada, me molestaba el hecho de que nada de eso me lo comentaba primero a mí, siempre me enteraba de todo por Marcela. 

El simplemente tomo decisiones sin consulta primero, las cosas como debo tener un chofer y gracias a dios no sabía aún como lo hizo, pero pudimos tener a Rafa el chófer de mi familia con nosotros. Otras de sus órdenes fue que debo dormir con él en la misma, recámara junto con él. 

Se niega a que Marcela descubra que este matrimonio es una mentira y luego valla con el cuento por hay, por último peor aún que todas las cosas fue compartir la misma cama.

Me negué a compartir su cama, pero Gabriel solo puso escusas y más escusas, así que ahora dormíamos en la misma cama.

El "hola "por la mañana y" las buenas noches ''

Son siempre las palabras que más intercambiamos dado a la falta de comunicación que hay entre nosotros.  

Desde que nos casamos ha estado más callado, se comporta más indiferente conmigo, siento que esconde cosas de mí, pero no tenemos la confianza necesaria para conversar sobre sus problemas y la verdad no me importa mucho sus problemas de trabajo.

Finjo ser su esposa, que no le duele estar encerrada en una casa todo el día sin nada que hacer, sin tener con quien hablar, sé que eso a Gabriel no le importa, pero la realidad si muero por saber qué piensa cuando se queda mirando un punto fijo las pocas veces que comemos juntos, otras de las cosas que quiero saber, es porque cuando suena su teléfono Gabriel deja todo lo que está haciendo en casa para irse corriendo sin importar la hora o el que esté haciendo.

La idea más grande y la duda que se forma en mi mente es que Gabriel tiene una amante. 

¿O soy yo la otra?

¿Que tanto hace mi esposo fuera de casa? Se va porque no le caigo bien, me odia cuando fue el quién dijo que seríamos amigos. 

Desde el casamiento son más continuas, sus salidas rápidas y sin explicaciones, incluso el día de la luna de miel me dejo sola en el hotel y salió corriendo apenas su teléfono sonó (Digo correr porque para mí lo es o sea no hay un momento que él no huya al llamado de esa persona) como sé que es una mujer, por su forma de hablarle él no esconde ese hecho de mí.

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