—Mandy ¿me oyes?—Perdón, me distraje un poco.—Si quieres vuelvo otro día. —No ¿cómo crees? Es solo que hacía tiempo que no sabía de una amiga y me escribió —me justifiqué y volví a coger el estambre, pasamos parte de la tarde en mis clases de tejido.Arturo llegó ya pasadas las seis de la tarde, cansado y con un genio de perros, como últimamente llegaba. Le serví la comida, casi cena ya, para el otoño las seis de la tarde ya eran los últimos rayos de sol que se veían, yo había acostado a Emilio un ratito antes y me senté a acompañar a mi marido con un café.—¿No cenas? —Me preguntó con la mirada postrada en su plato.—No —respondí escuetamente —solo el café. —Dejar de cenar no es suficiente, tienes que bajar de peso, mi madre ya me dijo que Emilio ya está cerca de los cuatro y tú no has bajado nada. —Eso no es asunto de ella, no es que tu madre sea la descripción gráfica de perfección —le respondí molesta. —Solo se preocupa por ti, deberías agradecerlo —me dijo en un tono un poco
Ese día fue el último que hablé con él, intentaba evitarlo lo mas posible y lo conseguí por casi dos meses, tiempo en que me dediqué a enviar solicitudes de empleo con mi currículo, breve pero útil. Mientras estudiaba la carrera de derecho fui asistente de uno de mis maestros, un abogado con amplia trayectoria y reconocimiento en todo el país, me instruyó y preparó para ser su colaboradora y en un futuro su socia y ese tiempo y sus recomendaciones pesaban y mucho.Llegó una respuesta, me estaban ofreciendo un trabajo bueno y en mi antigua ciudad, me daban un salario bastante bueno, vacaciones, bonos, todas las prestaciones y además guardería para Emilio.Acepté el trabajo, era jueves y debía presentarme el lunes, así que era urgente informarle a Arturo y preparar todo para irme.—¿Cómo que me dejas? ¿Has pensado a dónde irás y de qué vas a vivir?—No te preocupes, lo tengo resuelto. Tengo trabajo a partir del lunes, guardería para Emilio y estaré en la casa que me dio mi abuelo en el c
—¿Cómo están mis amores? —Preguntó efusivo en cuanto acepté la llamada y no supe si sorprenderme o simplemente reír ante su muestra tan falsa de cariño, nunca me habló así en presencia.—Hola —fue mi escueto saludo.—¿Cómo están Mandy? El fin de semana iré a verlos.¡Vaya! Eso era demasiado, para empezar él odiaba llamarme Mandy, decía que él no le daba chiqueos al nombre de nadie y luego que viniera, no.—A ver Arturo, vamos con calma. Primero deja eso de “mis amores" le dije con tono molesto –no me metas a mi en ese costal y por supuesto que no vas a venir, el punto de una separación es justamente no verse. ¿Qué te hace pensar que quiero tenerte aquí?—Eres muy cruel, Amanda. Yo los amo y los extraño como no tienes idea.—Ah, de manera que la crueldad será el tema de hoy. Entonces empiezo por todas las veces que me dijiste que me veía mal con determinadas prendas, con la mayoría de hecho. Cada que me llamaste gorda, celulítica y demás…—Lo siento —me interrumpió —aceptó que me porté
Continuamos charlando durante la comida, me hizo saber que era totalmente formal la propuesta de trabajar con él, pero le dije que no dejaría a Antonio con el trabajo tirado cuando sin remilgos me dio un buen empleo.—Mi buen amigo Antonio está preparando su retiro, Amanda.—¿De verdad? —Le pregunte con asombro.—¿Ha recibido un nuevo cliente? —Me preguntó —al contrario, me ha enviado algunos de sus mejores casos, lo mas razonable sería que me dejara a su mejor elemento y esa eres tú.—Gracias por el cumplido —le dije —pero no creo que sea así.—No digo nada solo por decirlo y lo sabes, te quiero conmigo.No se porque sentí que esas últimas palabras las pronunció con fuerza y decisión, se me erizó la piel al conectar mi mirada con la suya y ver que me sonreía con lo que podía interpretar como malicia.Terminamos la comida y rechacé el postre, no podía quedarme mas porque debía ir a recoger a Emilio a la guardería y luego visitar a mis abuelos que segura estaba de que se estarían pregun
Todo fue planear el futuro, tenía mis reservas dado que Arturo se pondría hecho una fiera en cuanto le hiciera llegar la demanda de divorcio, no sería algo fácil pero ahora menos que nunca consideraría siquiera regresar con él.Pasamos un par de horas hablando de todo y de nada y luego le dije que tenía que irme, Emilio le daba por ponerse llorón antes del baño. Nos despedimos sin quererlo, pero debíamos y quedamos de vernos el fin de semana próximo.Cuando entré a casa Victoria salió a mi encuentro emocionada para que le contara qué había pasado y lo hice luego de que me dijera que Emilio estaba ya en la cama.—¿En serio? Pero se pone algo dramático ¿cómo lo hiciste?—Le dije que mañana lo llevaría por un helado —admite sin la mínima vergüenza.—No puedo creerlo —le digo divertida y ella me hace seña de que guarde silencio o lo despertaré.Le cuento todo lo que pasó en esas horas que estuvimos juntos.—¿Solo eso te dijo? —Me pregunta un poco curiosa.—¿Había algo mas que debiera saber
Apenas dejé a mi hijo en la guardería y fui al trabajo. El despacho había crecido notablemente, era casi el doble de grande en cuanto a espacio y me imagino que también referente al trabajo. Entré y saludé y una chica de unos dos o tres años menos que yo se puso de pie de inmediato y me recibió con tal amabilidad que me sorprendió el hecho.—El doctor pidió que en cuanto llegara pasara a su oficina, venga conmigo por favor.—Gracias, pero puedo esperarlo aquí sin problema.—Fue orden expresa no tenerla en espera, él no tardará en llegar —me dijo —¿Le puedo ofrecer algo?—Estoy bien, gracias.Se retiró y pude ver que no le tenían su café como él lo pedía todas las mañanas. Odiaba tomarlo caliente, así que pedía tenerlo media hora antes para beberlo apenas tibio.Las nueve en punto y la puerta se abría, ni voltear para saber que era él, tan ridículamente puntual y perfecto en todo que casi molestaba.—Sabía que no te dejarías ganar y estarías antes.Sonreí por lo bajo y saludé.—Hola, es
Creí por un momento que me estaba volviendo loca y que mi creativa mente estaba imaginando cosas que no eran, y es que era muy dada a elaborar cuentos que iban mas allá de la realidad, y me dije a mi misma que era un imposible, que lo que yo pensaba en esos momentos sobre los tratos de Julián para conmigo era una simple mala interpretación de parte mía. ¿Quién en su sano juicio iba a mirar de manera lasciva a alguien como yo? ¿Quién? Definitivamente no alguien como él, un hombre maduro y con el porte de él, un exitoso abogado, miembro respetable de la sociedad y además de eso guapísimo, porque lo era, en verdad lo era. Lo vi avanzar unos pasos con lentitud, llegó hasta donde yo estaba, me encontraba perdida en mi debate interno.—¿En qué piensas? —Me soltó y yo me giré a mirarlo con cara de no saber qué decirle.Intenté responder y no pude porque ya estaba totalmente pegado a mi y con una mano descendiendo por mi espalda.—¿Qué haces? —Conseguí preguntar y la respuesta fue contundente,
Puso el seguro, lo que me recordó que no estábamos solos, en ese momento agradecí que Victoria hubiera reconsiderado el vivir aquí, solo debía ser cuidadosa de no hacer escándalo por Emilio, pero él solía tener un sueño bastante pesado.Me detuve para apagar la luz y él la encendió de nuevo.—No, apágala —le pedí y él negó con la cabeza.—Te voy a quitar el único defecto que tienes —lo pensó un momento y se corrigió —bueno, en realidad son dos, esa ropa que llevas encima y la inseguridad que algún imbécil te dejó.¡Madre mía! Sus palabras fueron música para mis oídos y aún así estaba temblando, estaba muerta de miedo de que al verme desnuda saliera corriendo, notó ese temor y se ocupó de ir poco a poco disipando mis fantasmas.Cerré los ojos para no mirarme, sentía repulsión por mi propio cuerpo, me limité a solo sentir y me gustaban las sensaciones que experimentaba. No fue directo a desvestirme, se dio el tiempo de besarme de una manera tan dulce que resultaba perversa y ardiente, su