—Mandy, tienes visita —me dijo Iván desde el pasillo.—No quiero ver a nadie, ya les dije —respondí molesta y escuché una voz tan familiar que me hizo levantarme a quitar el seguro y apenas la vi me abracé con fuerza a ella y volví a llorar.—Güey, tienes que salir de aquí, vivir. Y no me digas que no se lo que sientes porque en serio que contigo sufro tu pérdida, apenas Vicky me llamó y vine, yo tenía que saberlo y estar a tu lado.—Me perdí y no pude —le dije entre sollozos y ella me calmó.—Lo se, créeme que lo se. Ahora estoy aquí y no me iré, estaré a tu lado el tiempo que haga falta para volver a sonreír juntas.—¿No ha sido suficiente ya todo lo que la vida me robó? ¿Era preciso decirme de esa manera que yo jamás voy a ser feliz?—No, Mandy. Claro que serás feliz, yo se que te ha pasado de todo, pero ve lo bueno de todo esto, tuviste los meses mas felices de tu vida con él, te deja un bebé que dará testimonio de ello y quién sabe, con el tiempo podrás enamorarte de nuevo.—Eso
Luego de salir de la oficina llamé al notario para hacer cita y dar formalidad al documento que dejó Julián, me dijo que me esperaba en dos días y agendé. También fui con el ginecólogo, había perdido una cita, ni siquiera mi bebé me había hecho entrar en razón, comenzaba a sentirle moverse dentro de mi y había hecho caso omiso a ello, no porque no le quisiera, era por saber que Julián no alcanzó a sentir todo aquello y que tenía una ilusión enorme con vivir la paternidad otra vez. La cita era para ese mismo día a las seis de la tarde, lo que me daba tiempo para llevar a Emilio.—Todo va muy bien, increíblemente estás bien y el bebé igual. Dado lo ocurrido esperaba encontrarte desmejorada, pero me alegra ver que te vas reponiendo —movía el aparato sobre mi vientre y hacía una serie de anotaciones —tiene de hecho muy buen peso, a pesar de la falta de apetito que me comentas, eso se refleja en ti, no en tu bebé.Emilio estaba emocionado de ver a su hermanito por el monitor, quería saber
El día que conocí a Julián, debo admitir que me cayó muy mal. La primera impresión que me llevé fue pésima, un tipo arrogante y déspota fue lo que yo vi, muy guapo y todo, pero un creído.Él salió del salón de clases luego de darme su tarjeta para que le escribiera y me mandara las actividades del día, podía haberlas conseguido con algún compañero, pero si ya se había ablandado un poco no había motivo para comenzar una guerra el primer día.Asunto: Actividades de la clase.Buenas tardes, doctor. Esta mañana me dijo que le enviara un correo para que me diera la clase de hoy.Le agradezco la atención.Unos minutos después llegaba su respuesta.Asunto: Hay que madrugar.Buenas tardes, Sandoval.Tiene que leer y comprender los delitos especiales. Haga un listado de ellos.Pd. Procure llegar a tiempo o se quedará afuera nuevamente.Absurdo, totalmente absurdo que me hiciera esperar para decirme eso, pudo haberlo hecho cuando terminó la clase. Aunado a eso, el "Procure llegar a tiempo…" me p
En un par de meses mi vida estaba acomodada y al mismo tiempo hecha un caos.Iba a mis clases de siete a una y saliendo de la facultad me iba a la oficina de Julián, mi hora de entrada era a las dos y salía a las seis, normalmente tenía que organizar expedientes, revisarlos por si alguna cosa me parecía fuera de lugar, que en realidad yo pensaba que no había mucho que yo pudiera aportar, era solo una estudiante y sin embargo Julián me daba demasiada importancia para sus asuntos.A toda comida o reunión de trabajo siempre me llevaba, pasaba por mi a mi casa y siempre me devolvía hasta mi puerta. Ahí conocí a otros abogados que tenían amistad con él y otros tantos que era lo contrario.—Me sorprende que un hombre como tú tenga por asistente a una jovencita —le soltó con cizaña el tipo aquel que se decía magistrado y con una actitud nefasta.—Es la asistente que todos desearían, pero que no tienen la fortuna de tener —respondió Julián con una sonrisa y dedicándome una mirada que en ese m
Sean bienvenidas a esta nueva aventura.Esta historia tiene un poquito de lenguaje inapropiado para algunas personas, les ruego me disculpen si esto les ofende pero así soy yo y gran parte de Lo que la vida me robó está basada en mis vivencias personales, quizá el 75% de la historia (si no es que un poco mas) son hechos reales de mi vida y quise dejarle al personaje esa característica muy particular que es el lenguaje soez.Encontrarán cosas con las que muchas se sentirán identificadas y quizá las haga decir "Esto me define totalmente", sí chicas, muchas libramos las mismas batallas a veces sin contarle a nadie y de pronto todo nos embona cuando lo leemos por ahí en la experiencia de alguien mas.Estas letras que ahora les entrego, son muy significativas para mi, ya que un episodio de mi vida de los que aquí se narran fue el detonante para que yo dijera "Quiero publicar", así no sea en físico (aún) y así fue como llegué aquí. La persona que me impulsó a hacer lo que toda la vida soñé
Cada noche me siento en la orilla de mi cama y me hago la misma puta pregunta ¿En qué chingados estaba pensando cuando acepté casarme con Arturo?Siempre soñé con una familia enorme, con hijos corriendo por mi jardín, con envejecer al lado de mi esposo; pero el pequeño detalle que nunca me detuve a analizar es que no era Arturo el hombre con el que deseaba todo eso.Mientras le doy una y mil vueltas al asunto cada noche, vuelvo cinco años atrás, vuelvo al día en que lo conocí y mentalmente no le doy mi número telefónico, mentalmente me voy sin siquiera responder el saludo y veo que al menos en mi imaginación mi vida es diferente, no tengo aún eso que tanto deseaba, pero tampoco soy la mujer frustrada que no ha logrado realizarse en ningún aspecto de su vida.—Vuelve a la cama, Amanda —me dice un poco adormilado y me sobresalto al escucharlo, pensé que no se daba cuenta que no estaba al lado —mañana tengo que madrugar al trabajo y lo complicas con tus meditaciones nocturnas.Me levanto
Sus labios entreabiertos y él encima de mi, sudoroso y agitado y a nada de venirse y yo tratando de pensar en cualquier cosa que me pudiera generar un poco de placer, algo que si no me haría explotar, cuando menos encendiera una chispa mínima y de ahí hacer el caos.—Grandioso —le escuché decir mientras se vaciaba por completo dentro de mi, tan egoísta era que o no se daba cuenta que yo estaba totalmente seca y que no estaba disfrutando absolutamente nada, o era que no le importaba, yo cerré mis ojos y dejé salir un suspiro cargado de frustración.—Dame permiso —le dije en voz baja y tocando su brazo, el cual estaba suelto sobre mi abdomen y me impedía levantarme.—Perdón, estoy agotado —fue su escueta respuesta y levantó el brazo para que yo pudiera levantarme.Arrastré mis pies con desgano y llegué hasta el cuarto de baño, encendí la luz y le puse el seguro a la puerta y me paré frente al espejo, repasé cada una de las líneas de mi rostro en un intento por reconocer algo de ese refle
—Mandy ¿me oyes?—Perdón, me distraje un poco.—Si quieres vuelvo otro día. —No ¿cómo crees? Es solo que hacía tiempo que no sabía de una amiga y me escribió —me justifiqué y volví a coger el estambre, pasamos parte de la tarde en mis clases de tejido.Arturo llegó ya pasadas las seis de la tarde, cansado y con un genio de perros, como últimamente llegaba. Le serví la comida, casi cena ya, para el otoño las seis de la tarde ya eran los últimos rayos de sol que se veían, yo había acostado a Emilio un ratito antes y me senté a acompañar a mi marido con un café.—¿No cenas? —Me preguntó con la mirada postrada en su plato.—No —respondí escuetamente —solo el café. —Dejar de cenar no es suficiente, tienes que bajar de peso, mi madre ya me dijo que Emilio ya está cerca de los cuatro y tú no has bajado nada. —Eso no es asunto de ella, no es que tu madre sea la descripción gráfica de perfección —le respondí molesta. —Solo se preocupa por ti, deberías agradecerlo —me dijo en un tono un poco