Sean bienvenidas a esta nueva aventura.Esta historia tiene un poquito de lenguaje inapropiado para algunas personas, les ruego me disculpen si esto les ofende pero así soy yo y gran parte de Lo que la vida me robó está basada en mis vivencias personales, quizá el 75% de la historia (si no es que un poco mas) son hechos reales de mi vida y quise dejarle al personaje esa característica muy particular que es el lenguaje soez.Encontrarán cosas con las que muchas se sentirán identificadas y quizá las haga decir "Esto me define totalmente", sí chicas, muchas libramos las mismas batallas a veces sin contarle a nadie y de pronto todo nos embona cuando lo leemos por ahí en la experiencia de alguien mas.Estas letras que ahora les entrego, son muy significativas para mi, ya que un episodio de mi vida de los que aquí se narran fue el detonante para que yo dijera "Quiero publicar", así no sea en físico (aún) y así fue como llegué aquí. La persona que me impulsó a hacer lo que toda la vida soñé
Cada noche me siento en la orilla de mi cama y me hago la misma puta pregunta ¿En qué chingados estaba pensando cuando acepté casarme con Arturo?Siempre soñé con una familia enorme, con hijos corriendo por mi jardín, con envejecer al lado de mi esposo; pero el pequeño detalle que nunca me detuve a analizar es que no era Arturo el hombre con el que deseaba todo eso.Mientras le doy una y mil vueltas al asunto cada noche, vuelvo cinco años atrás, vuelvo al día en que lo conocí y mentalmente no le doy mi número telefónico, mentalmente me voy sin siquiera responder el saludo y veo que al menos en mi imaginación mi vida es diferente, no tengo aún eso que tanto deseaba, pero tampoco soy la mujer frustrada que no ha logrado realizarse en ningún aspecto de su vida.—Vuelve a la cama, Amanda —me dice un poco adormilado y me sobresalto al escucharlo, pensé que no se daba cuenta que no estaba al lado —mañana tengo que madrugar al trabajo y lo complicas con tus meditaciones nocturnas.Me levanto
Sus labios entreabiertos y él encima de mi, sudoroso y agitado y a nada de venirse y yo tratando de pensar en cualquier cosa que me pudiera generar un poco de placer, algo que si no me haría explotar, cuando menos encendiera una chispa mínima y de ahí hacer el caos.—Grandioso —le escuché decir mientras se vaciaba por completo dentro de mi, tan egoísta era que o no se daba cuenta que yo estaba totalmente seca y que no estaba disfrutando absolutamente nada, o era que no le importaba, yo cerré mis ojos y dejé salir un suspiro cargado de frustración.—Dame permiso —le dije en voz baja y tocando su brazo, el cual estaba suelto sobre mi abdomen y me impedía levantarme.—Perdón, estoy agotado —fue su escueta respuesta y levantó el brazo para que yo pudiera levantarme.Arrastré mis pies con desgano y llegué hasta el cuarto de baño, encendí la luz y le puse el seguro a la puerta y me paré frente al espejo, repasé cada una de las líneas de mi rostro en un intento por reconocer algo de ese refle
—Mandy ¿me oyes?—Perdón, me distraje un poco.—Si quieres vuelvo otro día. —No ¿cómo crees? Es solo que hacía tiempo que no sabía de una amiga y me escribió —me justifiqué y volví a coger el estambre, pasamos parte de la tarde en mis clases de tejido.Arturo llegó ya pasadas las seis de la tarde, cansado y con un genio de perros, como últimamente llegaba. Le serví la comida, casi cena ya, para el otoño las seis de la tarde ya eran los últimos rayos de sol que se veían, yo había acostado a Emilio un ratito antes y me senté a acompañar a mi marido con un café.—¿No cenas? —Me preguntó con la mirada postrada en su plato.—No —respondí escuetamente —solo el café. —Dejar de cenar no es suficiente, tienes que bajar de peso, mi madre ya me dijo que Emilio ya está cerca de los cuatro y tú no has bajado nada. —Eso no es asunto de ella, no es que tu madre sea la descripción gráfica de perfección —le respondí molesta. —Solo se preocupa por ti, deberías agradecerlo —me dijo en un tono un poco
Ese día fue el último que hablé con él, intentaba evitarlo lo mas posible y lo conseguí por casi dos meses, tiempo en que me dediqué a enviar solicitudes de empleo con mi currículo, breve pero útil. Mientras estudiaba la carrera de derecho fui asistente de uno de mis maestros, un abogado con amplia trayectoria y reconocimiento en todo el país, me instruyó y preparó para ser su colaboradora y en un futuro su socia y ese tiempo y sus recomendaciones pesaban y mucho.Llegó una respuesta, me estaban ofreciendo un trabajo bueno y en mi antigua ciudad, me daban un salario bastante bueno, vacaciones, bonos, todas las prestaciones y además guardería para Emilio.Acepté el trabajo, era jueves y debía presentarme el lunes, así que era urgente informarle a Arturo y preparar todo para irme.—¿Cómo que me dejas? ¿Has pensado a dónde irás y de qué vas a vivir?—No te preocupes, lo tengo resuelto. Tengo trabajo a partir del lunes, guardería para Emilio y estaré en la casa que me dio mi abuelo en el c
—¿Cómo están mis amores? —Preguntó efusivo en cuanto acepté la llamada y no supe si sorprenderme o simplemente reír ante su muestra tan falsa de cariño, nunca me habló así en presencia.—Hola —fue mi escueto saludo.—¿Cómo están Mandy? El fin de semana iré a verlos.¡Vaya! Eso era demasiado, para empezar él odiaba llamarme Mandy, decía que él no le daba chiqueos al nombre de nadie y luego que viniera, no.—A ver Arturo, vamos con calma. Primero deja eso de “mis amores" le dije con tono molesto –no me metas a mi en ese costal y por supuesto que no vas a venir, el punto de una separación es justamente no verse. ¿Qué te hace pensar que quiero tenerte aquí?—Eres muy cruel, Amanda. Yo los amo y los extraño como no tienes idea.—Ah, de manera que la crueldad será el tema de hoy. Entonces empiezo por todas las veces que me dijiste que me veía mal con determinadas prendas, con la mayoría de hecho. Cada que me llamaste gorda, celulítica y demás…—Lo siento —me interrumpió —aceptó que me porté
Continuamos charlando durante la comida, me hizo saber que era totalmente formal la propuesta de trabajar con él, pero le dije que no dejaría a Antonio con el trabajo tirado cuando sin remilgos me dio un buen empleo.—Mi buen amigo Antonio está preparando su retiro, Amanda.—¿De verdad? —Le pregunte con asombro.—¿Ha recibido un nuevo cliente? —Me preguntó —al contrario, me ha enviado algunos de sus mejores casos, lo mas razonable sería que me dejara a su mejor elemento y esa eres tú.—Gracias por el cumplido —le dije —pero no creo que sea así.—No digo nada solo por decirlo y lo sabes, te quiero conmigo.No se porque sentí que esas últimas palabras las pronunció con fuerza y decisión, se me erizó la piel al conectar mi mirada con la suya y ver que me sonreía con lo que podía interpretar como malicia.Terminamos la comida y rechacé el postre, no podía quedarme mas porque debía ir a recoger a Emilio a la guardería y luego visitar a mis abuelos que segura estaba de que se estarían pregun
Todo fue planear el futuro, tenía mis reservas dado que Arturo se pondría hecho una fiera en cuanto le hiciera llegar la demanda de divorcio, no sería algo fácil pero ahora menos que nunca consideraría siquiera regresar con él.Pasamos un par de horas hablando de todo y de nada y luego le dije que tenía que irme, Emilio le daba por ponerse llorón antes del baño. Nos despedimos sin quererlo, pero debíamos y quedamos de vernos el fin de semana próximo.Cuando entré a casa Victoria salió a mi encuentro emocionada para que le contara qué había pasado y lo hice luego de que me dijera que Emilio estaba ya en la cama.—¿En serio? Pero se pone algo dramático ¿cómo lo hiciste?—Le dije que mañana lo llevaría por un helado —admite sin la mínima vergüenza.—No puedo creerlo —le digo divertida y ella me hace seña de que guarde silencio o lo despertaré.Le cuento todo lo que pasó en esas horas que estuvimos juntos.—¿Solo eso te dijo? —Me pregunta un poco curiosa.—¿Había algo mas que debiera saber