El tiempo pasó y Emiliano, como llamaron al hijo de Lucas y Ximena, creció fuerte, sano y muy feliz, era un niño muy animado, valiente y necio. Lucas, lo había criado de manera firme, pero hasta cierto punto muy liberal. El niño hacia prácticamente todo lo que quería y no había nadie que le pudiera detener si algo se proponía. Cosa que le daría la fortaleza, necesaria para lo que le deparaba el futuro. Ximena por su parte, se había vuelto bastante unida a su hermano, no solo se volvió casi su mano derecha, sino también, desde todo lo vivido esa temporada con Lucas, había desarrollado una imponencia e intimidación elegantemente sutil. Su belleza regresó con cierto toque de bravura, además de que su amarga experiencia, le dio una madurez envidiable. Según lo acordado, Ximena seguiría casada con Lucas, Emiliano, sería su único heredero y, con el pasar de los años, si Lucas llegara a tener un vástago fuera del matrimonio, absolutamente todo lo que poseía quedaría en manos de Xime
—¡Emiliano! ¡Emiliano! ¡¿En dónde estás?! Gritó Ximena con tensión y pánico desde la entrada de la casa. —Creí que nunca llegarías. Dijo Lucas en cuanto la acorraló contra la pared. Ella que al darse cuenta de lo que pasaba se enfureció, hizo lo único que se le ocurrió en el momento. Lucas que no esperaba esa reacción lejos de sentir dolor, la miró extrañado. —¿Acabas de morderme? Ella furiosa se dio la media vuelta y después de empujarlo, se alejó. —Tal vez te sientes frustrada por el trabajo, ¿No necesitas ayuda? ¡Si quieres sexo solo dilo no hay necesidad de que me maltrates! —¡Lucas! ¡Cierra la m*****a boca ya! ¡Te odio! Él sutilmente sonrió y vio a su hijo correr hacia él. —¡Papá! ¡Tengo un amigo! Se llama Luke, ¡Nacimos el mismo día! ¿Puedes creerlo? Al instante, la sonrisa desapareció del rostro de Lucas. Después de saludarlo y llevarlo a su habitación, llamo a Axel. ********** —Entiendo... Axel miro a Luke junto a él con una expresión indescifrable.
—Ugh, ha, ha. —¡Ximena! ¡Regresa! ¡No hagamos esto más difícil! Una chica de complexión delgada se escondía bajo unas escaleras obscuras a mitad de la noche, mientras un hombre de cabello negro la buscaba junto a otros hombres. “Mi nombre es: Ximena Ramírez. Ese hombre, es… mi esposo. En el pasado, era el hombre que más amé en mi vida y por el cual habría dado absolutamente todo de mí. ¡Je! Bueno, lo di. Dejé a mi familia, amigos, dinero… dignidad… Ya no me queda nada… Ahora estoy corriendo por mi vida y ocultándome. Ni siquiera sé porque, ya no tengo nada ni a nadie desde hace mucho tiempo. Él se aseguró de eso incluso sin yo darme cuenta. Soy una estúpida. ¿Por qué correr ahora? ¿Por qué querer escapar? Porque… no se me permite ni siquiera morir. La primera vez, fue veneno: sufrí encerrada en una habitación solamente recibiendo comida y agua por diez meses. Hasta que le supliqué a mi esposo mientras me estaba tomando en ese momento, que por lo menos me permitiera tomar
Al enterarse de la muerte de su hermano, le pidió permiso a su marido para ir a casa de sus padres. Perol o que obtuvo, fue un arranque de ira de parte de su esposo. Al principio que no sabía nada, solo se asustó debido a que a él no le gustaba que saliera. Debido a su trabajo muchos buscaban fervientemente momentos de debilidad para aprovecharse de él. O, mejor dicho, deshacerse de él. Ximena siempre se mantuvo al margen, pero trataba de ser un apoyo incondicional para él. No obstante, él siempre era frío y distante. Cosa que poco a poco, decepción tras decepción, fue enfriando lo que en un principio era un corazón en llamas. Y lo que lo destrozó sin piedad, fue la triste muerte de su hermano mayor. Lucas nunca se había quejado debido al rechazo de su familia. Nunca visitaron a sus padres, pero no había evitado que los llamara. Hasta cierto momento. De una manera u otra, le era imposible llamarlos, ya fuera el trabajo que le imponía o las salidas constantes a distin
Sabía que esa desesperante obsesión solo la haría quebrarse más. Pero estaba completamente dispuesto a aferrarse a ella así se desmoronara en sus manos. Era suya, en cuerpo y alma era suya. Nadie, sin importar quién fuera se la arrebataría, y ella, jamás podría librarse de él sin importar que. —Traigan a su hermano mayor, si no está aquí en dos horas. Él también morirá… Ximena se atragantó llena de rabia e impotencia. Apretó los puños y dientes mientras se ponía en silencio de pie y salía de su escondite. No dudaba de que lo hiciera porque estaba furioso, y su familia no tenía ninguna cuenta que pagarle a esa serpiente tan grande en la que ella misma se había envuelto. Al verla, Lucas asintió satisfecho, estaba por acercarse a verificar que estuviera bien, sin embargo, antes de que pudiera tocar su hombro ella levantó la mirada que había estado fija en el suelo y lo miró con un odio inconmensurable. No articuló palabra, pero el significado estaba ahí. Su corazón se estruj
Los hombres que observaban la escena solo mantenían la cabeza gacha y querían minimizar sus existencias al cero por ciento. La hermosa casa que alguna vez estuvo bellamente iluminada y llena de calor, en ese momento se sentía fría y sin vida. Estaba llena de hombres vestidos de negro, pulcramente vestidos y en guardia todo el tiempo. Al inicio, para Ximena fue algo incómodo e intimidante, sin embargo, debía aceptarlo debido al estilo de vida de Lucas, no podía simplemente reprochar y criticar simplemente algo de lo que ya sabía perfectamente que sucedería. Debía acostumbrarse a la sangre, los gritos de dolor ocasionales, las torturas incluso algunas veces en la sala. Lucas había crecido en ese tipo de vida desde el inicio. Frío… Al ver que no había más palabras de su parte, Ximena decidió subir a su habitación. Se quitó su ropa que hasta ese momento notó que estaba sucia y se dirigió a la ducha. Sus brazos y rodillas estaban llenos de cicatrices, sus muñecas tenían las
Ximena asintió y sonrió levemente. —Quiero darme un baño, bajaré en un momento. Ámbar asintió y se puso de pie. Después, la ayudo a levantarse como si supiera que su cuerpo estaba en malas condiciones. Ximena no dijo nada, debido a que de verdad lo necesitaba, por lo que se apoyó en ella como se lo dijo. Mientras caminaban hacia el baño, Ximena no pudo evitar preguntar. —¿Cómo sabes que me siento mal? ¿Me veo tan terrible? Ámbar sonrió inocentemente y respondió: —No señora, el señor antes de irse mencionó que podría sentirse un poco letárgica al principio… Ximena se estremeció con horror y unas náuseas terribles la invadieron. Sin saber cómo, empujó a Ámbar, caminó tambaleándose al inodoro y comenzó a vomitar desesperadamente. Obviamente no había nada en su estómago, por lo que no había nada que devolver, pero llegó el punto en el que no pudo detener el reflejo del asco y no pudo detenerse. —¡Señora! ¡Señora! ¡¿Qué sucede?! Los hombres que estaban haciendo vigilanci
Ámbar saltó horrorizada, rápidamente negó y se disculpó. —¡Señora! ¡Lo siento mucho! ¡Nunca fue mi intención el molestarla! ¡No lo volveré a mencionar! —Mañana no vuelvas. El color se fue del rostro de Ámbar, había conseguido ese trabajo con mucho esfuerzo. Era el único con el sueldo suficiente como para cuidar a su hermana y darle sus estudios necesarios. Era absolutamente impensable perderlo en ese momento. Cayó ruidosamente al suelo y se aferró a sus pies. —Señora, le juro que no volveré a mencionar nada que la moleste. Tengo una hermana menor, ella debe estudiar y no ser un fracaso como su hermana mayor. Este es el único trabajo que me permite solventar nuestra casa, comida y sus estudios. Por favor se lo suplico. No me despida. Era preferible mil veces ser sincera y que supiera lo que le pasaba, que darle vueltas y fingir estar bien. No quería causar lástima, pero si humillarse era necesario para no hacer pasar a su hermana hambre, lo haría sin pensarlo dos veces.