Capitulo 5

Ámbar saltó horrorizada, rápidamente negó y se disculpó. 

—¡Señora! ¡Lo siento mucho! ¡Nunca fue mi intención el molestarla! ¡No lo volveré a mencionar! 

—Mañana no vuelvas. 

El color se fue del rostro de Ámbar, había conseguido ese trabajo con mucho esfuerzo. Era el único con el sueldo suficiente como para cuidar a su hermana y darle sus estudios necesarios. Era absolutamente impensable perderlo en ese momento. 

Cayó ruidosamente al suelo y se aferró a sus pies. 

—Señora, le juro que no volveré a mencionar nada que la moleste. Tengo una hermana menor, ella debe estudiar y no ser un fracaso como su hermana mayor. 

Este es el único trabajo que me permite solventar nuestra casa, comida y sus estudios. 

Por favor se lo suplico. No me despida. 

Era preferible mil veces ser sincera y que supiera lo que le pasaba, que darle vueltas y fingir estar bien. No quería causar lástima, pero si humillarse era necesario para no hacer pasar a su hermana hambre, lo haría sin pensarlo dos veces. 

«Hermana menor»

Esas palabras taladraron dolorosamente su punto débil. 

«¿Mi hermano habría sufrido igual? ¿Rogó por mí? ¿Lloró… por mí?»

No sabía con exactitud lo que había pasado ése fatídico día, pero estaba segura de que sí. 

Sus lágrimas cayeron mientras la miraba con consternación. 

Ámbar se puso de pie rápidamente y la abrazó. Mientras palmeaba su espalda tratando de consolarla, suspiró profundamente y tragó con impotencia. 

—Se... señora. Discúlpeme si lo que dije la alteró, yo… me iré hoy mismo…

Ximena negó con la cabeza mientras seguía llorando en silencio y se aferró a sus ropa.

—Quédate. 

Ámbar no dijo nada, pero Ximena podía sentir su alivio.  Lucas en la puerta entreabierta vislumbró una mujer realmente débil y triste temblar en los brazos de Ámbar. 

Suspiró profundamente y se alejó para dormir en otra habitación.

 La familiar obscuridad y silencio lo incomodaron bastante. Se sintió solo y con un desesperante sentimiento de ahogo.  

No pudo ni siquiera cerrar los ojos. Se puso de pie, y regreso al trabajo. 

Ximena por primera vez en meses, había logrado conciliar el sueño profundo que tanta falta le había hecho, sin embargo, sueños de años atrás la hicieron despertar en llanto por la mañana. 

—ra…? ¿… Señora…? ¿Se encuentra bien? 

Ámbar limpió su frente con un paño húmedo con una expresión de preocupación. Ximena vio su hermoso rostro y volvió al presente. 

Había soñado con sus días en la escuela y el cómo su madre la despedía al irse a la escuela, el cómo su hermano mayor la cuidaba al extremo e incluso como amenazaba a los chicos que se le acercaran. 

Eran días hermosos y pacíficos, en los que ella misma no sabía que en realidad, había sido tan feliz. 

Dos semanas después...

Se cumplirían tres años de su matrimonio. Uno de una unilateral “felicidad” y otros dos, inmersa en un terrible y desesperante infierno. Con un monstruo al que estúpidamente se aferró sin saber lo que le esperaba. 

—Mañana no vengas, envía comida con alguien más pero no te quedes. 

Ámbar con el paso del tiempo aprendió a que, si ella daba una orden, era por algo, sin volver a contrariarla asintió y salió de la habitación después de que tomara su té de la noche. 

Por la madrugada, Lucas entró a la habitación como lo había estado haciendo desde hacía una semana. 

Su semblante se veía tranquilo mientras dormía. Pero había momentos en los que sus cejas casi se juntaban y sus lágrimas caían en silencio mientras abrazaba su almohada.

Al principio sus lágrimas le provocaban dolor y desesperación, sin embargo.  Él se sentía igual, ¿Era justo que la consolara si no había nadie para él? ¿Por qué debía hacerlo si ella no o quería? ¿No le sería más desagradable que la persona que más odiaba en ese momento tratara de consolarla? 

Era triste y doloroso para ambos, pero él egoístamente la necesitaba para mantener el poco de cordura que le quedaba. 

Al día siguiente, así como se lo ordenó, Ámbar envió su comida con el guardia y no se apareció.

 Ximena miro por la ventana todo el día como ya era costumbre, pero se sorprendió al ver a Lucas entrar en ese momento. 

Él no habló, simplemente la observó por unos momentos con una mirada complicada. 

Ella después de un tiempo regresó la mirada a la ventana. 

—Iremos a Yucatán, prepárate. 

Ximena palideció y con la boca entre abierta lo miró asustada. Lucas por un instante no entendió lo que había dicho mal hasta que ella le dijo las palabras más dolorosas que jamás creyó alguna vez lo lastimarían. 

—¿Volviste a matar a alguno de mis hermanos? 

Él completamente aturdido se quedó sin palabras. 

«¿Que carajos...? Es nuestro aniversario, ¿No lo... recuerdas?»

Salvo una ligera sorpresa, Lucas no mostró otra cosa, simplemente su mirada se endureció de un momento a otro e irritado se dio la media vuelta y salió de la habitación. 

Ximena comenzó a temblar debido a su reacción.

“No lo hizo... ¿Cierto? ¡¿Porque no respondió?!”

Sin pensarlo mucho más corrió tras él.

—Lucas... ¿No lo hiciste verdad?

El hombre alto que llevaba una camisa blanca y pantalón de vestir, un porte serio e impecable, con una mirada de irritación se giró un momento mientras sus palabras fueron lanzadas como si fueran un ataque mortal. 

—¿Y si así fuera? ¿Que? ¿Podrías hacer algo?

 Ximena completamente fuera de sí, se lanzó hacia el con intenciones de destrozarlo en ese momento, no razonaba que era físicamente imposible, pero aun si tuviera que hacer uso de sus dientes y uñas lo intentaría así le costara la vida. 

Lucas jadeó por un instante al ver su expresión llena de odio y rabia. Pero en el exterior era como si simplemente viera una escena desagradable o repugnante. 

Ximena forcejeo y trato de soltarse de los hombres que la retuvieron, su impotencia, rabia terror y odio le quitaron cualquier rastro de raciocinio que pudiera quedarle. 

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