Yelina se permitió leer la carta que le había entregado su madre, y al comprender que las palabras escritas por su esposo eran sinceras tomó la decisión de volver a su lado, pero antes tenía cosas que arreglar. Estaba confundida por lo mal que había actuado en las últimas semanas, ella no pretendía hacerle daño a nadie, pero todo lo que sucedió despertó en ella el instinto de defenderse ante el sexo opuesto. David quería conquistarla y estaba haciendo hasta lo imposible por lograrlo, pero Yelina aún no le comentaba que era casada y peor aún que ya había decidido darle una segunda oportunidad a su matrimonio. Le marcó a su móvil y en cuanto le respondió dejo.
—David tenemos que hablar lo antes posible, es muy importante.
—Está bien, te invito un café por la tarde y si quieres puedo pasar a recogerte voy a estar cerca de tu casa para esa hora.
—¿Y si me mejor nos vemos para el almuerzo? —sugirió ella.
Yelina y David se encaminaron hacia un restaurante que estab
Un noviazgo perfecto deja de serlo cuando se convierte en un matrimonio dónde ambos piensan de manera diferente, las diferencias llegan acompañadas de discusiones y en ese momento la magia se esfuma. Aquí entra en marcha la capacidad y la madurez de las dos personas para que su matrimonio se vuelva mucho mejor que su noviazgo.Yelina y Joel toman la decisión de contraer matrimonio luego de estar seguros que se aman y que están hechos el uno para el otro. Al término de un par de años ambos enfrentan problemas un poco difíciles de solucionar, Joel no quiere perder a Yelina y le pide que luchen juntos por su hogar, al inicio ella se pone renuente ante tal proposición, pero con los días se da cuenta de lo que realmente desea y pone la confianza en ambos partiendo del amor que sienten. Los dos luchan para que su relación sobrepase las tormentas que les azotan.
Era sábado y Joel preparaba una sorpresa para su novia, quería obsequiarle un presente en su aniversario. Estaban cumpliendo dos años de noviazgo. Noviazgo donde las cosas entre ambos habían sido totalmente agradables. Los dos se demostraban amor mutuo y estaban seguros uno del otro, ya habían hablado de contraer matrimonio pues no querían permanecer separados por más tiempo. El reloj marcaba las cuatro de la tarde cuando Joel le hizo una llamada telefónica a su chica para invitarla a cenar. Ella se emocionó como solía hacerlo cada vez que iba a compartir el tiempo con su novio. Yelina corrió apresurada a buscar que ponerse; claro que no sería sencillo llevar a cabo tan pronto aquella tarea, ella era de esas jóvenes que se tomaban su tiempo para estar listas y nadie debía apresurarlas. Subió a su habitación y abrió su enorme closet, dentro del mismo encontró un bello vestido color azul royal que aún tenía la etiqueta de nuevo, aquel cambio junto a otros; esperaban el momento idóneo
Yelina lucía hermosa con su vestido de novia en un tono rosa casi blanco, ella era una persona a la que le gustaban las cosas únicas.—Tu vestido tiene que ser blanco —le decía su mamá cuando estaban eligiendo la tela que se usaría para el atuendo.—¿Quién lo dice madre? —la cuestionaba.Tenía que convencer a su progenitora que no quería ser una novia más, ella quería ser diferente, deseaba una boda irrepetible. Además, aquel tono tan parecido al blanco y a la vez tan diferente la había dejado encantada.—Quiero mi vestido en este color —decía.—¿Pero, porque en ese color? yo insisto en que debe ser blanco, como el de cualquier otra novia.—Mami; no me voy a casar todos los días, además no seré una novia más. Yo quiero que mi boda sea diferente y que sea especial.—Yelina...—Ya no insistas, no me harás cambiar de parecer, es más si tú sigues pidiéndome imposibles voy a elegir aquel tono —dijo mientras señalaba un retazo de tela color mostaza.—Está bien.
Eran las tres de la madrugada cuando Yelina y Joel llegaron al hotel y se instalaron en una lujosa habitación.Los señores Valderrama la habían pedido decorada para la ocasión. Sobre la cama un enorme corazón con pétalos de rosas y unos cisnes hechos con las toallas de baño, eran el centro de atención. Una botella de champagne en su respectiva hielera, dos copas, rosas rojas y unas velas llenaban de pasión el lugar. De la tina de baño ni hablar, Yelina no iba a resistir sus ganas por darse un baño, había; sales aromáticas y pétalos de rosa flotando sobre el agua ligeramente tibia. Aquella noche tenía que ser espectacular, aunque a decir verdad los esposos estaban cansados, Yelina mucho más que Joel.Ella tenía temor de lo que proseguía. Era virgen aún, pero no tonta. Le gustaba mucho la lectura y entre sus favoritos había varios libros de novelas eróticas; no sería una experta en la cama, pero algo tenía que haber aprendido en la teoría y el momento de la práctica estaba
Era viernes por la tarde cuando Joel y Yelina regresaron de su viaje, ambos traían la piel bronceada y sus miradas llenas de un brillo singular, era evidente lo bien que la habían pasado. Acordaron pasar el sábado en casa de los papás de él y el domingo iban a visitar la familia de ella. En esos momentos también aprovecharían para recoger sus cosas personales y llevarlas a la casa que compartirían como hogar, días atrás llevaron una maleta con cosas personales cada uno, pero había mucho más que trasladar. Por su parte Yelina tenía que dejar muchas de sus prendas en casa de su mamá, el closet de su casa no era tan grande como su armario de mujer soltera, además ahora tenía que compartir espacio con su esposo.La estadía en casa de los Valderrama fue bastante agradable, Alondra y Yelina se llevaban muy bien, la primera tenía dieciocho años y su parecido con Joel era increíble. Las dos chicas se encerraron en la habitación de Alondra para conversar sobre sus cosas, Yelina escuchó
Después de todo y al verla triste Joel le dijo a su esposa que se podían quedar a dormir en casa de sus papás si ella así lo deseaba. Yelina aceptó encantada, la decisión le parecía espectacular.Sabía bien que su esposo quería remediar lo mal que se había portado con su actitud en la noche anterior.Valeria y Valentina llegaron al atardecer, las dos habían estado de día de campo fuera de la ciudad con unos amigos de la secundaria. Esa era otra de las razones por las que Yelina no se sentía bien, no había visto a sus hermanas durante todo el día y le parecía terrible marcharse sin saludarlas, por suerte durante la tarde las cosas se pusieron mejor. Cuando la familia estuvo completa Joel observó a detalle algo que no había visto antes; lo unidos que eran todos en aquel hogar.La noche continuaba de lo más normal, Yelina se sent&iacu
Desde que volvieron de la luna de miel ambos se estuvieron quedando en un apartamento del amigo de Joel, ya habían decidido que no se quedarían con sus padres. Nada del otro mundo, simplemente ganas que comenzar a interactuar como esposos, pero ya era momento de instalarse en la nueva vivienda, que sería el hogar de ambos. Era una casa muy bonita; su fachada era sencilla, pero elegante, el tono azul del techo combinaba a la perfección con el amarillo mostaza de las paredes y el blanco de los detalles en las columnas. De lado derecho estaba el garaje y de lado izquierdo había un pequeño jardín con la grama muy verde y unas cuantas macetas. En la parte trasera unos arbustos florales separaban el terreno con el de los vecinos más próximos; una pareja joven adulta que tenían una hija de dos años. En la sala de la casa había finos muebles muy bien distribuidos igual que en la cocina, el comedor, las dos h
Yelina se despertó temprano y preparó desayuno para dos, Joel aún dormía, pero ella estaba segura que despertaría en cualquier momento. Amaneció con muchas ganas de café así que empezó por ahí; preparando aquella deliciosa bebida. El aroma llegó hasta la habitación y sacó a Joel de la cama.—Mi amor, has visto mi camiseta blanca —preguntó incluso antes de asomar por el pasillo.Llevaba puestos unos pantalones de tela bastante holgados que dejaban al descubierto sus marcados bíceps. Cuando llegó a la cocina encontró lo que buscaba. Su esposa cocinaba al mismo tiempo que movía sus caderas al ritmo de una canción que tarareaba; se veía sexi con el cabello suelto y sin peinar, los pies descalzos y la camiseta de Joel como único vestuario. Él se la comió con la mirada; la observó de pies a cabeza