Yelina lucía hermosa con su vestido de novia en un tono rosa casi blanco, ella era una persona a la que le gustaban las cosas únicas.
—Tu vestido tiene que ser blanco —le decía su mamá cuando estaban eligiendo la tela que se usaría para el atuendo.—¿Quién lo dice madre? —la cuestionaba.Tenía que convencer a su progenitora que no quería ser una novia más, ella quería ser diferente, deseaba una boda irrepetible. Además, aquel tono tan parecido al blanco y a la vez tan diferente la había dejado encantada.—Quiero mi vestido en este color —decía.—¿Pero, porque en ese color? yo insisto en que debe ser blanco, como el de cualquier otra novia.—Mami; no me voy a casar todos los días, además no seré una novia más. Yo quiero que mi boda sea diferente y que sea especial.—Yelina...—Ya no insistas, no me harás cambiar de parecer, es más si tú sigues pidiéndome imposibles voy a elegir aquel tono —dijo mientras señalaba un retazo de tela color mostaza.—Está bien. Ya entendí—. Dijo la señora dándose por vencida, pues sabía que su hija era una persona a la que cuando se le metía algo en la cabeza no había poder humano que la hiciera entrar en razón.El vestido con corte de sirena y amplia cola le iban muy bien a la silueta de Yelina. El escote sobre su espalda dejaba apreciar sus hombros un poco pecosos, pecas que se veían divinas en su tez, no fastidiaban al ojo humano, por el contrario, la hacían verse mucho más sexi. La fina pedrería que adornaba el escote y el tono rosa daban al vestido un toque bastante romántico. El bouquet que pronto sería lanzado entre las mujeres solteras, estaba compuesto de rosas color crema completamente naturales. Su largo cabello lacio esta vez estaba medio ondulado y recogido en un lindo peinado que dejaba mechones de fuera. Los coquetos ojos que poseía su cara estaban llenos de un singular brillo que mostraba alegría y acompañados por una esbelta sonrisa hacían el rostro más perfecto de aquella noche. Joel vestía un smoking en tono gris oscuro y una corbata color crema casi rosa que combinaba perfecto con el vestido de la novia. La estatura del joven le hacía verse elegante y atractivo ante los ojos de muchas chicas que hubieran dado lo que fuera por ocupar el lugar de Yelina. Las fracciones de su rostro lo volvían aún más guapo entre todos los chicos cotizados de aquella pequeña cuidad, sus ojos achinados en color marrón y la línea de su amigable sonrisa eran lo que más gustaba a su ya esposa.
Después de la ceremonia, todos se trasladaron a un hotel cerca de la iglesia. El fotógrafo estuvo pendiente de hacer fotografías de todo lo que pareciera muy importante, puesto que así se lo había ordenado Yelina. En su cámara había tomas del vestido, de los zapatos, del ramo, de los anillos, del pastel, de los novios, de los invitados y de muchas cosas más. Sin duda sería un hermoso recuerdo plasmado en imágenes.—Haber las chicas, organícense voy a lanzar el ramo —dijo Yelina mientras buscaba un lugar adecuado para que todas tuvieran oportunidad de atrapar el bouquet que tenía entre sus manos.
Las jovencitas de aquella fiesta corrieron alborotadas a colocarse para poder ser parte de aquella tradición.
—1, 2, 3... —gritó Yelina.
El ramo cayó sobre las manos de su amiga Romina siendo todo un plan para que ella lo cogiera, en ese instante gritó de emoción; ella era una persona muy extrovertida y a la que no le importaba lo que diría la gente. Lo que prosiguió la hizo explotar de alegría; Cesar, su novio se le acercó para colocarle una argolla de compromiso sobre su dedo anular y pedirle matrimonio. La felicidad le brotaba a Romina por todos los poros de la piel, sonreía y lloraba a la vez.
—Lo han planeado todo muy bien —expresó.
—Por supuesto que no, —dijo César y sonrió—. Pero si te ha caído el ramo a ti, para que esperar a pedírtelo —agregó. —Que las flores se marchitan y luego hay que comprar otro ramo y mejor ahora que nos evitamos el gasto —finalizó.Todos rieron a carcajadas y comenzaron a bailar.
Aquella fiesta fue una mezcla de celebración por una boda y un nuevo compromiso.Los padres de los novios realizaron el correspondiente brindis para desear felicidad a los esposos e hicieron entrega de regalos a sus hijos. Los señores Valderrama obsequiaron las llaves de una pequeña, pero muy bien acondicionada casa en una de las mejores residenciales de la ciudad. Los papás de Yelina habían pagado un paquete turístico que incluía la visita a varias ciudades del país. La fiesta continuó hasta la madrugada, Yelina y Joel compartieron amenas charlas con sus invitados al mismo tiempo que disfrutaban de champagne, vinos caros y quesos importados.
Joel estaba ansioso porque sus invitados se retiraran de la fiesta, ya quería estar a solas con su esposa para comenzar a disfrutar de su luna de miel. Yelina por su parte solamente pensaba en descansar, había sido un día largo y agotador; en el que pese a recibir hasta un masaje relajante antes de la preparación para la ceremonia no había estado en calma; los nervios y la ansiedad porque todo estuviera perfecto la mantuvieron en vilo todo el tiempo.—Cálmate amiga —le decía Susan mientras le abrochaba el vestido por la espalda.
—No puedo —respondía ella con inquietud.—Disfruta tu día, te casas hoy con el hombre que amas —expresaba Romina.—¿Y si me deja plantada? —se cuestionaba Yelina.—No seas dramática —la regañaba Valeria.—Eso solo pasa en las telenovelas —agregaba Valentina.Yelina estaba feliz de compartir con sus hermanas y con sus dos mejores amigas aquel soñado momento. Para su suerte al final de la fiesta, no hubo que lamentar. Todo salió conforme a lo planeado.
Eran las tres de la madrugada cuando Yelina y Joel llegaron al hotel y se instalaron en una lujosa habitación.Los señores Valderrama la habían pedido decorada para la ocasión. Sobre la cama un enorme corazón con pétalos de rosas y unos cisnes hechos con las toallas de baño, eran el centro de atención. Una botella de champagne en su respectiva hielera, dos copas, rosas rojas y unas velas llenaban de pasión el lugar. De la tina de baño ni hablar, Yelina no iba a resistir sus ganas por darse un baño, había; sales aromáticas y pétalos de rosa flotando sobre el agua ligeramente tibia. Aquella noche tenía que ser espectacular, aunque a decir verdad los esposos estaban cansados, Yelina mucho más que Joel.Ella tenía temor de lo que proseguía. Era virgen aún, pero no tonta. Le gustaba mucho la lectura y entre sus favoritos había varios libros de novelas eróticas; no sería una experta en la cama, pero algo tenía que haber aprendido en la teoría y el momento de la práctica estaba
Era viernes por la tarde cuando Joel y Yelina regresaron de su viaje, ambos traían la piel bronceada y sus miradas llenas de un brillo singular, era evidente lo bien que la habían pasado. Acordaron pasar el sábado en casa de los papás de él y el domingo iban a visitar la familia de ella. En esos momentos también aprovecharían para recoger sus cosas personales y llevarlas a la casa que compartirían como hogar, días atrás llevaron una maleta con cosas personales cada uno, pero había mucho más que trasladar. Por su parte Yelina tenía que dejar muchas de sus prendas en casa de su mamá, el closet de su casa no era tan grande como su armario de mujer soltera, además ahora tenía que compartir espacio con su esposo.La estadía en casa de los Valderrama fue bastante agradable, Alondra y Yelina se llevaban muy bien, la primera tenía dieciocho años y su parecido con Joel era increíble. Las dos chicas se encerraron en la habitación de Alondra para conversar sobre sus cosas, Yelina escuchó
Después de todo y al verla triste Joel le dijo a su esposa que se podían quedar a dormir en casa de sus papás si ella así lo deseaba. Yelina aceptó encantada, la decisión le parecía espectacular.Sabía bien que su esposo quería remediar lo mal que se había portado con su actitud en la noche anterior.Valeria y Valentina llegaron al atardecer, las dos habían estado de día de campo fuera de la ciudad con unos amigos de la secundaria. Esa era otra de las razones por las que Yelina no se sentía bien, no había visto a sus hermanas durante todo el día y le parecía terrible marcharse sin saludarlas, por suerte durante la tarde las cosas se pusieron mejor. Cuando la familia estuvo completa Joel observó a detalle algo que no había visto antes; lo unidos que eran todos en aquel hogar.La noche continuaba de lo más normal, Yelina se sent&iacu
Desde que volvieron de la luna de miel ambos se estuvieron quedando en un apartamento del amigo de Joel, ya habían decidido que no se quedarían con sus padres. Nada del otro mundo, simplemente ganas que comenzar a interactuar como esposos, pero ya era momento de instalarse en la nueva vivienda, que sería el hogar de ambos. Era una casa muy bonita; su fachada era sencilla, pero elegante, el tono azul del techo combinaba a la perfección con el amarillo mostaza de las paredes y el blanco de los detalles en las columnas. De lado derecho estaba el garaje y de lado izquierdo había un pequeño jardín con la grama muy verde y unas cuantas macetas. En la parte trasera unos arbustos florales separaban el terreno con el de los vecinos más próximos; una pareja joven adulta que tenían una hija de dos años. En la sala de la casa había finos muebles muy bien distribuidos igual que en la cocina, el comedor, las dos h
Yelina se despertó temprano y preparó desayuno para dos, Joel aún dormía, pero ella estaba segura que despertaría en cualquier momento. Amaneció con muchas ganas de café así que empezó por ahí; preparando aquella deliciosa bebida. El aroma llegó hasta la habitación y sacó a Joel de la cama.—Mi amor, has visto mi camiseta blanca —preguntó incluso antes de asomar por el pasillo.Llevaba puestos unos pantalones de tela bastante holgados que dejaban al descubierto sus marcados bíceps. Cuando llegó a la cocina encontró lo que buscaba. Su esposa cocinaba al mismo tiempo que movía sus caderas al ritmo de una canción que tarareaba; se veía sexi con el cabello suelto y sin peinar, los pies descalzos y la camiseta de Joel como único vestuario. Él se la comió con la mirada; la observó de pies a cabeza
Después de un día largo y agotador para Joel. Tranquilo y relajante para esposa ambos se sentaron en el comedor para disfrutar de una rica cena que envió la suegra de Yelina.—Tu madre me sorprende cada vez un poco más. Cocina delicioso.—Es verdad, a ella le queda muy bien todo. Creo que mi comida favorita siempre será la que ella prepare. En ningún otro lado he comido tan exquisito, creo que nadie cocina tan bien como lo hace mi mamá.Yelina se puso un poco molesta con el comentario que hizo Joel.—Espero que mis hijos piensen igual un día, ya que quizá será a los primeros que les guste como cocino. —dijo y se levantó de la mesa.—Él comprendió que había metido la pata y se quedó pensando como remediarlo. Después fue hasta la habitación y se disculpó.—Escucha, lo siento. No fue e
Después de unos meses de haber contraído matrimonio el papá le pidió a Yelina que trabajara para él como asistente de finanzas en la empresa exportadora de frutas congelas. De algún modo tenía que conseguir ingresos para su hogar, no pretendía dejar en manos de Joel todas las cuentas de la casa. Joel por su parte decidió aceptar la empresa de chocolates que le había heredado su papá; era muy buen administrador y conocía perfecto el rubro. En aquella compañía empezó sus inicios como empleado desde que tenía catorce años, habían pasado dieciséis años desde entonces. Cada cargo que tuvo dentro de la misma se lo ganó con esfuerzo y dedicación hasta que un día obtuvo el cargo de gerente general, mismo que seguía cubriendo con la diferencia que ahora también era el dueño.Así pasaron varios d&iac
Susan no tenía ánimos para nada; lloraba y lloraba recordando lo que había sucedido horas atrás, eran cerca de las dos de la madrugada y recién habían terminado de ver «Un verano en pantalones» las tres amaban aquella película, ya la habían visto muchas veces junto a «Un verano en pantalones dos» hasta las habían bautizado como las películas oficiales del grupo.—Ya queda poco refresco —dijo Yelina.—Voy por más —respondió Romina—. ¿Quieres más palomitas? —le preguntó a Susan.—No quiero nada —contestó con la voz un poco extraña a causa de su llanto.—¿Dejaras de llorar ya? Mira que Rubén no vale la pena. No merece que te desgastes así por él —habló Yelina.—Ya saben que esto no durará más de tr