Era sábado y Joel preparaba una sorpresa para su novia, quería obsequiarle un presente en su aniversario. Estaban cumpliendo dos años de noviazgo. Noviazgo donde las cosas entre ambos habían sido totalmente agradables. Los dos se demostraban amor mutuo y estaban seguros uno del otro, ya habían hablado de contraer matrimonio pues no querían permanecer separados por más tiempo. El reloj marcaba las cuatro de la tarde cuando Joel le hizo una llamada telefónica a su chica para invitarla a cenar. Ella se emocionó como solía hacerlo cada vez que iba a compartir el tiempo con su novio. Yelina corrió apresurada a buscar que ponerse; claro que no sería sencillo llevar a cabo tan pronto aquella tarea, ella era de esas jóvenes que se tomaban su tiempo para estar listas y nadie debía apresurarlas. Subió a su habitación y abrió su enorme closet, dentro del mismo encontró un bello vestido color azul royal que aún tenía la etiqueta de nuevo, aquel cambio junto a otros; esperaban el momento idóneo para ser usados por primera vez, puesto que desde que su tía se los obsequió habían ido a parar al gran guardarropa. Sacó un calzado de tacón en color plateado y buscó en su cómoda el joyero de dónde tomó un coordinado de pulsera, aretes y una cadena con dije pequeño, todo de plata. Para su suerte era una mujer de esas que visitaban a menudo el salón de belleza y su manicura junto a sus pies estaban hechos recientemente. Cómo era tan minuciosa para vestir observó sus uñas, las llevaba pintadas en un tono muy natural así que cualquier atuendo estaba perfecto para combinar a la perfección.
Se metió en la tina, quería relajarse para verse radiante, no todos los días estaba de aniversario...
Una hora después salió con su cabello envuelto en una toalla y su cuerpo cubierto por una bata de baño, le quedaba el tiempo justo para secar su pelo, vestirse y hacerse algo en su rostro.Empezó por el maquillaje; después de hacer sus ojos en tonos azul y plateado, siguió aplicando un primer y no sé cuántas cosas más en toda su cara, luego colocó base y mientras acomodaba todo el producto en su piel tarareaba; «Hello de Adele» le gustaba escuchar música para sentirse en paz y en armonía con ella misma. Después selló con un polvo compacto, aplicó contorno, rubor y sellador, estaba quedando espectacular; muchísimo más hermosa de lo que ya era. Por último, aplicó un toque mágico como solía decir ella; iluminador y labial.—Listo —dijo en silencio.
Poco tiempo más tarde su madre tocó la puerta de la habitación para informarle que saldría a cenar con su padre y con sus hermanas gemelas. Valentina y Valeria llevaban puestos unos hermosos vestidos en tonos morados y lila, a sus quince años y con aquellas prendas parecían unas modelos, tenían cuerpos muy esbeltos; piernas largas y cintura definida, busto pequeño y caderas anchas. Se parecían mucho a su hermana mayor; Yelina, al final de cuentas ese cuerpo era herencia de la elegante señora de Mondragón quien lucía un vestido color esmeralda en el que se marcaba muy bien su espectacular figura, misma que con el paso de los años solo se volvía más acentuada.
Yelina notó algo extraño en la salida de sus padres; no siempre salían sin ella, no obstante, estaba segura que lo hacían porque sabían de su aniversario y asumían que comería con su novio, sin darle mayor importancia tomó una plancha de pelo y comenzó a ondularse ligeramente el cabello, ya faltaba muy poco para estar lista y salir a encontrarse con su amado Joel.
Su tez pálida quedaba perfecta en el vestido azul, tenía los ojos de un tono claro casi color miel y su cabello rubio oscuro que justo en ese instante caía como cascadas sobre sus hombros, se notaba mucho el empeño que ponía en cuidarlo. Sus largas piernas quedaban al descubierto, su cintura y caderas se definían con el contorno del vestido corto que resaltaba su busto debido a los finos adornos en forma de pequeñas rosas que terminaban en un moderado escote donde delgados tirantes lo sujetaban por la espalda. De su closet tomó; un abrigo azul de un tono ligeramente más oscuro que si vestido y su cartera de mano en color plateado. Colocó un poco de gloss sobre sus labios nude y salió a buscar su auto.
—¿Quiere que la lleve señorita Yelina?
—preguntó Manuel, el chófer de la familia.—Iré sola -contestó ella—. ¿Mi papá iba conduciendo?—Sí, señorita —respondió él.—Entonces vete a descansar —le ordenó.—Gracias y que tenga una gran velada.Cuando llegó al fabuloso restaurante «Los Rascacielos» uno de los meseros la condujo hasta una sala aparte donde la esperaban; su novio, sus padres, sus hermanas, sus dos mejores amigas; Romina, Susan y los novios de ellas. Los señores Valderrama padres del novio y Alondra; hermana de Joel. También estaban el mejor amigo de Joel junto a su esposa. Era una cena muy especial con los seres más queridos de la pareja. En el fondo un banner decorado con fotografías de ambos y en el que se podía leer «Feliz Aniversario» en torno a este; globos con helio que se sujetaban a bonitas macetas que estaban en el suelo. Sobre la extensa mesa para catorce personas, tres candelabros con velas aromáticas y rosas eran los protagonistas, aunque la fina cristalería no se quedaba atrás.
Uno de los camareros se acercó, traía consigo una bandeja que después dejó sobre la mesa. De fondo comenzó a sonar la bella canción de «Lucas Troo, Te encontré» y en ese instante Yelina destapó la charola, sin imaginar lo que contenía, ella pensó que se trataba de algún aperitivo, pero en ese momento descubrió un hermoso anillo de compromiso sobre una caja de terciopelo en tono rojo. Su cara de felicidad era la mejor recompensa para Joel después de haber planeado aquella sorpresa. Él se arrodilló y le entregó un ramo con veinticuatro rosas rojas y le pidió matrimonio. Ella se llenó de emoción y no pudo contener las lágrimas, esperaba una bonita cena y una gran velada, pero nunca un compromiso. Se sintió feliz de aceptar la propuesta y después de un; «sí quiero» besó a Joel en los labios. Todos aplaudieron y les felicitaron.Yelina lucía hermosa con su vestido de novia en un tono rosa casi blanco, ella era una persona a la que le gustaban las cosas únicas.—Tu vestido tiene que ser blanco —le decía su mamá cuando estaban eligiendo la tela que se usaría para el atuendo.—¿Quién lo dice madre? —la cuestionaba.Tenía que convencer a su progenitora que no quería ser una novia más, ella quería ser diferente, deseaba una boda irrepetible. Además, aquel tono tan parecido al blanco y a la vez tan diferente la había dejado encantada.—Quiero mi vestido en este color —decía.—¿Pero, porque en ese color? yo insisto en que debe ser blanco, como el de cualquier otra novia.—Mami; no me voy a casar todos los días, además no seré una novia más. Yo quiero que mi boda sea diferente y que sea especial.—Yelina...—Ya no insistas, no me harás cambiar de parecer, es más si tú sigues pidiéndome imposibles voy a elegir aquel tono —dijo mientras señalaba un retazo de tela color mostaza.—Está bien.
Eran las tres de la madrugada cuando Yelina y Joel llegaron al hotel y se instalaron en una lujosa habitación.Los señores Valderrama la habían pedido decorada para la ocasión. Sobre la cama un enorme corazón con pétalos de rosas y unos cisnes hechos con las toallas de baño, eran el centro de atención. Una botella de champagne en su respectiva hielera, dos copas, rosas rojas y unas velas llenaban de pasión el lugar. De la tina de baño ni hablar, Yelina no iba a resistir sus ganas por darse un baño, había; sales aromáticas y pétalos de rosa flotando sobre el agua ligeramente tibia. Aquella noche tenía que ser espectacular, aunque a decir verdad los esposos estaban cansados, Yelina mucho más que Joel.Ella tenía temor de lo que proseguía. Era virgen aún, pero no tonta. Le gustaba mucho la lectura y entre sus favoritos había varios libros de novelas eróticas; no sería una experta en la cama, pero algo tenía que haber aprendido en la teoría y el momento de la práctica estaba
Era viernes por la tarde cuando Joel y Yelina regresaron de su viaje, ambos traían la piel bronceada y sus miradas llenas de un brillo singular, era evidente lo bien que la habían pasado. Acordaron pasar el sábado en casa de los papás de él y el domingo iban a visitar la familia de ella. En esos momentos también aprovecharían para recoger sus cosas personales y llevarlas a la casa que compartirían como hogar, días atrás llevaron una maleta con cosas personales cada uno, pero había mucho más que trasladar. Por su parte Yelina tenía que dejar muchas de sus prendas en casa de su mamá, el closet de su casa no era tan grande como su armario de mujer soltera, además ahora tenía que compartir espacio con su esposo.La estadía en casa de los Valderrama fue bastante agradable, Alondra y Yelina se llevaban muy bien, la primera tenía dieciocho años y su parecido con Joel era increíble. Las dos chicas se encerraron en la habitación de Alondra para conversar sobre sus cosas, Yelina escuchó
Después de todo y al verla triste Joel le dijo a su esposa que se podían quedar a dormir en casa de sus papás si ella así lo deseaba. Yelina aceptó encantada, la decisión le parecía espectacular.Sabía bien que su esposo quería remediar lo mal que se había portado con su actitud en la noche anterior.Valeria y Valentina llegaron al atardecer, las dos habían estado de día de campo fuera de la ciudad con unos amigos de la secundaria. Esa era otra de las razones por las que Yelina no se sentía bien, no había visto a sus hermanas durante todo el día y le parecía terrible marcharse sin saludarlas, por suerte durante la tarde las cosas se pusieron mejor. Cuando la familia estuvo completa Joel observó a detalle algo que no había visto antes; lo unidos que eran todos en aquel hogar.La noche continuaba de lo más normal, Yelina se sent&iacu
Desde que volvieron de la luna de miel ambos se estuvieron quedando en un apartamento del amigo de Joel, ya habían decidido que no se quedarían con sus padres. Nada del otro mundo, simplemente ganas que comenzar a interactuar como esposos, pero ya era momento de instalarse en la nueva vivienda, que sería el hogar de ambos. Era una casa muy bonita; su fachada era sencilla, pero elegante, el tono azul del techo combinaba a la perfección con el amarillo mostaza de las paredes y el blanco de los detalles en las columnas. De lado derecho estaba el garaje y de lado izquierdo había un pequeño jardín con la grama muy verde y unas cuantas macetas. En la parte trasera unos arbustos florales separaban el terreno con el de los vecinos más próximos; una pareja joven adulta que tenían una hija de dos años. En la sala de la casa había finos muebles muy bien distribuidos igual que en la cocina, el comedor, las dos h
Yelina se despertó temprano y preparó desayuno para dos, Joel aún dormía, pero ella estaba segura que despertaría en cualquier momento. Amaneció con muchas ganas de café así que empezó por ahí; preparando aquella deliciosa bebida. El aroma llegó hasta la habitación y sacó a Joel de la cama.—Mi amor, has visto mi camiseta blanca —preguntó incluso antes de asomar por el pasillo.Llevaba puestos unos pantalones de tela bastante holgados que dejaban al descubierto sus marcados bíceps. Cuando llegó a la cocina encontró lo que buscaba. Su esposa cocinaba al mismo tiempo que movía sus caderas al ritmo de una canción que tarareaba; se veía sexi con el cabello suelto y sin peinar, los pies descalzos y la camiseta de Joel como único vestuario. Él se la comió con la mirada; la observó de pies a cabeza
Después de un día largo y agotador para Joel. Tranquilo y relajante para esposa ambos se sentaron en el comedor para disfrutar de una rica cena que envió la suegra de Yelina.—Tu madre me sorprende cada vez un poco más. Cocina delicioso.—Es verdad, a ella le queda muy bien todo. Creo que mi comida favorita siempre será la que ella prepare. En ningún otro lado he comido tan exquisito, creo que nadie cocina tan bien como lo hace mi mamá.Yelina se puso un poco molesta con el comentario que hizo Joel.—Espero que mis hijos piensen igual un día, ya que quizá será a los primeros que les guste como cocino. —dijo y se levantó de la mesa.—Él comprendió que había metido la pata y se quedó pensando como remediarlo. Después fue hasta la habitación y se disculpó.—Escucha, lo siento. No fue e
Después de unos meses de haber contraído matrimonio el papá le pidió a Yelina que trabajara para él como asistente de finanzas en la empresa exportadora de frutas congelas. De algún modo tenía que conseguir ingresos para su hogar, no pretendía dejar en manos de Joel todas las cuentas de la casa. Joel por su parte decidió aceptar la empresa de chocolates que le había heredado su papá; era muy buen administrador y conocía perfecto el rubro. En aquella compañía empezó sus inicios como empleado desde que tenía catorce años, habían pasado dieciséis años desde entonces. Cada cargo que tuvo dentro de la misma se lo ganó con esfuerzo y dedicación hasta que un día obtuvo el cargo de gerente general, mismo que seguía cubriendo con la diferencia que ahora también era el dueño.Así pasaron varios d&iac