Era domingo y el día del cumpleaños de Valeria y Valentina. El salón del hotel donde se realizaría la fiesta estaba lleno de gente al parecer iba a ser más que una pequeña celebración. Pronto los invitados comenzaron a llenar de preguntas a Yelina por la ausencia de Joel, fue difícil e incómodo para ella aquel instante.
—¿Y tu esposo? —preguntó una de las amigas de la familia.
—Hola Anita saludó con un beso en la mejilla—. Él anda de viaje —contestó.
—Pero, si es raro que Joel salga de la ciudad —dijo otra de las señoras.
—Ha tenido que hacerlo, ahora que es el dueño de la fábrica pasa mucho tiempo en cuestiones del trabajo. Ya saben; viajes, reuniones y esas cosas.
Quería convencer a las señoras chismosas que todo estaba bien en su matrimonio, algunas de las personas ah
Pronto comenzaron las clases en la universidad y Yelina estaba emocionada porque al fin iba a continuar con su carrera. Casi se cumplían tres meses desde que ella y Joel se habían separado. En muchas ocasiones llegó a pensar que haberse casado tan joven era el problema de todo, quizá ninguno de los dos estaba preparado para afrontar las responsabilidades que conlleva un matrimonio. A lo mejor y la prisa por estar acompañada de Joel le había hecho cometer el error más grande que no cometió jamás. Al mismo tiempo pensaba que el amor no podía ser nunca un grave error y aunque ambos se extrañaban, ninguno de los dos cedía. Estaban bajo una tormenta que no se calmaba y que les obligaba a mantenerse lejos, uno del otro. Era el único modo de evitar que aquello llegara aún más lejos.En su primer día de clases quería impresionar, claro era el primer momento en que ib
Cansado de lo mismo todos los días, Joel comprendió que debía buscar a su esposa; ya no podía vivir sin ella. Había pasado el tiempo suficiente para darse cuenta que ella no iba a volver si él no la buscaba. Su ausencia se reflejaba en cada momento de su vida y su mundo estaba comenzando a caerse pedazo a pedazo.—Pero que tonto he sido —pensó.Salió a buscarla, estaba decidido, había llegado el momento de solucionar lo que estaba sucediendo en su matrimonio. De un momento para otro comenzó a llover y de pronto la lluvia se convirtió en tormenta. Los árboles eran levemente sacudidos por el viento que arrastraba las livianas gotas de lluvia que caían sin cesar, a pesar del aguacero Joel decidió que no era momento para esperar un segundo más, continuó su recorrido hasta la casa de sus suegros. Mientras esperaba en el tráfico pensó en todo el tiempo que había pasado y en las noches que no había estado para su esposa, reflexionó en como permitió que su matrimonio cayera en l
Después de unos días Yelina no lograba comprender porque Joel había actuado de esa manera, para ella hubiera sido mejor que él ingresara hasta su habitación y que tuvieran una conversación normal, pero él había entrado como un ladrón hasta el patio trasero de la casa de sus padres. Admitía que había estado muy romántico lo del corazón en el cristal, la lluvia y su llegada repentina, pero seguía confundida y bueno ahora lo estaba más que nunca. En algunas ocasiones imaginó que Joel llegaba a buscarla y que le llevaba rosas o chocolates o tal vez un peluche gigante, porque él era así romántico e impredecible.Joel estaba sorprendido por la actuación que tuvo el día de la tormenta; sabía que, en lugar de reparar las cosas, había empeorado todo. Actuó por impulso sin pensar en lo que podía suceder, pasa que creyó que todo iba a ser sencillo, no obstante, Yelina esperaba más que un pequeño arrebato de sentimientos encontrados.Después de un par d
La mañana era hermosa, más hermosa que de costumbre. El sol iluminaba perezoso cada rincón de la casa Mondragón, el clima era perfecto para deleitarse con un desayuno en el jardín junto a la piscina.—Buenos días, familia —saludó Yelina mientras se sentaba en la mesa para tomar el desayuno.—Buenos días, hija —contestaron sus padres.Todos estaban listos para consumir los deliciosos alimentos que habían servido; pan tostado con mermelada, jugo de naranja, café caliente, fruta picada y cereal con leche.—Buenos días —dijo Valeria. Traía el cabello mojado y se miraba un poco cansada.—¿Que te ha pasado? Te ves terrible —expresó Valentina.—Solo he tenido una noche acompañada de insomnio.—¿Te sientes bien mi niña? —le preguntó su papá.—Claro papá.—Diles que llegaste a media noche —pidió Valentina.—Cállate —le sugirió su gemela.—Cállense las dos —advirtió la señora de Mondragón.Meses antes de aquella mañana. V
Yelina se permitió leer la carta que le había entregado su madre, y al comprender que las palabras escritas por su esposo eran sinceras tomó la decisión de volver a su lado, pero antes tenía cosas que arreglar. Estaba confundida por lo mal que había actuado en las últimas semanas, ella no pretendía hacerle daño a nadie, pero todo lo que sucedió despertó en ella el instinto de defenderse ante el sexo opuesto. David quería conquistarla y estaba haciendo hasta lo imposible por lograrlo, pero Yelina aún no le comentaba que era casada y peor aún que ya había decidido darle una segunda oportunidad a su matrimonio. Le marcó a su móvil y en cuanto le respondió dejo.—David tenemos que hablar lo antes posible, es muy importante.—Está bien, te invito un café por la tarde y si quieres puedo pasar a recogerte voy a estar cerca de tu casa para esa hora.—¿Y si me mejor nos vemos para el almuerzo? —sugirió ella.Yelina y David se encaminaron hacia un restaurante que estab
Un noviazgo perfecto deja de serlo cuando se convierte en un matrimonio dónde ambos piensan de manera diferente, las diferencias llegan acompañadas de discusiones y en ese momento la magia se esfuma. Aquí entra en marcha la capacidad y la madurez de las dos personas para que su matrimonio se vuelva mucho mejor que su noviazgo.Yelina y Joel toman la decisión de contraer matrimonio luego de estar seguros que se aman y que están hechos el uno para el otro. Al término de un par de años ambos enfrentan problemas un poco difíciles de solucionar, Joel no quiere perder a Yelina y le pide que luchen juntos por su hogar, al inicio ella se pone renuente ante tal proposición, pero con los días se da cuenta de lo que realmente desea y pone la confianza en ambos partiendo del amor que sienten. Los dos luchan para que su relación sobrepase las tormentas que les azotan.
Era sábado y Joel preparaba una sorpresa para su novia, quería obsequiarle un presente en su aniversario. Estaban cumpliendo dos años de noviazgo. Noviazgo donde las cosas entre ambos habían sido totalmente agradables. Los dos se demostraban amor mutuo y estaban seguros uno del otro, ya habían hablado de contraer matrimonio pues no querían permanecer separados por más tiempo. El reloj marcaba las cuatro de la tarde cuando Joel le hizo una llamada telefónica a su chica para invitarla a cenar. Ella se emocionó como solía hacerlo cada vez que iba a compartir el tiempo con su novio. Yelina corrió apresurada a buscar que ponerse; claro que no sería sencillo llevar a cabo tan pronto aquella tarea, ella era de esas jóvenes que se tomaban su tiempo para estar listas y nadie debía apresurarlas. Subió a su habitación y abrió su enorme closet, dentro del mismo encontró un bello vestido color azul royal que aún tenía la etiqueta de nuevo, aquel cambio junto a otros; esperaban el momento idóneo
Yelina lucía hermosa con su vestido de novia en un tono rosa casi blanco, ella era una persona a la que le gustaban las cosas únicas.—Tu vestido tiene que ser blanco —le decía su mamá cuando estaban eligiendo la tela que se usaría para el atuendo.—¿Quién lo dice madre? —la cuestionaba.Tenía que convencer a su progenitora que no quería ser una novia más, ella quería ser diferente, deseaba una boda irrepetible. Además, aquel tono tan parecido al blanco y a la vez tan diferente la había dejado encantada.—Quiero mi vestido en este color —decía.—¿Pero, porque en ese color? yo insisto en que debe ser blanco, como el de cualquier otra novia.—Mami; no me voy a casar todos los días, además no seré una novia más. Yo quiero que mi boda sea diferente y que sea especial.—Yelina...—Ya no insistas, no me harás cambiar de parecer, es más si tú sigues pidiéndome imposibles voy a elegir aquel tono —dijo mientras señalaba un retazo de tela color mostaza.—Está bien.