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Capítulo 6: "Caleb"

Laila Smith.

—Buenos días, familia— saludé al sentarme en la mesa donde todos estaban desayunando.

—Buenos días, cariño— me respondió papá que fue el único que se molestó en levantar la mirada y dedicarme una sonrisa.

Todos tenían una gran cara de cansancio y mamá ni me dirigió la palabra, aún estaba molesta por lo del día anterior y pensé en pedirle perdón, pero mejor esperaba a la noche para que se calmara un poquito más.

—Ya me voy que la universidad, adiós— deje el plato sucio en el lavadero y tome la mochila en mano.

— Valla con el Supremo hija mía— volvió a responder papá dejando un beso en mi frente.

—Amén padre.

Todas las mañanas iba caminando hasta la universidad, ya que no quedaba muy lejos de casa y tampoco tenía coche, ni licencia para conducir, así que me tocaba andar hasta allá, a veces en compañía de Simón mi único amigo y el hijo del líder de la congregación, pero ese no era uno de esos días.

Mientras tarareaba una canción y daba pequeños saltos por la orilla de la calle para hacer el recorrido menos aburrido, un coche frenó justo a centímetro de mí pegándome un gran susto y poniendo mi corazón a palpitar a 100 km/ hora.

—Buenos días Laila— me saludó Miguel como si nada, como si no hubiera estado a punto de matarme dos segundo antes.

—¿Buenos días?— pregunté con el ceño fruncido y encogiéndome de hombre.

Él bajó sus gafas de sol hasta la punta de su nariz y miró hacia el cielo.

—Vez eso de allí— señalo el sol que se escondía de tras de unas nubes— Eso es el sol lo que quiere decir que es de día.

—Me refiero a que casi chocas conmigo o  ¿eso no lo viste?— pregunté irritada porque me estaba haciendo pasar un mal rato.

—Solo jugaba, relájate— dijo sin más quitándole importancia al asunto, como si no fuera nada— Vamos sube te llevó.

—No gracias yo puedo caminar.

—Venga Laila vamos, si ayer me dejaste entrar a tu habitación que era peor— se bajó y abrió la puerta de atrás donde estaba Melody revisando su celular— Vamos sube.

—Si Laila vamos— me invito Melody esta vez— Que no quiero llegar sola a la escuela, a ver si hago amigas, eso de ser la nueva es incómodo.

—No lo siento no puedo— me negué e hice el intento de caminar, pero Miguel me sujetó el brazo— Que no puedo dije, por favor suéltame.

—Por favor Laila, hazlo por Melody que se sentirá sola— la chica me miro con cara de gatito llorón y yo terminé aceptando.

—Vale ya podemos irnos— dije ya con el cinturón puesto sentada al lado de Melody que dejo su celular al instante.

—Gracias Laila— me dio un abrazo que me dejó sorprendida, pero luego termine respondiéndoselo— Esto de ser nueva no me gusta.

—Serás bien recibida, verás— le aseguré yo— En la universidad todos son muy buenos. 

—Aquí todos son buenos— agrego Miguel mirando por el espejo.

En el mismo instante en que iba a responderle el móvil de Melody comenzó a vibrar a mi lado y en la pantalla salió la foto de un chico de pelo rubio y ojos grises brillantes, igual que el chico del jardín, que se llamaba Caleb o al menos eso decía la pantalla.

—¿Qué hiciste ahora?— preguntó ella de mala manera al chico que estaba del otro lado de la línea y este le respondió algo muy malo, lo decía su reacción que terminó robando todo mi atención.

—Espero ahí que Miguel irá en este momento, no te muevas Caleb quédate justo donde estás o está vez yo me encargaré de matarte con mis propias— le amenazó ella antes de colgar la llamada y su amenaza sonó muy sincera.

Miguel solo la miraba por el espejo y yo me  alejé un poco para que hablara con más privacidad, aunque no tenía mucha lógica porque estábamos en un coche.

Ella al terminar la llamada me regaló una sonrisa inocente como si lo que había dicho hacía un rato no fuera nada en serio, pero por alguna extraña razón no me la creía.

—Miguel déjame en la uni y regresa a casa urgente— le dijo Melody a su hermano en un tono demandante.

—¿Qué hizo ahora?— preguntó Miguel algo preocupado, creía yo.

—Mejor ve y mira por ti mismo hermanito— evitó contar detalles, supongo que porque estaba yo en frente— Gracias por traernos— abrió la puerta del coche y yo la seguí.

—A eso voy— suspiro él pasando una mano por su rostro y frotándose los ojos— De nada,  tengas un lindo día hermana.

—Que tengas un lindo día tú— dijo ella ante de que él tomara velocidad y desapareciera.

Luego de esa extraña y pesada conversación todas las dudas que tenía sobre ellos se hicieron más grande, Caleb se parecía mucho al chico de aquella noche y para mí todo tenía lógica, ellos solo querían asustarme o sabían algo que yo no. Aunque no entendía por qué yo, la verdad que desde que ellos llegaron yo estoy en pura paranoia.

«El mundo no gira a tu alrededor cielito»

—¿Laila estás bien?— preguntó Melody ante de entrar por el portón de la universidad— Te ves pálida.

—Si, todo bien— le mentí y seguí caminando a su lado para llevarla hasta el salón.

Ella miraba todo muy asombrada su mirada pasaba de una esquina a la otra, parecía que nunca había estado en una escuela.

—Que lindo todo, es pequeño, pero muy acogedor— me dijo ella mirando todo a su alrededor.

—Si la verdad que sí— abrí una pequeña puerta que nos llevaba al salón donde daríamos nuestras clases— Este es el nuestro.

—Oh muy lindo, gracias Laila— me abrazo nuevamente y comenzó a hablar con unas chicas que ya se le habían acercado.

Yo me alejé para que ella comenzara a socializar y me fui en busca de Simón que no lo había visto aún.

—¿Me buscabas?— pregunto el justo detrás de mí.

—¡Ay! Me asustaste— me quejé dando un golpe en su hombro.

—Aush eso dolió— se frotó el hombro y me envolvió en un abrazo algo que no era normal en él, pero igual se lo devolví.

«¿Era el día de los abrazos y no me había enterado?»

—¿Qué tal estas?— le pregunté después de ese incómodo pero cariñoso abrazo.

—Bien, un poco estresado, pero bien.

—¿Tienes exámenes?

—No algo peor. Hoy tengo que dar un discurso en la noche.

—Oh, ¿Ya lo escribiste o algo?

—No aún y papá se pondrá muy molesto si no lo hago.

—Esperemos que el Supremo te mande inspiración antes de la noche.

—Eso espero, Amén.

—Bueno me voy a clases— me despedí después de escuchar el sonido de la campana que avisaba que comenzarían las clases.

—Ve con el Supremo— me dijo antes de marcharse.

—Amén.

Todo en el salón estaban al rededor de Melody preguntándole miles de cosas que ella respondía alegremente como si no le molestara nada de eso, a mí si me molestaría tener a todos encima de mí.

—Buenos días, alumnos— entro el profesor por la puerta y todos se marcharon a sus asientos.

—Buenos días— respondimos al unísono.

Yo amaba mi carrera, amaba las clases, amaba la escuela, amaba a mis amigos, en fin amaba estar en la universidad. En cambio Melody parecía aburrida, no entendía nada de lo que hablaban en clase   o al menos eso decía su cara.

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—Hasta mañana, vayan con el Supremo— se despidió el profesor antes de salir del salón.

—Amén— respondimos nuevamente todos al unísono.

—¿Nos vamos juntas?— me preguntó Melody acercándose a mi asiento.

—¿No vendrá Miguel a buscarte?

—Está algo ocupado, no podrá venir— se encogió de hombro pasando por mi lado.

—Bueno entonces nos vamos juntas— tomé la mochila en mano y me dirigí a la salida junto a ella.

Al principio se nos hizo algo incómoda el camino, pero luego comenzamos a hablar de clases y poco a poco ya éramos como dos buenas amigas.

—¿Te gusta la carrera?— preguntó después que paramos de reírnos de unos chistes muy malos que nos hizo Max el compañero de clases.

—Si mucho y ¿a ti?

—Un poco sí, solo la estudio por mamá que siempre ha querido que estudie medicina— me confiesa.

—Oh, pero bueno te gusta algo al menos, supongo que no es tan malo— no sabía qué decirle en ese momento.

—Supongo que no— se encogió de hombro y respiro profundo para evitar llorar.

Yo aproveché la situación y le hice una pregunta que me estaba matando de la curiosidad.

—¿Quién es Caleb?— le pregunté jugando con el cordón de mi mochila— Es que no sabía que vivían más personas en tu casa.

—No Caleb no vive con nosotros— me mintió, estaba segura de eso— Él es mi primo y vino de visita, pero se regresa está noche a su casa.

—Perdón por ser tan curiosa— le regalé una sonrisa— Es que me quedé con la duda desde esta mañana, me parecía conocido el chico.

En ese instante me di cuenta de que me escondía algo, había algo que no quería decir por algún motivo, su mirada se debió de la mía y pensó un largo rato su respuesta, me di cuenta, estudiar medicina era muy bueno porque te ayuda a conocer a las personas y yo sabía que está mintiendo.

—A no sé de donde puedas conocerlo, igual le preguntaré antes de que se vaya— dijo jugando con sus manos y evitando mi mirada, estaba mintiendo.

—No mejor déjalo, a veces suelo confundir las cosas— quité un poco de importancia al tema para que ella se relajará, pero la notaba más tensa que ante.

—Como quieras.

—Bueno hasta mañana— me despido ya frente a la casa— Vaya con el Supremo.

—Amén— respondió continuando su camino sin mirar atrás, apurada por llegar a casa.

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