"Quien con monstruos lucha cuide de no convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti".
23 de marzo, 2021
9:00 am
Hospital Psiquiátrico De Luz
—Buenos días Laila— saluda mi psicóloga tomando asiento en su escritorio— Ya veo que madrugaste hoy.
—Buenos días, señorita Morgan— me limito a contestar sin despegar la mirada del suelo.
La oficina de mi psicóloga es algo pequeña, pero acogedora, sus paredes tiene un color azul cielo que le aportan tranquilidad a mi mente, el suelo tiene lozas de colores blanco y negro como un juego de ajedrez y también tienes varios estantes repletos de libro que sé de memoria, mi favorito es "Comenzar de Cero" porque creo que es el único que contiene algo de violencia.
En el psiquiátrico está prohibido ese tipo de libros, ya que todos los que estamos aquí tenemos algún trastorno mental y hemos cometido algún delito.
Llevo 2 meses ingresada en este lugar luego de la gran tragedia que acabo con mi familia y desde hace un mes Morgan intenta encontrar una solución a mi problema, pero yo ni una sola palabra le he contado sobre el incidente.
—Laila, cariño necesito que me escuches— llama mi atención mientras se sirve un poco de café con leche en una tacita de porcelana con dibujitos de animales— Tienes que ayudarme con esto, llevamos un mes en lo mismo cariño, tienes que hablar para poder ayudarte.
—Vale Morgan lo siento— la verdad soy algo distraída— Pero no quiero hablar y para ser sincera ambas sabemos que no puedes ayudarme, no me arrepiento de lo que hice, nunca lo haré y si eso es estar loca, pues llámame loca.
Cada día busco en el fondo de mi alma una pizca de remordimiento o algo de culpa, pero solo encuentro odio y ganas de acabar con todo este juego, porque no estoy loca y odio que me hagan pasar por una. Ninguna de las personas que murieron eran inocentes, hasta el cura del pueblo había pecado así que no encuentro una razón para tener cargo de conciencia o pena por ellos.
—Bueno cuéntame que tal fue tu día de ayer— cambia de tema para relajar el ambiente y toma su lápiz en mano para anotar en su cuaderno cada palabra que digo, sé que es parte de su trabajo, pero me irrita un poco.
—Pues lo normal, asistir a clases, no hablar con nadie, ir a comer y luego pasarme la tarde leyendo en la biblioteca— respondo desviando la mirada hacia la gran ventana que da vista al patio donde juegan algunos chicos.
—Y en que piensas cuando estás sola en la biblioteca— repite las palabras que llevo escuchando dos semanas seguidas, todo con la intensión de que me abra con ella— Entre tantos libros debes pensar en algo.
Cada día dudo más sobre las cosas y no sé si es lo correcto, pero en algún momento tengo que contar como mande todo a la m****a y porque llegue a este lugar, no es mi tema preferido, pero estoy segura de que va a flipar con la historia.
—Cariño no pienso jugarte yo estoy aquí para ayudarte, así que dime en que piensas cuando estás a sola metida entre tantos libros— llama mi atención con su dulce voz.
—No me vas a juzgar porque los que deben ser juzgados ya murieron— suelto en tono demandante— Pero tranquila Morgan si quieren saber te lo contaré todo.
—Pues déjame conocer la historia y te daré mi opinión—agrega nuevamente poniéndose de pies para sentarse a mi lado— Laila soy tu única amiga en estos momentos, déjate ayudar por favor, el juicio es en dos días y no sé cómo defenderte para que no te trasladen.
La verdad no quiero irme de aquí, ya tengo mis lugares preferidos y aunque no hable mucho, ya conozco a la mayoría de las personas que caminan a mi lado entre los pasillos. En sus ojos puedo ver que me habla con sinceridad y que quiere ayudarme.
—Vale Morgan escucha— tomó un poco de aire para luego hablar— Todo comenzó con ellos…
"Brocklyn"
7 meses atrásEra un día como todos, mamá se encontraba en la cocina terminando la cena, mis hermanos estaban en su habitación jugando videojuegos y papá terminaba de alistarse para salir a trabajar en el hospital.
—Chicos, papá ya se va— avisó mamá desde la cocina.
—El último que llegué es una tortuga— gritaron mis hermanos al salir de su habitación pasando por mi lado como un ciclón para deslizar su trasero por la baranda de las escaleras.
Tenía dos hermanos gemelos mayores que yo por dos años, ambos de ojos azules igual que abuelo, cabello castaño como papá, labios muy rosados como mamá y una hermosa sonrisa que heredaron de abuela. En verdad aunque me duela aceptarlo eran muy guapos, pero nada del otro mundo que parecían dos críos con sus tonterías.
—Que tengas linda noche papá— deposite un beso en la mejilla del hombre de cabello castaño claro, ojos azules y una hermosa bata de médico que lo hacía lucir muy guapo.
—Igual tu mi niña.
—Bueno vamos cariño que llegas tarde— le regaño mamá arreglando su corbata y llevándolo hasta la puerta.
Siempre me sorprendió el amor que se tenían, desde que estaba pequeña nunca los había visto pelear o estar en desacuerdo con algo. Deseaba que el Supremo pusiera alguien tan incondicional en mi camino.
—"En el camino seguro estaré y la fe no perderé, amén"— todos repetimos al unísono la oración de despedida.
—Buenas noches, familia, cenen en paz— se despidió por última vez antes de cerrar la puerta y marcharse.
En el pueblo todos eran muy religioso desde años atrás, todo el que vive en Brocklyn debía seguir las reglas y cumplir con las costumbres si no quería ser castigado.
—Laila puedes alcanzar los platos— me pidió mamá dejando los cubiertos en la mesa.
—Aquí tienes—, estire una de mis manos— Yo no tengo hambre estaré en la habitación estudiando.
—No te hace bien estudiar tanto, puedes respirar un poco cariño, come algo antes de pasarte toda la noche desvelada.
—Deja a la nena tranquila— interrumpió Damián el gemelo más odioso— Ella será el ejemplo de la familia.
—Tú deberías seguir su ejemplo— le regaño mamá dando un pequeño golpe en su cabeza— Que eres un irresponsable.
Damián siempre estaba soltando sus malas bromas, pero yo nunca le presté atención porque no me interesaba mucho lo que él pudiera pensar, solo sabía de mujeres y videojuegos, creo que lo único que había hecho en su vida era tirarse a media universidad.
«Que el Supremo lo tengo en la gloria y perdones sus pecados»
—Buenas noches, pequeña— entró mamá a la habitación con mis medicamentos y me dio el beso de cada noche.
—Que tengas dulces sueños.
Era viernes en la noche, estaba permitido estar en las calles hasta la hora que quisieran mientras que no causaran problemas, las fiestas que montaban mis vecinos no me dejaba dormir y tampoco estudiar. Así que decidí leer para que la noche se me hiciera más corta.
Esa noche, acomode una silla frente a la ventana de casa que era mi lugar preferido en todo el mundo, subí mis pies a la esquina de la cama, tomé mi libro en mano y mientras la brisa despeinaba mi cabello y traía consigo un agradable aroma a lluvia me concentré en cada diálogo de la historia.
꧁꧂
Llevaba un buen rato leyendo cuando me percaté de que las luces de casa de mi vecino estaban encendidas, me parecía algo extraño porque el anciano que vivía en esa casa había muerte hacía un par de meses y llevaba varias semanas viendo camiones cargando cajas o dejando una mudanza, no estaba segura del todo.
—Laila, tenemos vecinos nuevos— entró Lucas a mi cuarto como Pedro por su casa aclarando mi duda— El papá de Daniel acabo de contarle que se mudó una chica con dos hermanos muy guapos.
El papá del mejor amigo de mi hermano era el encargado de la inmobiliaria en el pueblo, él sabía todo sobre los que se mudaban o los que querían vender alguna propiedad.
—¿Podrías tocar la puerta al menos?—, espete molesta— Además que tiene que ver eso conmigo me da igual si tenemos vecinos nuevos, si son guapos, si tiene una hermana, no me in-te-re-sa.
—Laila que amargada eres, ya entiendo por qué papá no te deja salir de casa, con ese mal genio mataría a cualquiera, solo tienes 19 años relájate babi— habla imitando las palabras de Damián.
—Lucas lárgate de mi habitación antes de que ponga mis ideas en práctica y te lancé en libro por la cabeza.
—Vale, vale hermanita, relájate, no a la violencia.
Laila Smith—¡Mamá tenemos vecinos nuevos y no me habías contado!— exclamé bajando las escaleras para quedar petrificada al ver la familia que estaba sentada en el gran sofá de sala.Cada uno de ellos lucían como modelos de revista, hasta la mujer que me parecía un poco mayor era toda una diva. Y perdonen el vocabulario, pero es que estaban hermosos y diciendo eso me quedé corta.—Disculpen a mi hija, ella es la menor— se disculpó mamá y me invitó a presentarme con cada uno de ellos.—Mucho gusto, mi nombre es Mario Brown— el primero en extender sus manos fue el chico que estaba frente a mamá con una camiseta blanca que llevaba dibujado algo de una banda de música(que no tenía idea de cuál era) y unos pantalones holgados que combinaban con sus zapatillas negras.«Si señor, lo observé de arriba abajo»Mario
Laila SmithLlevaba más de media hora parada delante del espejo convenciéndome de que iba correctamente vestida para visitar la casa de los nuevos vecinos, nunca había salido de casa a menos que fuera para ir a la iglesia los domingos o para ir a la universidad los días que tenía clases.—Laila, puedes bajar ya— llamó mamá por decimoquinta vez— Te estamos esperando.—Ya voy mamá, dame un momento.Mire una vez más mi atuendo en el espejo el cual no me convencía del todo aunque algo dentro de mí me decía que estaba perfecta así.—Tok, Tok. ¿Puedo pasar?— papá dejó pequeños golpecitos en la puerta para llamar mi atención y entró con una gran sonrisa hasta ponerse a mi lado— Ya vamos tarde cariño.—Lo lamento papá—, baje la mirada al suelo un poco apenada por la demora.—Discúlpate con mamá que está que hecha fuego con las orejas— bromeo y ambos comenzamos a reír.—Lo haré nada más que baje— le aseguro entre risas.<
Laila SmithEra domingo en la mañana y llevaba un par de horas en el cementerio del pueblo despidiendo al niño Jesús que con solo trece años había perdido su vida. Los resultados de la autopsia determinaron que el chico murió ahogado con su propia saliva en medio de la noche.Yo en el fondo presentía que ahí había gato escondido y eso no me encaja del todo, era algo muy extraño que un niño a su edad se ahogara con su propia saliva, pero en Brocklyn no era normal que ocurran cosas fuera de lo común así que si los resultados decían eso, todos creían en eso.—… No encontró palabra de consuelo que pueda calmar el dolor de los padres, era un niño lleno de vida que aún le quedaba mucho por andar, pero solo el Supremo sabe lo que hace y porque lo hace, Amén— concluyó el Padre David la misa.—Que el Supremo lo tenga en la Gloria, Amén— agregó la multitud.La mayoría del pueblo se encontraba presente vestida de negro y con rosas blancas en
Laila Smith —¿Qué haces en mi habitación?— pregunté desde mi cama.—Vine a visitarte porque quiero hacer amigas nuevas, pero tú estás castigada así que supongo que no puedes salir. Y yo vine a hablar contigo porque estoy muy aburrido en una casa tan grande y vacía— respondió con un tono neutro como si fuera mi amigo de toda una vida.—¿Sabes por qué estoy castigada?— le miré con mala cara alzando una ceja y cruzándome de brazo.—Claro, ya te dije esta mañana que yo sé todo sobre ti Laila— hablo con ese aire de intriga que rodeaba esas palabras— Mami Andrea no te quiere cerca de los nuevos, ¿no es así?—¿Cómo lo sabes Miguel?— él no era adivino, para ser sincera ya no tenía seguro que creer sobre su persona.—Laila no me subestimes que ya te dije, lo sé todo— puso esa sonrisa de medio lado y bajo de la venta para quedar en el piso de mi recámara.—¿Todo?, bueno la palabra todo tiene un gran significado.—Ese sign
Laila Smith.—Buenos días, familia— saludé al sentarme en la mesa donde todos estaban desayunando.—Buenos días, cariño— me respondió papá que fue el único que se molestó en levantar la mirada y dedicarme una sonrisa.Todos tenían una gran cara de cansancio y mamá ni me dirigió la palabra, aún estaba molesta por lo del día anterior y pensé en pedirle perdón, pero mejor esperaba a la noche para que se calmara un poquito más.—Ya me voy que la universidad, adiós— deje el plato sucio en el lavadero y tome la mochila en mano.— Valla con el Supremo hija mía— volvió a responder papá dejando un beso en mi frente.—Amén padre.Todas las mañanas iba caminando hasta la universidad, ya que no quedaba muy lejos de casa y tampoco tenía coche, ni licencia para conducir, así que me tocaba andar hasta allá, a veces en compañía de Simón mi único amigo y el hijo
Laila Smith.—Amén— dijimos todo dando por terminada la reunión de la noche.Todo el pueblo estaba en la iglesia, como el domingo no se pudo hacer el culto habitual el líder decidió cambiarlo para el lunes en la noche. Hasta la familia Brown estaba presente sentada en las últimas filas de atrás, en cambio yo y mi familia estábamos delante.—¿Quién es?— preguntó Simón tapando mis ojos con sus manos, su olor podía reconocerlo a kilómetros. Pero le gustaba mucho hacerme esas bromas.—Simón.—Ay que pesada, podías haberte hecho la que no me conocía— se quejó haciendo uno de sus dramas y sacándome la lengua.—Pesado tú— le saqué la lengua yo también y nos echamos a reír.Como me tocaba volver sola a casa esa noche, no tarde en despedirme de todos y salir de la iglesia, papá y todas las personas mayores tenían una reunión con el líder, que no sabía muy bien a que venía, pero ellos eran así de raros. Simón no podía acompañarm
11 meses antes.Bosque de Brocklyn.Miguel Brown.—Mamá ya te dije que la chica está bien, sus padres la cuidan muy bien— le aseguré para qué se quedará tranquila— Déjame volver a casa, llevo un mes en este asqueroso bosque.—Que no, y no digas más que sus padres la cuidan, porque ellos no son sus padres— me regañó una vez más y mi oído comenzó a dolerme de tantos gritos que había escuchado en una noche.—Ok, ok— puse los ojos en blanco porque sabía que no me podía ver y solté una gran respiración pasando una mano por mi cabello para regalo un poco— Mañana te daré noticias, voy a buscar a Caleb que se me perdió.—Cuídala mucho y no regreses hasta estar seguro de que aún su gen no se ha reproducido lo suficiente.—Así será— le tiré un pequeño beso y colgué la llamada.
Laila Smith.—¿Laila, pero estás bien?— papá estaba delante de mi cama con una gran cara de preocupación.—Si papá, estoy bien— aseguré en un susurró entrecortado que logré gesticular, me sentía bien aunque no lo pareciera en ese momento.—¿Qué te pasó?— preguntó una vez más pasando su mano por mi pelo para acariciarme, pero yo no podía dejar de mirar mis manos y mi ropa llena de sangre.—No… No, no sé papá— niegue con la cabeza.Sus ojos examinaban todo mi cuerpo, pero yo solo miraba mis manos que tenían sangre seca y mi ropa que estaba igual o peor, ya que olía muy mal y estaba regada por varias partes.—Intenta recordar cariño, necesito que recuerdes algo por favor— estaba intentando ser paciente y no perder la calma delante de mí, lo podía oler.—No… No recuerdo nada— lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas sin parar.Por un largo rato solo estuvimos en silencio intentando tranquilizarme, papá me pedía una y ot