Llevaba más de media hora parada delante del espejo convenciéndome de que iba correctamente vestida para visitar la casa de los nuevos vecinos, nunca había salido de casa a menos que fuera para ir a la iglesia los domingos o para ir a la universidad los días que tenía clases.
—Laila, puedes bajar ya— llamó mamá por decimoquinta vez— Te estamos esperando.
—Ya voy mamá, dame un momento.
Mire una vez más mi atuendo en el espejo el cual no me convencía del todo aunque algo dentro de mí me decía que estaba perfecta así.
—Tok, Tok. ¿Puedo pasar?— papá dejó pequeños golpecitos en la puerta para llamar mi atención y entró con una gran sonrisa hasta ponerse a mi lado— Ya vamos tarde cariño.
—Lo lamento papá—, baje la mirada al suelo un poco apenada por la demora.
—Discúlpate con mamá que está que hecha fuego con las orejas— bromeo y ambos comenzamos a reír.
—Lo haré nada más que baje— le aseguro entre risas.
— Vamos cariño, no te mires más en ese espejo que estás preciosa— tomo mi rostro entre sus manos y me miro fijamente— Solo es una comida en casa de los nuevos vecinos.
—Lo sé papá, pero no estoy segura de que esta sea la ropa adecuada, no quiero enojar al abuelo, ni a mamá— confesé con la mirada perdida.
Siempre me había preocupado por como me veía abuelo porque él tomaba todas las decisiones en casa y ante sus ojos yo era la chica perfecta, la niña buena de la congregación y la única digna de ir al Paraíso. Y no es que no fuera así, porque sí, era todo eso que él decía, pero también era un ser humano que podía cometer errores y no quería cometer ningún error ante él.—Así estás perfecta mi niña— deslizó su mano por mi hombro dándome una caricia— Mamá amará esa ropa que elegiste al igual que abuelo.
Llevaba puesto un vestido color piel que pasaba por debajo de mis rodillas el cual traía un cinto alrededor de mi cintura con algunas piedras incrustada que lo hacía lucir muy elegante, además los tacones también eran color piel y mi pelo iba recogido en una alta coleta muy organizada.
—Vamos papá— me mire por última vez en el espejo y entrelace nuestras manos— Ya estoy lista.
—Vamos princesa así se habla— sujetó bien fuerte mi mano y nos dirigimos a las escaleras.
Al bajar a la sala la vista de todos rodó hacia nosotros y abuelo esbozó una gran sonrisa en su rostro como modo de aceptación.
—¡Alabado sea el Supremo!— exclamó mamá poniéndose de pies.
—Estás preciosa Laila— me elogio Lucas lo que provocó que mis mejillas tomaran un color rosado.
— Gracias hermano.
—Ya podemos irnos— interrumpió abuelo y todos salimos de casa detrás de él— Espero que todos se comporten— repitió por última vez.
—Así será padre no se preocupe— aseguró mamá con una mano en su hombro a pocos pasos de la entrada de los Brown.
El frente de casa estaba adornado con un hermoso jardín que se veía muy bien cuidado a diferencia del reguero de hojas secas que abundaban unas semanas atrás, había pequeñas luces que marcaban un camino desde la entrada del portón hasta la puerta y la casa estaba pintada de un rojo intenso que resalta en el vecindario.
—Buenas noches, familia Smith— nos recibió una mujer con un extraño acento que nunca antes había escuchado— Sean bienvenidos.
—Muchas gracias— respondió mamá y nos adentramos a la casa.
Si la decoración de afuera estaba hermosa, imaginen todas la decoración que había en la parte de adentro, semanas atrás veía camiones que traían y llevaban cosas y simplemente pensaba que estaban sacando las pertenencias de Adolfo(el anciano que había muerto). Pero en realidad estaban arreglando esa casa para convertirla en una hermosa mansión de tres pisos llena de lujos y comodidades.
La sala estaba adornaba por un hermoso juego de muebles en rojo y negro que hacían juegos con las paredes de la casa que tenían un color carmín, del techo colgaba un hermoso candelabro como el de los castillos y las escaleras que daban a la planta de arriba estaban pintadas de un hermoso dorado que brillaba como oro.
—Buenas Noches— saludo la Señora María que se acercó hacia donde estábamos todos parados observando la hermosa casa— Pasen por aquí— Señalo una gran puerta y todos la seguimos de inmediato.
—Buenas noches— saludamos al llegar a la cocina y encontrarnos a los hermanos Brown ya sentados a cada lado de la mesa.
Melody llevaba un vestido amarillo que le quedaba hermosos con su pelo suelto a cada lado de su rostro, Miguel iba en un bello traje negro con sus mangas recogidas hasta la mitad que dejaban ver varios tatuajes en su mano derecha y su pelo estaba peinado hacia un lado dándole un aire de chico malo a diferencia de Mario que por otro lado iba con un mono deportivo y hasta un par de auriculares traía en sus orejas, pero esta vez parecía más serio que ante.
—Pueden tomar asiento— nos invita Miguel— Siéntanse como en casa y perdonen a mi querido hermano— toca el hombre de Mario y le mira con mala cara— Puedes quitarte los auriculares ya llegaron los invitados— Pero este solamente asiente y se los mete en el bolsillo de su sudadera.
—Espero que sea de su agrado la cena— comento la señora María— Nunca he cocinado para otras personas que no sean mis hijos y mi difunto esposo.
—Que el Supremo lo tenga en la Gloria— le dijo abuelo— No imaginamos que fueras viuda.
—Hace un par de meses papá tuvo un accidente— hablo Melody esta vez— Mamá no lo supera del todo, ella casi nunca toca el tema con personas desconocidas.
—Lo lamentamos mucho, Señora María.
—Tranquila Laila, esas cosas suelen suceder y puedes llamarme María solamente.
—Bueno vamos a cenar— interrumpió Miguel la conversación algo molesto supongo que por el tema— Que el Supremo llene de bendiciones estos alimentos.
—Amén— contestamos todos al unísono y comenzamos a llenar nuestros platos.
꧁꧂
La cena estaba muy deliciosa, había una langosta que estaba exquisita y el jugo de naranja estaba mucho más rico de lo que imaginaba(nunca lo había probado).
—Estaba todo muy delicioso— halago papá la comida saboreando la última cucharada del pastel de manzana.
—Ustedes deben ser George— María extendió su mano para estrecharla con papá— Perdón por no saludarlo antes, me alegra que te haya gustado.
—No pasa nada, es gusto conocerla— papá tomó su mano y dejó un beso sobre ella— La verdad cocina excelente.
—Gracias Señor George— le regalo una sonrisa y se puso de pie— Vamos a pasar a la sala, allí estaremos más cómodos— invito a los mayores y ellos la siguieron todo el camino.
Mis hermanos como eran tan abiertos nada más que los adultos abandonaron la cocina ellos instalaron una conversación con los chicos, yo solo me aleje hacia el jardín, ya que la situación se me hacía algo incómoda. Odiaba las cenas de presentación y mamá también, solo íbamos porque era parte de las costumbres.
—A mí tampoco me gustan las presentaciones, nos parecemos en eso— hablo una voz masculina desde las sombras de la oscuridad leyendo mis pensamientos— Por eso la mayoría de las veces llego tarde.
—¿Quién eres?— intente mirar en la oscuridad para encontrar el rostro de quien me hablaba, pero lo único que resaltaban era un par de ojos que tenían un color gris brillante.
—No te pongas a la defensiva Laila, soy tu amigo.
—No lo creo, yo no tengo amigos.
—Eso lo sé— soltó una risa burlona y dio una paso hacia delante quedando un poco más cerca, pero aún no podía ver quien era— Yo seré tu primer amigo.
—¿Pero no te conozco?— hice un intento para acercarme, pero el sujeto se alejó negando con la cabeza.
—Me vas a conocer así que no te apresures, todo a su tiempo Laila.
Sé que en ese momento debería correr e irme muy lejos de ahí a contarles a todos, pero me sonaba muy familiar esa persona que estaba del otro lado de la oscuridad. Llámame loca o como desee, pero la curiosidad es algo que siempre ha ganado a mi lado juicioso.
—¿Puedo ver quien eres?— le pregunté al chico.
—Algún día— hablo dándose la vuelta y metiéndose entre los árboles que daban al pequeño bosque que rodeaba el pueblo— Hasta entonces, que el Supremo te proteja hermanita y valla con mamá Andrea que la pueden castigar.
Mientras el chico se me perdía, a mis espaldas sentí unos paso que se acercaban y me di la media vuelta para encontrarme con el rostro de un papá sonriente.
—Laila, hija mía, vamos— puso su mano sobre mi hombro para llevarme dentro— Mamá se va a enojar.
—Perdón papá, estaba observando el jardín y se me paso el tiempo— le mentí por primera vez en toda mi vida.
—No pasa nada, pero vamos que nos están esperando— acento con la cabeza sin desconfiar de mis palabras y entramos junto a la casa.
Sé que es feo mentir, pero que pensaría si le digo que estaba hablando con un extraño en medio de la oscuridad y que el chico me había llamado hermanita, hasta le habría puesto barrotes a la ventana de mi habitación para prohibirme todo tipo de contacto con el mundo exterior y yo no soportaría más restricciones, así que en lo más profundo de mi corazón esperaba que el Supremo perdonara mi pequeño pecado.
—Gracias por la invitación— le agradeció abuelo a María— Los invitaremos a casa en otra ocasión.
—Será un gusto compartir con ustedes.
Al salir a la calle ya la noche se había apoderado del pequeño pueblo por completo, los faroles de las calles irradiaban luz dejándonos ver el principio del bosque que estaba muy oscuro, pero a lo lejos allá dentro de los árboles salía una sombra con hermosos ojos brillantes y una sonrisa en su rostro moviendo su mano para decirme "Adiós".
Laila SmithEra domingo en la mañana y llevaba un par de horas en el cementerio del pueblo despidiendo al niño Jesús que con solo trece años había perdido su vida. Los resultados de la autopsia determinaron que el chico murió ahogado con su propia saliva en medio de la noche.Yo en el fondo presentía que ahí había gato escondido y eso no me encaja del todo, era algo muy extraño que un niño a su edad se ahogara con su propia saliva, pero en Brocklyn no era normal que ocurran cosas fuera de lo común así que si los resultados decían eso, todos creían en eso.—… No encontró palabra de consuelo que pueda calmar el dolor de los padres, era un niño lleno de vida que aún le quedaba mucho por andar, pero solo el Supremo sabe lo que hace y porque lo hace, Amén— concluyó el Padre David la misa.—Que el Supremo lo tenga en la Gloria, Amén— agregó la multitud.La mayoría del pueblo se encontraba presente vestida de negro y con rosas blancas en
Laila Smith —¿Qué haces en mi habitación?— pregunté desde mi cama.—Vine a visitarte porque quiero hacer amigas nuevas, pero tú estás castigada así que supongo que no puedes salir. Y yo vine a hablar contigo porque estoy muy aburrido en una casa tan grande y vacía— respondió con un tono neutro como si fuera mi amigo de toda una vida.—¿Sabes por qué estoy castigada?— le miré con mala cara alzando una ceja y cruzándome de brazo.—Claro, ya te dije esta mañana que yo sé todo sobre ti Laila— hablo con ese aire de intriga que rodeaba esas palabras— Mami Andrea no te quiere cerca de los nuevos, ¿no es así?—¿Cómo lo sabes Miguel?— él no era adivino, para ser sincera ya no tenía seguro que creer sobre su persona.—Laila no me subestimes que ya te dije, lo sé todo— puso esa sonrisa de medio lado y bajo de la venta para quedar en el piso de mi recámara.—¿Todo?, bueno la palabra todo tiene un gran significado.—Ese sign
Laila Smith.—Buenos días, familia— saludé al sentarme en la mesa donde todos estaban desayunando.—Buenos días, cariño— me respondió papá que fue el único que se molestó en levantar la mirada y dedicarme una sonrisa.Todos tenían una gran cara de cansancio y mamá ni me dirigió la palabra, aún estaba molesta por lo del día anterior y pensé en pedirle perdón, pero mejor esperaba a la noche para que se calmara un poquito más.—Ya me voy que la universidad, adiós— deje el plato sucio en el lavadero y tome la mochila en mano.— Valla con el Supremo hija mía— volvió a responder papá dejando un beso en mi frente.—Amén padre.Todas las mañanas iba caminando hasta la universidad, ya que no quedaba muy lejos de casa y tampoco tenía coche, ni licencia para conducir, así que me tocaba andar hasta allá, a veces en compañía de Simón mi único amigo y el hijo
Laila Smith.—Amén— dijimos todo dando por terminada la reunión de la noche.Todo el pueblo estaba en la iglesia, como el domingo no se pudo hacer el culto habitual el líder decidió cambiarlo para el lunes en la noche. Hasta la familia Brown estaba presente sentada en las últimas filas de atrás, en cambio yo y mi familia estábamos delante.—¿Quién es?— preguntó Simón tapando mis ojos con sus manos, su olor podía reconocerlo a kilómetros. Pero le gustaba mucho hacerme esas bromas.—Simón.—Ay que pesada, podías haberte hecho la que no me conocía— se quejó haciendo uno de sus dramas y sacándome la lengua.—Pesado tú— le saqué la lengua yo también y nos echamos a reír.Como me tocaba volver sola a casa esa noche, no tarde en despedirme de todos y salir de la iglesia, papá y todas las personas mayores tenían una reunión con el líder, que no sabía muy bien a que venía, pero ellos eran así de raros. Simón no podía acompañarm
11 meses antes.Bosque de Brocklyn.Miguel Brown.—Mamá ya te dije que la chica está bien, sus padres la cuidan muy bien— le aseguré para qué se quedará tranquila— Déjame volver a casa, llevo un mes en este asqueroso bosque.—Que no, y no digas más que sus padres la cuidan, porque ellos no son sus padres— me regañó una vez más y mi oído comenzó a dolerme de tantos gritos que había escuchado en una noche.—Ok, ok— puse los ojos en blanco porque sabía que no me podía ver y solté una gran respiración pasando una mano por mi cabello para regalo un poco— Mañana te daré noticias, voy a buscar a Caleb que se me perdió.—Cuídala mucho y no regreses hasta estar seguro de que aún su gen no se ha reproducido lo suficiente.—Así será— le tiré un pequeño beso y colgué la llamada.
Laila Smith.—¿Laila, pero estás bien?— papá estaba delante de mi cama con una gran cara de preocupación.—Si papá, estoy bien— aseguré en un susurró entrecortado que logré gesticular, me sentía bien aunque no lo pareciera en ese momento.—¿Qué te pasó?— preguntó una vez más pasando su mano por mi pelo para acariciarme, pero yo no podía dejar de mirar mis manos y mi ropa llena de sangre.—No… No, no sé papá— niegue con la cabeza.Sus ojos examinaban todo mi cuerpo, pero yo solo miraba mis manos que tenían sangre seca y mi ropa que estaba igual o peor, ya que olía muy mal y estaba regada por varias partes.—Intenta recordar cariño, necesito que recuerdes algo por favor— estaba intentando ser paciente y no perder la calma delante de mí, lo podía oler.—No… No recuerdo nada— lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas sin parar.Por un largo rato solo estuvimos en silencio intentando tranquilizarme, papá me pedía una y ot
Laila SmithTodos estábamos reunidos en la sala de la casa, Miguel estaba a mi lado en el sofá mientras que Mario, Melody y la señora María estaban sentadas en diferentes sillones, hasta el chico Caleb estaba presente.—¿Estás segura de que quieres escuchar la historia Laila?— preguntó la señora María una vez más.Yo solté una larga respiración y me acomodó en el sofá para mirarla fijamente— Estoy segura de que quiero saber por qué maté a una persona inocente antes de que la culpa no me deje dormir.—Bueno Laila escucha bien— ella recogió su pelo en una pequeña coleta y se puso de pies para comenzar a hablar— Tú perteneces a una familia poco común, ustedes son personas muy extrañas que nacen para matar a sangre fría sin pensarlo y nosotros somos sus protectores— hizo una pausa y se detuvo a observar mi semblante que estaba serio intentando procesar todo lo que me estaba contado— ¿Estás bien?—Sí, estoy bien. Por favor continúa.
Laila Smith. Llegué a casa de los Brown después de una larga discusión con mis padres de mentira, Andrea se quedó jurando que no sabía nada de lo que estaba hablando, según ella me estaban lavando el cerebro y yo estaba entregándome fácilmente a los hijos del Caído.—¿Estás bien?— preguntó Caleb que había llegado a mi lado con una taza de té y unas galletas de chocolate.Suspire y pase una mano por mi cabello frustrada— Todo esto me confunde, es que muchas cosas me encajan, pero otras no las entiendo.—Es cuestión de tiempo hermana— mi piel se erizó al escuchar la última palabra de la oración y él se dio cuenta por qué rápidamente se disculpó— No era mi intención incomodarte, lo siento mucho.—No pasa nada Caleb, soy tu hermana y tengo que adaptarme a eso— di unos golpes en el asiento que estaba a mi lado para que él se sentará— Cuéntame todo. ¿Puedes?Asiente y pone la taza de té en mis manos— Venimos de una familia no muy