Intento levantarme, una vez, otra y otra. No puedo más con esta locura. Todos me detienen. Apenas siento nuevamente el piquete de la aguja en el brazo y voy perdiendo la conciencia. Esta pesadilla parece interminable… Ya perdí la cuenta de los días, pero si no fuera por los calmantes, no podría descansar ni un minuto. No deja de darme vueltas en la cabeza todo, pienso en donde está Michelle mientras yo estoy aquí, en que Mario y Abril se están divirtiendo a mis espaldas. ¿Y mis hijos? ¿Qué les dijeron a mis hijos? Mi pequeña niña debe estar destrozada, mis pobres gemelos, teníamos un año sin vernos, aunque hablamos tres veces a la semana por video llamada… ¿Qué le habrán dicho a la directiva? ¿Quién se va a hacer cargo de la empresa?
- Hora de tu comida Michelle.
Me rehúso a comer y sólo puedo emitir unos ruidos como gruñidos. La enfermera es delicada pero implacable. Me obliga a ingerir algo para tener “fuerzas”. Si, fuerzas es lo que necesito para levantarme lo antes posible y arreglar este desastre. Hacerme cargo de esos dos infelices, calmar a mis hijos y poner en orden la empresa. Decido seguirles el extraño juego que parece están jugando, al menos hasta que me recupere lo suficiente. Me dejan el celular de Michelle para “ponerme al día” con mis “amigos”. Miro sus fotos. Es hermosa. Tiene el cabello rubio y largo, los ojos verdes, la piel muy blanca y como dijo la enfermera, parece de la edad de Lina. Busco notas en el internet sobre lo que me pasó, pero sólo hablan de un accidente sin mencionar ningún nombre. Entre las drogas y el cansancio, otra vez me quedo dormida.
No sé cuánto tiempo después, me despierta el ruido de una televisión que se escucha a lo lejos. Seguramente es Gilda, la chica de recepción que le gusta poner el noticiario. Le he dicho mil veces que no lo haga, porque no hay nada más deprimente para quien espera saber sobre la salud de un familiar, que estar viendo reportajes tan amarillistas como los que abundan hoy en los medios. Se me hela la sangre.
- En otras noticias, por fin se ha revelado la identidad de la persona involucrada en el aparatoso accidente que sucedió hace dos semanas en el tramo en reparación de la desviación hacia la Av. Universidad. Se trata ni más ni menos que de la Lic. Verónica Luna, CEO de Medi Core Associates. Las autoridades informaron que no sé había notificado el mismo día del percance porque era una investigación abierta, ya que se tenía que descartar que hubiera sido provocado. Aunque de primera instancia el equipo médico del Hospital Universitario de Medi Core Associates puso a la Lic. Luna en un coma inducido esperando que se recuperara de sus heridas, desgraciadamente hoy por la mañana dieron el parte médico acerca de su fallecimiento. El cuerpo fue entregado a la familia y se le dará el último adiós en la funeraria González Mortis Zona Valle. A la Lic. Luna le sobreviven su madre, su marido, el Doctor Mario Estrada y sus tres hijos. Mañana será cremada al medio día, para finalmente descansar en el Mausoleo Capillas Marianas. Descanse en paz.
Por eso no veía a Michelle. La tenían en coma. ¿Pero cómo es posible que mi equipo médico no notó que no era yo? ¿También los habrán sobornado Abril y Mario? ¿Acaso ellos…? He tenido suficiente. Me levanto como puedo arrancándome todos los cables y los tubos. Tengo sólo unos segundos para salir de aquí antes de que aparezca todo el servicio médico de urgencias. Conozco tan bien mi hospital que puedo escabullirme entre los pasillos internos. Necesito llegar a uno de los depósitos de suministros para tomar un uniforme de lo que sea y así tratar de pasar desapercibida. Encuentro uno de limpieza, servirá. Casi al salir del cuarto de aseo, veo un espejo tras un estante. No lo dudo. Tengo que verme. Entender que pasó con mi cara que nadie me reconoce y los padres de Michelle me confunden con su hija cuando no nos parecemos en nada ni tenemos siquiera la misma edad. El corazón me late rápidamente. Cierro los ojos instintivamente pensando en lo grave que deben ser las heridas. Tras unos minutos, me armo de valor y me miro. No puedo evitar dar un grito que intento reprimir inmediatamente para que no me descubran. La imagen del espejo es la de Michelle, no la mía. La reconozco por las fotos de su celular. Tiene un par de cicatrices en la boca, en la frente. Moretones alrededor de los ojos, pero es ella, no soy yo. Sin embargo, si me muevo, si hago gestos, son los mismos que el espejo me devuelve. ¿Cómo es esto posible? ¿Cómo puedo estar en el cuerpo de alguien más? Mis piernas no responden y me desplomo llorando. Entonces es verdad. Estoy muerta, al menos mi cuerpo lo está. ¿Cómo voy ahora a recuperar lo mío? ¡Nadie me creerá!
Trato de reponerme. Debo llegar a mi funeral. Encuentro unas redes para el cabello y un cubrebocas para disimular este rostro. Salgo con uno de los carritos de limpieza y camino lentamente hacia los elevadores. En el estacionamiento mi auto de repuesto. Desde un día que salí de madrugada y la camioneta no quiso encender, decidí dejarlo ahí por cualquier cosa. Es un carrito de segunda mano, pero muy práctico. Le puse bajo el estribo una de esas cajitas de seguridad donde se guardan las llaves, porque, mal acostumbrada los autos modernos que no se cierran si no tienes la llave en la mano, solía dejarlas dentro y entonces de nada sirve tenerlo para emergencias. Rebusco en mi cabeza la clave para sacarlas y ruego porque no me detengan.
En el último piso casi nunca hay nadie, aunque estoy consciente que las cámaras grabarán todo, así que tengo que ser lo más invisible posible para que no levanten después una denuncia contra Michelle por robo. Mi cochecito está intacto. Con mucho polvo por la falta de uso, pero disponible. Tecleo y saco las llaves. Espero que este cuerpo esté lo suficientemente recuperado para manejar. La luz del sol me da en la cara al salir del estacionamiento y es una sensación agradable, pero agridulce. No puedo llegar así a la funeraria, por lo que decido hacer una escala en ese departamento que ni Mario conoce. Se lo compré el año pasado a una de las chicas de administración, le urgía el dinero. Esta cerca del hospital y tenía pensado rentarlo a estudiantes o médicos foráneos, o simplemente usarlo cuando saliera muy tarde de alguna reunión de trabajo o para comer a solas y en calma durante los congresos de tres días que organizábamos en el hospital universitario. No se lo dije a mi marido porque
¿ElleT? Ahora recuerdo. Desde hace un año Lina se queja amargamente de una compañera de la carrera. Decía que era una malcriada, que entró a esa universidad sólo por haberse hecho famosa haciendo comerciales y videos desde pequeña y por eso le dieron una beca, pero que no tenía ni dinero ni talento. Cuando le dije que al final eso se notaría y si no daba el ancho terminaría siendo expulsada, me dijo que usaba sus encantos para convencer a los profesores de que le dieran buenas calificaciones y la eligieran primero para los eventos. La gota que derramó el vaso fue una pasantía en la semana de la moda en Nueva York y que era la puerta para sus iguales en Paris y Milán. Lina no durmió casi durante un mes para preparar su presentación y sus diseños, hasta Santiago me llamó preocupado porque la veía muy débil, pero no pudimos persuadirla, estaba decidida. Una noche antes del examen, un error en el sistema contra incendios del taller provocó que se activaran los aspersores y varios de los a
No es que esperara ver a todos desgarrándose las vestiduras, llorando como plañideras o tirados en el piso del dolor, pero tampoco estaba lista para lo que vi. Varios de los que se decían mis amigos, que juntos compartimos comidas, cenas, fiestas, reuniones y hasta vacaciones, que me hablaban a cualquier hora para contarme sus penas y que ayudé hasta prestándoles dinero, pasaban junto a mi ataúd con una sonrisa burlona y contaban chistes por lo bajo mientras se atascaban de bocadillos y se acaban el café.Estaban también los directores de los veinte hospitales que teníamos en todo el país, con sus asistentes. Tenían una pose muy solemne y respetuosa, pero me di cuenta que estaban al pendiente de sus teléfonos, viendo un partido de fútbol que se llevaba a cabo en ese momento.Ninguno de los accionistas al parecer había pasado por aquí. No figuraban en el libro de visitas. Tampoco Don Rigoberto, el dueño. Supongo que están demasiado ocupados para darle el último adiós a quien dedicó vei
Mentí. Quizá mi corazón de madre, me decía que a pesar de lo falsas que se veían sus lágrimas y sus aspavientos, no dejaba de ser la mamá de Michelle y que, por más que vivieran de ella y la vieran como negocio, ella la había dado a luz, cuidado cuando era bebé y ese lazo siempre es más fuerte que otras cosas… El padre parecía sinceramente afligido.No hagas caso a tu madre, está dolida, eso es todo. No es que nos debas nada, ni que importe lo que hemos hecho, porque lo hicimos porque así lo decidimos. Sólo estamos preocupados por ti. Ahorita olvídate de todo, del contenido, de las clases, de las grabaciones y sólo concéntrate en mejorarte, ¿Si?Está bien… Papá. Sólo quiero descansar un poco…No se preocupen por Michelle. Nosotros nos ocuparemos de que reciba la atención adecuada.Gracias Doctor, pero ¿Usted es?Leonardo Bianco, jefe de residentes. Mi equipo y yo normalmente hacemos los rondines de todas las áreas, pero por la rotación y cursos que tuvimos, no había podido pasar por ur
Luz María entró de un golpe con cara de angustia.- ¿Estás bien hija? Esos malditos reporteros…- Estoy bien mamá, no te preocupes.- Tú padre ya le habló a la patrulla y los va a acompañar a la estación para levantar la denuncia.- No creo que sea para tanto…- En unas horas tu foto estará en todos los sitios de chismes y no quiero ni pensar en todas las cosas que dirán e inventarán…Se santiguo repetidas veces y casi me empiezo a reír. Pero ahora tenía la excusa perfecta.- Tienes razón mamá. ¿Me podrías traer mi computadora?- ¿Tú computadora? ¿Para que la quieres?- Sí publican cosas sobre mí, necesito estar a al tanto para poder contestarles.- No quiero que nada te altere, ni te provoque un ataque de ansiedad…- Eso no va a pasar, te aseguro que ahora soy más fuerte y se cómo defenderme.Me miró de un modo muy extraño. A las madres es difícil engañarlas. Estaba segura que, en el fondo, sabía que su hija no era la misma que tenía enfrente, aunque se viera igual.- No sé qué fue l
* Pensé que haber ganado la pasantía para la semana de la moda, y más, habérsela ganado a Lina, me haría feliz. Sobre todo, pensando en que eso significaba que podría ir a Paris y Milán. No es que no los conozca, pero por fin iría yo sola, sin mis padres. Los primeros días saltaba de felicidad y hacía mil planes, pero entonces mi mamá empezó a bombardearme con pendientes y reclamos, diciendo que el trato para que yo pudiera estudiar diseño de modas, había sido, primero, que ella viviría conmigo, no permitiría que yo estuviera con todos en una residencia universitaria y segundo, que no dejaría los videos, ni las pasarelas, los comerciales… Si las fechas se empalmaban, siempre debía dar prioridad a mi trabajo, porque no podía decepcionar a mis fans…La diseñadora a la que asistí durante la semana de la Moda era insoportable. Casi parece que, en lugar de premio, recibí un castigo. De haber sabido, no habría saboteado el trabajo de Lina.Instintivamente, me doy una cachetada. El dolor me
- Déjame revistarte, estás pálida.Revisa mis signos vitales, pero fuera de una taquicardia por el stress todo parece en orden. Me pone nerviosa darme cuenta que su compañía me inspira mucha calma, pero no quiero que confunda las cosas, menos en este cuerpo.- Le dije que todo está bien, sólo necesito dormir un poco.Me giro para cubrirme con las sábanas. El parece comprender y se va. En mi cabeza se agolpan miles de ideas y trato de entender por dónde empezar, pero el primer paso es obvio, tengo que lograr que me den de alta.No tengo mucho tiempo. Tanto Lina como Michelle, estaban en la ciudad por las vacaciones, así que, considerando que han pasado un poco más de dos semanas desde el accidente, me queda como un mes y algo para empezar a mover las cuerdas y solucionar asuntos, así como pensar con que pretexto me puedo quedar aquí, pero al mismo tiempo terminar la escuela sin tener que ir a Nueva York. Me congelo. Eso no lo había pensado. No tengo idea del diseño de modas. Lo mío sie
Comencé a llorar. Después de todo, una de mis materias favoritas en la preparatoria y la Universidad, fue teatro. El pasó de la molestia a la angustia. En verdad le gustaba esta chica…- Pero no te pongas así… Si estuvo mal, mi hermana sufrió mucho, pero… Con lo que me contaste de tus papás y sobre todo de tu mamá, lo entiendo, supongo que no encontraste otra manera…Se acercó a abrazarme. Yo tenía emociones encontradas. Como madre, ese abrazo lo había esperado desde hacía muchos meses que tenía sin verlo, como Michelle, me gustaba el olor de su perfume, el calor de su cuerpo y eso me hacía querer repelerlo porque no dejaba de ser la mujer que lo dio a luz. Algo debió percibir él que me soltó poco a poco.- No entiendo…- ¿Qué pasa?- No sé… No sé cómo explicarlo. Abrazarte se sintió muy extraño, como si quisiera hacerlo pero no, cálido pero no como yo… No me hagas caso, no han sido días fáciles.- Sí, lo entiendo…La puerta se abrió y Luz María entró con su pose exagerada de antes.-