Capítulo 115
—¡Lo entenderás en un momento! —gritó un hombre con aspecto de matón, con deseo sexual en los ojos, mientras miraba el rostro de Jimena y extendía la mano para agarrar su delicado brazo.

Con voz lasciva, añadió: —Chica bonita como tú, ¿por qué no cooperas conmigo? Te prometo que no te haré daño, te haré sentir muy satisfecha.

Jimena no se inmutó en lo más mínimo y respondió con calma:

—¡Piénsenlo bien! Soy la presidenta del Grupo Mendoza. Si algo me sucede, incluso si huyen al fin del mundo, ¡yo los encontraré!

El jefe de los matones vaciló por un momento. Jonás, otro matón que manipulaba una cámara, intervino:

—Jefe, no la escuches. Tomemos el dinero y vámonos al extranjero. Cuando ella llame a la policía, ya estaremos lejos.

Convencido por las palabras, el jefe miró fríamente a Jimena y extendió la mano hacia su pecho. Jimena lo observó acercarse cada vez más y soltó una risa fría, realizando un rápido giro. Su tacón alto golpeó directamente el detector de humo en el garaje sub
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