Capítulo 118
Joaquín estaba destrozado, apenas podía moverse, jadeando y gimiendo.

Jimena esperó a que la golpiza cesara, luego se retiró sigilosamente. Calzó sus tacones altos y se acercó corriendo desde la distancia, con ansiedad en su voz: —¿Quiénes son ustedes? ¿Por qué golpearon a mi tío?

—¡Tío! ¿Estás bien? ¡Espera, voy a atrapar a esos tipos ahora mismo!

Joaquín apenas podía articular palabras por el intenso dolor, pero su instinto de supervivencia lo impulsó a extender rápidamente la mano al oír la voz de Jimena, buscando ayuda.

—Uh, uh, uh! Llama... llama al 119 ¡Ayúdame! ¡Jimena... ayúdame!

—Tranquilo, tío, primero llamaré a tía para que no se preocupe.

Ignorando la solicitud de Joaquín de llamar a emergencias, Jimena sacó el celular con calma y marcó un número.

—Tía, tío está herido en el estacionamiento subterráneo de la calle Doce. ¡Ven rápido!

Observando a Joaquín desmayarse de nuevo, Jimena frunció el ceño y se sentó a descansar en silencio.

No pasó mucho tiempo antes de que Joaquín
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