Capítulo 123
Jimena lo insinuó con sutileza, pero tanto Nicolás como Santiago captaron la amenaza implícita en sus palabras.

Sus expresiones cambiaron de inmediato.

—¿Cómo pudo Joaquín atacarte? —preguntó Nicolás, indignado.

Los ojos de Santiago destellaron con un frío intenso. Ya había imaginado un centenar de maneras de hacer pagar a Joaquín por su atrevimiento.

Nicolás, más impulsivo, se puso de pie y se arremangó, listo para actuar.

—¡Joaquín dijo que eso pertenecía a los Mendoza y se lo quedó! —exclamó Nicolás.

—¿Cómo puede atreverse a reclamar tus cosas ahora que estás de vuelta? ¡No lo toleraré! ¡Voy por él! —añadió, furioso.

—No es necesario —intervino Santiago con calma.

Jimena, alarmada, tomó la muñeca de su hermano y negó con la cabeza. —Tranquilo, hermano. ¿Unas palizas bastarían para Joaquín después de todo lo que hizo? El castigo debe ser proporcional a sus acciones. ¡Debe pagar por lo que hizo años atrás!

Jimena no era alguien que se dejara intimidar fácilmente.

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