Capítulo 263
En este momento, dentro del complejo residencial, Hernán estaba sentado en su coche con el ceño fruncido.

—¿Cuánto tiempo ha pasado?

Rubén limpió el sudor y respondió: —Diez minutos.

¿Solo diez minutos?

El ceño de Hernán se frunció aún más. No entendía por qué Jimena había venido a buscar a Milena.

Después de todo, siempre habían chocado constantemente.

Los dedos de Hernán golpeaban inconscientemente el respaldo del asiento, mostrando su preocupación.

Pero en este momento, no le preocupaba tanto Milena como Jimena. Ella acababa de escapar de las manos de los secuestradores en la fábrica, y él temía que Milena pudiera hacerle daño.

Cuanto más pensaba en ello, más se sentía inquieto. Hernán decidió bajarse del coche y llamar al timbre directamente.

Mientras tanto, en el interior de la casa, Jimena estaba sentada con frialdad en el sofá, mientras Milena, encogida en un rincón, no paraba de hablar por los codos: —Jimena, si no me sueltas, Hernán, cuando se entere, no te lo perdonará...

—Él
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