Capítulo 2
Hernán tomó el bolígrafo, pasó a la última página y descubrió que ella decidió renunciar a la propiedad de verdad. Su mano se detuvo por un momento, reprimiendo la irritabilidad inexplicable en su corazón, y firmó con su nombre. Luego, arrojó el acuerdo de divorcio a los brazos de Jimena, con una sonrisa sarcástica en el rostro.

—Estoy esperando a ver qué otros trucos tienes. —Ella también sonrió levemente y comentó.

—Te espero en la entrada del municipio mañana a las nueve en punto.

***

Jimena se sentó en el banco junto a la fuente de la residencia con su maleta. En el pasado, a menudo se sentaba allí, a veces esperando a que Hernán regresara a casa, a veces simplemente observando a la gente ir y venir. Mirando hacia atrás ahora, había vivido con demasiada humildad y se había perdido...

En ese accidente de tráfico, casi había perdido su vida y fue Hernán quien arriesgó su vida para salvarla. Para ella, él no era solo su amor, sino también su salvador. Por él, Jimena estaba dispuesta a sacrificar todo, incluso su propia vida. Sin embargo, él ya no podía recordar el pasado, y Jimena solo se convirtió en una sustituta de su primera novia al final.

Ahora, Milena había regresado, era hora de que acabara con todo ella sola y volviera a ser ella misma. El anillo de diamantes que llevaba en el dedo anular brillaba intensamente en la noche. Jimena se lo quitó lentamente y lo guardó en su bolsillo. Echando un último vistazo al edificio de dos pisos, se levantó y caminó hacia la puerta de la residencia.

A lo lejos, vio un auto deportivo gris plateado estacionado al costado de la carretera, con un hombre alto apoyado en el auto. Respiró hondo, queriendo abandonar toda la tristeza de esta noche. Luego, volvió a sonreír y caminó hacia el hombre. Pero al acercarse, descubrió que este hombre llevaba una máscara, gafas de sol, una gorra de visera y una bufanda, envolviéndose muy bien en la madrugada sin gente. Al ver la burla en los ojos de Jimena, el hombre giró la cabeza con vergüenza.

—Ya estoy acostumbrado... después de todo, tú conoces a esos fans míos.

Ella soltó una carcajada. Se trataba de Héctor Rodríguez, el actor más popular en la actualidad, con apariencia y habilidades interpretativas de primer nivel. Además, era el hijo más valorado de la familia Rodríguez. También era el mejor amigo de Jimena.

Héctor tomó la maleta de la mano de su amiga, luego se quitó la chaqueta y se la puso en los hombros, seguido de quitarse los lentes de sol para mirar el rostro enrojecido por el frío de ella. «¿Cómo es que esa chica que alguna vez fue tan brillante y encantadora hoy se ve tan pálida?» Jimena comprendió su mirada, sujetó el pelo detrás de las orejas y le sonrió.

—Estoy bien, de verdad.

Héctor no supo qué decir. Pero, en sus ojos había ira, confusión y aún más preocupación. Extendió su mano derecha, tomó el delgado hombro de Jimena y dijo con sonrisa.

—Felicidades por ser tú misma, Jenny.

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