Capítulo 126
En ese momento, Hernán, el que había provocado la discusión entre Jimena y sus dos hermanos sobre encontrar pareja, estaba de pie junto a la cama del hospital, observando a Milena, quien ya se había quedado dormida después de recibir el suero, sintiéndose completamente agotado.

Bajó las escaleras y prendió un cigarrillo, dejándolo quemar lentamente entre sus dedos. Parecía que solo el humo denso de ese cigarrillo podría despejar sus pensamientos confusos por un momento.

¿Jimena frunciría el ceño si lo viera fumando de nuevo?

Esa sería una de las pocas veces en tres años de matrimonio en las que podría notar alguna emoción en su rostro.

¿Por qué seguía pensando en ella?

Hernán se frotó las sienes con impaciencia, apagó el cigarrillo y regresó al hospital. Justo en ese momento se encontró con el médico.

—Señor Hernán, la condición del paciente ya no es grave. Aunque parece alarmante, la herida no es profunda. Con buen cuidado y alimentación adecuada, se recuperará pronto.

—Pero...—El méd
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