Daniel
Mi cuerpo está alterado por la presencia de Clarissa, deseo besarla y abrazarla, debo controlar mis impulsos, pero, además, veo a este imbécil de Valverde irrumpir en la sala como si fuera el dueño de todo, lo reto con la mirada.
—Buenos días, puedes pasar —digo con ironía. Me tenso sin poder deshacer mi incomodidad por su presencia, de los Valderve es el que menos me agradó siempre.
Alza la cara, hace un gesto de desagrado con la nariz.
—Evans, vine a ver a mi novia, no a hablar contigo, no te lameré los huevos como hacen los demás, para mí no eres más que un bravucón —dice, y yo alzo las cejas ante la noticia de que es el novio de Clarissa, la volteo a ver, parece asustada, baja la cabeza, no me vuelve a mirar.
—Está trabajando conmigo, por si no te diste cuenta —respondo molesto.
Bufa y sacude la cabeza, siempre fue un malcriado, bueno para nada.
—Clarissa, necesitamos hablar, pasa algo, lo sé, no me has respondido los mensajes ni las llamadas, sé que estás molesta por algo.
¿Cómo fue capaz de serle infiel a ella que parece una diosa y es toda bondad?
Volteo a ver a Clarissa, ya que el imbécil de Valverde no me hará caso por su prepotencia suicida.
—¿Primer día y esta es la primera impresión que quiere darme? No debería mezclar su vida profesional con su vida personal, señorita —digo con tono molesto, porque me altera saber que es él su novio, que lo eligió en algún momento, él no es una buena persona y no habría esperado de ella que se juntara precisamente con él.
Me mira, sus ojos bailan inquietos, está pálida, me mira como si quisiera escapar.
—Lo siento mucho, señor.
Valderde bufa,
—No le debes nada a este señor, Clarissa, serás mi esposa, no te arrastres ante este.
—Este es quien decidirá si mantiene o no la inversión en esta compañía, ten más cuidado cuando te dirijas a mí.
Camina hacia Clarissa, la toma por un brazo y la increpa con la mirada, me pongo en modo alerta, aprieto mis puños.
—Hablemos, mi amor, por favor —dice.
—No, no quiero, estoy trabajando, qué inapropiado es esto —dice, trata de zafarse de su agarre.
—¿Por qué no lees mis mensajes?
Me acerco y lo tomo por el hombro tratando de alejarlo de ella.
—Déjala —digo molesto, ya mis fosas nasales se abren cada vez más por el coraje contenido. Me molesta mucho ver que ella está asustada de él, temo lo peor.
—Suéltame —grita.
Clarissa abre mucho más los ojos, y toma a su novio por ambas manos.
—Sal de aquí, vamos, afuera, por favor, no hagas esto aquí —dice con voz temblorosa, me mira con vergüenza, por lo que hicimos los dos, por la escena que él hace, por lo que me contó, no lo sé, pero quisiera abrazarla y decirle que nada de eso importa.
El imbécil se pavonea ante mí, la mira de nuevo.
—¿Hablaremos?
—No, no, no quiero —dice, lo saca de la sala, me voy tras ellos, pero no salgo, no cierro la puerta por completo, los veo a los dos, él trata de tocarla, ella se aleja.
—No voy a ser de las mujeres que aceptan que su marido tenga amantes, solo para tener una vida cómoda, te escuché con Valentina —dice, su voz se quiebra, comienza a llorar.
—Lo siento, mi amor ¿Qué oíste? No, mi vida, no, estás confundida, oíste mal.
—Le decías que no nos casaremos, que no me amas, que no me deseas, que piensas en ella, cuando estás conmigo, que no te provoco ni un mal pensamiento, odias a mi madre, le deseaste la muerte para poder deshacerte de mí, la única razón por la que no me dejas es para que tu familia no te moleste.
Él niega con la cabeza.
—Sé razonable, mi amor, por favor.
—Lo oí todo, eres despreciable, no me voy a casar contigo, no quiero ser tu novia, nada —grita.
—No tengo nada con Valentina, me chantajea porque compré una suscripción a su sitio para adultos, fue un error, lo siento, me amenazó con decirle a mi familia, fue una estupidez de hombre.
—No, no te creo, no voy a escuchar nada de lo que tengas para decir, yo oí todo, no puede haber algo que digas que me haga cambiar de opinión, Xander.
Xander se incorpora, deja de su pose de víctima, alza el mentón, se acerca amenazante a ella, mis pies se mueven instintivamente, la toma por la muñeca con fuerza, aprieto los dientes molesto, quiero salir y reventarle la cara, pero me contengo.
—Si no te casas conmigo, quedas sola con tu madre, nadie podrá pagar su tratamiento médico, nadie pagará sus exámenes tan caros, nadie podrá protegerlas de las amenazas de los matones que buscan a tu padre, se van a quedar las dos solas, sin un hombre que las apoye, como lo he hecho hasta ahora sin pedir nada a cambio —dice amenazante.
Clarissa cambia de actitud, sus ojos se quedan quietos sobre los de él, aprieta los labios, se libera de su agarre y se abraza, desde la puerta puedo ver sus labios temblando.
—¡Xander! —dice temblorosa, él pone su dedo indicé sobre sus labios, la mira desde su altura, con la otra mano acaricia su cabello oscuro y liso, lo echa hacia atrás.
—En dos días, habrá un evento importante, debo asistir con mi novia Clarissa, la que conoce toda mi familia, mis abuelos, mis tíos, primos, mis padres, debes verte bella como siempre, y estarás a mi lado como se espera.
Clarissa se queda seria. Xander suspira, se inclina sobre ella, parece que la va a besar, salgo, e interrumpo la escena.
—¡Basta! No tengo por qué soportar esta escena, es demasiado poco profesional, no es lo que esperaba, estoy muy decepcionado —digo.
Xander me mira con odio.
Clarissa se aparta de su novio, se para frente a mí.
—No volverá a ocurrir, lo siento mucho, señor —dice sin mirarme a los ojos, aspira aire y se limpia el rostro de un par de lágrimas.
Xander se va, ella suspira, cierra los ojos y sacude la cabeza.
—Si me permite, ¿puedo ir al baño un momento? —pregunta con el rostro congestionado.
—Claro que sí —digo con tono comprensivo.
Ella asiente, y se dirige al mostrador, toma su bolso, saca un estuche de cosméticos, camina hacia al baño del pasillo.
Saco mi teléfono y le marco a Nick.
—Señor.
—Confirma mi asistencia al evento de caridad de la Fundación Cala.
—Señor, pero me pidió confirmar que no iría.
—Ahora confirmo que voy, he cambiado de opinión ¿No puedo?
—Sí, sí, ya lo hago. Es en dos días.
—Lo sé —digo.
Aspiro aire y trato de calmar mi mente, y mis ganas de ir por Xander y patearle el trasero por tratarla así, es una rata, ella no merece eso.
Regreso a la sala de conferencia después de llorar un rato en el baño, me lavé la cara y me maquillé, debo verme digna, después del espectáculo bochornoso que pasé con Xander delante de ese hombre.Las cosas con Xander serán más complicadas de lo que pensé.Toco y abro la puerta, él alza la mirada y me escanea de arriba abajo, desvío la mirada porque me siento incómoda y avergonzada, ahora mismo quiero enterrar mi cabeza en la arena.—Lamento lo que vio —digo.—¿Así que él fue quien te fue infiel? ¿De él fue que hablaste aquella noche?Suspiro y niego con un movimiento rápido de cabeza, no quiero ni recordar lo que le dije, fue una imprudencia.—Sí, era de él que hablaba.—Es un imbécil, no sabe valorar a una mujer, y tú no deberías aceptar esos tratos.—Es mejor que no opine de mi vida personal, nos involucramos por error, le suplico que olvide lo que pasó entre los dos.Sonríe con malicia, se rasca la barbilla, me mira de nuevo de arriba abajo, me examina los ojos, mis labios, se det
Daniel.Se abre la puerta, es ella, me dedica una tímida mirada por una milésima de segundo, baja la cabeza, tiene los ojos y la nariz roja, aunque se maquilló para disimularlo, y puedo darme cuenta.—¿Todo bien? —pregunto observándola con detenimiento.—Sí, todo bien. Continuaré con lo que hacía.La observó, se b**e el cabello y sigue en la misma posición que estaba más temprano, no aparta los ojos de la pantalla.Me relamo los labios observando su boca carnosa, paso saliva recordando mi boca sobre la suya, la lucha de nuestras lenguas, sus jadeos y gemidos debajo de mí.Me mira, desvía la mirada de nuevo.—Parece que lloraste —digo, menea la cabeza, y suspira.—No, todo está bien, señor Evans.—Mañana debo ir a la sucursal de Puerto nuevo, quiero que vengas conmigo.Me mira fijamente.—Está bien, usted manda —responde parca.—Trajeron café y galletas, ¿quieres?Cierra los ojos, suspira y me mira de nuevo, con reproche en su mirada.—Solo soy amable —le aclaro.—Lo sé, pero soy quien
Son las 5:00 a.m. y bebo una taza de café mientras espero el auto de la compañía Valverde que me llevará a Puerto nuevo junto con el señor Evans.Me pone nerviosa que estemos los dos solos por allá.Aún no puedo creer mi suerte, nunca antes me había atrevido a seducir a un hombre así, y justamente voy con él y nos acostamos, con lo feliz que estaba por la noche que pasé con él, a pesar de la resaca moral.Termino mi café y lavo la taza, la dejo en la alacena y me dirijo al cuarto de mi madre, que está vacío, ella está en esa clínica y no puedo tenerla en casa porque supondría pagar mucho más para adecuar los equipos, paso saliva y me retiro la única lágrima que me sale.Me siento inútil por no poder proveer a mi familia como debería, soy profesional y trabajo, y aun así los gastos y las circunstancias, me sobrepasan.Suena la bocina del auto de la compañía, me incorporo y tomo el bolso de la sala, abro la puerta, y salgo, compruebo que todo está oscuro aún, relamo mis labios al senti
Ignoro la situación que me tiene nerviosa o eso, intento, le pido un momento para ir al baño, me aseo y lloro un poco, nunca antes pensé en estar en una situación así, no puedo reconocer a Xander. Entra con brusquedad al baño, me sorprende llorando, ya se ha quitado la camisa y el pantalón, está en bóxer, besa mi mejilla y me abraza a él, hace que nos veamos los dos en el espejo. —¿Por qué lloras?, lo hemos hecho cientos de veces, ¿Qué es diferente? —pregunta. —Que ahora sé que te acuestas con otra —digo, aunque no es verdad, no es la verdadera razón, ya no lo deseo, ahora sé quién es, es un monstruo y lo odio. Se echa a reír. —Trámites necesarios, eres la oficial —dice, besa mi hombro, poco a poco comienza a desvestirme, dejo que lo haga, sus manos recorren mi piel con delicadeza mientras me deja desnuda, gruñe en mi cuello y lo mordisquea. —Desearía que no trabaje más contigo —digo para intentar lograr que se calme. —Quizás pueda complacerte, si tú me complaces, vas a ser mi e
Mi madre no quiere dejarme ir a la oficina hasta que no le diga quién es la mujer que salió de mi casa esa mañana, ruedo los ojos y bebo café mientras mi padre le dice que me deje en paz, que estoy ocupado y que debe dejar de meterse en mi vida.No debí venir a saludarlos esta mañana, pienso mientras intento levantarme, sin éxito, de la mesa del comedor de nuevo.Siento un enorme alivio al saber que el nombre de Clarissa no ha trascendido a la prensa, no saben que fue ella quien salió de mi casa esa mañana.Sonrío al recordar que pasamos esa noche juntos, relamo mis labios y sonrío como un bobo.—No tienes mucho tiempo en la ciudad y ya te relacionan con alguien, ¿quién es, Daniel? —pregunta mi madre sacándome de mis pensamientos.—Mamá, son chismes de la prensa, no creas en todo lo que dicen.Rueda los ojos.—Ya deberías conseguir una mujer seria con la que casarte de una vez, estás situaciones se prestan para malos entendidos, así es como la gente arruina su reputación.Mi padre se a
Repaso el vestido color verde agua sobre mi cuerpo, me ajusta bastante en las caderas, el discreto escote en el pecho me hace ver más elegante de lo que esperaba, así como la gargantilla de diamantes que Xander me ha mandado para que la use esta noche, la prestó una importante joyería, me advirtió.Me relamo los labios esperando a que pase por mí, me agito de vez en cuando pensando que quiera acostarse conmigo de nuevo, siento que no podría resistirlo más.Cierro los ojos aspirando el aire que siento que me falta, a ratos me atormenta un dolor de cabeza y una taquicardia que hace que mi cuerpo se sienta débil.Debo dinero, mi madre no se recupera, estoy sola.Tocan a la puerta, me llevo una mano al pecho, aprieto los labios en un gesto tenso mientras me acerco a abrir la puerta, al hacerlo me dedica una mirada de arriba abajo y me sonríe con picardía.—¡Qué buena que te ves!Paso saliva para deshacer la tensión de mi cuerpo.Entra y me rodea con sus manos por las caderas, me pega a él
Abro los ojos, decidida a no quebrarme, me exijo mantener la compostura y tomo un par de respiraciones para no echarme a llorar en medio de la fiesta. Me siento pequeña, con la necesidad de esconder la cabeza debajo de la tierra y no salir de allí nunca, pero debo trabajar, alzar el rostro y sonreír.Pienso que el alcohol me ayudará a soportar la noche hasta que pueda volver a mi habitación para echarme a llorar a solas de nuevo.Me atrevo a tomar un whisky más, no tan puro, no con mucha agua, lo suficientemente fuerte para desinhibirme, y sentirme poderosa, y así poder dejar de llorar cada cinco minutos cuando recuerdo la expresión de burla de mi prometido al hablar de mí y de mi madre con su asistente en su despacho.Aspiro aire y me tomo el contenido del vaso de una sola vez, arrugo el rostro al hacerlo, no disfruto del sabor de lo que bebo, pero sé que es lo que necesito para no sentir más dolor, al menos por unas horas.Evito a todos los que conozco, con ellos no podría fingir se
Es Clarissa, mi Clarissa. Su rostro no ha cambiado nada, sin embargo, es diferente, hay en su mirada la misma dulzura y candidez que siempre amé, pero ahora también hay algo de frialdad y tristeza en ellos, su forma de abrazarse, y la manera en la que sus labios tiemblan por el frío de la noche me hizo recordar las veces que la vi así y quise ser quien la abrazara para calmar el frío de su cuerpo y darle calor a su alma también, me acerco a ella de forma instintiva, quiero estar cerca de ella. No me reconoce, no quiero aclararle quién soy, se ve decida a tener su noche de pasión con un desconocido, solo que no soy un desconocido, y ella no lo sabe, o más bien no lo recuerda. La miro atento mientras camina abrazada a ella. Se ve hermosa enfundada en un vestido azul marino de mangas largas y de falda larga hasta las pantorrillas, le acentúa el trasero, calza zapatos azules de terciopelo como su vestido que le queda como un guante y abraza sus pechos llenos y su cadera pronunciada, su