Mis manos tiemblan, sus ojos se posan en los míos, se levanta y tiende su mano en mi dirección.
—Encantado, Clarissa, mi nombre es Daniel. Ya sabemos nuestros nombres —dice con picardía mostrándome una sonrisa encantadora, asiento con la cabeza, con los ojos muy abiertos.
—Un placer —digo con timidez.
Puedo sentir la tensión.
Siento que el corazón se me va a salir por la boca, miro a Ileana quien sonríe tensa.
—Daniel, siéntete en libertad de pedir lo que necesites, Clarissa es nueva en nuestro departamento, pero ya tiene muchos años en la compañía y está familiarizada con todo, en un momento debe subir Benjamín.
—Gracias, Ileana, me parece bien que me faciliten este recurso —dice señalándome —, si conoce la compañía, me será muy útil su presencia, además de agradable.
Ileana alza una ceja y sonríe.
—Para empezar te hará entrar en la red interna —dice, me hace señas, camino con pasos temblorosos hasta él, quien se sienta y me mira con la barbilla alzada.
Coloco los datos en la computadora con mis manos temblorosas, siento su mirada sobre mis manos, sobre mi cabello, mi cara, y no puedo pasar saliva sin que se note lo tensa que estoy.
—Gracias —susurra, su aliento roza mi cara y mi cabello, su perfume se siente intenso como aquella noche, trago grueso y me alejo un poco de él.
No dejo de pensar en que me acosté con un inversionista importante, un hombre en cuyas manos está el destino de la compañía, alguien que pensé que no vería más, y aquí está en la compañía donde mi novio y yo trabajábamos.
Yo estaba preocupada de que no me odiara por ser la novia del director de finanzas y ahora me preocupa que no se ponga a decir que se acostó conmigo.
Pensé que era un proveedor cualquiera, alguien sin importancia, ¿por qué justamente me tuve que acostar con él?, pienso.
«¡Fui infiel!, le fui infiel a mi infiel novio con un hombre con el que vamos a trabajar los dos», pienso, mi corazón no deja de latir como loco.
Tocan a la puerta, la abren sin esperar, es Benjamín, sonríe amable, saluda a Ileana y le dice que puede retirarse, me ve y se acerca, me besa en la mejilla.
—Buenos días, Clarissa, querida, gracias por atender a Daniel, bienvenida a tus nuevas funciones —dice entusiasmado, parece más bien nervioso.
Daniel se vuelve a levantar y se saludan con un afectuoso apretón de manos.
—Gracias, Benjamín, han sido muy amables todos desde que llegué, no pensaba quedarme tanto, pero ahora me siento motivado —dice, me mira por fracción de segundo, bajo la mirada, y Benjamín se sienta frente a él.
—Cuéntame, ¿qué te parece todo hasta ahora?
—He visto poco, me di cuenta de que tienen proyectos impulsados por colaboradores, pero no han tomado en cuenta ninguno en los últimos dos años.
Benjamín se pone serio.
—Están bajo la gerencia del director de finanzas, ha estado ocupado en otros asuntos, pero no los tenemos descartados del todo.
—Espero que no, son buenos, he visto algunos por encima y me han dejado impresionado, para bien.
—Me alegro, verás que aún vale la pena invertir en Industrias Valverde, he hecho mi mejor esfuerzo estos años, estamos comprometidos, verás los números que quieres ver, lo prometo.
Daniel me mira, mira a Benjamín y sonríe.
—Puedo comenzar a pedirle algunas cosas a Clarissa, para tener un mejor panorama, ¿nos permites? —pregunta.
Benjamín alza las cejas, se levanta y junta sus manos frente a su pecho.
—Por supuesto, lo que necesites, mandaré a que les suban café y algunos aperitivos, estás en tu casa, pide lo que quieras —dice, se despide de mí apretando los labios con una mirada tensa y sale.
Paso saliva, mis pies parecen dos bloques de cemento, y me quedo allí, completamente inmóvil en la esquina de la oficina, incapaz de mirarlo. El aire se siente denso, y la ansiedad me consume. Daniel se levanta lentamente de su asiento, como si cada movimiento suyo estuviera calculado. Se acerca a mí, se detiene justo frente a mí y coloca ambas manos sobre su cadera, mirando hacia mí con una intensidad que me hace sentir pequeña. El suspiro cercano a mi cara no hace más que aumentar la tensión en el aire. Mi respiración se acelera.
—Clarissa, ahora sé tu nombre, y tú conoces el mío, no como esa noche que nos fuimos sin decirlos.
—Porque era cosa de una noche, — logro decir, intentando llenarme de valor, pero algo en su mirada me desarma. Él sigue mirando detenidamente, cada segundo de silencio me consume más.
—¿Una noche? —repite, pero la forma en que lo dice no es solo una pregunta, es una afirmación cargada de misterio, casi como si estuviera jugando con la idea de que hay algo más entre nosotros. Su mirada no solo me estudia, sino que también parece poseerme, envolviéndome en un torrente de emociones. —Pero ahora me verás aquí todos los días.
Su voz, tan firme y segura, me deja sin palabras. Hay algo en él, algo inexplicable, como si estuviera controlando la situación a su antojo, como si todo estuviera diseñado para que no pudiera escapar de él. Mientras yo, confundida y aterrada, trato de encontrar el valor para enfrentar la situación, él se mantiene inquebrantable, como si estuviera disfrutando del poder que tiene sobre mí. Su presencia lo llena todo, curándome y aterrándome al mismo tiempo.
—Cosas de trabajo, es mejor no complicar las cosas, que ya están complicadas —respondo, trago grueso, no dejo de mirar sus ojos grises.
Se relame los labios, mira los míos de forma tan intensa que me cuesta sostenerle la mirada, pero lo hago.
—Fue la mejor noche de mi vida —dice de forma seductora, paso saliva y me pierdo en el sonido rasposo de su voz, como si mi piel recordara lo que pasó esa noche.
—Solo pasó esa vez y no pasará de nuevo, señor —insisto.
Asiente alzando una ceja, creo que percibió la ironía en mi tono al llamarlo, señor. Chasquea la lengua y suspira. Su presencia es poderosa, lo había notado ya; sin embargo, ahora es diferente, porque es poderoso cerca de mí, en la compañía para la que trabajo.
—Quiero que me busques el proyecto que tú presentaste —dice con tono autoritario.
—¿El mío? —pregunto confundida.
Se abre la puerta, nadie tocó antes, jadeo de asombro al ver a Xander, reta con la mirada a Daniel que se ha girado hacia la puerta ante el ruido, se miran en un duelo de miradas que hace que mi cuerpo vuelva a temblar.
DanielMi cuerpo está alterado por la presencia de Clarissa, deseo besarla y abrazarla, debo controlar mis impulsos, pero, además, veo a este imbécil de Valverde irrumpir en la sala como si fuera el dueño de todo, lo reto con la mirada.—Buenos días, puedes pasar —digo con ironía. Me tenso sin poder deshacer mi incomodidad por su presencia, de los Valderve es el que menos me agradó siempre.Alza la cara, hace un gesto de desagrado con la nariz.—Evans, vine a ver a mi novia, no a hablar contigo, no te lameré los huevos como hacen los demás, para mí no eres más que un bravucón —dice, y yo alzo las cejas ante la noticia de que es el novio de Clarissa, la volteo a ver, parece asustada, baja la cabeza, no me vuelve a mirar.—Está trabajando conmigo, por si no te diste cuenta —respondo molesto.Bufa y sacude la cabeza, siempre fue un malcriado, bueno para nada.—Clarissa, necesitamos hablar, pasa algo, lo sé, no me has respondido los mensajes ni las llamadas, sé que estás molesta por algo.
Regreso a la sala de conferencia después de llorar un rato en el baño, me lavé la cara y me maquillé, debo verme digna, después del espectáculo bochornoso que pasé con Xander delante de ese hombre.Las cosas con Xander serán más complicadas de lo que pensé.Toco y abro la puerta, él alza la mirada y me escanea de arriba abajo, desvío la mirada porque me siento incómoda y avergonzada, ahora mismo quiero enterrar mi cabeza en la arena.—Lamento lo que vio —digo.—¿Así que él fue quien te fue infiel? ¿De él fue que hablaste aquella noche?Suspiro y niego con un movimiento rápido de cabeza, no quiero ni recordar lo que le dije, fue una imprudencia.—Sí, era de él que hablaba.—Es un imbécil, no sabe valorar a una mujer, y tú no deberías aceptar esos tratos.—Es mejor que no opine de mi vida personal, nos involucramos por error, le suplico que olvide lo que pasó entre los dos.Sonríe con malicia, se rasca la barbilla, me mira de nuevo de arriba abajo, me examina los ojos, mis labios, se det
Daniel.Se abre la puerta, es ella, me dedica una tímida mirada por una milésima de segundo, baja la cabeza, tiene los ojos y la nariz roja, aunque se maquilló para disimularlo, y puedo darme cuenta.—¿Todo bien? —pregunto observándola con detenimiento.—Sí, todo bien. Continuaré con lo que hacía.La observó, se b**e el cabello y sigue en la misma posición que estaba más temprano, no aparta los ojos de la pantalla.Me relamo los labios observando su boca carnosa, paso saliva recordando mi boca sobre la suya, la lucha de nuestras lenguas, sus jadeos y gemidos debajo de mí.Me mira, desvía la mirada de nuevo.—Parece que lloraste —digo, menea la cabeza, y suspira.—No, todo está bien, señor Evans.—Mañana debo ir a la sucursal de Puerto nuevo, quiero que vengas conmigo.Me mira fijamente.—Está bien, usted manda —responde parca.—Trajeron café y galletas, ¿quieres?Cierra los ojos, suspira y me mira de nuevo, con reproche en su mirada.—Solo soy amable —le aclaro.—Lo sé, pero soy quien
Son las 5:00 a.m. y bebo una taza de café mientras espero el auto de la compañía Valverde que me llevará a Puerto nuevo junto con el señor Evans.Me pone nerviosa que estemos los dos solos por allá.Aún no puedo creer mi suerte, nunca antes me había atrevido a seducir a un hombre así, y justamente voy con él y nos acostamos, con lo feliz que estaba por la noche que pasé con él, a pesar de la resaca moral.Termino mi café y lavo la taza, la dejo en la alacena y me dirijo al cuarto de mi madre, que está vacío, ella está en esa clínica y no puedo tenerla en casa porque supondría pagar mucho más para adecuar los equipos, paso saliva y me retiro la única lágrima que me sale.Me siento inútil por no poder proveer a mi familia como debería, soy profesional y trabajo, y aun así los gastos y las circunstancias, me sobrepasan.Suena la bocina del auto de la compañía, me incorporo y tomo el bolso de la sala, abro la puerta, y salgo, compruebo que todo está oscuro aún, relamo mis labios al senti
Ignoro la situación que me tiene nerviosa o eso, intento, le pido un momento para ir al baño, me aseo y lloro un poco, nunca antes pensé en estar en una situación así, no puedo reconocer a Xander. Entra con brusquedad al baño, me sorprende llorando, ya se ha quitado la camisa y el pantalón, está en bóxer, besa mi mejilla y me abraza a él, hace que nos veamos los dos en el espejo. —¿Por qué lloras?, lo hemos hecho cientos de veces, ¿Qué es diferente? —pregunta. —Que ahora sé que te acuestas con otra —digo, aunque no es verdad, no es la verdadera razón, ya no lo deseo, ahora sé quién es, es un monstruo y lo odio. Se echa a reír. —Trámites necesarios, eres la oficial —dice, besa mi hombro, poco a poco comienza a desvestirme, dejo que lo haga, sus manos recorren mi piel con delicadeza mientras me deja desnuda, gruñe en mi cuello y lo mordisquea. —Desearía que no trabaje más contigo —digo para intentar lograr que se calme. —Quizás pueda complacerte, si tú me complaces, vas a ser mi e
Mi madre no quiere dejarme ir a la oficina hasta que no le diga quién es la mujer que salió de mi casa esa mañana, ruedo los ojos y bebo café mientras mi padre le dice que me deje en paz, que estoy ocupado y que debe dejar de meterse en mi vida.No debí venir a saludarlos esta mañana, pienso mientras intento levantarme, sin éxito, de la mesa del comedor de nuevo.Siento un enorme alivio al saber que el nombre de Clarissa no ha trascendido a la prensa, no saben que fue ella quien salió de mi casa esa mañana.Sonrío al recordar que pasamos esa noche juntos, relamo mis labios y sonrío como un bobo.—No tienes mucho tiempo en la ciudad y ya te relacionan con alguien, ¿quién es, Daniel? —pregunta mi madre sacándome de mis pensamientos.—Mamá, son chismes de la prensa, no creas en todo lo que dicen.Rueda los ojos.—Ya deberías conseguir una mujer seria con la que casarte de una vez, estás situaciones se prestan para malos entendidos, así es como la gente arruina su reputación.Mi padre se a
Repaso el vestido color verde agua sobre mi cuerpo, me ajusta bastante en las caderas, el discreto escote en el pecho me hace ver más elegante de lo que esperaba, así como la gargantilla de diamantes que Xander me ha mandado para que la use esta noche, la prestó una importante joyería, me advirtió.Me relamo los labios esperando a que pase por mí, me agito de vez en cuando pensando que quiera acostarse conmigo de nuevo, siento que no podría resistirlo más.Cierro los ojos aspirando el aire que siento que me falta, a ratos me atormenta un dolor de cabeza y una taquicardia que hace que mi cuerpo se sienta débil.Debo dinero, mi madre no se recupera, estoy sola.Tocan a la puerta, me llevo una mano al pecho, aprieto los labios en un gesto tenso mientras me acerco a abrir la puerta, al hacerlo me dedica una mirada de arriba abajo y me sonríe con picardía.—¡Qué buena que te ves!Paso saliva para deshacer la tensión de mi cuerpo.Entra y me rodea con sus manos por las caderas, me pega a él
Abro los ojos, decidida a no quebrarme, me exijo mantener la compostura y tomo un par de respiraciones para no echarme a llorar en medio de la fiesta. Me siento pequeña, con la necesidad de esconder la cabeza debajo de la tierra y no salir de allí nunca, pero debo trabajar, alzar el rostro y sonreír.Pienso que el alcohol me ayudará a soportar la noche hasta que pueda volver a mi habitación para echarme a llorar a solas de nuevo.Me atrevo a tomar un whisky más, no tan puro, no con mucha agua, lo suficientemente fuerte para desinhibirme, y sentirme poderosa, y así poder dejar de llorar cada cinco minutos cuando recuerdo la expresión de burla de mi prometido al hablar de mí y de mi madre con su asistente en su despacho.Aspiro aire y me tomo el contenido del vaso de una sola vez, arrugo el rostro al hacerlo, no disfruto del sabor de lo que bebo, pero sé que es lo que necesito para no sentir más dolor, al menos por unas horas.Evito a todos los que conozco, con ellos no podría fingir se