La traicionada reencuentra al viejo amor
La traicionada reencuentra al viejo amor
Por: Elena Emperatriz
Capítulo 1

Me atrevo a tomar un whisky más, no tan puro, no con mucha agua, lo suficientemente fuerte para desinhibirme, y sentirme poderosa, así dejar de llorar cada cinco minutos cuando recuerdo la expresión de burla de Xander al hablar de mí y de mi madre con Valentina en su despacho.

Aspiro aire y me tomo el contenido del vaso de una sola vez, no disfruto del sabor de lo que bebo, pero sé que es lo que necesito para no sentir más dolor, al menos por unas horas.

Evito a todos los que conozco, con ellos no podría fingir ser alguien más, no veré luego a muchos de los que están esta noche, pienso, y busco con la mirada a algún extraño que quiera conversar, necesito sentirme diferente esta noche, necesito ser eso que él dice que no puedo ser: una mujer de verdad llena de pasión capaz de tentar a cualquier hombre, aprieto los labios y contengo el llanto al recordar sus crueles palabras.

Hago un recorrido visual por la imponente sala y quedo decepcionada de lo que veo, nadie me atrae lo suficiente, quizás no he bebido lo necesario, pienso, y me sirvo otro vaso de whisky, está vez pongo mucha menos agua y me lo bebo de una vez, sacudo ligeramente la cabeza ante el sabor fuerte de la bebida.

Miro alrededor, nadie me ve, quizás él tenga razón, quizás soy nadie, tal vez no soy tan interesante y nadie me ve.

Me sirvo un vaso más de whisky, esta vez: puro. Necesito ser atrevida y sé que lo seré si bebo más.

Me empieza un ligero dolor de cabeza, así que salgo hasta la parte externa para tomar aire, no quiero desmayarme, tampoco vomitar o hacer el ridículo, así que camino despacio y con la mirada en el suelo para que nadie me detenga, una vez afuera aspiro aire llenando mis pulmones, y lo suelto lentamente.

Hay un ligero olor a cigarro, muevo mi cabeza y miro a mi derecha: un hombre alto de traje está casi fuera de los límites del jardín fumando.

Me quedo hipnotizada, viendo como expulsa el humo mientras mira hacia arriba, y se queda con la cabeza así inclinada como contemplando el cielo, la luna o las estrellas.

Hacia donde el extraño está la poca luz no me deja ver quien es, lo miro de arriba abajo, el traje le ajusta a su cuerpo a la perfección, es de cuerpo atlético, sin embargo, no puedo ver su rostro, voltea hacia donde estoy, y desvío la mirada sintiéndome atrapada, pero es lo que quería, ¿no?, sonrío y vuelvo a ver en su dirección, obligándome a ser esa mujer que Xander dice que no puedo ser.

Me atrevo a dar unos pasos en su dirección, él se acerca también, lanza la cola de cigarro en un pote de basura y avanza hacia mí con una mano en su bolsillo, sus cabellos son oscuros y abundantes, brillan así como sus ojos grises que no se apartan de mí.

—Buenas noches, ¿pasa algo? —pregunta, paso saliva con dificultad, niego con la cabeza.

—Buenas noches —respondo, lo miro de arriba abajo, intentando hacerlo con descaro. Se acerca más y mi pulso se dispara.

El alcohol ha hecho lo suyo, me siento poderosa.

—¿Busca a alguien?

Niego con la cabeza.

—¿Está solo? —pregunto intentando sonar sexi, sacudo mis cabellos, él levanta el mentón y me dedica una mirada de extrañeza, ese no era el efecto que buscaba.

—Sí, la verdad sí, ¿desea fumar?

Hago un gesto de asco, me arrepiento enseguida, pero no puedo controlar mis expresiones, el alcohol está haciendo de las suyas en mi cuerpo y eso era lo que quería.

El extraño es guapo y mi cuerpo de virgen santurrona, como me llamó Xander cuando no sabía que le oía, está deseoso de aventuras, y más aún de demostrarle a mi prometido que otro hombre me puede desear, cómo él desea a Valentina.

Al recordarlo siento un puntazo en el corazón que no puedo ignorar, cierro los ojos y bajo la cabeza afectada por el dolor, es lo malo del alcohol, hace los sentimientos y las emociones más intensas.

—¿Le pasa algo? —pregunta el hombre acercándose a mí peligrosamente, el olor de su perfume hace que vuelva a abrir los ojos, alza la cara y nuestra mirada se cruza, me relamo los labios y vuelvo a negar.

Intento decir algo, me mareo un poco y casi caigo sobre él, me sostiene por los brazos con fuerza, siento el calor de sus manos sobre mi piel, jadeó, su mirada angustiosa baila sobre mis ojos con preocupación.

—¿Está bien?

—Llévame a algún lugar lejos de aquí, dónde estemos solos los dos —digo llenándome de valor, animada por mi estado alcoholizado, y movida por un deseo de venganza contra mi infiel y cobarde prometido.

—¿Qué? —pregunta, lo veo pasar saliva, recorre mi rostro y se queda en silencio con la mirada fija sobre mis ojos.

—Llévame lejos, ¿no me deseas o tienes a alguien en casa? —pregunto dejando claro cuáles son mis intenciones.

Se relame los labios, no deja de mirarme como si buscara en mis facciones algo familiar, o quizás algo que le deje saber que no es una broma, que de verdad una extraña se le está ofreciendo en una fiesta.

Me suelta con delicadeza, me repasa de arriba abajo, pasa saliva de nuevo y acaricia su corbata con una mano mientras fija su mirada en mis labios, para luego subir hasta mis ojos.

—¿Quieres un aventón?

Sonrío.

—Quiero una noche de desahogo, ¿no te parezco linda lo suficiente?

Sonríe de medio lado, alza una ceja.

—Eres preciosa —. Sonrío con la moral un poco subida, aunque creo que es algo que podría decirle a cualquier borracha que se le ofrece en una fiesta—, pero creo que necesitas un taxi, e irte sola a casa.

Se hace un nudo en mi garganta, mis ojos se humedecen, vuelvo a negar moviendo la cabeza.

—No me dejes sola esta noche —susurro casi en tono de súplica.

Suspira mirándome a los ojos como si quisiera aprenderse su forma de memoria.

—Vamos, iremos a mi casa.

Sonrío y afirmo, no me iré sola a casa esta noche.

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