Capítulo 3

Días atrás.

Tomo el almuerzo con mis compañeros de departamento porque mi novio que es el director financiero de la compañía, tiene una junta de trabajo, no quería comer con ellos porque hace unos días fue mi compromiso con Xander y sabía que no dejarían de molestarme y hacerme comentarios al respecto.

Miro mi anillo de compromiso y dentro de mi pecho se forma una emoción inmensa. Me voy a casar, pienso y el orgullo que siento se nubla por la tranquilidad de saber que estaré junto a un hombre que se ocupará de mí, de mi familia y que no me abandonará.

Temía que me rechazara por el terrible momento personal que estoy pasando: mi madre está enferma y apenas puedo cubrir sus tratamientos médicos, y mi padre está desaparecido desde hace meses, dejó atrás una deuda que nos cobran constantemente a mi madre y a mí, es una deuda importante y no tengo de dónde sacar el dinero, no le dije toda la verdad a Xander.

Permití que me ayudara solo con una parte, me daba vergüenza que pagara todo, no tenía cara para mirarlo a los ojos, le debía dinero a todo el mundo, me sentía una apestada incapaz de sostenerse a sí misma, pero entonces él se arrodilló y me dijo que estaría junto a mí en las buenas y en las malas.

—Esta es mi mayor prueba de amor y lealtad, te amo y quiero que seas mi esposa, junto a mí, no te faltará nada,  ¿Aceptas? —preguntó con lágrimas en los ojos.

—Sí, claro que sí —grité emocionada abrazándome a él.

—Para mí es importante que sepas que te amo y que cuentas conmigo, no estás sola, mi amor, he pagado el resto de la deuda de tu padre, no debiste mentirme.

Lloré sobre su hombro, pues había hecho desaparecer una de mis mayores angustias, con esa deuda cancelada podría pagar el tratamiento médico de mi mamá sin problemas, pensaba.

Mis compañeros de trabajo tampoco se estaban portando tan pesados como pensé que lo harían.

—¿Futura señora de Valverde? ¿De analista de cuentas por pagar a esposa de uno de los herederos de una de las familias más importantes de la ciudad? ¿Quién lo diría? —pregunta mi jefa María Joaquina, me guiña un ojo, ella es cercana a mi novio y siempre supo de lo nuestro, no me juzgó ni me reprochó nada.

—Ya me informaron en recursos humanos que me van a trasladar a otro departamento, para evitar el conflicto de intereses —digo —, trabajaré en planificación presupuestaria, en logística.

Mi jefa sonríe y aplaude.

—Es también un pequeño ascenso, lo mereces.

—Gracias.

—¿Cuándo se casan? —pregunta Valentina, la asistente de mi novio.

—En un mes y medio o dos, queremos que sea rápido, no queremos esperar tanto —cuento emocionada, ella hace caras de sorpresa y asiente mientras curva sus labios hacia abajo.

Armando, uno de mis compañeros más cercanos, palmea mi mano.

—Felicidades, te lo dije siempre, ¿no te das cuenta de cómo te mira el director financiero?, siempre lo supe.

Nos reímos, era cierto, Armando fue el primero en decirme que yo llamaba la atención de Xander, él era un jefe importante y yo una simple analista, nunca creí que un día después de una celebración corporativa, me invitara a salir, no nos separamos desde entonces.

—¿Quién no va a mirar a esta belleza? —pregunta Natasha —, pero fue el director de finanzas quien se ganó su corazón.

Valentina se aclara la garganta.

—Disculpen, debo ir con mi jefe, me dice que ahora tiene un momento para firmar las cartas para los bancos.

Se levanta moviendo su cabellera rubia y se pierde del comedor, nosotros quedamos conversando, hasta que mi jefa parece recordar algo.

—Ay, deberíamos aprovechar  que salió un momento y va a firmar esas cartas para que firme la carta de referencia comercial a Manoplast —dice mi jefa, me mira, asiento y me levanto rápido de la mesa.

—La busco en mi puesto y se la llevo.

—Y ella brava, así lo ve —dice Natasha, me rio y corro hacia las oficinas, busco en mi escritorio la carta que debe firmar mi novio,  me arreglo el cabello y me aplico labial antes de ir a su oficina.

Veo la puerta de su oficina abierta, sonrío y cuando voy a decirle que disculpe el abuso, pero que, por favor, también firme una referencia comercial para un proveedor, escuchó que las voces dentro de su oficina se elevan, me quedo paralizada porque parece una pelea.

Me acerco más para escuchar mejor.

—¿En un mes? Me dijiste que no te casarías, que solo sería darle el anillo para que tu familia creyera que estabas sentado cabeza —dice Valentina, y comprendo perfecto de lo que habla, habla de mí, de nuestro compromiso, mi cabeza entiende lo que pasa, ella le reclama que la fecha de nuestra boda esté tan cerca, pero mi corazón no quiere aceptarlo, me aprieto el pecho con la mano libre.

«¿Por qué Valentina le reclama a su jefe, que es mi novio esto? ¿Tienen algo?»

—¿Quién te dijo eso?

—Ella anda presumiendo a todo el mundo que en un mes se van a casar, en un mes —grita, me sobresalto e ignoro las lágrimas que me recorren la cara.

—No, se lo digo para que se quede quieta, después inventaré cualquier excusa y le daré largas. No me voy a casar con ella, Valentina.

Siento como mi corazón se parte, quiero salir corriendo, pero no puedo mover mis pies.

—Le diste un anillo.

—Mi familia me vive diciendo mujeriego, que no siento cabeza, jamás confiarán en mí para hacerme cargo de los negocios si no demuestro madurez, y para ellos casarse es madurez.

—Júrame que ya no te acuestas con ella.

—No, claro que no, no me inspira nada, lo sabes, su cuerpo de virgen santurrona no me apetece ya, al principio sí, no lo voy a negar, porque está buena, pero es una muerta en la cama, no sabe hacer nada, es aburrida y una mimada santurrona.

Creo que me voy a morir, no puedo respirar bien.

Escucho las risas de Valentina.

—Es una pobre idiota, la he pillado escuchando pódcast sobre como calentar las cosas en la relación, es una pobre estúpida.

—Sabes que es en tí en quien pensaba cuando estaba con ella, solo tu cuerpo me enciende de esa forma, ella, simplemente es una pantalla que ahora me conviene.

—¿Por qué?

—La bruja idiota de su madre está enferma, su padre desapareció, no puedo dejarla ahora, mi familia está pendiente de la situación, y dice que soy muy bueno por apoyarla en esto, solo espero que esa vieja se termine de morir para que acabe mi espectáculo, para poder dejarla y estar contigo como quiero.

—Más te vale —dice Valentina, yo ya no lo resisto más. Corro hacia los baños y me encierro allí, lloro en silencio y cuando ya logro calmarme, salgo y me limpio la cara, regreso a su oficina.

Las manos me tiemblan, oigo risas, tocó con fuerza la puerta.

—¡Adelante! —grita mi novio.

Entro, le sonrío con el corazón destrozado.

—Buenos días, mi amor —digo, miro a Valentina —, disculpa que te moleste, mi jefa se aprovecha de que me amas y serás mi esposo, me pidió que te diera esta carta para que la firmes.

Valentina me mira tensa, baja la cabeza, Xander salta, mueve sus cabellos oscuros, clava sus ojos azules en mí.

—Claro, mi vida, lo que quieras —dice, firma sin leer y me sonríe.

—Gracias, mi bello.

—¿Te pasa algo? Tienes la cara roja.

—Por querer andar de coqueta contigo me fui a maquillar antes de venir y me causó esta reacción alérgica. Es nuevo.

—No, nada barato para mi futura mujer, haré que te traigan las mejores marcas de cosmético —dice, sale detrás del escritorio y me rodea con sus brazos, acepto su beso rápido en mis labios, miro a Valentina, está con la cara roja y los brazos cruzados.

No puedo creer nada de esto, me excuso y regreso a la oficina, dejo la carta sobre el escritorio de mi jefa y le invento una emergencia con mi madre, no puedo estar concentrada en el trabajo con el corazón roto.

—Que se mejore tu madre, recuerda que Pegas Monet te invitó a su evento de mercadeo este fin de semana, yo no podré ir, así que debes ir, ¿crees que puedas?

—No faltaré, cuenta con ello.

Voy llorando todo el camino, quiero gritar y arrancarme el corazón del pecho, nunca me había sentido tan humillada y dolida.

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