Días atrás.
Tomo el almuerzo con mis compañeros de departamento porque mi novio que es el director financiero de la compañía, tiene una junta de trabajo, no quería comer con ellos porque hace unos días fue mi compromiso con Xander y sabía que no dejarían de molestarme y hacerme comentarios al respecto.
Miro mi anillo de compromiso y dentro de mi pecho se forma una emoción inmensa. Me voy a casar, pienso y el orgullo que siento se nubla por la tranquilidad de saber que estaré junto a un hombre que se ocupará de mí, de mi familia y que no me abandonará.
Temía que me rechazara por el terrible momento personal que estoy pasando: mi madre está enferma y apenas puedo cubrir sus tratamientos médicos, y mi padre está desaparecido desde hace meses, dejó atrás una deuda que nos cobran constantemente a mi madre y a mí, es una deuda importante y no tengo de dónde sacar el dinero, no le dije toda la verdad a Xander.
Permití que me ayudara solo con una parte, me daba vergüenza que pagara todo, no tenía cara para mirarlo a los ojos, le debía dinero a todo el mundo, me sentía una apestada incapaz de sostenerse a sí misma, pero entonces él se arrodilló y me dijo que estaría junto a mí en las buenas y en las malas.
—Esta es mi mayor prueba de amor y lealtad, te amo y quiero que seas mi esposa, junto a mí, no te faltará nada, ¿Aceptas? —preguntó con lágrimas en los ojos.
—Sí, claro que sí —grité emocionada abrazándome a él.
—Para mí es importante que sepas que te amo y que cuentas conmigo, no estás sola, mi amor, he pagado el resto de la deuda de tu padre, no debiste mentirme.
Lloré sobre su hombro, pues había hecho desaparecer una de mis mayores angustias, con esa deuda cancelada podría pagar el tratamiento médico de mi mamá sin problemas, pensaba.
Mis compañeros de trabajo tampoco se estaban portando tan pesados como pensé que lo harían.
—¿Futura señora de Valverde? ¿De analista de cuentas por pagar a esposa de uno de los herederos de una de las familias más importantes de la ciudad? ¿Quién lo diría? —pregunta mi jefa María Joaquina, me guiña un ojo, ella es cercana a mi novio y siempre supo de lo nuestro, no me juzgó ni me reprochó nada.
—Ya me informaron en recursos humanos que me van a trasladar a otro departamento, para evitar el conflicto de intereses —digo —, trabajaré en planificación presupuestaria, en logística.
Mi jefa sonríe y aplaude.
—Es también un pequeño ascenso, lo mereces.
—Gracias.
—¿Cuándo se casan? —pregunta Valentina, la asistente de mi novio.
—En un mes y medio o dos, queremos que sea rápido, no queremos esperar tanto —cuento emocionada, ella hace caras de sorpresa y asiente mientras curva sus labios hacia abajo.
Armando, uno de mis compañeros más cercanos, palmea mi mano.
—Felicidades, te lo dije siempre, ¿no te das cuenta de cómo te mira el director financiero?, siempre lo supe.
Nos reímos, era cierto, Armando fue el primero en decirme que yo llamaba la atención de Xander, él era un jefe importante y yo una simple analista, nunca creí que un día después de una celebración corporativa, me invitara a salir, no nos separamos desde entonces.
—¿Quién no va a mirar a esta belleza? —pregunta Natasha —, pero fue el director de finanzas quien se ganó su corazón.
Valentina se aclara la garganta.
—Disculpen, debo ir con mi jefe, me dice que ahora tiene un momento para firmar las cartas para los bancos.
Se levanta moviendo su cabellera rubia y se pierde del comedor, nosotros quedamos conversando, hasta que mi jefa parece recordar algo.
—Ay, deberíamos aprovechar que salió un momento y va a firmar esas cartas para que firme la carta de referencia comercial a Manoplast —dice mi jefa, me mira, asiento y me levanto rápido de la mesa.
—La busco en mi puesto y se la llevo.
—Y ella brava, así lo ve —dice Natasha, me rio y corro hacia las oficinas, busco en mi escritorio la carta que debe firmar mi novio, me arreglo el cabello y me aplico labial antes de ir a su oficina.
Veo la puerta de su oficina abierta, sonrío y cuando voy a decirle que disculpe el abuso, pero que, por favor, también firme una referencia comercial para un proveedor, escuchó que las voces dentro de su oficina se elevan, me quedo paralizada porque parece una pelea.
Me acerco más para escuchar mejor.
—¿En un mes? Me dijiste que no te casarías, que solo sería darle el anillo para que tu familia creyera que estabas sentado cabeza —dice Valentina, y comprendo perfecto de lo que habla, habla de mí, de nuestro compromiso, mi cabeza entiende lo que pasa, ella le reclama que la fecha de nuestra boda esté tan cerca, pero mi corazón no quiere aceptarlo, me aprieto el pecho con la mano libre.
«¿Por qué Valentina le reclama a su jefe, que es mi novio esto? ¿Tienen algo?»
—¿Quién te dijo eso?
—Ella anda presumiendo a todo el mundo que en un mes se van a casar, en un mes —grita, me sobresalto e ignoro las lágrimas que me recorren la cara.
—No, se lo digo para que se quede quieta, después inventaré cualquier excusa y le daré largas. No me voy a casar con ella, Valentina.
Siento como mi corazón se parte, quiero salir corriendo, pero no puedo mover mis pies.
—Le diste un anillo.
—Mi familia me vive diciendo mujeriego, que no siento cabeza, jamás confiarán en mí para hacerme cargo de los negocios si no demuestro madurez, y para ellos casarse es madurez.
—Júrame que ya no te acuestas con ella.
—No, claro que no, no me inspira nada, lo sabes, su cuerpo de virgen santurrona no me apetece ya, al principio sí, no lo voy a negar, porque está buena, pero es una muerta en la cama, no sabe hacer nada, es aburrida y una mimada santurrona.
Creo que me voy a morir, no puedo respirar bien.
Escucho las risas de Valentina.
—Es una pobre idiota, la he pillado escuchando pódcast sobre como calentar las cosas en la relación, es una pobre estúpida.
—Sabes que es en tí en quien pensaba cuando estaba con ella, solo tu cuerpo me enciende de esa forma, ella, simplemente es una pantalla que ahora me conviene.
—¿Por qué?
—La bruja idiota de su madre está enferma, su padre desapareció, no puedo dejarla ahora, mi familia está pendiente de la situación, y dice que soy muy bueno por apoyarla en esto, solo espero que esa vieja se termine de morir para que acabe mi espectáculo, para poder dejarla y estar contigo como quiero.
—Más te vale —dice Valentina, yo ya no lo resisto más. Corro hacia los baños y me encierro allí, lloro en silencio y cuando ya logro calmarme, salgo y me limpio la cara, regreso a su oficina.
Las manos me tiemblan, oigo risas, tocó con fuerza la puerta.
—¡Adelante! —grita mi novio.
Entro, le sonrío con el corazón destrozado.
—Buenos días, mi amor —digo, miro a Valentina —, disculpa que te moleste, mi jefa se aprovecha de que me amas y serás mi esposo, me pidió que te diera esta carta para que la firmes.
Valentina me mira tensa, baja la cabeza, Xander salta, mueve sus cabellos oscuros, clava sus ojos azules en mí.
—Claro, mi vida, lo que quieras —dice, firma sin leer y me sonríe.
—Gracias, mi bello.
—¿Te pasa algo? Tienes la cara roja.
—Por querer andar de coqueta contigo me fui a maquillar antes de venir y me causó esta reacción alérgica. Es nuevo.
—No, nada barato para mi futura mujer, haré que te traigan las mejores marcas de cosmético —dice, sale detrás del escritorio y me rodea con sus brazos, acepto su beso rápido en mis labios, miro a Valentina, está con la cara roja y los brazos cruzados.
No puedo creer nada de esto, me excuso y regreso a la oficina, dejo la carta sobre el escritorio de mi jefa y le invento una emergencia con mi madre, no puedo estar concentrada en el trabajo con el corazón roto.
—Que se mejore tu madre, recuerda que Pegas Monet te invitó a su evento de mercadeo este fin de semana, yo no podré ir, así que debes ir, ¿crees que puedas?
—No faltaré, cuenta con ello.
Voy llorando todo el camino, quiero gritar y arrancarme el corazón del pecho, nunca me había sentido tan humillada y dolida.
Tiempo actual.Mientras me baño recuerdo la noche que pasé con ese extraño, fue una buena noche, probé que Xander se equivocaba conmigo, sin embargo, no me siento bien recordando la situación, yo no soy así, solo necesitaba vengarme, y sentirme viva, vaya que me hizo sentir viva.Me demostré a mí misma que puedo seducir a un hombre atractivo, e incluso poderoso, porque ese hombre lo era, al menos puedo deducir que es un millonario.Me digo que dejaré esos pensamientos atrás, no volveré a ver a ese hombre, era solo un invitado más a la fiesta de mercadeo de un pequeño proveedor, quizás era el dueño o un banquero.Tuve que asistir a esa fiesta con el corazón destrozado porque mi jefa no podía ir y no podía faltar también, aunque no estuviera de ánimos.Nadie podía sospechar que algo pasaba entre Xander y yo, ni él mismo, tenía que pensar bien como abordar mi relación con él, mi economía no era la mejor, estaba pasando por demasiadas cosas.Lo descubrí un viernes, y pasé todo el fin de s
Mis manos tiemblan, sus ojos se posan en los míos, se levanta y tiende su mano en mi dirección.—Encantado, Clarissa, mi nombre es Daniel. Ya sabemos nuestros nombres —dice con picardía mostrándome una sonrisa encantadora, asiento con la cabeza, con los ojos muy abiertos.—Un placer —digo con timidez.Puedo sentir la tensión.Siento que el corazón se me va a salir por la boca, miro a Ileana quien sonríe tensa.—Daniel, siéntete en libertad de pedir lo que necesites, Clarissa es nueva en nuestro departamento, pero ya tiene muchos años en la compañía y está familiarizada con todo, en un momento debe subir Benjamín.—Gracias, Ileana, me parece bien que me faciliten este recurso —dice señalándome —, si conoce la compañía, me será muy útil su presencia, además de agradable.Ileana alza una ceja y sonríe.—Para empezar te hará entrar en la red interna —dice, me hace señas, camino con pasos temblorosos hasta él, quien se sienta y me mira con la barbilla alzada.Coloco los datos en la computa
DanielMi cuerpo está alterado por la presencia de Clarissa, deseo besarla y abrazarla, debo controlar mis impulsos, pero, además, veo a este imbécil de Valverde irrumpir en la sala como si fuera el dueño de todo, lo reto con la mirada.—Buenos días, puedes pasar —digo con ironía.Alza la cara, hace un gesto de desagrado con la nariz.—Evans, vine a ver a mi novia, no a hablar contigo, no te lameré los huevos como hacen los demás, para mí no eres más que un bravucón —dice, y yo alzo las cejas ante la noticia de que es el novio de Clarissa, la volteo a ver, parece asustada, baja la cabeza, no me vuelve a mirar.—Está trabajando conmigo, por si no te diste cuenta —respondo molesto.Bufa y sacude la cabeza, siempre fue un malcriado, bueno para nada.—Clarissa, necesitamos hablar, pasa algo, lo sé, no me has respondido los mensajes ni las llamadas, sé que estás molesta por algo.Volteo a ver a Clarissa, ya que el imbécil de Valverde no me hará caso por su prepotencia suicida.—¿Primer día
Regreso a la sala de conferencia después de llorar un rato en el baño, me lavé la cara y me maquillé, debo verme digna, después del espectáculo bochornoso que pasé con Xander delante de ese hombre.Toco y abro la puerta, él alza la mirada y me escanea de arriba abajo, desvío la mirada porque me siento incómoda.—Lamento lo que vio —digo.—¿Así que él fue quien te fue infiel? ¿De él fue que hablaste aquella noche?Suspiro y niego con un movimiento rápido de cabeza, no quiero ni recordar lo que le dije, fue una imprudencia.—Sí, era de él que hablaba.—Es un imbécil, no sabe valorar a una mujer, y tú no deberías aceptar esos tratos.—Es mejor que no opine de mi vida personal, nos involucramos por error, le suplico que olvide lo que pasó entre los dos.Sonríe con malicia, se rasca la barbilla, me mira de nuevo de arriba abajo, examina mis, ojos, mis labios, se detiene en mis pechos y suspira.—No me pidas que lo olvide, no puedo, ojalá pudiera olvidar que vi lo que vi y, que sentí lo que
Daniel.Se abre la puerta, es ella, me dedica una tímida mirada por una milésima de segundo, baja la cabeza, tiene los ojos y la nariz roja, aunque se maquilló para disimularlo, y puedo darme cuenta.—¿Todo bien? —pregunto observándola con detenimiento.—Sí, todo bien. Continuaré con lo que hacía.La observó, se b**e el cabello y sigue en la misma posición que estaba más temprano, no aparta los ojos de la pantalla.Me relamo los labios observando su boca carnosa, paso saliva recordando mi boca sobre la suya, la lucha de nuestras lenguas, sus jadeos y gemidos debajo de mí.Me mira, desvía la mirada de nuevo.—Parece que lloraste —digo, menea la cabeza, y suspira.—No, todo está bien, señor Evans.—Mañana debo ir a la sucursal de Puerto nuevo, quiero que vengas conmigo.Me mira fijamente.—Está bien, usted manda —responde parca.—Trajeron café y galletas, ¿quieres?Cierra los ojos, suspira y me mira de nuevo, con reproche en su mirada.—Solo soy amable —le aclaro.—Lo sé, pero soy quien
Son las 5:00 a.m. y bebo una taza de café mientras espero el auto de la compañía Valverde que me llevará a Puerto nuevo junto con el señor Evans.Me pone nerviosa que estemos los dos solos por allá.Aún no puedo creer mi suerte, nunca antes me había atrevido a seducir a un hombre así, y justamente voy con él y nos acostamos, con lo feliz que estaba por la noche que pasé con él, a pesar de la resaca moral.Termino mi café y lavo la taza, la dejo en la alacena y me dirijo al cuarto de mi madre, que está vacío, ella está en esa clínica y no puedo tenerla en casa porque supondría pagar mucho más para adecuar los equipos, paso saliva y me retiro la única lágrima que me sale.Me siento inútil por no poder proveer a mi familia como debería, soy profesional y trabajo, y aun así los gastos y las circunstancias, me sobrepasan.Suena la bocina del auto de la compañía, me incorporo y tomo el bolso de la sala, abro la puerta, y salgo, compruebo que todo está oscuro aún, relamo mis labios al senti
Me atrevo a tomar un whisky más, no tan puro, no con mucha agua, lo suficientemente fuerte para desinhibirme, y sentirme poderosa, así dejar de llorar cada cinco minutos cuando recuerdo la expresión de burla de Xander al hablar de mí y de mi madre con Valentina en su despacho.Aspiro aire y me tomo el contenido del vaso de una sola vez, no disfruto del sabor de lo que bebo, pero sé que es lo que necesito para no sentir más dolor, al menos por unas horas.Evito a todos los que conozco, con ellos no podría fingir ser alguien más, no veré luego a muchos de los que están esta noche, pienso, y busco con la mirada a algún extraño que quiera conversar, necesito sentirme diferente esta noche, necesito ser eso que él dice que no puedo ser: una mujer de verdad llena de pasión capaz de tentar a cualquier hombre, aprieto los labios y contengo el llanto al recordar sus crueles palabras.Hago un recorrido visual por la imponente sala y quedo decepcionada de lo que veo, nadie me atrae lo suficiente,
Es Clarissa, mi Clarissa.Su rostro no ha cambiado nada, sin embargo, es diferente, hay en su mirada la misma dulzura y candidez que siempre amé, pero ahora también hay algo de frialdad y tristeza en ellos, su forma de abrazarse, y la manera en la que sus labios tiemblan por el frío de la noche me hizo recordar las veces que la vi así y quise ser quien la abrazara para calmar el frío de su cuerpo y darle calor a su alma también.No me reconoce, no quiero aclararle quién soy, se ve decida a tener su noche de pasión con un desconocido, solo que no lo soy, y ella no lo sabe, o más bien no lo recuerda. La miro atento mientras camina abrazada a ella, está unos pocos pasos alejados de mí.Se ve hermosa enfundada en un vestido azul marino de mangas largas y de falda larga hasta las pantorrillas, le acentúa el trasero, calza zapatos azules de terciopelo como su vestido que le queda como un guante y abraza sus pechos llenos y su cadera pronunciada, su rostro angelical es adornado con labios ca