Holaaa, holaaaa! aquí tienen el primer capítulo de hoy!!! Cariñitos, antes de que se acabe el mes les daré un nuevo maratón, pero deben ayudarme comentando y dejando su reseña del libro porfis, asi podemos llegar a más lectoras y la app me ayudará con la promo del libro :) Les agradezco mucho su apoyo. Besooooos
Samira Me está besando. Sus labios se están presionando sobre los míos y siento como cada terminación nerviosa de mi cuerpo se estremece ante el contacto. Esto no debería estar pasado, no está bien. ¡Él no puede besarme! No puede tocarme, no así. El miedo comienza a apoderarse de mí, esto es pecado, ningún hombre debería tocarme de esta forma, ¡yo no debería permitirlo! Sin embargo, mi cerebro y mi cuerpo no consiguen conectarse, porque hay algo más formándose en mi interior, algo que no entiendo, pero que no me disgusta. Sus labios se presionan un poco más y entonces, ni siquiera entiendo cómo termino abriendo los mios y es ahí cuando el fuego y el verdadero pánico se apodera de mí. Sus labios capturaron los míos de forma lenta, casi como si los estuviera venerando y yo me derrito, realmente lo hago, entonces su lengua entra en mi boca sacándome un gemido que ni siquiera sabía que era capaz de decir y contrario a todo lo que he pensando en mi vida, ahora mismo lejos de sentirme
Amir El regreso a la mansión lo hacemos en silencio. Ni siquiera Anya sentada al lado del chofer se ha atrevido a decir una sola palabra y es que me imagino que mi rostro iracundo debe ser suficiente señal para que sepan que estoy hecho una furia. A mi lado puedo ver como Samira ha estado todo el viaje retorciendo sus manos y por la forma en que sus pupilas no dejan de moverse de un lado a otro me imagino que debe estar dándole vueltas a todo lo sucedido. Pues bien, me alegro. Porque yo también lo hago. No he podido dejar de pensar en sus palabras un solo segundo, en la forma en que ella me ha encasillado como el mostruo de su historia joder, y si, sé que al decirle que podía besarla porque la compré fue un error, pero estaba cabreado. Desde que la traje a la mansión no he hecho más que procurar que esté bien y a decir verdad ni yo mismo entiendo la razón de mis acciones, es como si ella despertara en mí un lado protector que desconocía, pero ya no más. Si ella cree que soy un h
Samira “No soy un violador” No pude dormir en toda la noche. Cada vez que lo intentaba lo único que podía oír en mi mente, como si de un disco rayado se tratara, eran las palabras de Amir. Señor, el tono de su voz, la forma en que se escuchaba tan… decepcionado. Como si le hubiesen dolido mis palabras en verdad, y lo sé, sé que haberle insinuado que tendría que obligarme no estuvo bien, pero estaba enojada y asustada y él estaba siendo un completo idiota. Además no se quedó en la mansión. Esa es otra de las razones por las que no puedo dormir, aunque no quiera admitirlo, la simple idea de imaginar que él fue a verlas a ellas hace que se me revuelva el estómago y no entiendo por qué. Solo ha pasado poco más de una semana desde que nos conocemos y parece que fuera una eternidad. Nunca me había sentido así. Y el beso… Alá, no puedo dejar de pensar en ese beso y en todo lo que me hizo sentir. Fue como si se hubiesen encendido fuegos artificiales en mi interior. Sin poder soportarl
AmirDistancia. Necesito poner distancia. Eso es lo que me he estado repitiendo desde que me subí al auto y llegué a mi oficina en el buffet, al tiempo que ignoraba las miradas interrogantes y la sonrisita burlona que tenia el idiota de Said en el rostro. Sin embargo, en todo lo que llevo del día no he conseguido sacarme el rostro de Samira de la cabeza ni la forma en que este se contrajo al escuchar mi respuesta, pero joder, es que esa niña va a enloquecerme. Un día me trata de monstruo y violador y al siguiente parece un corderito arrepentido. Mi amigo tiene razón, no puedo estar pensando con la cabeza de abajo, si la tengo en mi casa es únicamente para protegerla de mi padre y conseguir la información que ella tiene sobre los negocios de su padre, eso es todo. Haberla besado fue un completo error, uno que pudo haber arruinado todo por lo que llevo años trabajando y no pienso permitir que eso suceda. En eso la puerta de la oficina se abre y Said con las manos llenas de documento
Samira Esperar a Amir ha pasado de ser algo gratificante a una completa tortura. Desde hace dos días cuándo prácticamente me dijo que no iba a molestarme ha interpuesto una distancia entre los dos que estoy odiando con fuerza y corazón. Por tonto que parezca en los quince días que llevaba en la mansión me había acostumbrado a nuestros paseos por el jardín y hablar de como había sido mi ida, pues él muy pocas veces habla sobre el suyo. Pero ahora todo lo que tengo a mi alrededor es silencio y oscuridad y lo odio. No sé qué es lo que siento por Amir Rahal, pero lo que sí sé es que por más que he intentado mantener la distancia y actuar igual de indiferente que él, no puedo. Es como si todo mi cuerpo extrañara tenerlo cerca. Creo que me estoy volviendo loca, y mejor ni hablar de los sueños que he tenido, esos en donde la sensación de sus labios sobre los míos amenaza con volverme loca. Dejando salir un grito frustrado me giro en la cama y me obligo a dormir, no sirve de nada esperarl
Amir Calor. Eso es lo primero que siento cuando la luz entra por las ventanas de la habitación, que no entiendo porque no están cerradas. Lentamente voy a abriendo los ojos y me quedo totalmente paralizado cuando siento un cuerpo pequeño y cálido pegado al mío. Una mano delicada me rodea el torso y cuando bajo la mirada la respiración se me corta al ver el rostro angelical de Samira durmiendo a mi lado. Por unos segundos no puedo hacer más que mirarla, ni siquiera quiero respirar con demasiada fuerza para no despertarla. Entonces, viendo que ella sigue plácidamente dormida me atrevo a levantar una de mis manos y con mucho cuidado comienzo a acariciar su rostro, delineando con cuidado sus mejillas y voy bajando hasta el contorno de sus labios que se sientes como seda bajo mis dedos. Santo alá, ella es sencillamente hermosa, perfecta. —¿Qué demonios es lo que me estás haciendo, princesa?—susurro, aprovechando que ella no puede escucharme. Mi mano sigue su camino y ahora se enros
Samira Tuve que haber perdido la cabeza. Esas palabras no dejan de repetirse en mi mente mientras voy en la parte trasera del auto junto a Amir, quién no ha querido soltarme una sola palabra sobre el lugar al que vamos. Por el contrario parece decidido a incrementar más y más mi curiosidad, justo como está haciendo en estos momentos. —Cuando estemos ahí quiero hablarte de algo importante—me dice y yo frunzo el ceño al escucharlo, pensando que puede tratarse del caso de mi padre. —¿Es sobre el asesino de papá?—digo sin titubeos y viéndome más ansiosa de lo que me hubiese gustado. Pero lo cierto es que sueño con el día en que ese hombre finalmente esté tras las rejas, mi padre tenga justicia y yo pueda seguir con mi vida con normalidad, o al menos toda la normalidad que mi nueva condición me permite. Escucho como Amir deja salir un suspiro ante mi pregunta y luego se aclara la garganta antes de responder. —Sigo trabajando en ello—me dice, pero puedo notar que se ha puesto tenso—Si
Amir Mis ojos están recorriendo todo el lugar para tratar de fijarme si alguien ha podido reconocer a Samira. Sé que estoy siendo paranoico, pero si hay algo que he aprendido en esta profesión es que nunca se es demasiado precavido. Mi padre tiene ojos en todas partes y luego de lo sucedido con sus lacayos y su mano derecha no me extrañaría que esté siguiendo cada uno de mis pasos, lo que me convierte en un completo idiota al haber aceptado sacar a la chiquilla de la mansión, pero simplemente no pude decirle que no. Mis brazos la están rodeando con fuerza y joder, sentir todo su cuerpo pegado al mio, aún bajo estas circunstancias está consiguiendo que mis instintos más bajos comiencen a reaccionar, pero no puedo evitarlo. La chiquilla me ha estado provocando desde el primer momento en que la ví e intento enfrentarme como nunca nadie ha hecho antes y lo sigue haciendo cada maldito día sin siquiera ser consciente de ello. —Lo lamento—escucho que dice Samira al tiempo que sus manos s