CAPÍTULO 2
Corrí por los pasillos del hospital apenas recibí el mensaje del médico de cabecera de mi madre, las enfermeras me guiaron hacia un pequeño cuarto en donde algunos empleados del cuerpo de salud intentaban reanimar el paro respiratorio que había sufrido mi mamá hacia tan solo algunos minutos. Mis manos se aferraron al cristal que me separaba de la mujer que me otorgó la vida, entre tanto mis párpados se cerraban, rogándole a Dios que sucediera un milagro.
Mis rodillas se debilitaron en el justo momento en que mamá volvió a respirar, una mujer con uniforme azul se acercó repentinamente hacia mí, mis hombros temblaban demasiado y no lograba entender muy bien qué trataba de decirme; Carmenza Parker, comenzó a padecer leucemia hacía tres años, lastimosamente y muy a pesar de ser su única hija, no era compatible con ella para un trasplante de médula ósea.
Mi padre la abandonó cuando se enteró de su embarazo, así que durante toda mi vida solo habíamos sido ella y yo contra el mundo. Mi infancia fue maravillosa, nunca me faltó el amor, aunque no podría decir lo mismo de la comida, mi madre trabajó lo necesario para que nunca sintiera el vacío que una figura paterna nos había dejado, sin embargo, siempre me mantuve feliz.
—Sabes lo que significa, ¿Verdad?
Negué volviendo a la realidad una vez logré escuchar con claridad la voz de la enfermera.
—¿De qué habla?
La joven me mostró un documento—Debes tres meses de la cuota del hospital, April, si para este fin de semana no pagas lo que debes, van a sacar a tu mamá del proyecto de la liga contra el cáncer…
Mis manos taparon mis labios al ver la suma exagerada de dinero.
—¡No pueden hacerle esto a mi madre!
Grité tan fuerte hasta que mi garganta dolió.
La pelirroja sostuvo mi antebrazo, y del cual se solté bruscamente—¡Esto es un crimen! ¿Cómo echaran a una mujer moribunda a la calle?
Un alto ejecutivo del hospital de New York salió de una de las oficinas que estaban cerca de la habitación en donde tenían a Carmenza, este me miró con cara de pocos amigos, antes de agarrar la factura del saldo a deber de mamá—Señorita Parker… —Levanté la mirada al escuchar su tono de voz amenazante, —usted debería de estar agradecida por no haber sacado a su madre mucho antes… ¡Eres una completa descarada!—Su dedo índice penetró dolorosamente mi hombro, —¿Tienes dinero para pagar la universidad, pero no para liquidar la deuda de tu madre? ¡Eres una mala hija!
Negué porque no era cierto, la universidad me había otorgado una beca por mi rendimiento académico en la secundaria. Tenía solo veintiún años, no me sentía preparada para nada de esto cuando mamá enfermó, sin embargo, ahora era un adulto, un adulto a la fuerza que tenía que hacer cosas que no deseaba hacer.
—¿Cuándo debo pagar?
Pregunté al sentir mi móvil vibrar dentro de mi chamarra.
—El sábado, si no, lo sentimos muchos, pero tu madre se tendrá que ir.
Revisé el mensaje que Carolina me había enviado y tomé el bus lo más rápido que pude para llegar a tiempo a aquel trabajo que mi amiga había conseguido para mí; según las indicaciones debía limpiar mesas y servir bebidas a clientes VIP’S de un lujoso restaurante neoyorquino, al parecer el lugar era famoso por la privacidad que les otorgaba a sus comensales.
Apenas llegué al sitio, una mujer elegante y pasada en años me recibió con una pequeña bolsa en donde se hallaba el uniforme que usaría esta noche. Como pude, me hice una coleta alta, a pesar de que mi cabello desgreñado no ayudaba mucho. La señora me pidió maquillarme para ocultar la forma demacrada y poco atractiva de mi rostro, sin embargo, solo tenía un poco de lápiz labial que usé sobre mi boca y mejillas.
Al salir del vestidor, un par de chicas me dieron la primera orden, debía llevarle una botella de champaña a uno de los clientes más importantes del restaurante, al parecer eran tanto los millones que dejaba en el sitio, que los empleados solían tratarlo como un rey. Con algo de firmeza agarré los bordes de la bandeja, apenas entré al enorme salón en donde departía aquel señor con sus amigos, el olor a cigarrillo y alcohol penetró mis fosas nasales.
Mi mirada se centró sobre el suelo y así caminé hasta llegar a una enorme mesa en donde dejé la botella y algunas copas, al cumplir mi trabajo me disponía en abandonar la habitación, pero un golpe fuerte sobre mis nalgas me dejó paralizada. Con algo de valentía alcé la mirada, mordí mi labio inferior y negué dispuesta a irme de aquí, aunque otro golpe congeló cada fibra de mi piel.
—¿Por qué me miras así, puta?
Preguntó aquel sujeto poderoso y rápidamente bajé la mirada, lo que me pagaría por esta noche el restaurante me serviría mucho para saldar la deuda del hospital de mi madre. Enterré mis uñas sobre la carne de mis manos y callé.
—Lo siento, señor…
Me excusé para luego callarme de nuevo.
—Si lo sientes, ven aquí… —Agregó el ebrio hombre llamándome como un perro con su mano libre—, ven aquí y hazme un masaje… Me gustan así, chiquitas… —Para este punto mi bilis su subió hasta mi garganta, me sentía tan mareada que mis piernas no lograban estar estables por mucho tiempo.
—Debo volver a trabajar.
Musité llevando la bandeja de plata sobre mi pecho.
—¡¿No escuchaste, perra?!
La botella de champaña cayó sobre mis pies, logrando hacerme un par de cortes. La sangre comenzó a deslizarse por mis zapatos hasta manchar el piso. Todo mi cuerpo temblaba, pero entendía que no podía darme el lujo de protestar ahora mismo.
—Señor… Yo… —Un chillido repentino que brotaba de la boca de aquel cerdo, me obligó a levantar la mirada. Mis pestañas comenzaron a moverse agitadamente al presenciar como el señor Harper sostenía dolorosamente la mano de aquel hombre. El anciano se retorcía cada vez que el magnate afirmaba su agarre sobre sus dedos sensibles.
¿De dónde había salido?
¿Qué hacía aquí?
¿Por qué me estaba ayudando?
Sacudí mi cabeza y salí huyendo de aquel lugar, mi corazón latía con mucha fuerza y no me detuve hasta encontrarme lejos de aquel grupo de maniáticos. Sequé el sudor de mi frente y le rogué al cielo que nada de esto me perjudicara, porque realmente necesitaba el dinero.
—¿Eres nueva aquí?
La pregunta repentina del señor Harper me hizo brincar sobre mis propios pies, con mucho cuidado comencé a girarme hasta quedar cara a cara delante de él. Esta noche llevaba puesto una camisa blanca de mangas largas y un pantalón clásico en una tonalidad azul marino que lo hacía ver jodidamente sexy.
—Sí… —Respondí para luego morder mi labio inferior al sentir un extraño espasmo sobre mi estómago, —soy nueva aquí, señor…
—¿Estás asustada?
Mi cuerpo reaccionó de mala manera en el justo momento en que sus dedos acomodaron las hebras sueltas y rebeldes de mi cabello. Mi ceño se frunció rápidamente y di un paso hacia atrás para hacerle saber que no quería que lo volviera a hacer.
—¿Son amigos tuyos?
Indagué mirándole a la cara.
—¿Ya me tuteas?
Cuestionó sonriente, y negué volviendo a bajar la mirada.
—Lo siento, al parecer si estoy asustada.
—Perdónalo, —agregó pasándome un encendedor para que le ayudara a prender su cigarro, el cual se encontraba firme entre sus carnosos labios—, algunos hombres piensan con la polla en vez del cerebro.
No pude evitar reírme un poco.
—¿Usted con qué piensa, señor?
Bruno sonrió con malicia, —Escuché que necesitas mi firma para salvar tu semestre…
Mi aliento abandonó mis pulmones al recordar el lío en que este tipo me ha metido, —Estoy a punto de perder mi beca por eso.
Dije luego de darle fuego a su cigarro.
El humo golpeó mi cara y tosí con fuerzas.
—¿Es así?
Asentí.
—¿Firmará por mí?
—¿Por qué lo haría?
Se burló.
—Me has metido en este lío.
—¿Yo?
Masculló tocando mi cabello.
—¿Tienes algún fetiche extraño con el pelo?
Me atreví a preguntar.
—Quién sabe…
¡Pervertido!
—¿Me ayudarás?
—Ven mañana a las ocho de la mañana a mi oficina, te daré una misión importante, si logras hacerlo, firmaré ese maldito documento.
—¿Qué misión es?
Un viento frío cobijó mi cuerpo al presenciar la forma tan depravada en que Bruno Harper barrió mi cuerpo.
—Quizás mañana lo sepas…
—¿Saber qué cosa?
—Si pienso con la cabeza, o lo hago con la polla…
Maldición.
«CAPÍTULO 3»Anoche llegué tan tarde a casa, que me fue casi imposible dormir por más de tres horas. Bajé las escaleras de la pequeña residencia en donde solía vivir desde pequeña con mamá, y llegué hasta la pintoresca cocina con muebles tan viejos como este vecindario, para tomar un par de tostadas y beber un poco de café.Miré el reloj rojo que se encontraba decorando aquella pared con papel tapiz de flores, y mastiqué más rápido al percatarme que faltaba poco para las ocho de la mañana. Caminé un par de pasos hasta llegar a un enorme espejo de cuerpo completo que compré en oferta la semana pasada y sonreí al verme tan bonita el día de hoy. Había decidido usar un blazer en color café de mamá con unos zapatos de tacón cubano en una tonalidad clara, entendía que no sabía absolutamente nada de moda, sin embargo, me sentía cómoda y preciosa.Saludé a mis vecinos apenas salí de casa, el sol de verano en New York se sentía cálido, así que recorrí un par de cuadras, hasta llegar a la estac
CAPÍTULO 4—Las mojigatas son mejores en la cama—, lo escuché decir y le levanté ofendida de la silla en donde hasta hacía algunos segundos me encontraba sentada, — ¿Cuál es su edad, Parker?—Veintiuno.Dije sin más, notando un oscuro interés en su mirada.—Nuestra diferencia de edad es abismal… —Me encogí de hombros porque estaba en lo cierto. —¿Qué hacías ayer en aquel restaurante?No pude evitar burlarme.—Trabajar, señor Harper… —Comencé a guardar mis cosas dentro de mi maleta sabiendo que desde un principio todo esto fue una maldita locura—, las personas normales no nacimos en cuna de oro como usted, el ochenta por ciento de los ciudadanos de este país, nos toca trabajar duro para conseguir la comida, ¿usted cree que la mayoría de sus empleados están aquí solo para verle la cara?Las pestañas rizadas y negras del magnate comenzaron a moverse con brusquedad, sus fosas nasales se hallaban para este punto ensanchadas por su espesa y tajante respiración. La reacción del poderoso homb
CAPÍTULO 5—Llevamos años conociendo al señor Harper, y jamás lo había visto tan enojado como hoy. —Masculló el otro hombre junto a él—, estoy seguro que nada podrá salvarte de esto.Mi estómago comenzó a dolerme, las puertas del elevador se abrieron y sentí como mis piernas perdían poco a poco su movilidad al observar a pocos metros de nosotros la patrulla de policía en donde me llevarían a la estación más cercana.—¿Qué tengo que hacer para que el señor Harper me perdone? Sé que ustedes lo saben, no sigan con rodeos.El par de hombres se detuvieron, uno de ellos me mostró un sobre blanco que contenía un par de papeles que por mi situación no pude ver claramente—Vuelve a la oficina…—Mi pecho se hundió, —firma estos documentos y acepta ser la secretaria señor Harper, esta será la única manera para que te salves de ir a la cárcel.Una trampa.Todo fue una sucia y asquerosa trampa desde el inicio.—Así que trabajan para él.Dije usando un tono de voz bajo.—¿Vas a volver o no?Indagó el
CAPÍTULO 6¡Maldición!Maldigo desde lo más profundo de mi alma al no encontrar nada decente que ponerme para esta noche dentro de mi closet. Luego de que el chófer del señor Harper me dejara en casa, visité a mamá en el hospital y pagué la deuda que se nos había acumulado por un par de meses con el cheque que el magnate me entregó como parte del pago de mi nuevo sueldo. Me tiré de espalda contra mi cama cuando la frustración se apoderó de mi cuerpo.Tenía entendido que este tipo de eventos solo asistía la crema y nata de New York, así que jamás en mi vida se me hubiese ocurrido que alguien como yo estuviese en una reunión tan importante como esta. Abrí la ventana de mi habitación para tomar un poco de aire, algunos libros de historia se encontraban sobre el suelo, mientras que mis zapatos se hallaban afuera de aquella pequeña caja de madera que encontré a las afueras de una biblioteca y que terminé decorando para darle así un mejor uso.—Hijo de puta… —Solté al recordar todo lo que h
CAPÍTULO 7Su lengua y las paredes internas de sus mejillas comenzaron a succionar suavemente la sangre que salía de mi dedo, mi cara me ardía demasiado, así que aparté mi rostro para no hacerle ver la vergüenza que sentía por todo esto. Los ojos azules del señor Harper barrieron cada una de mis facciones y terminó alejándose apenas la hemorragia se detuvo.—¿Qué acaba de hacer?Pregunté llevando aquella mano herida hacia mi pecho.—¿Ayudar?Soltó como si nada.—¿Eres así de descarado siempre? —Indagué cubriendo mi cuerpo con una toalla que encontré sobre la cama, —Señor Harper… Como verá, yo…—No te hagas ideas equivocadas, Parker…El castaño masculló en un tono de voz sombrío, cortando nuestra conversación.—¿Qué?Lo que tenía que decir se atoró dentro de mi garganta, deseaba decirle todo lo que estaba pensando ahora mismo dentro de mi cabeza, pero aquella expresión oscura en su rostro me obligó a tragarme mis palabras.—No me interesas en lo más mínimo, así que, si piensas que te e
CAPÍTULO 8Los ojos del castaño se desorbitaron, sus pies dieron un par de zancadas enormes que lo guiaron hasta la problemática chiquilla, el señor Harper alzó una de las muñecas de Luciana provocándole un dolor tan intenso, que esta terminó cayendo de rodillas contra el húmedo piso. Los ojos color café de la única hija de los Baker se abrieron desesperados y rogando por clemencia.—¡Detente! —Gritó con fuerza logrando que cada vello de mi piel se erizase, —¡Lo lamento! ¡Lo siento! —Vocifero con su voz agotada, las lágrimas comenzaron a deslizarse por sus rojizas mejillas, —¡Bruno! ¡Me vas a romper la maldita mano! —La rubia comenzó gritar en el justo momento en que el empresario intensificó su agarre.—Sabes cuánto odio las malas palabras… Sabes que las detesto y aun as&ia
CAPÍTULO 9Con algo de cuidado bajé las escaleras, el frío de la noche calaba mis huesos, sin embargo, era eso o seguir asfixiándome en aquella habitación que me hacía sentir como la invasora que soy. Cuando por fin llegué a la sala principal mi sangre se heló. Bruno Harper era más estúpido y derrochador de dinero de lo que pensé, una enorme pintura reposaba sobre la pared del costoso sitio, pero ese no era el problema, ¡el dibujo era de Bruno junto a su hermana!—Debe de tener la polla pequeña… —Murmuré despacio sabiendo que todos en la mansión debían de estar dormidos; mi amiga Carolina decía que el ego de un hombre se volvía demasiado grande cuando carencia de personalidad «Allí abajo». Mordí mi labio inferior para no reírme.Di un par de pasos más
CAPÍTULO 10El hombre asintió ante una empleada que le sugirió empezar a servir el desayuno, una joven de aspecto latino, cortó un trozo de sandía dejándolo reposar rápidamente sobre la vajilla de porcelana a un costado de mí, el sonido del jugo de naranja cayendo dentro de un vaso de vidrio que notoriamente se veía costo, provocó qué mi estómago comenzara a rugir de hambre.—Hoy necesito organizar unos documentos importantes para una reunión que tengo el día lunes a primera hora. Como sabrás, como mi nueva secretaria tendrás mucho trabajo, y seré honesto contigo, Parker… —Llevé un trozo de beicon dentro de mi boca—, no es fácil trabajar conmigo. Mi temperamento es fuerte, y muchas veces te haré sentir como la peor persona en el mundo si no haces tu trabajo bien.—Lo entiendo, señor.