CAPÍTULO 5
—Llevamos años conociendo al señor Harper, y jamás lo había visto tan enojado como hoy. —Masculló el otro hombre junto a él—, estoy seguro que nada podrá salvarte de esto.
Mi estómago comenzó a dolerme, las puertas del elevador se abrieron y sentí como mis piernas perdían poco a poco su movilidad al observar a pocos metros de nosotros la patrulla de policía en donde me llevarían a la estación más cercana.
—¿Qué tengo que hacer para que el señor Harper me perdone? Sé que ustedes lo saben, no sigan con rodeos.
El par de hombres se detuvieron, uno de ellos me mostró un sobre blanco que contenía un par de papeles que por mi situación no pude ver claramente—Vuelve a la oficina…—Mi pecho se hundió, —firma estos documentos y acepta ser la secretaria señor Harper, esta será la única manera para que te salves de ir a la cárcel.
Una trampa.
Todo fue una sucia y asquerosa trampa desde el inicio.
—Así que trabajan para él.
Dije usando un tono de voz bajo.
—¿Vas a volver o no?
Indagó el hastiado sujeto antes de introducir la llave dentro de aquella esposa que bloqueaba el movimiento de mis manos. —¿Tengo otra opción? —Respondí sacudiendo mis muñecas, el oficial soltó un suspiro largo y negó—, entonces, volveré a esa oficina ahora… —En realidad, no quería hacerlo, me negaba a cumplir los deseos y caprichos de aquel despreciable sujeto, pero también comprendía que no podía ir a la cárcel, sabiendo que no tengo dinero para un buen abogado y ahora más que nunca mamá me necesitaba.
Al regresar al piso en donde se encontraban las oficinas de los diseñadores y trabajadores de Harper Fashion House, muchas super modelos se apartaron al verme caminar en dirección al presidente de esta compañía como alma que lleva el diablo. Ni siquiera toqué la puerta cuando entré a la lujosa habitación. Bruno, se hallaba sentado sobre su escritorio, bebiendo tranquilamente una taza humeante de café, mientras leía el periódico.
—Te dije que ibas a volver—Farfulló bajando el trozo de papel para que lograra ver su estúpida cara, para su buena fortuna sus empleados hicieron un buen trabajo liberándolo de aquella horrorosa mancha azul en su cara; di un paso hacia adelante con deseos de golpear su cara y borrarle aquella espantosa sonrisa de triunfo. Odiaba con toda mi alma este tipo de hombres, los cuales pensaban que con un par de billetes podrían lograr cualquier cosa que se propusieran y me molestaba admitirlo, porque el dinero y el poder siempre ganará en este país.
—Eres demasiado patético, señor Harper…
Los ojos de Bruno comenzaron a brillar repentinamente.
—Dame el papel que te dio el decano… —Demandó para luego colocarse en pie y caminar hacia mí. El magnate era ese tipo de hombres que intimidada a cualquier mujer solo con su presencia. Su estatura de un metro con ochenta y siete, me hacía lucir más pequeña de lo normal delante de él, sus ojos redondos y grandes, encajaban perfectamente en cada facción marcada de su cara. En pocas palabras, Bruno Harper era la perdición hecha carne.
—¿Qué pretendes hacer conmigo? —Me atreví a preguntar, sin embargo, algo dentro de mi estómago comenzó a sentirse jodidamente extraño en el instante en que el dedo índice del empresario trazó una línea imaginaria por mi labio inferior, su mirada ahora oscurecida se fijó sobre mi boca por más tiempo del que hubiese deseado. —Intimidada y expuesta—, así me sentía ante aquel espécimen de hombre y por alguna rara razón ahora me tenía en sus manos.
Volví a respirar al verle firmar la carta de disculpas que el decano me solicitó para permitirme seguir con mi semana de exámenes; pude percibir como mi alma volvió a entrar celestialmente dentro de mi pequeño cuerpo, mis manos acomodaron las hebras locas de mi alborotado cabello y hasta la sonrisa volvió a mi rostro al verlo sentarse de nuevo sobre su escritorio.
—La entrada de las secretarias es a las ocho de la mañana, pero como tú atenderás presidencia, debes llegar una hora antes…—Volví a buscar mi cuaderno y comencé a anotar todo, —bebo café negro sin azúcar todos los días a primera hora, debes organizar mi agenda, además todos los fines de semana, deberás quedarte conmigo en mi mansión a las afueras de la ciudad…
Mi escritura se detuvo al escuchar lo último que dijo.
—¿Disculpe?
Bruno ni siquiera se inmutó en responder, solo sacó un par de papeles que al parecer era mi contrato laboral. —A partir de hoy ya no te perteneces, April Parker, deberás entender que tu tiempo y tu vida ahora están en mis manos… —El presidente frunció el ceño quizás esperando una respuesta de aceptación que nunca llegó, su mano acomodó algunas hebras rebeldes de su pelo, entre tanto recargada su espalda contra su silla giratoria. —¿Tienes alguna duda?
Asentí sin dudarlo.
—¿Por qué me tengo que quedar contigo los fines de semana?
—Debes ayudarme a organizar muchas cosas, viajes, reuniones, pasarelas, soy un artista, señorita Parker y los artistas necesitan personas que le ayuden a hacer cosas…
«Que le ayuden a hacer cosas…»
—¿Qué pasa con mi vida personal?
El magnate prensó su labio inferior—Tu vida personal… —Repitió mis palabras para luego guardar un poco de silencio, —¿Está saliendo con alguien, Parker?
Mis pies se movieron inquietos—No, señor…
Respondí ocultando mi rostro, eché la cabeza hacia atrás para poder controlar mis pensamientos, odiaba este tipo de preguntas porque a la final siempre me hacían sentir menos, estúpida y patética. —¿Hace cuánto no tienes novio? — Percibí un extraño ambiente dentro de aquella lujosa oficina, el empresario cruzó sus brazos a la altura de su pecho, dejándome ver con claridad sus anchos y bien formados hombros.
—¿Tengo que responder esto?
Indagué un tanto incomoda.
—Necesito saber a quién le daré mi dinero.
Dinero…
Necesitaba dinero ahora más que nunca.
—Yo… —Bruno giró la cabeza para verme—Yo… Yo en realidad… —Cerré mis ojos para controlar mi respiración, —yo jamás he tenido novio, señor Harper… —Abrí los ojos para encontrarme con un pasmado Bruno, con la mandíbula desencajada y los párpados bien abiertos. Sus hombros ahora se hallaban relajados, mientras que su lengua relamió de una forma incomoda sus labios.
—Me estás mintiendo… —Fue lo primero que dijo para después soltarse a reír, —¿Cómo es posible que a tu edad jamás hayas tenido un novio? ¡Al menos has tenido sexo! ¿Verdad? —Silencio, lo único que hubo dentro de esta espaciosa habitación fue silencio. —Mierda… —Manifestó mientras sus piernas se tambaleaban—, Parker… —El señor Harper me llamó una vez más por mi apellido, —¿Al menos… ¿Al menos alguien te ha besado?
No podía mentir, aunque deseaba hacerlo.
—Jamás nadie me ha besado…
—¡Carajo! —Respondió con su voz temblando.
—Señor Harper… —Ahora fui yo quien lo llamé— ¿por qué me eligió a mí como su secretaria teniendo tantas chicas capacitadas para ese puesto? Es que no encuentro lógica que pueda responder mi pregunta. ¿Ya me vio? —señalé mi forma espantosa de vestir, —yo… No sirvo para esto.
Nada, el empresario no decía absolutamente nada, lo único que hizo fue caminar hacia su escritorio, tomar su chequera y anotar un par de cosas que no supe que era hasta que el papel con una suma exagerada de dinero llegó hasta mis manos.
—Hoy en la noche tengo un evento de beneficencia, mi chófer irá por ti.
Soltó apartando la mirada de mí.
—No sabe en donde vivo.
Lo aniquilé con la mirada.
—April Parker, yo sabía todo sobre ti antes de que pasaras el umbral de esa puerta, pero por extrañas razones y para mi buena suerte, no sabía que seguías siendo virgen…
CAPÍTULO 6¡Maldición!Maldigo desde lo más profundo de mi alma al no encontrar nada decente que ponerme para esta noche dentro de mi closet. Luego de que el chófer del señor Harper me dejara en casa, visité a mamá en el hospital y pagué la deuda que se nos había acumulado por un par de meses con el cheque que el magnate me entregó como parte del pago de mi nuevo sueldo. Me tiré de espalda contra mi cama cuando la frustración se apoderó de mi cuerpo.Tenía entendido que este tipo de eventos solo asistía la crema y nata de New York, así que jamás en mi vida se me hubiese ocurrido que alguien como yo estuviese en una reunión tan importante como esta. Abrí la ventana de mi habitación para tomar un poco de aire, algunos libros de historia se encontraban sobre el suelo, mientras que mis zapatos se hallaban afuera de aquella pequeña caja de madera que encontré a las afueras de una biblioteca y que terminé decorando para darle así un mejor uso.—Hijo de puta… —Solté al recordar todo lo que h
CAPÍTULO 7Su lengua y las paredes internas de sus mejillas comenzaron a succionar suavemente la sangre que salía de mi dedo, mi cara me ardía demasiado, así que aparté mi rostro para no hacerle ver la vergüenza que sentía por todo esto. Los ojos azules del señor Harper barrieron cada una de mis facciones y terminó alejándose apenas la hemorragia se detuvo.—¿Qué acaba de hacer?Pregunté llevando aquella mano herida hacia mi pecho.—¿Ayudar?Soltó como si nada.—¿Eres así de descarado siempre? —Indagué cubriendo mi cuerpo con una toalla que encontré sobre la cama, —Señor Harper… Como verá, yo…—No te hagas ideas equivocadas, Parker…El castaño masculló en un tono de voz sombrío, cortando nuestra conversación.—¿Qué?Lo que tenía que decir se atoró dentro de mi garganta, deseaba decirle todo lo que estaba pensando ahora mismo dentro de mi cabeza, pero aquella expresión oscura en su rostro me obligó a tragarme mis palabras.—No me interesas en lo más mínimo, así que, si piensas que te e
CAPÍTULO 8Los ojos del castaño se desorbitaron, sus pies dieron un par de zancadas enormes que lo guiaron hasta la problemática chiquilla, el señor Harper alzó una de las muñecas de Luciana provocándole un dolor tan intenso, que esta terminó cayendo de rodillas contra el húmedo piso. Los ojos color café de la única hija de los Baker se abrieron desesperados y rogando por clemencia.—¡Detente! —Gritó con fuerza logrando que cada vello de mi piel se erizase, —¡Lo lamento! ¡Lo siento! —Vocifero con su voz agotada, las lágrimas comenzaron a deslizarse por sus rojizas mejillas, —¡Bruno! ¡Me vas a romper la maldita mano! —La rubia comenzó gritar en el justo momento en que el empresario intensificó su agarre.—Sabes cuánto odio las malas palabras… Sabes que las detesto y aun as&ia
CAPÍTULO 9Con algo de cuidado bajé las escaleras, el frío de la noche calaba mis huesos, sin embargo, era eso o seguir asfixiándome en aquella habitación que me hacía sentir como la invasora que soy. Cuando por fin llegué a la sala principal mi sangre se heló. Bruno Harper era más estúpido y derrochador de dinero de lo que pensé, una enorme pintura reposaba sobre la pared del costoso sitio, pero ese no era el problema, ¡el dibujo era de Bruno junto a su hermana!—Debe de tener la polla pequeña… —Murmuré despacio sabiendo que todos en la mansión debían de estar dormidos; mi amiga Carolina decía que el ego de un hombre se volvía demasiado grande cuando carencia de personalidad «Allí abajo». Mordí mi labio inferior para no reírme.Di un par de pasos más
CAPÍTULO 10El hombre asintió ante una empleada que le sugirió empezar a servir el desayuno, una joven de aspecto latino, cortó un trozo de sandía dejándolo reposar rápidamente sobre la vajilla de porcelana a un costado de mí, el sonido del jugo de naranja cayendo dentro de un vaso de vidrio que notoriamente se veía costo, provocó qué mi estómago comenzara a rugir de hambre.—Hoy necesito organizar unos documentos importantes para una reunión que tengo el día lunes a primera hora. Como sabrás, como mi nueva secretaria tendrás mucho trabajo, y seré honesto contigo, Parker… —Llevé un trozo de beicon dentro de mi boca—, no es fácil trabajar conmigo. Mi temperamento es fuerte, y muchas veces te haré sentir como la peor persona en el mundo si no haces tu trabajo bien.—Lo entiendo, señor.
CAPÍTULO 11Bruno HarperLas mejillas de April Parker se tiñen de rojo apenas sus ojos se fijan en aquella zona prohibida de mi cuerpo. Sus manos viajan rápidamente hacia sus carnosos labios, quizás para ocultar aquella descarga eléctrica por la cual todo su sistema debe de estar atravesando. La pelinegra mujer es tan inocente qué este tipo de cosas son poco frecuentes para ella, y por alguna extraña razón me siento feliz por eso.Jamás en mi vida había conocido a una chiquilla como lo era la mujer delante de mí, desde su ropa hasta su forma de caminar eran un completo desastre, pero raramente eso era lo que más me atraía de ella. —¿Entonces, April Parker? —Repiqué dirigiendo mis pasos a unos cuantos metros lejos de la mesa en donde hacia algunos segundos me hallaba sentado, — quiere saber el secreto, ¿no?Mi nuev
CAPÍTULO 12Bruno HarperMaldigo cuando por fin las puertas del elevador que dan al piso de mi oficina se abren, caminó con pasos pesados por los pasillos de mi empresa y azoto la puerta al llegar a mi zona de trabajo. Odiaba profundamente venir de emergencias a Harper Fashion House los fines de semana, sin embargo, debía firmar unos estúpidos permisos para la siguiente pasarela de la nueva colección de moda de mi compañía.Mi hermana MacKenzie llegaría hoy de Milán, así que el trabajo sería un poco más liviano para mí. Me retumbo sobre mi silla de escritorio y cierro los ojos al recordar todo lo que sucedió hoy en la mañana con April. —Señor…—Una de mis asistentes llamó suavemente a la puerta, para acto seguido caminar hacia mí con apuro y dejar un sobre que desde hace un par de días estaba esperando.—Dejé el paquete sobre mi escritorio, Gabriela, —Caminé indiferente hacia el pequeño bar que tenía dentro de mi oficina y me serví un poco de whisky seco. La mujer se retiró del lugar c
«CAPÍTULO 13»Camino hacia el comedor cuando la hora del almuerzo por fin llegó, mis piernas y brazos me dolían demasiado por haber organizado por más de cinco horas las telas que el señor Harper necesitaba para la primera prueba de la nueva colección de verano de esta temporada. Mi estómago comenzó a rugir por el hambre tan descomunal que sentía.Una de las empleadas del servicio me guio hacia una enorme mesa de cristal—qué se veía tan costosa como mi casa— y me detuve cuando me señaló una silla para que descansara un poco antes de que me sirvieran la comida. Una vez llegó el bufete, no podía creer todo lo que estaba viendo. Puré de papa, estofado de albóndigas y cerdo, ensalada de manzana con espinaca, sopas de verduras con pollo, y crema de tomate con especias.No pude evitar que mi boca se hiciese agua con tantas delicias delante de mí, sin dudar comencé a comer, mi paladar se sentía bendecido porque desde hacía mucho tiempo no comía cosas tan exquisitas, en mi vida había cosas má