CAPÍTULO 4
—Las mojigatas son mejores en la cama—, lo escuché decir y le levanté ofendida de la silla en donde hasta hacía algunos segundos me encontraba sentada, — ¿Cuál es su edad, Parker?
—Veintiuno.
Dije sin más, notando un oscuro interés en su mirada.
—Nuestra diferencia de edad es abismal… —Me encogí de hombros porque estaba en lo cierto. —¿Qué hacías ayer en aquel restaurante?
No pude evitar burlarme.
—Trabajar, señor Harper… —Comencé a guardar mis cosas dentro de mi maleta sabiendo que desde un principio todo esto fue una m*****a locura—, las personas normales no nacimos en cuna de oro como usted, el ochenta por ciento de los ciudadanos de este país, nos toca trabajar duro para conseguir la comida, ¿usted cree que la mayoría de sus empleados están aquí solo para verle la cara?
Las pestañas rizadas y negras del magnate comenzaron a moverse con brusquedad, sus fosas nasales se hallaban para este punto ensanchadas por su espesa y tajante respiración. La reacción del poderoso hombre no lo vi venir, en un abrir y cerrar de ojos se encontraba justo a mi lado, mientras que una de sus manos tocaba suavemente mi hombro derecho.
—Soy el dios de esta industria, Parker, cualquier persona moriría por trabajar conmigo…
Bufé descaradamente cortando así sus palabras de la manera más descortés posible.
—Tengo que irme ahora. —Le di un golpe sobre su brazo derecho para apartarlo de mi camino, sin embargo, mis pies se detuvieron en el instante en que su mano rodeó agresivamente mi muñeca, inmovilizándome en el acto—, ¿Qué cree que está haciendo, señor?
—¿Cuánto ganas trabajando en aquel restaurante?
—¿Qué?
Los ojos del magnate se ensancharon junto a su perfecta y blanquecina sonrisa. —Sé mi secretaria… —Todo mi cuerpo se descompensó— Necesito que seas mi secretaria…
—No estoy para estúpidas bromas, ¿cree que soy un chiste? ¡¿Me trajo aquí solo para burlarse de mí?! Lo siento… —Bajé la cabeza cuando comencé a temblar de rabia—, no quise ofenderlo ayer en el auditorio de mi universidad, ¿vale? Si se sintió ofendido, de verdad lo lamento, ¿pero no cree que su estúpida venganza contra una chiquilla está llegando demasiado lejos?
Mis manos apretaron el borde de mi blazer.
Traté de no verme patética, traté por todos los medios comportarme lo más educada posible para así lograr que ese gilipollas firmara el documento que el decano solicitó para así continuar con mi semana de exámenes, pero debería entender que desde un principio que esto jamás sucedería. Negué decepcionada y saliendo de aquella lujosa oficina. Algunas modelos y empleadas de Harper Fashion House me miraron en silencio y no era para menos.
Había salido de la oficina del presidente de esta compañía con mi ropa hecha añicos y casi entre lágrimas. Me dolían demasiado los pies y me era casi imposible dar un paso más, necesitaba respirar y huir de aquí lo más rápido posible.
Apreté los botones del elevador con miles de cosas dentro de mi cabeza, debía pagar la suma exagerada de la deuda del hospital en donde mi madre está internada y perdería la beca que la universidad me otorgó por mi rendimiento académico por culpa de Bruno Harper.
¡Hijo de puta!
Si de todos modos iba a perder el semestre, al menos haría algo de lo cual no me arrepentiría por el resto de mi vida, me giré sobre mis pies y caminé en pasos agigantados de nuevo hacia la oficina del presidente de esta empresa. El castaño elevó las cejas al verme cruzar el umbral de su puerta.
El nerviosismo y el miedo se apoderaron de mi cuerpo, pero sin más le tiré al señor Harper la tinta que usaba para recargar mi impresora sobre su cara. Aquella mancha durará días en salir de su rostro.
—¡¿Qué m****a, April Parker?!
—Jamás voy a trabajar para un hijo de puta como tú…
Musité riéndome de mi acto, sin embargo, jamás pensé en las consecuencias que me traería meterme con el hombre más importante de este país.
La policía entró a la oficina repentinamente para arrastrarme con violencia fuera del lugar y a la vista de todos. ¿Cómo habían llegado tan rápido hasta aquí? ¿Cómo es posible todo esto?
—April… —La voz tosca del magnate nos detuvo—Ya lo veremos… Ya veremos quién gana primero.
Yo…
¿Me acaba de amenazar?
Alguien está colocando un par de esposas sobre mis muñecas, mientras observo como tratan de sacar desesperadamente la tinta azul del rostro del millonario. Bruno me mira desde lejos con la mandíbula tan tensa que pienso que en cualquier momento su quijada se va a quebrar. Los gritos por parte del magnate no se hacen esperar, una persona que no logré ver por la conmoción del momento, tira de mi cuerpo para sacarme de la oficina de aquel irritante sujeto.
Algunas modelos me ven fugazmente, sin embargo, se apartan con si tuviesen miedo de algo. Lo más probable es que me tengan miedo a mí, muerdo mi labio inferior al darme cuenta que he hecho todo mal durante toda mi vida, y ahora, ahora lo había comprendido de la peor manera. Quería volver a ese lugar para rogar por clemencia, quería decirle al señor Harper que lamentaba mucho mi inmadurez y que lo sentía.
Pero era demasiado tarde.
La puerta del elevador se abrió y supe que era mi fin, un hombre como él jamás se tentaría en ayudar a una insignificante chiquilla como yo, bajé la cabeza cuando un dolor intenso se apoderó de la mitad de mi cuerpo, no podía ir a la cárcel porque mi madre me necesitaba. —No quise hacerlo… —Fue lo primero que dije antes de empezar a llorar, —yo no quise hacerle daño… —Agregué antes de que mis piernas se descompensaran.
—¿Qué crees que hacías, niña?
Preguntó el oficial apenas las puertas del elevador se iban a cerrar.
—Cometí un error.
Solté entre jadeos.
—Sí el señor Harper decide seguir con la demanda contra ti, pasaras al menos cinco años en la cárcel…—Negué aterrada, —aunque hay una solución para evitar todo esto—. El oficial guardó silencio por un momento, para luego negar con desinterés, —olvídalo.
Masculló mirando fugazmente a su compañero.
—¿De qué habla?
—Nada…
Comentó cruzando sus brazos a la altura de su pecho, sus hombros subían y bajaban con suavidad, se le notaba que estaba tranquilo y que esta clase de cosas eran normal y muy frecuentes para él.
CAPÍTULO 5—Llevamos años conociendo al señor Harper, y jamás lo había visto tan enojado como hoy. —Masculló el otro hombre junto a él—, estoy seguro que nada podrá salvarte de esto.Mi estómago comenzó a dolerme, las puertas del elevador se abrieron y sentí como mis piernas perdían poco a poco su movilidad al observar a pocos metros de nosotros la patrulla de policía en donde me llevarían a la estación más cercana.—¿Qué tengo que hacer para que el señor Harper me perdone? Sé que ustedes lo saben, no sigan con rodeos.El par de hombres se detuvieron, uno de ellos me mostró un sobre blanco que contenía un par de papeles que por mi situación no pude ver claramente—Vuelve a la oficina…—Mi pecho se hundió, —firma estos documentos y acepta ser la secretaria señor Harper, esta será la única manera para que te salves de ir a la cárcel.Una trampa.Todo fue una sucia y asquerosa trampa desde el inicio.—Así que trabajan para él.Dije usando un tono de voz bajo.—¿Vas a volver o no?Indagó el
CAPÍTULO 6¡Maldición!Maldigo desde lo más profundo de mi alma al no encontrar nada decente que ponerme para esta noche dentro de mi closet. Luego de que el chófer del señor Harper me dejara en casa, visité a mamá en el hospital y pagué la deuda que se nos había acumulado por un par de meses con el cheque que el magnate me entregó como parte del pago de mi nuevo sueldo. Me tiré de espalda contra mi cama cuando la frustración se apoderó de mi cuerpo.Tenía entendido que este tipo de eventos solo asistía la crema y nata de New York, así que jamás en mi vida se me hubiese ocurrido que alguien como yo estuviese en una reunión tan importante como esta. Abrí la ventana de mi habitación para tomar un poco de aire, algunos libros de historia se encontraban sobre el suelo, mientras que mis zapatos se hallaban afuera de aquella pequeña caja de madera que encontré a las afueras de una biblioteca y que terminé decorando para darle así un mejor uso.—Hijo de puta… —Solté al recordar todo lo que h
CAPÍTULO 7Su lengua y las paredes internas de sus mejillas comenzaron a succionar suavemente la sangre que salía de mi dedo, mi cara me ardía demasiado, así que aparté mi rostro para no hacerle ver la vergüenza que sentía por todo esto. Los ojos azules del señor Harper barrieron cada una de mis facciones y terminó alejándose apenas la hemorragia se detuvo.—¿Qué acaba de hacer?Pregunté llevando aquella mano herida hacia mi pecho.—¿Ayudar?Soltó como si nada.—¿Eres así de descarado siempre? —Indagué cubriendo mi cuerpo con una toalla que encontré sobre la cama, —Señor Harper… Como verá, yo…—No te hagas ideas equivocadas, Parker…El castaño masculló en un tono de voz sombrío, cortando nuestra conversación.—¿Qué?Lo que tenía que decir se atoró dentro de mi garganta, deseaba decirle todo lo que estaba pensando ahora mismo dentro de mi cabeza, pero aquella expresión oscura en su rostro me obligó a tragarme mis palabras.—No me interesas en lo más mínimo, así que, si piensas que te e
CAPÍTULO 8Los ojos del castaño se desorbitaron, sus pies dieron un par de zancadas enormes que lo guiaron hasta la problemática chiquilla, el señor Harper alzó una de las muñecas de Luciana provocándole un dolor tan intenso, que esta terminó cayendo de rodillas contra el húmedo piso. Los ojos color café de la única hija de los Baker se abrieron desesperados y rogando por clemencia.—¡Detente! —Gritó con fuerza logrando que cada vello de mi piel se erizase, —¡Lo lamento! ¡Lo siento! —Vocifero con su voz agotada, las lágrimas comenzaron a deslizarse por sus rojizas mejillas, —¡Bruno! ¡Me vas a romper la maldita mano! —La rubia comenzó gritar en el justo momento en que el empresario intensificó su agarre.—Sabes cuánto odio las malas palabras… Sabes que las detesto y aun as&ia
CAPÍTULO 9Con algo de cuidado bajé las escaleras, el frío de la noche calaba mis huesos, sin embargo, era eso o seguir asfixiándome en aquella habitación que me hacía sentir como la invasora que soy. Cuando por fin llegué a la sala principal mi sangre se heló. Bruno Harper era más estúpido y derrochador de dinero de lo que pensé, una enorme pintura reposaba sobre la pared del costoso sitio, pero ese no era el problema, ¡el dibujo era de Bruno junto a su hermana!—Debe de tener la polla pequeña… —Murmuré despacio sabiendo que todos en la mansión debían de estar dormidos; mi amiga Carolina decía que el ego de un hombre se volvía demasiado grande cuando carencia de personalidad «Allí abajo». Mordí mi labio inferior para no reírme.Di un par de pasos más
CAPÍTULO 10El hombre asintió ante una empleada que le sugirió empezar a servir el desayuno, una joven de aspecto latino, cortó un trozo de sandía dejándolo reposar rápidamente sobre la vajilla de porcelana a un costado de mí, el sonido del jugo de naranja cayendo dentro de un vaso de vidrio que notoriamente se veía costo, provocó qué mi estómago comenzara a rugir de hambre.—Hoy necesito organizar unos documentos importantes para una reunión que tengo el día lunes a primera hora. Como sabrás, como mi nueva secretaria tendrás mucho trabajo, y seré honesto contigo, Parker… —Llevé un trozo de beicon dentro de mi boca—, no es fácil trabajar conmigo. Mi temperamento es fuerte, y muchas veces te haré sentir como la peor persona en el mundo si no haces tu trabajo bien.—Lo entiendo, señor.
CAPÍTULO 11Bruno HarperLas mejillas de April Parker se tiñen de rojo apenas sus ojos se fijan en aquella zona prohibida de mi cuerpo. Sus manos viajan rápidamente hacia sus carnosos labios, quizás para ocultar aquella descarga eléctrica por la cual todo su sistema debe de estar atravesando. La pelinegra mujer es tan inocente qué este tipo de cosas son poco frecuentes para ella, y por alguna extraña razón me siento feliz por eso.Jamás en mi vida había conocido a una chiquilla como lo era la mujer delante de mí, desde su ropa hasta su forma de caminar eran un completo desastre, pero raramente eso era lo que más me atraía de ella. —¿Entonces, April Parker? —Repiqué dirigiendo mis pasos a unos cuantos metros lejos de la mesa en donde hacia algunos segundos me hallaba sentado, — quiere saber el secreto, ¿no?Mi nuev
CAPÍTULO 12Bruno HarperMaldigo cuando por fin las puertas del elevador que dan al piso de mi oficina se abren, caminó con pasos pesados por los pasillos de mi empresa y azoto la puerta al llegar a mi zona de trabajo. Odiaba profundamente venir de emergencias a Harper Fashion House los fines de semana, sin embargo, debía firmar unos estúpidos permisos para la siguiente pasarela de la nueva colección de moda de mi compañía.Mi hermana MacKenzie llegaría hoy de Milán, así que el trabajo sería un poco más liviano para mí. Me retumbo sobre mi silla de escritorio y cierro los ojos al recordar todo lo que sucedió hoy en la mañana con April. —Señor…—Una de mis asistentes llamó suavemente a la puerta, para acto seguido caminar hacia mí con apuro y dejar un sobre que desde hace un par de días estaba esperando.—Dejé el paquete sobre mi escritorio, Gabriela, —Caminé indiferente hacia el pequeño bar que tenía dentro de mi oficina y me serví un poco de whisky seco. La mujer se retiró del lugar c