- ¡SORPRESA! - gritaron Edward y Tom en cuanta Rebeca abrió la puerta, sobresaltándola. Rebecca se llevó una de las manos al pecho para calmarse del susto y luego miró a los chicos con más atención, sus ojos fueron directos a Edward arrodillado con una cajita en la mano. - ¿Qué? - Los ojos de la rubia se llenaron de lágrimas antes incluso de que Edward hubiera dicho nada. - ¿Quieres casarte conmigo? - Dijo, ronco de nerviosismo, y Tom estaba a su lado, saltando de alegría. - Yo...- Rebecca se agachó y aferró la caja entre sus brazos mientras lloraba, ya estaba emocionada y con el recuerdo de su embarazo un miedo volvió a invadir su mente. - ¿Amor? ¿Qué es lo que pasa? - Edward se levantó rápidamente e intentó levantar a Rebeca, pero ella movió la cabeza negativamente y Edward temió que no supiera negarse a su petición. - ¿Mamá? ¿Qué te ocurre? ¿Te encuentras bien? - Tom se acercó preocupado y contempló la escena confundido. Pensó que su madre lloraría de felicidad, pero no creyó
- ¿De verdad? - Esbozó una pequeña sonrisa de abatimiento. - De verdad pensaba que podría salir a cenar. - Mira, no quiero ser entrometida, pero lo soy. - Arthur se puso en marcha y reflexionó sobre si debía continuar. - Becca está embarazada. Olivia se atragantó con su tarta y se quedó mirando sorprendida. Arthur se rio de ella, sacudió la cabeza y le tendió una servilleta. - No te asustes, ella te lo dirá, se enteró ayer, estaba desesperada pensando que Edward no lo aceptaría, de hecho, tengo mucha curiosidad por saber qué está pasando allí ahora mismo. - Suspiró triste por no ser tan mosquita muerta como para ir allí sin que nadie se diera cuenta y averiguar qué estaba pasando. Mientras Arthur y Olivia charlaban en la cafetería, la casa de Rebeca y Edward estaba llena de emociones y expectativas. Tras la revelación de su embarazo y compromiso, el ambiente era de pura felicidad y amor. Rebecca se emocionó al ver la reacción positiva de Edward y al aceptar su propuesta de matr
El sabor de la bilis subió a mi garganta antes incluso de que pudiera reaccionar.Creo que cuando empiezas a "madurar", te das cuenta de que la vida no es un cuento de hadas, y mucho menos una tarea fácil de afrontar. De hecho, la vida es extremadamente desagradable, contigo más de la mitad del tiempo, y todo lo que tenemos que hacer es encontrar la manera de lidiar con ella.Pero, ¿a quién quiero engañar? La vida era extremadamente injusta conmigo y no sabía cómo afrontar nada de lo que me pasaba. Pero suspirar y rendirme no había sido una opción para mí en los últimos años. No creo haber tenido una sensación de alivio en mi vida, aparte de mi hijo desde que murieron mis padres.Rebecca Clifford, licenciada en arquitectura y casi diplomada en diseño gráfico, confiesa que seguir una carrera es una de las cosas más difíciles del mundo, y más cuando tienes un hijo y un marido gilipollas.Empecé a estudiar arquitectura por mi madre, una arquitecta de renombre en su campo. Cuando era más
- Becca... ¿Podemos... hablar? - James se acercó lentamente a mí y se agachó un poco para intentar levantarme. Me limité a apartar sus manos de mí y respiré hondo, poniéndome de pie por mi cuenta e intentando recomponerme.- ¿Cuánto tiempo ha pasado? - Se limitó a mirarme confuso mientras yo me cruzaba de brazos y le miraba fijamente. Sentía que la cabeza me iba a estallar en cualquier momento. - VAMOS, JAMES, ¡CONTÉSTAME! ¿Cuánto tiempo llevas engañándome?- Ella me sedujo. Becca cree en mí, ¡tienes que creer en mí! Llevamos juntos doce años... - De nuevo intentó acercarse, pero me aparté, sintiendo asco por sus caricias. - Un año, pero solo unas pocas veces. ¡No olvidemos esos doce años juntos! Diez años de matrimonio, nuestro hijo. Becca...- ¡Deja de llamarme Becca! - dije con frustración mientras gesticulaba desesperadamente. - Un año. - Me reí para mis adentros de lo mucho que había pasado. - ¡Todavía es menor de edad, James! ¡Apenas tiene dieciséis años! - El asco que sentía po
Durante doce años estuve atrapada en una relación que pensé que duraría para siempre y durante tres años me encontré atrapada en la rutina de mi agotador trabajo. Me perdí algunas, o peor aún, varias presentaciones y momentos importantes en la vida de mi propio hijo porque estaba constantemente atrapada en el trabajo haciendo agotadoras horas extras para asegurarme de que no se perdía nada. Sabía que eso le dolía, pero siempre corría a abrazarme y a decirme que todo estaba bien y que lo importante era que le quería, y eso me estrujaba el corazón cada vez que lo pensaba. Pero haría cualquier cosa por cambiar eso y devolverle a mi hijo mi ausencia de su vida durante casi cuatro años.Durante esos meses seguí una rutina con él, llevándole al colegio y luego yendo a entregar miles de currículos por la ciudad. Mis ahorros no durarían tanto, necesitaba más que nunca encontrar un buen trabajo que no me privara del tiempo de mi hijo.Al final de la tarde recogía a Tom y siempre hacía algo con
Desde entonces habían pasado dos horas, dos horas desde que me habían separado sin piedad de mi hijo. Caminaba por las calles sin un rumbo claro, estaba totalmente desorientada y conmocionada por todo aquello, no prestaba atención a nada de lo que me rodeaba. - Liv... - Empecé a llorar de nuevo cuando mi vieja amiga por fin contestó a la llamada.- ¿Becca? Siento haber tardado tanto en responderte, estaba en una videoconferencia con un cliente extranjero. ¿Cómo ha ido? ¿Por qué lloras? - Su voz estaba llena de preocupación y yo apenas podía articular palabra. - ¿Dónde está Tom?- Lo he perdido... - Me agazapé en medio de la acera, poniéndome la mano libre delante de los ojos, incapaz de contener los sollozos de un llanto doloroso. - Lo he perdido todo, mi casa, mi coche... y lo más importante, la custodia de mi hijo.- ¡¿Cómo?! - Oí caer un vaso al suelo, sacándome del estupor de la tristeza. Solo entonces caí en la cuenta: estaba sola, en un barrio que nunca había pisado, llorando m
- Es tan doloroso. - Tomé una de mis manos para secar una lágrima que se atrevía a caer. Mi garganta se cerró y de nuevo sentí que mi voz se apagaba mientras temblaba, sacudí la cabeza negando para mis adentros lo que había sucedido esa tarde. - Liv... ¡Estaba llorando, diciendo que quería estar conmigo! Nunca me perdonaré haber sido tan ingenua con James, nunca me perdonaré haber hecho llorar así a Tom, toda la situación es imperdonable. Debí haber escuchado a todos cuando me decían que James no valía nada. - Resoplé pensando en mis padres que siempre habían amado a James, al menos ellos no habían llegado a conocer el verdadero lado de James, eso les ahorró muchas decepciones. - Ese juez era amigo de James. - De nuevo cerré los ojos momentáneamente antes de volver a abrirlos. - Sé que terminé golpeando a James, pero el juez había estado de su lado desde el principio, eso era obvio para cualquiera.- Te ayudaré a que Tom vuelva en sí. - Olivia me abrazó mientras me permitía llorar de
El corazón le latía deprisa, tenía el pelo húmedo de sudor y el cuerpo le temblaba, todavía asustado por la pesadilla que había tenido hacía apenas unos minutos. Durante unos instantes su cuerpo no se movió, estaba completamente paralizado, se sentía como en una jaula dentro de su propio cuerpo, aunque quisiera, su cuerpo no respondía a sus órdenes.Con dificultad se sentó en la cama y buscó a tientas en la oscuridad su teléfono móvil, que estaba en algún lugar debajo de la almohada. Las 4.20 de la madrugada. Y una vez más había perdido el sueño, debía de ser la tercera semana consecutiva que solo dormía unas horas por culpa de los malditos recuerdos que venían en forma de pesadillas solo para atormentarlo.Suspirando, cerró los ojos y se pasó las manos por el pelo, despeinándolo con frustración. Estaba cansado mentalmente por las pesadillas cada vez más frecuentes y físicamente por la falta de sueño reparador durante días. Deseaba tanto olvidar aquellas malditas imágenes que le asfix