Capítulo 4

Desde entonces habían pasado dos horas, dos horas desde que me habían separado sin piedad de mi hijo. Caminaba por las calles sin un rumbo claro, estaba totalmente desorientada y conmocionada por todo aquello, no prestaba atención a nada de lo que me rodeaba. 

- Liv... - Empecé a llorar de nuevo cuando mi vieja amiga por fin contestó a la llamada.

- ¿Becca? Siento haber tardado tanto en responderte, estaba en una videoconferencia con un cliente extranjero. ¿Cómo ha ido? ¿Por qué lloras? - Su voz estaba llena de preocupación y yo apenas podía articular palabra. - ¿Dónde está Tom?

- Lo he perdido... - Me agazapé en medio de la acera, poniéndome la mano libre delante de los ojos, incapaz de contener los sollozos de un llanto doloroso. - Lo he perdido todo, mi casa, mi coche... y lo más importante, la custodia de mi hijo.

- ¡¿Cómo?! - Oí caer un vaso al suelo, sacándome del estupor de la tristeza. Solo entonces caí en la cuenta: estaba sola, en un barrio que nunca había pisado, llorando mientras hablaba con Olivia por el móvil. - ¿Dónde estás? Voy a buscarte.

Me limité a enviarle un mensaje con mi ubicación y me permití llorar en silencio mientras me dolía el pecho. No me importaba la gente que pasaba a mi lado y me miraba con lástima, ninguna de esas miradas de compasión iba a intimidarme después de lo que había pasado.

- ¿Te encuentras bien? - Resoplé y levanté la vista hacia la voz gruesa. - ¿Necesitas ayuda? 

- ¿Eh? - Estaba desconcertada, simplemente no tenía voz en ese momento. Solo pude esbozar una leve sonrisa al hombre, que no parecía tener más de 35 años, en la silla de ruedas un poco más cerca de mí. - No, gracias... Supongo.

- ¿Está usted seguro? No tiene buen aspecto. - Me tendió una botella de agua y sonrió al verme decir que no de nuevo. Por educación, cogí la botella que me ofrecía y volví a sonreír. - Está a punto de llover, ¿quieres que te lleve a casa?

- No te preocupes por mí. - le contesté aún con menos humor. En realidad, quizá era miedo porque estaba siendo muy amable conmigo, o quizá era más normal de lo que pensaba, pero había perdido la fe en el ser humano y me costaba creer en tanta amabilidad.

Cuando empezó a quitarse el abrigo y mencionó entregármelo, me levanté, negándolo, y como tenía las piernas entumecidas del tiempo que llevaba agachada, acabé tropezando. Mi primer instinto fue cerrar los ojos y esperar lo peor, pero cuando sentí unas manos que me sostenían, haciéndome caer sobre algo blando, abrí los ojos asustada.

- ¿Se encuentra bien? - Me miró preocupado mientras yo cerraba las manos en puños y las levantaba alejándolas de mi cuerpo en un acto desesperado y avergonzado. - Lo siento, no era mi intención tocarla, pero no pude evitarlo, no quería verla caer.

- ¡Dios mío! - Sentí que se me calentaba la cara mientras me miraban fijamente los ojos casi azul-grisáceos del hombre, y cuando volví a la realidad me levanté rápidamente. - ¿Te he hecho daño? Lo siento mucho. - Me sentí avergonzada y me pregunté por qué me había pasado a mí. - ¿Cómo puedo compensarte por mi error? Dios, ¡qué vergüenza! Lo siento mucho.

- Coge mi abrigo. - Hice una mueca y le miré, viéndole sonreír como un niño que acaba de conseguir lo que quería. Era extraño, pero no podía pensar en malicia alguna viniendo de alguien en silla de ruedas. - Creo que algún día volveremos a encontrarnos, cuando eso ocurra puedes devolvérmelo. - Se quitó el abrigo, que parecía caro, y me lo entregó, dejándome confuso. - Va a llover y como no sé si estarás en casa hasta que empiece a llover, prefiero que al menos estés abrigada.

- Muchas gracias. - Sonreí levemente mientras le veía subir a un coche con la ayuda de un conductor. En cuanto pasó junto a mí, bajó la ventanilla y sonrió, saludándome con la mano como si me animara a ponerme el abrigo.

Así lo hice, me puse el abrigo sintiendo el calor del viento que me azotaba el pelo con violencia, diez minutos después Olivia aparcó el coche al otro lado de la carretera y corrió a mi encuentro.

- Becca, ¿cómo estás? - Olivia me agarró por los hombros y me abrazó, luego se apartó. - ¿De quién es ese abrigo? No parece de James, ¿de quién es?

- Liv... ¿Podemos hablar del abrigo más tarde? Han pasado muchas cosas... I... Estoy agotada. - Respiré hondo y apreté la manga de mi chaqueta.

Olivia me miró con tristeza, esa mirada proveniente de ella solo hizo que el dolor volviera a aflorar, así que aparté la mirada de ella y suspiré, caminando hacia el coche con la esperanza de cerrar los ojos y despertar de esta pesadilla.

Olivia me miraba fijamente mientras me secaba el pelo con la toalla. Su mirada parecía penetrar en mi alma mientras su mente parecía estar formulando mil y una formas distintas de preguntarme algo, sabía que sentía curiosidad por saber lo del abrigo y, al mismo tiempo, angustia por saber lo de Tom. 

Olivia y yo nos conocíamos desde hacía años, y sabía que ella se encontraba en un conflicto interno, preguntándose si debía tocar la herida y hablar de mi hijo, o si debía fingir que no había pasado nada para intentar consolarme momentáneamente mientras preguntaba por el misterioso abrigo de olor masculino que colgaba de la percha. De hecho, estaba tan anestesiada que ni siquiera pensé en lo peligroso que era aceptar agua y un abrigo de un desconocido.

- Solo hay que preguntar. - Suspiré mientras me sentaba a su lado y apoyaba la toalla sobre mis piernas, mirando fijamente a la pared. - Nunca dudas en preguntar. Me doy cuenta de que tu cabeza debe de estar a punto de estallar de tanto pensar en la mejor manera de iniciar una conversación... así que simplemente pregunta, ya estoy bastante destrozada, nada empeorará lo que siento.

- Solo temo que mi pregunta la haga llorar de nuevo, o que la otra la haga parecer poco atractiva. - Se acercó a mí, colocando sus manos sobre mi rostro mientras lo analizaba con preocupación. - Todavía tienes los ojos hinchados de tanto llorar, deberías ponerte un par de cucharas en ellos para intentar reducir la hinchazón.

- No pasa nada, es que... - Cerré los ojos momentáneamente, recordando el dolor que sentí cuando me arrebataron a mi hijo de los brazos. - Voy a recuperar a Tom, aunque me cueste la vida. Tom lo es todo para mí, no puedo dejar a mi hijo con su padre irresponsable. - Hablé con decisión, haciendo que Olivia sonriera unos segundos antes de volver a suspirar.

- De todas formas, ¿qué ha pasado en el juicio? - Me quitó la toalla de la mano y se arrodilló en la cama para ayudarme a secarme el pelo. - Creía que te ibas a quedar con Tom. James ni siquiera tiene una casa para cuidar al niño.

- Ahora sí. - Cerré los ojos. - James me golpeó. - Sentí que se me calentaba la cara de rabia. - ¿Recuerdas cuando te conté que el año pasado hubo un día que llegué cansada, con sueño y sin paciencia y firmé un papel que James dijo que era para la excursión de Tom? ¿Y me pasé toda una semana perdida porque Tom no fue a esa excursión y yo no sabía si había firmado algo o no? Seguía pensando que había sido un sueño, incluso cuestioné a James, pero él seguía cambiando de tema. - Volví a suspirar cuando Olivia se levantó de la cama y se plantó frente a mí con los brazos cruzados, mirándome enfadada. - Sé que debería haber profundizado más en esto, ¡no me mires así! Pero nunca hubiera pensado que me pasaría algo así, le conozco desde hace 15 años, o eso creía.

- Siempre he sentido una mala aura proveniente de James. - Olivia cerró las manos en puños y entornó los ojos mientras miraba fijamente a la pared. - Voy a acabar con este cabrón. Juro que voy a matarlo y va a ser con mis propias manos para poder saborear la venganza.

- No hagas eso, tal y como está... - Me rasqué la nuca con cansancio, sabía que intentaba hacerme reír a su manera, pero en ese momento no podía sentir ni un ápice de humor en la situación. - Seguramente iría al juzgado y diría que yo había mandado a gente a darle una paliza y eso solo le daría al juez más motivos para no darme la custodia de mi hijo en el futuro.

- ¿Cómo te sientes? Sé que perder la custodia de Tom fue un duro golpe para ti. - Se sentó a mi lado, cogiéndome las manos mientras yo moqueaba, sin ganas de volver a llorar. - Sabes que puedes llorar por mí, sabes que estaré contigo.

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