Capitulo 5

- Es tan doloroso. - Tomé una de mis manos para secar una lágrima que se atrevía a caer. Mi garganta se cerró y de nuevo sentí que mi voz se apagaba mientras temblaba, sacudí la cabeza negando para mis adentros lo que había sucedido esa tarde. - Liv... ¡Estaba llorando, diciendo que quería estar conmigo! Nunca me perdonaré haber sido tan ingenua con James, nunca me perdonaré haber hecho llorar así a Tom, toda la situación es imperdonable. Debí haber escuchado a todos cuando me decían que James no valía nada. - Resoplé pensando en mis padres que siempre habían amado a James, al menos ellos no habían llegado a conocer el verdadero lado de James, eso les ahorró muchas decepciones. - Ese juez era amigo de James. - De nuevo cerré los ojos momentáneamente antes de volver a abrirlos. - Sé que terminé golpeando a James, pero el juez había estado de su lado desde el principio, eso era obvio para cualquiera.

- Te ayudaré a que Tom vuelva en sí. - Olivia me abrazó mientras me permitía llorar de nuevo. - Tenemos que encontrar culpables en James, lo cual no es difícil, y necesitamos un buen abogado, así como un juez que no sea corrupto ni se deje llevar por "amistades".

Estaba frágil, me sentía estúpida por haber sido engañada de aquella manera y me sentía la peor persona del mundo por haber perdido la custodia de mi hijo. Volví a suspirar y me di la vuelta con una sonrisa.

- En los últimos días, he enviado varios CV, y mañana voy a enviar más. Por suerte, mañana tengo una entrevista. - Me enjugué las lágrimas y parpadeé varias veces, intentando eliminar las otras que insistían en formarse. - Voy a trabajar donde pueda, ahorraré mi dinero y me pagaré un buen abogado. Solo voy a aprovecharme de ti durante un tiempo y pediré dormir en tu casa durante ese tiempo. - Me mordí el labio y la miré fijamente. - ¿Puedes venir a mi casa a recoger mis cosas? Tengo miedo de encontrarme con Tom, no quiero dejarle llorando otra vez.

- Ni siquiera tienes que pedírmelo dos veces. - Sonrió y me tocó la mejilla. - Vendré mañana cuando esté en el colegio y tú irás a tu entrevista, no te preocupes.

- No te preocupes. Gracias. - Me tumbé en la cama y miré al techo. - Nunca pensé que pasaría por esto a mis treinta años. Juré... que duraría para siempre. Estaba tan envuelta en mi burbuja de felicidad. - Sonreí débilmente. - Todo empezó a ir cuesta abajo cuando me casé con James, lo único bueno de aquella relación era Tom, eso seguro. Debería haber roto con él cuando mi padre me lo pidió.

- Nada dura para siempre y no tienes que castigarte por no haberte dado cuenta antes. - Te tocó suspirar mientras te acostabas a mi lado. - Todos cambiamos en un abrir y cerrar de ojos, la única diferencia entre tú y gran parte del mundo es que tú elegiste vivir en un cuento de hadas creado por tu cabecita durante quince años. Lástima que no fuera con un príncipe, sino con un ogro.

- Eso, Olivia, demuestra lo estúpida que fui. - Puse los ojos en blanco, molesta. - Al menos mi cuento de hadas me dio mi posesión más preciada, creo que de lo único que no me arrepiento es de Tom.

- Vale, mamá del año, sé lo enamorada que estás de Tom, yo también lo estoy, al fin y al cabo es mi ahijado. - Se apoyó en los codos, levantándose un poco para mirarme. - Pero ahora, cambiando drásticamente de tema, ¿puedo preguntar de quién es esa chaqueta? Huele a hombre y no es de James. - Hizo una mueca y me miró. - ¿Le pareció extraño? Pero da igual, no es el perfume barato que llevaba James y se te pegaba. Huele a perfume caro, como el de alguien asquerosamente rico.

- A decir verdad, no lo sé. - La miré con sinceridad mientras ella volvía a entrecerrar los ojos, analizándome para asegurarse de que no ocultaba nada. - ¡No me mires así! De verdad que no tengo ni idea de quién es esa chaqueta. - Se sentó en la cama, cruzándose de brazos, esperando una respuesta más convincente. - Básicamente... estaba llorando, se acercó un tipo en silla de ruedas, me preguntó cómo estaba, me dio una botella de agua, se ofreció a llevarme y cuando me negué me dijo que me dejara el abrigo puesto porque iba a llover, eso es todo. - He omitido la parte en la que me caí en su regazo y pasé vergüenza.

- Qué tipo más raro... - Frunció el ceño y yo negué con la cabeza. - ¿Cómo sabe que le devolverás la chaqueta? Podría llevar un rastreador. - Sacudió la cabeza mientras parecía disipar tales pensamientos. - Ten cuidado con este tipo de gente, puede que ni siquiera vayan en silla de ruedas y solo se estén preparando para secuestrarte, nunca se sabe lo que piensa un maníaco. - Se acercó a su chaqueta y empezó a palpar el caro tejido. - O este tipo es un maníaco, o está loco, esta chaqueta debe costar por lo menos cinco mil.

- ¡Jesús, Liv! - me reí y moví la cabeza negativamente. - A veces parece que sigues siendo una adolescente. A tu cabeza se le ocurren tantas cosas. Debía de darle pena lo lamentable que era yo. - Sonreí, recordando el aspecto del "maníaco". Sus ojos grises casi azules y su pelo castaño claro no hacían más que complementar su belleza. - Quizá hayamos perdido la fe en el ser humano... Al final, podría ser una buena persona que solo quería ayudar.

- Puede que tengas razón. Pero no te dejes llevar pensando que no puede pasar nada, no seas tan tonta como para creerte cualquier cosa, acabas de descubrir que los cuentos de hadas no existen, no caigas en otro. - Sonrió irónicamente mientras movía negativamente la cabeza y miraba el reloj de su muñeca. - Son casi las nueve de la noche, ¿tienes hambre?

- ¿De pizza? - Sonreí al instante al ver su sonrisa malévola. 

- ¿De cerveza? - Fruncí el ceño y la vi poner los ojos en blanco. - Vamos, Becca, deja por un momento el título de madre responsable y vamos a tomar algo, ¡lo necesitas!

- De momento no llevo el título de madre responsable, tengo que madrugar para entregar los miles de currículos. - Sonreí débilmente, recogiendo la toalla y dedicándole una larga sonrisa. - Necesito el dinero más que nunca, no puedo dejar a mi hijo en manos de James. Nunca ha sido el "papá mayor", temo que Tom acabe haciéndose daño de alguna manera y ese cabrón irresponsable no lo vea. - Sentí que se me oprimía el pecho al pensar en la más mínima posibilidad de que Tom se hiciera daño de alguna manera.

- Sabes que, si lo necesitas, puedo prestarte el dinero y transferir mi piso a tu nombre para que puedas tener a Tom aún más rápido, ¿verdad? - Le cogí las manos en señal de negación, haciendo que me mirara abatida, sabiendo ya mi respuesta. 

- Es una forma muy rápida, pero no sería justo para ti, compraste este piso con tu sudor, ¡no puedo aceptar tenerlo de un momento a otro! Además, sería una bola de nieve. - Me levanté. - ¿Podrías pedir la pizza? Y pide unos refrescos, nada de alcohol. Voy a tender la toalla.

- Independientemente de lo que pienses, voy a hacer mi oferta, así que cuando te parezca bien, acepta. - Sonrió, cogió el móvil y marcó el número de la pizzería. - Estaré aquí para ayudarte.

- Y seguiré negándolo. - Le sonreí ligeramente. - Sabes que soy así, pero aprecio tus buenas intenciones.

Tras tender la toalla, suspiré pesadamente mientras apoyaba los brazos en el balcón para observar el cielo sin estrellas. Mi pecho estaba angustiado y mi mente parecía haberse borrado, dejando solo un paisaje blanco y sin vida. 

La oferta de Olivia era tentadora, pero no era lo que yo quería, quería la casa de mis padres y a Tom limpiamente, no quería engañar en ningún momento, necesitaba despertar a la vida y aprender que el cuento de hadas nunca existió.

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