La primera sensación es el frío. Un frío metálico, antiséptico, que se cuela por mi piel desnuda. Parpadeo. Luz blanca. Techos lisos. Un zumbido constante en el aire. Intento moverme, pero mis brazos no responden. Algo me sujeta. Brazaletes de acero, gruesos, apretados contra mis muñecas y tobillos. Estoy en una camilla de metal, ligeramente inclinada. Y no estoy solo. Mi respiración se acelera cuando la veo. Rita. Está en la camilla de al lado, inmóvil, con cables adheridos a su cabeza y pecho. Su piel pálida contrasta con la tela oscura de la bata hospitalaria que le han puesto. Su cabello está revuelto, con rastros de sangre seca en la frente. —Rita… —Mi voz es un gruñido áspero. Ella no se mueve. Fuerzo mis muñecas, pero los grilletes ni siquiera se inmutan. Entonces, una voz interrumpe el silencio. —No tiene sentido luchar, Luke. Mi sangre se congela. Natan. Levanto la cabeza lo poco que puedo. Y ahí está. De pie, con los brazos cruzados, vestido de negro. Pero alg
El mundo es un torbellino de sombras y dolor.Oigo voces. Lejanas. Como si hablara a través del agua.—La dosis aún no es suficiente…—Necesitamos más resistencia.—¿Y la chica?—Monitoreándola.Intento moverme, pero no puedo.No hay cuerpo. No hay forma. Solo el peso del dolor, hundiéndome en una negrura espesa.Un zumbido empieza en mis oídos. Agudo, perforante.Y entonces, la luz.Una ráfaga de electricidad recorre mis nervios.Grito.O tal vez no.Mi garganta es un desgarro seco, mi pecho una herida abierta.Siento mi carne tensarse, cambiar, intentar transformarse, pero algo lo bloquea. Algo que me mantiene atrapado entre hombre y bestia.No sé cuánto tiempo pasa hasta que el dolor se disuelve en una niebla confusa.Y ahí la veo.Rita.No sé si es un sueño o una visión, pero está frente a mí. De pie. Con el cabello revuelto y la mirada llena de angustia.—Luke…Intento hablar, pero no tengo boca. No tengo voz.Ella se acerca, coloca una mano en mi pecho, justo donde el dolor es m
No tenemos mucho tiempo.Lo sé en el momento en que escucho pasos en el pasillo.Rita se aparta de mí, sus ojos todavía brillando con emociones sin nombre. Me cuesta soltarla, pero sé que el momento ha terminado.Ahora, sobrevivir es la prioridad.—¿Cuánto tiempo estuve inconsciente? —murmuro, poniéndome de pie.Las cadenas en mis muñecas han sido removidas, pero el dolor sigue ahí, punzante. Siento la piel ardiendo, la transformación retenida por algo que han hecho en este lugar.—Días. No sé cuántos. —Rita se enjuaga la cara con la manga de su camisa sucia—. No nos dicen nada, pero escuché a los científicos hablar. Creen que pueden controlarte.Me río, amargo.—Están jodidos si creen eso.Ella me mira, tensa.—Luke… no es solo eso. No sé cómo, pero… saben cosas de vos. Y de Natan.El nombre cae en la celda como una losa.Miro a Rita, mi mandíbula apretada.—¿Qué cosas?—Que tu sangre es diferente. Que podés resistir más que los otros. Que tu transformación es más fuerte. No lo dicen
El pasillo parece alargarse interminablemente.La alarma sigue rugiendo, vibrando en mis huesos. Rita corre a mi lado, su respiración entrecortada, pero firme. No la suelto, aunque mis pasos sean cada vez más pesados.Nos giramos en una esquina. Y entonces, lo veo.Un espejo enorme cubre toda la pared del fondo.Pero no es un espejo.Es un cristal de observación.Detrás, hay una habitación blanca con luz fluorescente.Y dentro…Natan.O lo que queda de él.Está encadenado en una silla metálica, cables insertados en su piel, los ojos cerrados, la piel pálida, casi azulada.Siento cómo se me paraliza el cuerpo.—No puede ser —susurro.Rita se detiene conmigo, mirándolo horrorizada.—Luke… ¿está vivo?No puedo responder.Porque entonces él abre los ojos.Y me sonríe.El mismo gesto arrogante, pero vacío. Distante.—Siempre supiste que volveríamos a encontrarnos, hermano.La voz suena a través de los parlantes de la habitación.Fría.Pero lo peor no es eso.Lo peor es que Natan se pone de
La bestia dentro de mí despierta con una violencia descontrolada. Siento cómo mis huesos se rompen y se reconfiguran, cómo mis músculos se desgarran y se reconstruyen al mismo tiempo. El dolor es un incendio que me recorre cada fibra, pero no me importa.Porque en cuanto mi transformación se completa, mi único objetivo es Natan.Él sigue sujetando a Rita, con esa maldita sonrisa ladeada, como si todo esto fuera un juego. Pero apenas me muevo, su expresión cambia.No me esperaba así.No me esperaba este nivel de furia.Carga contra mí, rápido como una sombra, pero lo recibo con mis garras. Mi cuerpo se mueve antes de que mi mente lo procese. Lo golpeo con tanta fuerza que lo estrello contra la pared opuesta.Pero él se ríe.—Eso es, hermano. Eso es lo que quería ver.Antes de que pueda atacarlo de nuevo, las luces titilan.El sonido bajo nuestras pies regresa.Un latido.No, no es un latido.Es algo más.Rita grita mi nombre, pero no logro reaccionar a tiempo.El suelo se hunde bajo no
El mundo estalla en un torbellino de sombras y rugidos. No sé qué es esa cosa, pero sé que no pertenece a este lugar. No debería existir. Las paredes metálicas del complejo gimen como si estuvieran vivas, deformándose bajo una presión invisible. Un chillido desgarrador corta el aire y mi sangre se congela. Rita. No la veo, pero la siento. Su miedo, su angustia, su desesperación. —¡RITA! —gruño, luchando con todo lo que tengo para liberarme de Natan. Él me mantiene sujeto con una fuerza brutal, sus garras clavándose en mi piel, en mis músculos, pero algo en su mirada ha cambiado. Ya no es solo odio, ya no es solo rivalidad. Hay algo más. Algo roto. —¿Lo ves? —su voz es apenas un susurro, cargado de algo que no comprendo—. Siempre estuvo aquí. Esperándonos. —¡SUÉLTAME, MALDITO! Me revuelvo, araño, muerdo, pero es inútil. Y entonces… lo siento. Un aliento caliente y pútrido sobre mi espalda. La criatura. Está tan cerca que su presencia me presiona el pecho como una losa de piedr
El aire se siente denso, cargado de electricidad y muerte. Rita corre junto a mí, su mano aferrada a la mía como si soltarme significara desaparecer en la oscuridad. Eliot va delante, su arma lista, avanzando con movimientos calculados. Pero los disparos no detendrán a la cosa que viene detrás de nosotros.Un rugido profundo y distorsionado sacude los pasillos. Es un sonido antinatural, como si la misma estructura del complejo se quejara con él. El metal cruje, las luces parpadean y la sombra de la criatura se proyecta en la pared, alargada y amorfa.—¡Por aquí! —Eliot señala una puerta lateral.Nos lanzamos dentro justo cuando algo pesado golpea la pared exterior, abollando el metal como si fuera papel.La habitación es pequeña, llena de cajas y monitores encendidos que muestran imágenes de distintas partes del complejo. Algunas cámaras ya no funcionan, pero en las que siguen activas, veo cuerpos… demasiados cuerpos.—Mierda… —murmura Eliot, explorando la habitación.Pero yo solo ten
El eco del disparo aún vibra en mis oídos. El cadáver del hombre sigue ahí, con los ojos abiertos, pero no lo miro. Estoy congelado, procesando lo que acaba de pasar. Lo que él dijo.—No tenemos tiempo para esto —gruñe Eliot, alejándose del cuerpo. Se asoma por la puerta rota, con el arma en alto.Rita se aferra a mi brazo, su pulso acelerado.—Luke… —su voz es un hilo tembloroso—. ¿Qué significa eso?Sé exactamente lo que significa.Natan no nos dejó escapar. Nos está guiando.Nos está llevando justo donde él quiere.Trago saliva y me obligo a moverme.—Después hablaremos de eso. Ahora tenemos que salir.Salimos del cuarto y nos adentramos en otro pasillo. Las luces parpadean, los cables chisporrotean. A lo lejos, se escuchan pasos. Varios.—No estamos solos —susurra Eliot.Nos pegamos contra la pared. El olor a sangre sigue en el aire, pero hay otro aroma… algo más químico, podrido. Y debajo de eso…—Lobos —murmuro.Rita me mira, aterrada.Eliot frunce el ceño.—¿Estás seguro?Un gr